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· Los bautistas y su música (45)

 © 2025 Josep Marc Laporta

El Himnario de las Iglesias Evangélicas de España

     El Himnario de las Iglesias Evangélicas de España reunió 497 cantos, algunos de ellos con melodías clásicas de renombre. A modo de ejemplo, con una adaptación luterana, el número 1 –A Dios dad gracias, dad honor– recibió una tonada del ‘Gloria’ de Resurrección de Nikolas Decius (1485-1541). Otros, como el número 4 –A nuestro Padre Dios– recogió la melodía del himno nacional del Reino Unido, God save de King, un canto que a los cristianos británicos que residían en España producía un cierta extrañeza y reparo. Con un anónimo del siglo XVII publicado en 1745 en Thesaurus Musicus, la letra ‘A nuestro Padre Dios’ provino de la famosa edición de 1867, Estrella de Belén.

     De todas las melodías clásicas que recogió el himnario y entre otras variables de reiteración de una misma música con distintas letras, destaca una que se repitió hasta seis veces con diferentes textos. Bajo la tonada Consolation, la melodía de Felix Mendelssohn (1809-1847) en el Lieder ohne Worte, Op. 30, nº 3, se reproduce en los himnos 63, 235, 237, 294, 385 y 389. Sin lugar a duda la composición de Mendelssohn es sublime y su belleza musical es incuestionable, pero resulta paradójico que tal atractivo pasara inadvertido en los cultos bautistas.

     Como representación de la calidad clásica que el HIEE atesora, a modo de ejemplo algunas de las tonadas fueron el himno número 6 –Alma bendice al Señor– de 1665; el 7 –Al Señor nuevo salmo conviene– proveniente del siglo VII en Cantate Domino, Canticum novum; el 8 –Bendice, ¡oh, alma mía!–, con una melodía tradicional hebrea del siglo XV; el 9 –Cantad alegres al Señor–, del Saltario de Ginebra de 1551; el 13 –De boca y corazón–, obra de Johan Crüger (1598-1662) en Praxis Pietatis Melica; el 24 –En tu nombre reunidos–, melodía del siglo XVIII de la iglesia morava; el 29 –Cristo en nosotros queda–, de Mechior Vulpios (1570-1615) y armonizado por JS Bach (1685-1750); el 32 –¡Dichosa Tierra!, proclamad–, de Georg F. Händel (1685-1759); el 34 –Lindos ángeles cantores–, de Michael Praetorius (1571-1621); el 35 –¡Oh, santísimo, felicísimo!–, melodía siciliana del siglo XVIII; el 36 –Oíd un son en alta esfera–, de Felix Mendelsshon; el 186 –La causa es tuya– de Johann Michael Haydn (1737-1806); o el 233 –¡Id en paz vuestro camino!–, de Philipp Nicolai (1556-1608); además de varias armonizaciones de JS Bach (1685-1750).

      En las autorías de los himnos aparecen repetidamente ilustres nombres estadounidenses de la himnología protestante, como Sankey, Kirkpatrick, Bradbury, McGranahan, Stebbins, Hutchinson, Crosby, Doane, Lowry, Blis, Mason, Kingsburym o Root, junto a algunos europeos como Wesley, Watts o Lutero. Y por las traducciones, Almudévar, Turrall, Mendoza, Cabrera, Celma, Cosidó, Vila, Fliedner o Gutierrez-Marín son algunos de los destacados.

       La gran mayoría de los textos del Himnario contienen una sólida teología descriptiva, dispensando a los creyentes una formación complementaria a la predicación. Muchos de ellos son tratados teológicos, con una profundidad doctrinal auspiciada por una media de tres estrofas por himno, lo que, junto a la inclusión de un coro o estribillo, permitió desarrollar una temática con mejor exposición. Algunos, como el 19 –Te alabamos, ¡oh gran Dios!–, presenta mediante nueve estrofas una alabanza implicada con la divinidad y, también, explicada en la humanidad. Otros, como el 91 –La tierna voz del Salvador–, aúna las loas a Jesús en el estribillo con el relato expositivo de la salvación en sus cinco estrofas: una conjunción que explica y especifica la razón de la alabanza. También podemos encontrar un texto atribuido a Teresa de Jesús en el número 126 –Eleva el pensamiento, al cielo sube–, con una enunciación de las vanidades mundanas y la volatilidad de sus propuestas. Otros himnos apuntan al arrepentimiento, como el 85 –Yo escucho, buen Jesús–, un texto de J.B. Cabrera que desgrana la profunda transformación que se deriva del triunfo de la cruz y la asunción de culpabilidad y maldad por parte del hombre. Mediante un canto llano gregoriano del siglo XV, con traducción de José Joaquín de Palma y texto original de Isaac Watts, ‘La cruz sangrienta al contemplar’ (50) declara poéticamente el valor universal del sacrificio vicario, confrontándolo con la bajeza humana.

      El arduo trabajo que supuso terminar el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España y las dificultosas condiciones de ejecución, imposibilitó a los editores la inclusión de los datos correspondientes a autores, traductores y datos de contexto. Seguidamente, en los archivos en pdf y jpg se puede encontrar una reproducción del himnario con los créditos de los himnos. También en una playlist de You Tube se pueden escuchar sendas interpretaciones por diversos intérpretes, especialmente con la colaboración de Anna Cortès y Andrew Remillard al piano, tocando un buen número de himnos.

