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· Los bautistas y su música (31)

© 2023 Josep Marc Laporta

1- Manuel Pérez del Busto
2- El primer himno lema de la UBJ
3- P. del Busto y el Himnario de la IERE
 

1- Manuel Pérez del Busto

        Además del liderazgo de Samuel Vila con la publicación y edición del Himnario de las Iglesias Evangélicas de España y dos libretos de partituras corales, en la segunda mitad de los años cuarenta y en los cincuenta otros músicos y poetas sirvieron con excelencia en sus congregaciones locales. Hombres y mujeres como Daniel Pujol Vila (1922-1995), Pere Puig Inglada (1899-1959), Engràcia Ferrer Mascort (1902-2003) o Antonio Almudévar Urriens (1894-1976) asumieron un trascendente ministerio artístico para su época y para las sucesivas generaciones.

        Uno de los más ilustres, Manuel Pérez del Busto (1906-1977), despuntó profusamente por sus poemas, interpretaciones al violín y composiciones musicales. Y aunque también se prodigó en la predicación evangelística, la ayuda a las necesidades del prójimo y el compromiso cristiano en todas las áreas, la poesía fue su gran pasión. En su libro titulado ‘Poemas’ (1987), el pastor Juan Luis Rodrigo Marín (1923-2008) abrió el prólogo con estas palabras: «En La Latina, uno de los lugares más castizos de Madrid, entre Cascorro, Palacio y Puerta de Toledo, vino al mundo y tuvo crianza Manuel Pérez del Busto el 23 de septiembre de 1906». Años después de esta fecha, su conversión a la fe cristiana se dio muy cerca de donde nació: en la congregación bautista que se reunía en la calle Lavapiés, donde sirvió a Dios a lo largo de su vida.

        La imagen de Pérez del Busto siempre estuvo asociada a un instrumento musical. Las crónicas de época relataban que «por los años veinte acompañaba con el violín los himnos de la Primera Iglesia Bautista de Madrid, que se reunía en una antigua farmacia de la calle Lavapiés». Casado con Acracia Francisca Hernando González (1917-2012) –boda celebrada en pleno conflicto civil español–, Pérez del Busto fue uno de los pocos jóvenes que pudo permanecer en su congregación durante la guerra, acompañando los himnos. Años más tarde, en 1950 el rotativo bautista recogía la noticia de los cultos de evangelización dedicados especialmente a los jóvenes, apuntando que «el Coro de la iglesia contribuyó con acertadas intervenciones a la mayor solemnidad del acto, así como el violinista señor Pérez del Busto». Al siguiente año también se celebraron sendos servicios evangelísticos con la interpretación de «un solo de armónica […] y otro joven dio un testimonio de su conversión. Don Manuel Pérez del Busto interpretó al violín un hermoso solo y también fuimos deleitados con una preciosa poesía titulada ¿‘Me amas?’, recitada por una joven. Y el Coro de General Lacy interpretó ‘Hijos de los españoles’».

        Don Manuel fue un predicador habitual en los cultos de su congregación y en los actos evangelísticos en el punto de misión de la Iglesia de General Lacy en Toledo y en cualquier lugar que le requerían. Pero su verbo fácil y claro, junto a su pasión bíblica y aptitudes para la cadencia rítmica tuvo el premio del don de la poesía. Junto al pastor Antonio Almudévar Urriens (1894-1976) y la palafrugellense Engràcia Ferrer Mascort (1902-2003), Pérez del Busto fue uno de los poetas bautistas más destacados tras la Guerra Civil española. Sus poemas se reprodujeron tanto en El Eco Bautista como en España Evangélica, La Luz y otras revistas, siendo motivo de gran inspiración en aquellos años de dificultad y reconstrucción eclesial. Entre otros muchos, uno de los poemas más apreciados y que mejor le representa es ‘Ofrenda’, escrito en 1936:

            Tiendo a tus pies un laurel,
            Salvador incomparable;
            a Ti que haces tan amable
            la vida de todo aquél
            que gustando de tu miel
            en Ti ha puesto su creencia;
            a Ti, que eres la quinta esencia
            de la Paz y del Amor,
            desvaneciendo el dolor
            con tu divina presencia.
 
            A Ti, que estás sublimado
            por el Gran Padre Jehová;
            que derramas caridad
            en donde existe el pecado;
            a Ti, ¡oh, Ser sacrificado!
            que eres la Eternidad,
            que esparces tu claridad
            por el obscuro camino
            que recorre el peregrino
            descansando en tu piedad.
 
