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· Los bautistas y su música (51)

 © 2025 Josep Marc Laporta

     1-     Los festivales de música evangélica
2-    El día de la música
3-    Otros contextos sociomusicales de 1976

1- Los festivales de música evangélica

En un anterior capítulo traté sobre el despertar del ministerio musical dentro de las iglesias; y en otro también reseñé el auge de los grupos pop como ministerio evangélico fuera de los templos. Pero en torno a la celebración de la primera Semana de Música en 1976, otros contextos sociomusicales cohabitaron en aquellos fecundos años setenta. Uno de los de mayor impacto y afluencia fueron los llamados Festivales de Música Evangélica que se celebraron desde 1973, especialmente en el este y suroeste de la península; en tierras valencianas, manchegas y murcianas.

Denominados Festival de Música Evangélica o Festival de la Canción Evangélica, de 1976 tenemos noticias de la cuarta edición valenciana en el cine Avenida de Xàtiva, un local con capacidad para 1.000 personas que según las crónicas «estaba completamente abarrotado, hasta el punto de que varias decenas de asistentes tenían que seguir las diferentes actuaciones estando en pie». Con un programa de casi tres horas de duración, los grupos invitados fueron Shalom y Ressò de Catalunya, y el tenor Jesús Zazo de Madrid. Las iglesias de Albacete, Alcoi, Carlet Elx, Xàtiva, València-Quart, València-El Salvador y València-Navarra «participaron con solos, dúos, cuartetos, conjuntos y coros, combinándose lo clásico con lo instrumental y moderno, destacando por lo anecdótico que el grupo de Xàtiva entonó una canción en valenciano: ‘Jesu-Crist, el Senyor que yo ya tinc’» (sic). El cronista de la iglesia de la calle Quart en València mencionó que «nuestro coro tuvo una destacada actuación, con dos interpretaciones por la mañana y otras dos dentro del culto celebrado por la tarde en la Iglesia de Xàtiva», concretando que «el grupo de señoritas tuvo una muy acertada y serena intervención, con un sonido muy limpio, a pesar de los micrófonos».

El tema de la tecnología en la música fue una preocupación en ciertos sectores de las iglesias bautistas y en evangélicas en general, así como el tipo de música. Bajo el título ‘La charanga, el show y el incienso’, el pastor Antonio Gómez Carrasco (1936-2016) cuestionaba en una editorial de El Eco ciertas formas y maneras musicales: «No encontramos base para la charanga en el Nuevo Testamento. Ambas cosas, la alegría y la solemnidad; la espontaneidad y el orden, todo puede marchar junto». Y en un párrafo posterior incidía: «De la mano de la charanga marcha el show. Me refiero a esa estereotipada presentación del Evangelio, en medio de una explosión de luz y color, con trajes de lentejuelas, poses amaneradas, risas…». En otro número de la revista denominacional, Antonio Gómez volvía a apuntar más directamente a ‘los festivales de música evangélica’, pues este era, precisamente, el título del artículo: «Para quienes anden algo desconectados de lo que en este trabajo se expone, se les aclara que en algunas regiones de nuestra geografía evangélica, y más concretamente bautista, algunas iglesias se ponen de acuerdo para enviar a un lugar predeterminado algunos conjuntos musicales para competir y tratar de conseguir un primer puesto. Al tiempo también de que esta manifestación musical sirva para llevar el testimonio del Evangelio. El corte de las canciones (para nosotros himnos, coritos, etc.), va a tono con el ritmo de la música popular de hoy, con un bien marcado acento folk. El atuendo de los componentes de los conjuntos, para no desmerecer totalmente del contorno en que hoy nos desenvolvemos, se procura sea de tonos alegres, ligeros. Aplausos, puntuaciones… ¡primer premio! Siempre, claro está, dejando bien sentado que el fondo de todo ha sido llevar el mensaje de salvación y testimonio a los inconversos». Y el artículo concluía con algunas preguntas al aire: «Es competencia de nuestras iglesias estos concursos? ¿Es realmente un testimonio eficaz? ¿Se está dañando, sin querer, la ejecutoria de las iglesias? ¿Realmente estaremos haciendo algo mundano, sin entrecomillar el adjetivo? ¿No será un gasto excesivo lo que conlleva instrumentos caros para estos conjuntos?».