Himnario de las Iglesias Evangélicas de España (1967), archivos en pdf

Himnario de las Iglesias Evangélicas de España (1967), archivos en jpg

Himnario de las Iglesias Evangélicas de España, vídeos-audio en playlist de You Tube


Bibliografía y documentación

· Los bautistas y su música (44)

 © 2024 Josep Marc Laporta

La preparación del himnario de música (HIEE)

El 9 de octubre de 1965, Baptist Press, el órgano informativo de los Bautistas del Sur de los Estados Unidos, publicó la siguiente reseña bajo el título ‘Joe Mefford prepara el primer himnario en español’:

   «España: los bautistas españoles tendrán su primer himnario con letra y música en diciembre. Este es el compromiso de Joseph W. Mefford, misionero bautista del sur de Fort Collins, Colorado, que espera completar sus cinco años de trabajo en este proyecto monumental antes de Navidad.

    Joe Mefford, secretario de música eclesial de la Misión Bautista en España, dijo que las escuelas de música en las iglesias serán factibles cuando el himnario esté listo. En el pasado fue imposible porque no había un libro de música. El nuevo himnario será útil para este propósito.

    Los bautistas españoles, que cantan con el arrebato más espontáneo de cualquier pueblo en la Tierra, se regocijarán de poder seguir la música en el nuevo himnario. Anteriormente, su pequeño y grueso himnario solo contenía letra. Sin embargo, los más agradecidos serán los pianistas y organistas. A lo largo de los años han tenido que echar mano a varios himnarios en los que encontrar las partituras para los himnos que cantan. En cada página del antiguo himnario de letra se incluye en código los nombres de varios himnarios de música donde se puede encontrar la partitura para ese himno en particular. Mefford afirmó que se necesitan no menos de 23 himnarios para encontrar las melodías de las selecciones que se enumeran en el himnario actual.

    La tarea de compilar el primer himnario bautista español ha sido más dificultosa, dijo Mefford, por la necesidad de mantener los 450 cantos del himnario actual, en el mismo orden. Asimismo, se pretende añadir 50 más para redondear el número de 500 himnos. Ha sido difícil encontrar música para algunos himnos que no se cantaban en 15 años.

    La Misión Bautista Española asignó la tarea del himnario a Mefford hace cinco años. Tuvo que llevar adelante esta obra junto con sus deberes como misionero de campo. En agosto de este año cedió a las reiteradas peticiones de convertirse en el director de música eclesial de la Misión, sin que se le relevaran las responsabilidades de campo. Graba un programa musical y evangelístico semanal que se transmite en español por la radio internacional de Monte Carlo.

    Mefford dispone de un comité para trabajar conjuntamente, formado por el pastor Samuel Rodrigo y un laico, Pedro Puig. Joe Mefford, alto y afable, no tiene formación especial en música. ‘Simplemente la adquirí con los años’, dijo. ‘En algún lugar leí que en la economía de Dios nada se pierde nunca; sin duda esto se aplica al campo misionero’.

    Graduado de la Universidad de Ouachita (Bautista), Arkadelphia, Arkansas, y del Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans, ha estado en España desde 1953».

La reseña redactada por Gainer E. Bryan Jr. expuso las líneas maestras de la preparación del himnario de música del HIEE, aunque, en realidad, la primera iniciativa fue del pastor Samuel Rodrigo, quien, como responsable de la Junta Bautista de Publicaciones, desde mediados de los años cincuenta ya tenía en mente el proyecto. Después de unos años de adaptación y aprendizaje del idioma tras su llegada en 1953, José Mefford se sumó a la idea de Rodrigo, surgiendo de facto un equipo tentativo, aunque sin ningún proyecto concreto que determinara plazos de ejecución. No fue hasta 1960 que el dual equipo se consolidó hacia un proyecto más definido, auspiciado por la Misión Bautista en España, quien también sustentó económicamente el proyecto. Pero como ya apunté en el anterior capítulo, hasta enero de 1961 no se incluyó en el proyecto Pere Puig Ballonga. En 1959 había fallecido en accidente laboral su padre, Pere Puig Inglada, por lo que su heredero musical fue tomando un resuelto protagonismo en la dirección del Coro de la Primera Iglesia Bautista de Sabadell y en diversos ámbitos de la obra bautista, como en la dirección de la revista denominacional bautista.

A finales de los años cincuenta la idea del himnario de música ya estaba bien establecida como proyecto, aunque no fue hasta 1961 que se empezaron a concretar contenidos, diseño de partituras, formas de edición e impresión. El año sabático que la familia Mefford emprendía en junio de 1963, que los llevaría a los Estados Unidos desde su residencia y ministerio en València, retornaría a mediados de 1964 con el traslado a Barcelona, cambio muy influido por la necesidad de coordinar mejor el proyecto del himnario de música, ya que Samuel Rodrigo y Pere Puig Ballonga residían en Barcelona.

Una de las preguntas previas que surgieron con vistas a la edición del nuevo himnario era si había alguna posibilidad de editarlo en Estados Unidos, para después importar los libros a España. Dadas las circunstancias sociopolíticas, con la falta de libertades y tolerancia religiosa, se desestimó la producción externalizada y la consecuente introducción al país de los nuevos himnarios. En 1963 el Ministerio de Información español autorizó la importación legal de un reducido número de ejemplares de literatura evangélica, lo que facilitó la entrada de algunos libros de la Casa Bautista de Publicaciones. Pero pensar en traer al país gruesos volúmenes de más de 500 páginas podría inducir a que la aduana española los advirtiera y, consecuentemente, los requisara. Al tomar esta decisión se desaprovechaban las ventajas de una edición de mayor calidad, con la tipografía de notación móvil. Por el contrario, la opción de hacer lo mismo en España supondría tener que entablar contacto con alguna imprenta especializada en este tipo de tipografía, lo que encarecería la edición y prácticamente resultaría inviable, aparte de que ninguna imprenta se habría prestado a editar un himnario protestante por las posibles delaciones que habrían comprometido el proyecto.