            A Ti, que en negro hervidero
            de azotes, befas y escarnio
            llegaste roto al Calvario
            para cubrir el madero;
            a Ti, albino Cordero,
            a quien el heno fue fiel;
            a Ti, glorioso Emmanuel,
            que con tu sufrir hermoso,
            de un espino muy cardoso
            me has convertido en clavel.
 
            Deja que todo rendido
            de paz y de gozo henchido,
            tienda a tus pies un laurel.

2- El primer himno lema de la UBJ

        Manuel Pérez del Busto creó varias piezas musicales y/o literarias, como Doxología, Oh, Huésped real (bajo poema de Antonio Almudévar) o Sol de eterno día. Sin embargo, en 1950 la Unión Bautista de Jóvenes de España convocó un concurso de composición para la creación del Himno Nacional de las UBJ. Tras la recepción de siete composiciones en el plazo dado de tres meses, el jurado determinó que Bajo la bandera del Rey de Manuel Pérez del Busto sería el canto ganador. Creada música y letra expresamente para el certamen, éste sería el primer himno lema de la historia bautista española, exceptuando la propuesta de Antònia Zapater Celma con la Marcha Priscila, aparecida en 1903 en Cantos escogidos Priscila, presumiblemente escrita por Zapater.

        En cuanto al himno lema de las UBJ de España, en un número de El Eco de la Verdad de 1950 se incluyó el texto ganador junto a una explicación del proceso de selección, indicando que sería el himno oficial de todas las Uniones, concluyendo con estas palabras: «Queremos expresar públicamente nuestra gratitud a D. Manuel Pérez del Busto, creyendo que al hacerlo interpretamos el sentir de todos los jóvenes bautistas españoles». En un número posterior del rotativo se encartó la partitura original del himno en una hoja suelta.

        Basándose en Hebreos 12:1-2, Pérez del Busto escribió un poema con el motivo central de ‘Lealtad a Cristo’, desarrollándolo en tres estrofas. Asimismo compuso una música enérgica y con cadencia de marcha, destacando un coro repetido dos veces que, según apuntes a pie de partitura del mismo compositor, se debería interpretar de determinada manera: «El coro o estribillo lo harán pianísimo la primera vez, las voces femeninas; al repetir se unirán a ellas las voces masculinas, formando un fuerte y brioso». Y proseguía: «Si se canta a voces, sólo será en las estrofas; el coro a una voz como está escrito».

        La siguiente interpretación de Bajo la bandera del Rey ha sido grabada recientemente por un pequeño grupo formado por Juan David Jiménez Cela, Esther Garralón García-Quismondo, Eduardo Núñez Martínez, Lidia Lois Pérez, Samuel Núñez Lois, Sofía Nuñez Lois y Juan Marcos Sánchez Rodrigo.

        Además de Bajo la bandera del Rey también podemos escuchar Sol de eterno día, interpretado en 1991 por el tenor José Sánchez Albadalejo (1940-2019). Manuel Pérez del Busto tomó una melodía de 1897 de Wilhelmina Koch (1845-1924), adjuntándole un texto libre de confianza en Dios. La luminosidad del texto poético, junto a una plácida y expresiva melodía, hicieron de Sol de eterno día un himno muy apreciado y entonado en su época, cantado tanto por coros como por solistas.


3- P. del Busto y el Himnario de la IERE

        La vida eclesial y ministerial del poeta Pérez del Busto fue prolífica. Pese a que sus herramientas más usuales fueron la poesía y el violín, otras como la dirección del canto congregacional, la predicación evangelística o, incluso, como cronista eclesial, fueron facetas a las cuales se dio con toda su voluntad e implicación.  

        Pero también se prodigó en otros menesteres musicales, destacando uno de muy especial. Aunque no participó en la preparación del Himnario de las Iglesias Evangélicas de España de letra que coordinó Samuel Vila, sí que colaboró en la segunda edición del Himnario para uso de la Iglesia Española Reformada Episcopal (1962), concretamente en la realización íntegra del índice de autores, con la concordancia de melodías y textos. Fue hacia finales de la década de los años cincuenta cuando el obispo de la IERE, Santos Martin Molina Zurita (1900-1966), le pidió que confeccionara dicho índice. Su talante ponderado y minucioso le facultó para realizar una obra de investigación y clasificación que dio su fruto en uno de los cuadros mejor ilustrados y completos de la himnología protestante española de la época.




