Por
tercera vez se vieron las caras en un debate televisivo el presidente Barak
Obama y el gobernador Mit Romney. El
escenario fue, otra vez, un acierto. Diferente a los anteriores, cada candidato
estuvo sentado en una mesa triangular con el moderador en uno de los vértices,
de espaldas al público. La cercanía de ambos contendientes dialécticos,
sentados y en posición lateral mantuvo escenográficamente un encuentro político
en lo más alto. No es cuestión baladí para un buen programa televisivo de
debate electoral que los comparecientes estén bien ubicados en el escenario
–tanto en espacio, iluminación como en cercanía al espectador– para poder
interrelacionarse adecuadamente y confrontar sus posiciones con un buen ‘aire
escénico’.
Las
corbatas volvieron a ser protagonistas, siempre con los colores representativos
de la bandera americana. Recordemos que en el primer debate, Barak Obama
lució camisa blanca y corbata azul, anticipando una posición más conservadora
en la dialéctica. Por su parte, Mitt Romney, vistió el mismo color de camisa
pero corbata roja con detalles azul y dorado, declarando cuáles serían sus
credenciales dialécticas. En el segundo encuentro, el presidente se presentó con una corbata de
tono bermellón, mientras que su contendiente asistió con una azul de visibles
rayas blancas. El cambio cromático respecto al primer debate pretendía en Obama
ofrecer una versión presidencial más agresiva, aunque matizada; y en Romney una
muestra de firmeza. El azul contrastado con las franjas blancas indica
claridad, fortaleza y decisión.
En este
ultimo debate, Obama lució una corbata azul, de tonos brillantes, mientras que
Romney, muy bien aconsejado, mostró una de color rojo, con gruesas francas
grises. Es de destacar que los asesores del candidato republicano aciertan plenamente
con el color y los trazados de las corbatas. El rojo significa arrojo, aunque
las franjas grises matizan el apresto o atrevimiento del tono fuerte, dando
lugar a una dialéctica visual de ardor prudente. Por parte del demócrata, el
tono azul brillante de la corbata escenificó su cargo presidencial, aunque la
fuerza visual del color explicaría la posterior posición dialéctica en el
escenario, más agresiva que un simple color azul anunciaría. Podríamos decir
que en el último debate, cada uno utilizó la corbata que le correspondía: los
tonos y los detalles de cada atuendo tenían mucha relación con el grueso del
debate. Es decir, Romney se mostró enérgico y claro, pero prudente, y Obama con
su color presidencial, pero brillante, asumió que no debería quedarse atrás en
su dialéctica. Y así sucedió.
El
presidente no utilizó tanto sus dedos en dirección coincidente como en
anteriores debates, aunque a veces indicó orientación con su dedo índice en
posición de señalar, aludiendo a su oponente en una simbología de dirección y poder.
Por su parte, el candidato republicano abría más los brazos como una forma de
acoger a los que desearan abrazar su mensaje. No obstante, con respecto al
anterior debate, a Obama se le observó una gestualidad menos directiva y más
abierta, enseñando las palmas de las manos y abriendo más los brazos. Dejando a
un lado una supuesta rectificación de sus asesores, esta gestualidad implicaría
una mayor necesidad de acoger que de mandar. Habitualmente, Obama gestualiza
con las manos de manera mucho más directiva, uniendo los dedos hacia una
dirección o señalando con el índice. En esta ocasión se le observó una
rectificación, no sabemos si pretendida o natural.
Las
manos abiertas, mostrando las palmas de las manos sin indicar dirección
determinada es una muestra de transparencia, certidumbre interior y actitud
explicativa. Por su parte, los dedos que se unen dirigiéndose hacia un punto
acostumbran a revelar mando, determinación, intención de seguridad y/o
necesidad de imponerse. En este último debate, a ambos candidatos se les
observó parecida gestualidad: manos abiertas, brazos acogedores y reposo de las
manos sobre la mesa con dedos entrelazados.
Durante
gran parte del debate se pudo ver al presidente manosear un bolígrafo, un signo
que puede delatar intranquilidad o necesidad de concentración. En su caso y por
el transcurso del debate y hábitos propios, me inclino a pensar que se apoyaba
en él eludiendo la dispersión mental.
Gracias
a la disposición de sentados, se pudo observar cómo se colocaban respecto al
respaldo y la mesa. En ningún momento ninguno de los dos candidatos reposó la
espalda en el respaldo. Era de suponer. No obstante la incorporación hacia
delante, hacia la mesa con los brazos descansando encima de la ella, nos ofreció
una perspectiva de la actitud emocional y dialéctica de cada candidato. Mit
Romney se mantuvo en esa posición erguida, levemente incorporado hacia delante,
con los brazos reposados sobre la mesa. No obstante, Barak Obama mantuvo la
misma disposición, aunque con el cuerpo visiblemente más volcado hacia la mesa,
más inclinado hacia delante.
Este
detalle posicional del presidente revela su pretensión de tomar la iniciativa y
de ser dialécticamente más interviniente, mordaz y determinante. La inclinación
del cuerpo y del rostro hacia delante, como más apoyado en la mesa, invita a
suponer que su decisión estratégica fue pasar al ataque dialéctico, una expresión
de alerta para no quedarse atrás. Descarto la posibilidad que esa disposición
sea un hábito o una costumbre posicional del presidente.
Antes
de acabar este análisis creo necesario apuntar dos detalles morfológicos de los
candidatos a la presidencia de los Estados Unidos de América. El círculo ocular
de Mit Romney, con las cejas en frontal avanzado, puede indicar cierta
disposición a mantener ideas fijas y conceptos inamovibles; lo que podría
suponer una actitud caracterológica conservadora, guardiana e, incluso,
intransigente. El mismo análisis del círculo ocular de Barak Obama nos lleva a
opinar que aúna comprensión, determinación y confianza. Sitúo estas apreciaciones
como una tendencia, sin más valor que una orientación morfológica, que, en
muchos casos, puede ser más hereditario que caracterológico, pero que puede
esclarecer ciertas tendencias.
El
último debate entre los dos candidatos a la Casa Blanca de Washington nos
deparó pocas novedades, aunque algunas fueron significativas. La más relevante
es la posición en la silla de Barak Obama, más inclinado hacia delante que su
oponente, lo que nos ilustra el planteamiento de los asesores del candidato de
tomar una actitud más agresiva y determinante.
Los
analistas políticos y las encuestas dicen que este último debate lo ganó Obama.
Desde la semiótica y la gestualidad no se puede afirmar ni desmentir, sólo
constatar la actitud más contundente del presidente, con una gestualidad que
definió muy bien su principal interés: tomar el mando del debate. Y, como se
sabe, no acostumbra a ganar quien impone sus tesis sino quien impone su
personalidad, que incluye capacidad de determinación, capacidad de síntesis y
capacidad de reacción.
© 2012 Josep Marc Laporta.
Muy interesante. Me han gustado las tres entregas de los debates Obama.Romney.
ResponderEliminarMUY BUENO. ME PARECE MUY REVELADOR DE LAS INTERIORIDADES DE LOS POLITICOS.
ResponderEliminarHe leido los tres y estan muy interesantes. Lo que no acabo de entender es lo de los microfonos de la segunda parte.
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