El círculo se estrechó hasta el punto de que la edición del himnario de música sólo era viable dibujando las notas en papel y transfiriéndolas a las placas de impresión. Para este menester era necesario la participación de dos elementos básicos: un dibujante y una imprenta. El primero se encontró gracias a un contacto en la calle Tallers de Barcelona: un delineante no cristiano y de vida licenciosa, pero con buena voluntad para, por un precio muy ajustado, copiar y dibujar pentagrama a pentagrama y nota a nota cada partitura de cada himno. Al no ser músico ni tener unos mínimos conocimientos, su labor tuvo que recibir la escudriñadora mirada de Rodrigo, Mefford y Puig, convirtiéndose este último en un experto en la revisión de originales, devolviéndolos al delineante para múltiples rectificaciones. Excepto unos 20 himnos que fueron fotocopiados de himnarios extranjeros, aproximadamente 480 son obra del dibujante. El minucioso trabajo, realizado por las noches tras acabar su jornada laboral regular, quedó estampado para siempre en algunos detalles, como en pequeños gazapos en los trazos, que aún hoy se pueden observar en algunas páginas del HIEE.

A partir de 1964 el proyecto del himnario empezó a adquirir cierta urgencia y velocidad, aunque lo que se preveía completar en un plazo de dos o tres años se alargó hasta siete por lo laborioso del proceso. Adjudicado el montaje y la edición a la imprenta Salvadó de Barcelona, los viajes a la calle Tallers y a la calle Vallirana fueron constantes. A las idas y venidas para recoger los himnos pautados y tras múltiples revisiones y rectificaciones, la siguiente misión de Rodrigo, Mefford y Puig consistía en escribir debajo de cada nota el texto hímnico, letra por letra, palabra por palabra, a modo de referencia para el siguiente paso. Una vez más el proceso sería largo y colmado de nuevas dificultades. Tras ello, un cajista debía introducir las letras de plomo en el lugar correspondiente, emplazarlas respecto a las notas con una precisión milimétrica, para finalmente hacer el grabado de cada página y proceder a la impresión. Pero este nuevo paso obligaría a nuevas supervisiones, a fin de comprobar que el cajista ajustaba correctamente cada sílaba debajo de cada nota. Para este fin se contrató a un señor de avanzada edad que, después de su jornada laboral en otra empresa del sector, sumaba diariamente algunas horas nocturnas en la imprenta Salvadó.  

La preparación del himnario fue un trabajo de pura artesanía, muy laborioso y de máxima atención. Cada himno pasaba por un minucioso proceso, con sus consecuentes revisiones, para finalmente hacer las placas en acetato de cada página, que definitivamente se convertirían en el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España y que, básicamente, sería el himnario por excelencia de los bautistas españoles.

Para observar mejor la globalidad del proyecto del himnario, qué mejor que leer a José Mefford en un artículo escrito en 1992 en El Eco Bautista, donde pasados los años narraba algunos interesantes pormenores de la historia musical de las iglesias y del HIEE:

     «El himnario de letra que se usaba en las iglesias tenía con cada número de himno un código que indicaba en cual de los 27 himnarios de música representados se encontraba el número del himno en cuestión. Entonces, al anunciarse el himno en el culto, al organista le tocaba buscar en su ‘biblioteca’ el himnario de música correspondiente, para acompañar a la congregación en el canto de dicho himno. Era un sistema torpe e inconveniente, sobre todo porque casi ninguna de las iglesias tenía en su poder todos los himnarios de música. Como resultado evidente, no se cantaban todos los himnos del himnario de letra. Era necesario compilar todas estas músicas en un solo volumen.

     La primera tarea fue la de proveerse de todos los himnarios de música: ‘Himnos Selectos Evangélicos’ (Código HSE), ‘Sacred Song and Solos’ (código HSE), ‘Broanman Hymnal’ (código BH), etc. Esta tarea de investigación no fue nada fácil, pero al final se hizo toda la colección. Tuvimos que escoger un modelo, porque algunos se los himnarios tenían músicas muy adornadas, etc., de otra época. Elegimos el ‘Broadman’. Pudimos fotocopiar algunas páginas de este libro, aunque las fotocopiadoras de aquel entonces no eran como las de ahora. Pero ¿qué haríamos con los muchos himnos que no aparecían en el ‘Broadman’? Buscamos un delineante, dispuesto a trabajar con nosotros. No era evangélico ni músico, pero le pagamos un salario mínimo para que copiase la música de los demás himnos que no apareciesen en el ‘Broadman’. El hombre hacía nuestro trabajo después de su horario profesional normal, a medianoche y con poco conocimiento musical, y el resultado fue de muchos errores. Pero los corregimos, se los devolvimos, los volvió a hacer, pero ya que todo era a mano, otros errores que no aparecían antes ahora aparecieron. Era frustrante y el trabajo se eternizaba. Hay que tener presente que todo este trabajo de la confección del himnario se hizo en la clandestinidad. Y a pesar de sus muchos errores, tuvimos que agradecer al dibujante su labor, porque era peligroso lo que hacía. ¡Fijaos!, un himnario que contenía música para alabar a Dios, ¡un libro peligroso! Pero todo lo que hacíamos en aquellos tiempos era peligroso.