· Los bautistas y su música (30)

 © 2023 Josep Marc Laporta

 1- Fraccionamiento de la UEBE
2- Cantos para coro-nº 2
3- Las adaptaciones castellanas del libreto

1- Fraccionamiento de la UEBE

        Tras la aparición de Colección de himnos y cantos para coro en 1949, la UEBE vivió momentos decisivos en su historia. Y aunque las disensiones ya habían empezado unos años antes, entre 1949 y 1950 se produjo el definitivo fraccionamiento del cuerpo común bautista. La fundación por parte de Vila de la Misión Cristiana Española (MCE) y la posición contraria de George Sadler –responsable del Foreign Mission Board de la Convención Bautista del Sur de los Estados Unidos para Europa y África– al hecho de que Vila estuviera vinculado a dos agencias misioneras y que al mismo tiempo fuera presidente en funciones de la UEBE, provocó a juicio de la FMB un conflicto de intereses de alto nivel. Tras la llegada a España de Juan David Huguey, las conversaciones con Samuel Vila y las iglesias se intensificaron sin que prosperara una solución positiva, conduciendo a la definitiva ruptura en 1950. Años más tarde, en 1957 la división se formalizaría con la constitución de una nueva denominación: la Federación de Iglesias Evangélicas Independientes de España (FIEIDE).

        Sin embargo, aquella separación no fue óbice para que los proyectos musicales de Vila se detuvieran. En medio del proceso de ruptura, el pastor rubinense ya había encomendado a Zacarías Carles Just –su amigo, compañero de ministerio y representante en Canadá y Estados Unidos de la MCE– la recopilación de partituras corales. Con la colaboración del Moody Bible Institute de Chicago, que participó activamente en la selección, la Misión Cristiana Española liderada por Vila editó en 1951 Cantos para coro; nª 2, finalmente impreso en los talleres de J. Mora de la calle Aragón 217 de Barcelona.


2- Cantos para coro; nº 2

        Esta nueva edición de partituras específicamente corales tuvo en Estados Unidos una primera e importante selección, en la cual participó determinantemente el músico, compositor y líder por seis décadas de la música litúrgica estadounidense Donald Paul Hustad (1918-2013). Hustad defendía que la música en un instituto bíblico debería enseñarse esencialmente al mismo nivel que la música en un conservatorio, por lo que en su paso como director del Departamento de Música Sacra en Moody Bible Institute ahondó en esta perspectiva, ideario que claramente se benefició Cantos para coro; nº 2. La implicación de Hustad acercó la altura de la música evangélica estadounidense a las formaciones corales españolas, puesto que la colección bebió de las mismas melodías que interpretaban los coros de estudiantes del instituto bíblico de Chicago.

        Esta idea de calidad musical al servicio del Evangelio se refleja en el prólogo de Cantos para coro; nº 2. En dos de los párrafos, Samuel Vila afirmaba:

        «Es necesario que la letra y la música se correspondan de tal modo que el público que se deleita con el canto del coro, no solamente pueda comprender todas las palabras, sino que se sienta inspirado por el significado de las mismas, enaltecido por la melodía.

            En este propósito esencial y básico del canto religioso deben cooperar el coro y el dirigente del culto o reunión religiosa. Todos los elementos del coro y especialmente los solistas, deben esforzarse en vocalizar claramente las palabras, recordando la advertencia del apóstol en 1ª Corintios 14:7 a 19. Es mil veces preferible limitar un tanto el volumen de voz en los tonos muy agudos que producir un simple chillido indistinguible. No es difícil obtener esta claridad de expresión cuando el cantor ha sido adiestrado en el arte del canto, y sintiéndolo como un ministerio sagrado está dispuesto a sacrificar un tanto la forma al fondo, el arte al objetivo espiritual, y se esfuerza en tal sentido».

        En su particular percepción de las carencias musicales de los coros, Samuel Vila alude a un tipo de sonoridad muy habitual en la época: voces chillonas, especialmente en las voces sopranos, que además de deslucir el canto empobrecía el contenido y el mensaje. Sin lugar a dudas este deficiente sonido tan característico de los coros de la post-guerra y sucesivas décadas era debido a la falta de educación musical de los directores y las formaciones corales, a la voz en cuello y al desconocimiento de la impostación y de los ejercicios vocales para alcanzar un sonido más redondo y compacto. Pero no sería hasta principios de los años sesenta cuando se empezaría a rectificar muy lentamente, especialmente con el impulso de Pere Puig Ballonga y la Coral Al·leluia, al relacionarse con otras formaciones seculares, con clases y seminarios especializados de canto.