     Entonces, después de que el delineante nos diera sus trabajos de música, sacamos fotocopias de las partituras y escribimos a mano las sílabas correspondientes a las diferentes notas, debajo de ellas. Luego el Sr. Salvadó [en realidad, el cajista anteriormente mencionado] pasaba estos borradores de letra a letra de imprenta. Tuvimos que pegar estas letras de imprenta, sílaba por sílaba, debajo de las notas, y de todo este tinglado se hizo la copia de cada himno en una especie de acetato… ¡y a imprimir! Aún me acuerdo de los montones de páginas en la imprenta Salvadó a medida que se iba confeccionando nuestro himnario. Añadimos índices y las lecturas antifonales, pero ya que habíamos tardado nada menos que siete años en hacer todo lo que he descrito arriba, no tuvimos tiempo, ni ganas, de hacer más investigaciones para incluir los nombres de los compositores de la música ni de la letra…, cosa que lamentamos, pero estábamos en las catacumbas. Nos reuníamos el Sr. Rodrigo, el Sr. Puig y yo las veces que nuestros trabajos lo permitiesen en casa de Pere en Sabadell para trabajar. Núria, su esposa, nos preparaba unas cenas muy suculentas que, de ese modo, hacia la labor mucho más atractiva.

     Se presentó el producto terminado en la Convención del año 1967, en Albacete. Habían sido años de mucho trabajo de parte de todos los que tomaban parte, pero la satisfacción de tener por fin toda la música de todos los himnos en un solo libro fue muy grande».

En la XVI Convención Bautista Española se presentó la edición en partitura del Himnario de las Iglesias Evangélicas de España. Y un año más tarde se procedió a la reedición del himnario de letra, mejorándolo con las lecturas antifonales, un nuevo índice y la ampliación a los 500 himnos del himnario de música. En 1967, la promoción y publicidad del himnario de música en la revista denominacional bautista daba fe de las grandes dificultades que conllevó el proceso de edición:

     «Han sido muchos los años que han transcurrido desde que empezamos a trabajar en la recopilación de las músicas de los himnos de nuestro himnario. Ha salido ya a la luz. No es una obra perfecta ni mucho menos, pero cumple holgadamente el principal propósito de su edición. Recopilar 500 himnos es una tarea ímproba y hemos de reconocer que la labor desarrollada por don José Mefford y don Samuel Rodrigo ha sido ardua e ingrata. Tenemos pues, al fin, en nuestras manos un libro que recopila las músicas que estaban esparcidas por casi una docena de himnarios editados en el extranjero y otros hace largos años y agotados completamente.

     Los organistas están de enhorabuena. Pero no es esto lo más importante. Creo que poner al alcance de todos los miembros que posean, aunque sea una breve noción de solfeo, las músicas de los himnos ha de mejorar en mucho la interpretación de estos. Lo mismo decimos a los pastores o dirigentes que deben marcar el ritmo, hasta hoy completamente desprovistos de ayuda. Aprovéchenlo en lo que vale. Claro que si hacemos un análisis crítico saldrán a relucir muchos, muchísimos defectos. Pero pensemos que éste es el primer intento serio que hacemos los bautistas españoles en pro de un himnario. Nos falta experiencia».

Bibliografía y documentación



· Los bautistas y su música (43)

© 2024 Josep Marc Laporta

Junta Bautista de Publicaciones

El Himnario de las Iglesias Evangélicas de España de música tuvo en la Junta Bautista de Publicaciones (JBP) el marco adecuado para su edición. Y aunque el proceso de elaboración fue largo y escabroso, la estructura de la JBP fue un factor imprescindible para alcanzar el ansiado objetivo. A semejanza de otras uniones sudamericanas, la JBP de España se dedicó a la edición, importación y venta de libros, revistas y folletos. Fundada en 1949, sus primeras partidas fueron obras prestadas que Samuel Vila Ventura había editado o reunido, desde libros para niños o jóvenes, como ‘El piloto celeste’ y ‘Julián y la Biblia’, a ‘Todo de gracia’ de Spurgeon o ‘A las fuentes del cristianismo’ del mismo pastor rubinense. Pero más allá de estas remesas, la JBP emprendió la edición y difusión de libros mayormente surgidos de la pluma de Antonio Almudévar como ‘Oro, Incienso y Mirra’, ‘Más arriba’ o ‘La Cruz es nuestra espada’.

Con un capital de 62.000 pesetas, donación de la Misión Bautista, el primer equipo directivo de la JBP quedó integrado por George E. Jennings (1917-2018), Samuel Vila Ventura (1902-2002), Víctor Sedaca (1918-1979), Antonio Almudévar Urriens (1894-1976) y Samuel López Pérez, bajo la dirección de la Misión Bautista en España. A los dos años, en 1951, pasó a depender de la UEBE, bajo la dirección de Víctor Sedaca, asumiendo también la edición de El Eco. Y en su etapa de consolidación, en 1952 la gerencia pasó a manos de Samuel Rodrigo.

Las actividades de la Junta Bautista de Publicaciones se fueron afianzando y extendiendo, empezando por las oficinas. Las primeras estuvieron en la calle Tavern, 15 de Barcelona. Más tarde se emplazaron en el edificio de la Iglesia de la Bona Nova, en la calle Ciudad de Balaguer, 40. Seguidamente en 1966 se abrió la Librería Bautista en la calle Arimón, 32, bajo la gerencia de Samuel Rodrigo y la administración de Josep Simón. Y tras la jubilación de ambos, en 1984 asumió la dirección Pere Bonet, inaugurando unas nuevas instalaciones en Riera Sant Miquel, 9, cerrándose definitivamente en 1988, año en que la Misión Bautista en España asumió la distribución de los libros de la Casa Bautista de El Paso, Texas (USA) mediante un almacén de libros en la población valenciana de Torrent. Finalmente, la distribución en España de la CBP/Mundo Hispano quedó a merced de las diferentes librerías evangélicas españolas.


Las disputas de las autoridades gubernativas de la época con la Junta Bautista de Publicaciones fueron muy frecuentes hasta el punto de que, ya en sus inicios, la JBP sufrió la incautación de ejemplares por parte del Ministerio de Información y Turismo, al considerar las publicaciones como mercancía peligrosa. Por ello fueron multados la Imprenta Salvadó y el pastor Pere Bonet Such bajo la acusación de actividades ilegales para las autoridades. Sin embargo, poco a poco la JBP empezó a importar libros de la Casa Bautista de Publicaciones, desde El Paso (Texas), con las consabidas precauciones. El pastor Samuel Rodrigo, el gerente de mayor trayectoria de la JBP, recordaba: «Un fiel reflejo de la forma en que teníamos que desenvolvernos es este párrafo que copio literalmente de una de las actas: ‘Se recomienda que cuando haya necesidad de trasladar libros, no se haga en triciclos descubiertos y se haga con la máxima prudencia y discreción’».

La imprenta Salvadó, con Salvador Salvadó Cots (1908-1999) y su esposa Vicenta Ribé Enfadeque (1912-2012) al frente, asumió el riesgo de imprimir revistas y cualquier otro tipo de literatura evangélica aún a riesgo de ser multados o encarcelados. Los trabajos que tenían marca religiosa eran realizados de forma clandestina, a deshoras, siempre explorando diversas formas para no alertar a la policía, indicando, por ejemplo, que la impresión se realizaba en una ciudad extranjera como París o simplemente eludiendo cualquier referencia a la editorial. Con todo, Salvador Salvadó fue denunciado, estuvo procesado e incluso entró en prisión. Sin embargo, voces internacionales amplificaron las irregularidades del estado español. De las acciones contra Salvadó se hizo eco el diario The Times de Londres al publicar una fotografía de la fachada de la imprenta clausurada con la información de la incautación a la que había sido sometido. No fue hasta 1963 que se empezó a tolerar muy tímidamente la impresión de libros evangélicos y a permitir por parte del Ministerio de Información la importación legal de un reducido número de ejemplares, aunque las dificultades y restricciones gubernativas en todos los ámbitos perduraron durante toda la década. Prueba de ello fue que el IV Congreso Evangélico Español, celebrado en 1969, no tuvo permiso legal de apertura hasta una semana antes de su celebración.

En 1963, en una nota en la revista denominacional, Samuel Rodrigo certificaba: «Dura, ingrata e incierta es y será quizá por mucho tiempo más la tarea de esta Comisión. Los imponderables y aún ‘ponderables’ no han faltado; todo lo cual nos ha servido más bien para constatar el poder de Dios, que deshace planes del enemigo del Evangelio y para acercarnos más al Todopoderoso que sigue con su antiquísima política de deshacer y truncar el camino de los sabios según el mundo y de los poderosos, todo en beneficio de su ‘manada pequeña’. Trimestres ha habido que el vendaval de la intolerancia nos ha destruido por completo en varias iglesias el material de ayuda para Escuelas Dominicales, sin citar otros problemas, como las dificultades en aduanas para la importación de libros, etc. No obstante, nos fue posible editar una nueva tirada del Himnario Unido [de letra] y los cuentos de ‘El violín de Roque’, y ‘Andrea o Hijos de Luz’, así como el opúsculo del Sr. Almudévar: ‘Creciendo en la Iglesia’ y las ponencias presentadas en la última Convención Bautista. Estamos ultimando la preparación del himnario de música, tan esperado por todos, del que no dudamos se sentirán satisfechos no sólo los organistas de las iglesias sino todos los amantes de la música».

Según los hechos históricos, la aseveración de Rodrigo de ‘ultimar la preparación del himnario de música’ no sería de todo exacta, puesto que el proyecto aún estaba en sus inicios. Más bien era una aspiración que una concreción. En 1960, tres años antes del escrito de Samuel Rodrigo en El Eco, el mismo Rodrigo y José Mefford formaron la primera comisión del himnario de música; pero no fue hasta 1961 que a solicitud de los primeros se incorporó Pere Puig, dadas sus altas capacidades musicales. A partir de aquella fecha fueron bastantes años de arduo trabajo, hasta lograr la definitiva publicación del HIEE en 1967.

Bibliografía y documentación


· Los bautistas y su música (42)

© 2024 Josep Marc Laporta

     1-     Radio-difusión UEBE
2-     Medios Audiovisuales UEBE

1- Radio-difusión UEBE

Un novedoso ministerio radiofónico (Radio-difusión UEBE) emergió a principios de los años sesenta, aunque después de diversos procesos y cambios de nombre, estructura y objetivos, en los años noventa derivaría en uno de producción musical (Kroma-Prokrom). En 1963 y en la calle Camp, 65 de Barcelona, dentro de las instalaciones del Seminario Teológico Bautista de España, se abrió por primera vez un pequeño y muy doméstico espacio para la edición de programas evangelísticos a fin de emitirlos en onda corta por Radio Transmundial, organización cristiana sita en Montecarlo. El proceso obligaba a enviar por correo la cinta editada para que se emitiera en un plazo de quince o veinte días desde la capital monegasca.