3- Las adaptaciones castellanas del libreto

Pese a que en las partituras no consta el nombre de los adaptadores o traductores, es muy probable que el libreto contara con el mismo equipo que la anterior edición de 1949, con Maria Eugènia Vidal, Manuel Gutiérrez-Marín y Samuel Vila. Y también con algún músico o poeta no documentado hasta el día de hoy, como Daniel Pujol, o la ya mencionada participación de la esposa de Samuel Vila, Lídia Vila. Otras composiciones del libreto ya habían sido traducidas en España y Latinoamérica, como, por ejemplo, Roca de la Eternidad. No obstante, por los apuntes originales cotejados se puede certificar que uno de los cantos corales más interpretados en España de la nueva colección –Alabad a Dios–, recibió la traducción del pastor Vila. Su autora, Carrie Belle (Wilson) Adams (1859-1940), fue una excelente organista, directora de coros y compositora, con más de cuatro mil himnos en su haber, siendo la primera mujer estadounidense en dirigir una interpretación pública del oratorio ‘El Mesías’, de G. F. Handel. El siguiente vídeo es una muestra de Alabad a Dios interpretada en el año 1980 por la Coral Jericó de Barcelona, bajo la dirección de Josep Pernas Galí (1931-1985). 

También Al Calvario subió, de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Antonín Leopold Dvořák (1841-1904), recibió una versión libre de Samuel Vila, muy diferente a la inglesa de William Arms Fisher (1861-1948), Goin’ Home. Por tanto, Vila es el autor del texto que tan popular fue entre las iglesias en la década de los cincuenta. El siguiente vídeo es una muestra de 1965 interpretada por el Coro de la Iglesia Evangélica de Av. Marqués del Duero (Av. Paral·lel) de Barcelona, bajo la dirección de Francisco Costa. 

De la composición Salmo 100, también titulada como Cantad a Dios, no consta autoría y se desconoce el creador de la partitura original; no obstante sí que sabemos que recibió de Maria Eugènia Vidal el texto en castellano, supuestamente traducción. La siguiente interpretación corresponde al Coro de la Iglesia Evangélica de Av. Marqués del Duero (Av. Paral·lel) de Barcelona, dirigido por Francisco Costa.


Entre las treinta y cinco piezas de Cantos para coro; nº 2, aparecen algunas muy emblemáticas, como Llama, Llama, una composición de Frank M. Davis (1839-1896), de cuyo texto se desconoce el traductor al castellano. La siguiente interpretación, cuyo texto cantado no corresponde con la de la partitura del libreto, es del Coro de Castellbó, de la Iglesia Evangélica de L’Hospitalet de Llobregat, bajo la dirección de Samuel Costa.


        Otra de las más entonadas por las corales españolas fue Es el tiempo de la siega, de Charles Hutchinson Gabriel (1856-1932), interpretada en el vídeo por el Coro de la Iglesia Evangélica de Av. Marqués del Duero (Av. Paral·lel) de Barcelona, cuya dirección estuvo a cargo de Francisco Costa.


        Junto a otras conocidas composiciones a cuatro voces de polifonía vertical, como Roca de la eternidad o La tumba le encerró, se encuentra una muy popular entre todos los coros evangélicos, de estructura algo menos unísona: Digno es el Cordero de Dios. Escrita por Frank M. Davis (1839-1896) y traducida por Pedro Grado Valdés (1862-1923), este canto apareció en el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España con el número 429. La siguiente interpretación es del Coro de la 1ª Iglesia Evangélica Bautista de General Lacy, Madrid, bajo la dirección de Miguel Fernández.


        A pesar de que bastantes de las composiciones incluidas en Cantos para coro; nº2 disponían de excelentes arreglos para piano, hay que subrayar que las corales españolas no acostumbraban a acompañarse de órgano, y mucho menos de piano, instrumento todavía inhabitual. Ello revela la pobre capacidad musical de los organistas de las iglesias de la época, confiándose el grueso de la interpretación a los coros, que cantaban a capela, y que mediante la repetición aprendían cada cuerda, a veces con serios problemas de retención e independencia.