La Misión Bautista en España, que servía junto con la Unión Evangélica Bautista Española, tenía a su cargo el ministerio de radio. Nombrado por la Misión Bautista, José Mefford fue el pionero, el promotor y el director, cuyos primeros programas se denominaron Maravillosa Gracia, más tarde Momentos Devocionales, después Encuentro, y finalmente La Llamada. Los primeros tenían una duración que no superaba los quince minutos y eran emitidos los lunes a las 2:15 de la tarde por Radio Transmundial. El contenido era variado: una breve presentación, un mensaje dirigido en su mayor parte a los inconversos y la participación grabada de coros, solistas o cuartetos de las iglesias. Sin embargo, como apuntaba su director en El Eco, «nos damos cuenta de que una proporción muy elevada de los radioyentes son creyentes, y por eso, de vez en cuando, el mensaje se dirige a los que ya son del Señor, porque creemos que este Pan de Vida que Dios nos ha dado en su Santa Palabra hace crecer espiritualmente a los creyentes».

El devenir de los programas experimentó algunas variaciones según la época, como en diciembre de 1965 al presentar uno específico de música interpretado por el Coro Unido de la Convención Nacional de Jóvenes Bautistas que se había celebrado en Xàtiva. El Eco resaltaba: «Dicho coro presentó un concierto en una velada durante la Convención, y la cinta que se grabó aquella noche sirvió de base para el programa especial. Fueron intercalados ciertos anuncios y comentarios acerca de la Convención y de los mismos himnos, y el resultado fue un programa netamente ‘bautista’, porque nos dio oportunidad para hablar de la juventud bautista y de nuestra Convención, etc.». Diferentes programaciones también presentaron contenidos netamente denominacionales, como diversas fórmulas informativas sobre la familia bautista o monográficos sobre lo que es y lo que hace un pastor bautista, «porque la palabra ‘pastor’ precisa cierta explicación en España».

El crecimiento y la importancia del ministerio de Radio-difusión propició que en 1967 se incluyera económicamente en el Plan Cooperativo con una cantidad simbólica, pues la mayoría del presupuesto recayó sobre la Misión Bautista en España. Junto al Hogar de Ancianos, el Seminario, la Residencia Bautista, el Hogar Infantil, el Secretario Ejecutivo y las Misiones Extranjeras, la Radio-difusión vislumbró nuevas metas. Esta incorporación hizo tomar conciencia de la necesidad del ministerio, con los estudiantes del Seminario Bautista como colaboradores, quienes como parte de las disciplinas académicas regulares contribuían creando guiones radiofónicos o grabando la voz (etapa 1964-1971). Desempeñaron labores de guionistas, locutores o facetas administrativas de correspondencia con los oyentes. Algunos de ellos fueron Julio Díaz Sánchez (1937–), Narciso Núñez Moreno (1924–), Ataúlfo Simarro Martínez (1922-2014), Ricardo Souto Copeiro (1928-2009), Vicente Tafalla Rubio (1934-), Antonio Gómez Carrasco (1936-2016), Julio Marañón Magallón (1940-), Marcelino Huidobro Rojas (1937-), Luis Playà Badía (1940-), Rafael Pacheco Vicedo (1941-), Valentín Cueva Barrientos (1945-), Antonio Asenjo Moreno (1947-) o Jorge Juan Pastor Mut (1949-).

Las cualidades de la onda corta, con su alcance a tierras lejanas e incluso dar la vuelta al planeta, permitieron una buena recepción de los programas en Europa, norte de África y América, y más concretamente en España. Los mensajes que llegaban tras cada emisión permitieron obtener una radiografía de la difusión y su alcance espiritual. Así lo atestiguaba José Mefford: «…las cartas que los radioyentes nos mandan vienen de todas partes de España, y de otros países de Europa, como de Italia, de Suiza, de Alemania, de Francia, de Yugoslavia y de Montecarlo mismo. Como es natural, la mayoría de las cartas son escritas por creyentes, y hasta ahora, todas, sin excepción alguna, han expresado su satisfacción y agradecimiento por Maravillosa Gracia. Algunas cartas son realmente alentadoras. Un hermano de Galicia nos escribió diciéndonos que vale la pena tener programas así, porque él, su madre y varios hermanos han aceptado a Cristo como Salvador a través de los mensajes radiofónicos. […] Recibimos cartas de personas ancianas que nos dicen que los programas son de consuelo y paz. Hace poco, desde Andalucía, llegó una carta de un joven de veinte años de edad que dijo que al leer la Palabra de Dios y al escuchar los mensajes sentía algo dentro de sí mismo que no sabía explicar, pero que hizo que él sintiese la necesidad de decírselo a los demás miembros de su familia y a los compañeros de trabajo. Una señora escribió desde un sanatorio diciendo que había escuchado el programa y que el mensaje le había convencido; que era terrible no tener fe en nada…, y que ella se encontraba en dicha condición».

Las cartas por correo que se recibían con el destinatario ‘Maravillosa Gracia, Apartado 6009, Barcelona’, seguían dando fe del ministerio radial: «Debo hacerles saber a Uds. y en confianza, si quieren, pueden mandarme alguna literatura para repartirla a las personas que deseen recibirla de buena voluntad. No tengan reparo de hacerlo, que yo [aquí se nombran varios familiares] dimos todos testimonio y dentro de poco nos bautizaremos en el nombre del Señor». Otras, como una de la provincia de Córdoba, solicitaba: «Ruego que tengan la bondad de enviarnos el librito que Uds. mencionan [Principios Bautistas] a un amigo y a mí, para examinarlo y ver si ese es el camino verdadero para alcanzar el Reino de los Cielos».

Después de algunas evoluciones radiofónicas que llevaron a transmitir un programa devocional diario, desde 1968 se incorporó uno dominical de treinta minutos, a modo de culto, con la novedad del himno Maravillosa Gracia cantado por el coro de la Iglesia Bautista de Badalona. Se emitía a las 11:30 de la mañana de los domingos: «es un programa especialmente preparado para aquellas personas que no disponen de capilla evangélica en su localidad, o que encontrándose enfermos no pueden participar en el culto de su propia iglesia». Desde aquel año, la programación bautista en Radio Montecarlo quedó configurada con esta parrilla: todos los domingos a las 11:30 de la mañana, el culto. El programa devocional, todos los días menos los domingos; es decir, lunes, miércoles y viernes a las 2:15 de la tarde, y los martes, jueves y sábados a las 2:30 de la tarde. Y el tradicional de los lunes a las 2:15 de la tarde.

Como parte del ministerio de Radio-Difusión de la UEBE, el director José Mefford y el pastor Narciso Núñez visitaron varias veces a hermanos de habla castellana en el sur de Francia que habitualmente escuchaban los programas. En cierta ocasión, tras ciertas dificultades en la aduana que impidieron entrar al país vecino una maleta llena de Nuevos Testamentos, llegaron a un pueblo cerca de Tarascon, donde celebraron un culto con más de veinte personas. Al día siguiente, otro culto en Cavaillon congregó a una decena de hermanos que pidieron a José Mefford que «tocara con el acordeón unos villancicos franceses, que por casualidad yo conocía, y durante bastante tiempo cantaban los niños españoles los villancicos en francés». Los días en tierras francesas se completaron con diversos cultos en Nimes, Annonay o Chateauneuf.

Hasta entonces los programas radiofónicos se grababan en un improvisado locutorio casero, a veces en un dormitorio, otras en una sala de estar con mantas para amortiguar los rebotes de la voz. Pero en 1969, en el Seminario Bautista de Barcelona se construyó un modesto estudio de grabación, con mejor equipación y la incorporación de un órgano electrónico, a fin de mejorar la calidad de los programas. Como venía sucediendo desde el año 1964, el asesoramiento del Dr. E. Wesley (Wes) Miller (1938–2017) fue fundamental. Wes viajaba trimestralmente a España desde Suiza, donde trabajaba en el estudio de grabación del Seminario Bautista Internacional en Ruschlikon, para aportar sus conocimientos y, de cuando en cuando, dejar a modo de regalo algún material de estudio. No obstante, la adquisición del magnetofón Negra fue un gran paso en el ministerio de Radio-difusión de la UEBE, puesto que contribuyó a realizar mejores grabaciones y a optimizar la edición de las cintas magnetofónicas.

La producción radiofónica i discográfica de la Radio-difusión bautista poco a poco fue aumentando. La primera edición en disco sencillo fue Cantos Espirituales, editado en 1969. Interpretado por el solista Pascual Haro Caparrós (1943-) y el organista y director de coro Pere Puig Ballonga (1929-2016), contó con dos himnos y dos espirituales negros. En la contraportada de aquella primera producción de la UEBE se podía leer: «La Promoción de Radiodifusión de la Unión Evangélica Bautista de España, al ofrecer el presente disco, agradece la colaboración de D. Pascual Haro y de D. Pedro Puig, no solamente por su participación en la producción de este registro, sino también por su valiosa colaboración durante varios años en la confección de los programas de radio ‘Maravillosa Gracia’ y ‘Momentos Devocionales’ que se presentan por Radio Transmundial, Montecarlo».

    


2- Medios Audiovisuales UEBE

En 1971, Radio-Difusión de la UEBE se constituye como el Departamento o Comisión de Medios Audiovisuales, ampliando perspectivas ministeriales y trasladando el estudio a unas dependencias de la iglesia de Alicante, donde se había desplazado para vivir José Mefford y su esposa Lila. Desde allí se realizaron los programas Respuesta y La Llamada, que se emitirían progresivamente por distintas emisoras del país, auspiciadas y contactadas por las iglesias de cada ciudad. Con la presidencia de la Comisión de Robert D. Worley (1935–2009) y la dirección de José Mefford (1921-2005), se llamó a Jorge Juan Pastor Mut (1949-) como jefe de producción a tiempo completo, ya que había estado sirviendo en el Seminario de forma voluntaria. Dada la creciente disponibilidad de las emisoras locales a emitir programas evangélicos, en 1974 se suspendieron las emisiones en Radio Montecarlo, tras diez años en antena, «en vista de las posibilidades de radiación desde nuestro propio país, […], dedicando nuestros esfuerzos económicos y materiales a un ministerio más interesante». No obstante, por solicitud de los oyentes, en 1976 se reanudaron temporalmente las emisiones desde Radio Montecarlo.

Después de cuatro años radicados en Alacant y tras un tiempo en unas dependencias de la Residencia Montgó de Dénia, en 1975 se inauguró la Casa de la Radio, una pequeña edificación dedicada a la grabación y edición de materiales audiovisuales, construida por el contratista José Gasquet. Al siguiente año, la dirección de José Mefford pasó a manos de Jorge Pastor, que anteriormente había realizado tareas de jefe de producción, técnico, guionista y productor. Algunos de los colaboradores habituales en esta nueva etapa, desde ingeniería técnica a guionistas o locutores, fueron Adolfo de Silva Rodríguez (1927-2014), Robert Franklin Crider (1940-), Paul Douglas Lee (1936–2019), Elías Nofuentes Molina (1961-) Valentín Cueva Barrientos (1945-), Marcelino Huidobro Rojas (1937–) y Antonio Calero Cerrada (1951-).