        Cantos para coro; nº2 fue, en definitiva, la segunda propuesta editada del pastor Samuel Vila para mejorar la calidad y competencia de los coros del país. A pesar de su separación de la UEBE y, consecuentemente, de las iglesias que habían nacido o se alistaron a la Misión Cristiana Española, por lo general las relaciones entre creyentes se mantuvieron en un espíritu fraterno, como asimismo Cantos para coro; nº2, que fue usado por la mayoría de los coros.


(Bibliografía)

· Los bautistas y su música (29)

© 2023 Josep Marc Laporta

1- Colección de himnos y cantos para coro

        Tras la aparición del Himnario de las Iglesias Evangélicas de España de letra en 1948, Samuel Vila emprendió en 1949 la publicación de Colección de himnos y cantos para coro con la finalidad de proveer partituras ausentes de los himnos del HIEE y algunas composiciones específicas para coros. La edición partió de la Comisión del Himnario Unido de España, en colaboración con la editorial La Aurora de Buenos Aires y la recién estrenada Junta Bautista de Publicaciones, prácticamente inaugurada con la publicación del libreto.


        Impulsada por J. D. Huguey en 1949, la Junta Bautista de Publicaciones de la UEBE se creó con el propósito de editar, importar y vender revistas y folletos de interés para la obra en España. Con un capital inicial de 62.000 ptas. donado por la Misión Bautista –que asumió la dirección hasta 1951–, la Junta tuvo como primer administrador al pastor Miguel Gómez. Ya avanzada la siguiente década, los primeros libros que se editaron surgieron de la pluma del poeta Antonio Almudévar, como ‘Oro, incienso y mirra’, ‘Más arriba’ o ‘La Cruz es nuestra espada’. No obstante, el libreto Colección de himnos y cantos para coro tan sólo fue una colaboración simbólica, pues la Comisión del Himnario Unido de España fue la máxima responsable bajo la dirección de Samuel Vila, entonces aún presidente de la UEBE. La editorial La Aurora de Argentina tuvo a su cargo una pequeña parte en la distribución a América latina, mientras que las litografías e impresión se realizaron en los talleres J. Mora de Barcelona.

        Colección de himnos y cantos para coro recopiló en dos secciones cincuenta y siete himnos y dieciséis cantos para coros. En la primera parte abasteció a los organistas de partituras de algunos cantos del Himnario de las Iglesias Evangélicas de España que no tenían suficiente correspondencia en los libros de música foráneos; y en la segunda proporcionó a los coros de las iglesias composiciones más esmeradas para la interpretación coral. De los himnos del primer apartado sobresalen algunos que fueron muy emblemáticos en las congregaciones bautistas. Entre los más destacados por su calidad y popularidad se cuentan los siguientes:

        ‘Al Señor nuevo salmo conviene’ (CHCPC-2/HIEE-7), Himno VII de Cantate Domino, Canticum novum, denominado Salmo CXLIX, con texto de Tomás J. González Carvajal (1753-1834):


        ‘Celeste voz que nos convidas’ (CHCPC-19/HIEE-189) de Henry Parr (1815-?) y letra de Juan Bautista Cabrera Ivars (1837-1916):


        ‘Al huerto van a visitar’ (CHCPC-32/(HIEE-261), con música de Joseph Lincoln Hall (1866-1930) y texto castellano de Ernesto Barocio (1876-1948):

        ‘Siempre feliz’ (CHCPC-36/HIEE-328), melodía marcial de Henri-Frédéric Amiel (1821-1881) a la que Rubén Saillens (1855-1942) escribió un poema libre en francés y que Ambrosi Celma Chertó (1882-1944) tradujo en 1943:

        ‘Yo veo al Hijo de Dios vivir’ (CHCPC-51/HIEE-278), tonada Ivory Palace, con música y letra de Henry Barraclough (1832-1894) y traducida oportunamente por Enrique S. Turrall (1867- 1953):

        ‘Placer verdadero’ (CHCPC-39/HIEE-339), escrito íntegramente por Franck C. Huston (1871-1959) y traducido por Ernesto Barocio (1876-1948):

        ‘Todo por Cristo será nuestro lema’ (CHCPC-15/HIEE-163), con música de Josefa Cabrera Latorre (1871-1939…) y letra de Leonor Bustamante (1883-1920):