El cambio de sede y los horizontes de democracia en España promovieron aún más las producciones bautistas y la difusión por las diferentes emisoras del país, y, también, la colaboración grabada de coros, solistas, tríos o cuartetos de las iglesias. En este empeño, Pere Puig Ballonga «colaboraba de una forma acertada por tierras catalanas»; y José Mefford y Jorge Pastor lo hacían en el resto del país, especialmente en el este y sureste.

En sus memorias, José Mefford repasaba los acontecimientos históricos, detallando procesos: «Con el paso de los años, pues, la libertad religiosa iba llegando poco a poco a España, y por fin llegó el feliz día en el cual pudiéramos ponernos en antena desde dentro de España. En cuando a la UEBE, la Iglesia de Albacete fue la que abrió camino y se puso a radiar programas con bastante intensidad. Poco después, la Iglesia de Alcoy empezó a emitir el programa ‘La Llamada’, preparado en colaboración con la Comisión de Radio y Televisión de la Unión. Las iglesias de Dénia, Elx y Málaga también empezaron a presentar ‘La Llamada’ desde las emisoras locales en cada caso. […] En colaboración con la Comisión de Radio de la UEBE, emiten programas radiofónicos Alcoi, Murcia (también colaboran con esta iglesia las de Cartagena y de Lorca), Alacant, Elx, Dénia, Córdoba, Vigo, Granada, Alcira-Xàtiva y Melilla». La cooperación del Departamento de Medios Audiovisuales con las iglesias locales también dio lugar a ayudas económicas específicas para la compra de espacios de emisión o aspectos de presentación, relación o administrativos.

El ministerio de la Comisión coincide en 1976 con el primer Campamento de Música, que quince años más tarde se denominaría Semana de Música y Adoración. En la segunda mitad de la década, el ministerio de la Casa de la Radio grabaría y editaría el concierto final del Campamento de Música. De 1976 a 1982 se publicaron sendos casetes con cantatas corales como De unos a otros, La noche milagrosa, Encuentro o ¡Aleluya!

El propósito de producir música bautista española siguió adelante, «con himnos y voces de nuestras iglesias, que se venderán a precios considerablemente más bajos de los que se encuentran en el mercado nacional. También se producirán cassettes con programas especiales de Semana Santa, Navidad, mensajes para enfermos, revistas juveniles, etc.». Aparte del primer disco sencillo de 1969 del solista Pascual Haro y el organista Pere Puig con Cantos Espirituales, y del casete recopilatorio en recuerdo y homenaje al tenor Tomás Garralón en 1979 –repentinamente fallecido en accidente de carretera–, el cambio de década a los ochenta se presentó fructífero. Con la dirección de Jorge J. Pastor y la incorporación a todo tiempo en 1983 de Elías Nofuentes —que recientemente se había convertido— como técnico y músico, de 1981 a 1986 el Departamento de Audiovisuales de la UEBE establece una nueva línea discográfica, aunque sin dejar de producir los programas de radio. En 1981 edita Brisas de amor ~ Música evangélica variada; y al siguiente año sale a la luz Nuevas sendas ~ Colección de música juvenil.

 La primera, de 1981, recoge sendas grabaciones de la Orquesta Bautista de Fort Worth, Tod Fast, Giorgina Plà, la Coral Al·leluia de Sabadell, la solista Una Herbaje, Marta y Núria Puig, el grupo Ebenecer de Lorca o el dúo de José Sánchez Albaladejo (1940–2019) y Francisco Morote Duran (1947-) de Alicante. La segunda –Nuevas Sendas~Selección de Música Juvenil de 1982–, contó con un poema introductorio declamado por Jorge J. Pastor y las voces de Ruth Comíns, Rafael Roca, Tod Fast, la formación británica Frontline o el grupo dianense Judà. Los dos siguientes vídeos recogen aquellas primeras producciones bajo el sello Producciones Evangélicas La Llamada.


En el camino hacia la producción propia, en 1986 se presentó un programa de diapositivas para uso de las iglesias y particulares, con varios lotes. Provenientes de ediciones norteamericanas, el primero se titulaba Vida de Jesucristo; el segundo La Formación del Antiguo Testamento; el tercero La Formación del Nuevo Testamento; y el último El Tabernáculo. El precio estipulado era de 2.500 pesetas, ofreciéndose a las iglesias en un paquete de filminas y un guión argumental.

A continuación, tres de las producciones mencionadas quedan recogidas en vídeo, una adaptación posterior en video-caset VHS realizada en 1992 y compendiada por Kroma –nombre comercial que sucedería a Medios Audiovisuales UEBE.



También y como parte del ministerio de Medios Audiovisuales UEBE, se distribuyeron sendos álbumes provenientes de la Casa Bautista de Publicaciones de El Paso, Texas (EUA). Dos de los más reseñables fueron Corazones siempre alegres~Grupo Vocal Bautista (1975) y Eugenio y Ruth Jordan~Para su gloria (1978).


Estos primeros pasos en la producción musical bautista en España devinieron hacia principios de los noventa en un sello discográfico propio. Con este objetivo, bajo la dirección de Jorge Pastor, en 1986 se emprendió la ampliación de la Casa de la Radio para convertirla en un estudio de grabación profesional, diseñado por el prestigioso ingeniero Rupert Neve. A partir de 1990, Kroma tomaría el testigo con la edición de música de alabanza y testimonio por diferentes cantantes y músicos del país. Más adelante y en posteriores capítulos haré un resumen de este ministerio discográfico bautista.

Bibliografía y documentación