        Sin embargo, Colección de himnos y cantos para coro reunió otros himnos, de los cuales algunas de las traducciones se atribuyen a Samuel Vila Ventura (1902-1992) y también a dos de sus colaboradores más cercanos. Escrito en 1734 por Chrétien Urhan (1790-1845), el himno ‘En Cristo mis pecados declino por entero’ (CHCPC-57/HIEE-438) recibió el texto en castellano del pastor Vila:

        ‘Vencida ya la noche, ya el día aparece’ (CHCPC-43/HIEE-361) es una melodía de David Sankey (1840-1908), cuyo texto castellano es de Manuel Gutiérrez-Marín (1906-1988):

        ‘Ved cristianos, cual sin tregua’ (CHCPC-42/HIEE-350) es una melodía galesa de 1794 denominada The March of the Men of Harlech, a la que Samuel Vila adjuntó un texto libre:

        ‘Construyendo estamos’ (CHCPC-38bis/HIEE-336), melodía de Isaac Hickman Meredith (1872–1962) cuya tonada es Building, daily building, con texto de Flora Kirkland (1862-1911) que fue traducido al castellano por el poeta y teólogo Manuel Gutiérrez-Marín (1906-1988):

        ‘Un fiel amigo hallé’ (CHCPC-37/HIEE-466) es la tonada denominada Oak, de Lowell Mason (1792-1872), con texto libre de Samuel Vila:

        ‘Padre, a tus pies me postro’ (CHCPC-34/HIEE-317), de Edwin Othello Excell (1851-1921) y Johnson Oatman (1856-1922) en la melodía y letra respectivamente. La adaptación al castellano corresponde a Maria Eugènia Vidal (1923-1997):

        ‘Celeste Sión, celeste Sión’ (CHCPC-23/HIEE-206), con música de Horatio Richmond Palmer (1834-1907) y texto castellano de Manuel Gutiérrez-Marín (1906-1988):

        ‘Un ángel mensajero’ (CHCPC-31/HIEE-251), texto en castellano de Maria Eugènia Vidal (1923-1997):

        ‘Fe de los fieles’ (CHCPC-44/HIEE-358), tonada St. Catherine escrita por Henri Frederick Hemy (1818-1888) y poema de Frederick William Faber (1814- 1863) que Manuel Gutiérrez-Marín (1906-1988) tradujo al castellano:

        En el deseo de Samuel Vila de proveer cantos específicos para mejorar la calidad de los coros, la segunda parte de Colección de himnos y cantos para coro reunió dieciséis composiciones corales, la mayoría escritas por el mismo Vila, siempre con textos libres. También Manuel Gutiérrez Marín y Maria Eugènia Vidal participaron con la traducción de algunas, como, por ejemplo, ‘Aclama a Dios tú, oh Tierra’ o el canto de boda ‘Doquier tú vayas’, ambas de Vidal.

        De las piezas adaptadas por Samuel Vila Ventura destaca la traducción libre de ‘Cantan los ángeles porque nació’ (CHCPC-65), original de Ira B. Wilson:

        Otra de las composiciones que el pastor Vila adaptó con traducción libre fue ‘En los campos solitarios/Adeste fideles’ (CHCPC-72), también original de Ira B. Wilson:

        Ciertamente es innegable la alta contribución de Samuel Vila a la himnología evangélica y bautista en tiempos de preguerra y postguerra española. Con una formación musical muy general y sin tocar ningún instrumento, Vila tuvo el arrojo de ponerse al frente de un proyecto tan importante como el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España, de liderar la publicación Colección de himnos y cantos para coro y, tras su abandono de la obra bautista por discrepancias en la cúpula de la UEBE, seguir marcando pauta con una nueva edición en 1951: Cantos para Coro, aunque con otras alianzas editoriales. Sus limitadas pero útiles habilidades artísticas, siempre fueron sostenidas por el ministerio de su esposa, Lídia Vila Campderrós (1914-2014), organista de notable preparación musical. Pero el empeño y la constancia de Samuel Vila por la obra evangélica fue tan esmerada, que en los años treinta él mismo dictaba clases de música en el Instituto Bautista de Barcelona. Pero uno de los secretos mejor guardado de los Vila es que aquellas lecciones a los estudiantes de teología las diseñaba y preparaba previamente su compañera de vida. Por lo tanto, habrá que considerar seriamente la gran trascendencia e implicación que Lídia Vila tuvo en los proyectos hímnicos liderados por su esposo.

(Bibliografía)