Si València había inaugurado los festivales de la canción evangélica en 1973, las iglesias del sureste hicieron lo mismo un año más tarde. El día 12 de octubre se celebró en Alicante una concentración de la juventud del sureste, con un programa que «fue llevado por todas las iglesias asistentes, Alcoy, Albacete, Cartagena (que interpretó la obra cómica ‘Arsénico, ¿sólo o con leche?), Elx, Elda Murcia y Lorca», celebrándose «el Primer Festival de la Canción Evangélica, participando solistas, cuartetos y coros de las diferentes iglesias con sus correspondientes premios establecidos para los mejores y, como broche de oro, bajaron a la aguas del bautismo doce jóvenes como testimonio público de su fe». El primer premio del certamen fue para los jóvenes de Albacete, que posteriormente fueron invitados a cantar en el Hospital Psiquiátrico de la capital manchega. Aquellos jóvenes fueron el germen del grupo Paz, que se fundaría poco tiempo más tarde. La segunda edición llegaría al siguiente año, celebrada en Albacete, con la participación del ya afamado grupo Shalom, llegado desde Terrassa. Y, seguidamente, el tercer encuentro en la misma ciudad con el mismo grupo egarense y la participación de las uniones de jóvenes de la región.

Pero un dato interesante sobre la hermandad entre las iglesias de ambas regiones lo recogía el Eco Bautista en 1977, con la siguiente noticia de Elx: «Con motivo del IV Festival de la Canción Evangélica celebrado en Xàtiva, varios hermanos cogimos nuestros coches y nos fuimos a esa bonita ciudad. […] La música sonaba como venida del cielo, era estupenda. Les damos las gracias a los jóvenes de la iglesia de Xàtiva por su buen recibimiento y su buen hacer en este IV Festival. De nuestra iglesia actuaron Pablo Vázquez, como solista, y el dúo formado por Loli Romero y Benjamín Amat, los cuales estuvieron estupendos en sus actuaciones». Como apunta la información de El Eco, pese a celebrarse separadamente por regiones administrativas –Levante y Sureste–, algunas iglesias del sur participaban en las del norte, y viceversa. Sin embargo, una decisión administrativa de la Junta de Jóvenes conjunta estableció que a partir de 1977 los distintos festivales que las dos regiones habían celebrado por separado se unieran en un solo acto, encargando alterativamente a cada zona la preparación anual del evento musical conjunto. Por consiguiente, las dos sucesivas ediciones del Festival de la Canción Evangélica se celebraron en Xàtiva y en Elx. No obstante, la unión musical entre las comarcas levantinas y las del sureste no permanecería en el tiempo. En 1983 se desligaron, con un festival en Alcoi para las iglesias del Sureste, y otro en València en 1984 para las del Levante.

Con que de los conciertos de los años setenta no disponemos de registros fonográficos, para escuchar una primera referencia de aquellos festivales debemos recurrir al celebrado en Alcoi en 1983, con participantes de las iglesias de Alacant, Cartagena, Albacete, Elx, Lorca, Murcia y Alcoi. De los intérpretes se puede identificar a Jimmy A. Williams (1959-2024) y Antonio Navarro de Cartagena (1947-1996), y una versión reducida del grupo Paz con jóvenes de Albacete.

El siguiente vídeo es una referencia bastante más tardía de los festivales. Corresponde al IV Recital de Música Evangélica Góspel celebrado en 1988 en València, con participaciones de Dénia, Xàtiva, Castelló y València, y los grupos Nuevo Pacto y Rock Xàtiva.

Volviendo a los años setenta, la isla de Tenerife también tuvo su festival, aunque con adaptación del nombre e, implícitamente, de las tendencias musicales. En el mes de diciembre de 1975 se celebró en Santa Cruz de Tenerife el Primer Festival de Música Sacra bajo la dirección del director del coro de la Primera Iglesia Bautista de la capital chicharrera, Juan Roberto Arteaga Seguro (1929-2017). Intervinieron varios solistas y declamadores de poemas, con la participación de las iglesias bautistas de las Palmas. Un año después, el 27 de septiembre celebrarían el Segundo Festival de Música Sacra, llenando una sala con más de 400 personas que oyeron el Aleluya de Haendel por el coro de la iglesia de Santa Cruz de Tenerife, interpretación de «notable brillantez teniendo en cuenta su carácter amateur y el esfuerzo que significó el cargar casi exclusivamente con el programa, que en el primer festival fue más compartido debido a la mayor participación musical de otras iglesias». Dos años más tarde Sevilla inauguró su ‘Festival de Jesús’, título que presentaría «interpretaciones músico-vocales de José Luis Castejón; un cuarteto de Málaga; Vino Nuevo (25 voces) y Maranatha (15 voces), ambos de Madrid; [a los que] se sumó un mensaje evangelístico a cargo del pastor D. Antonio Gómez de Córdoba».

En el noreste de la península, en Catalunya, no se consolidaron los festivales de música evangélica al modo de valenciano; es decir, organizados por la unión de jóvenes regional y de carácter anual, sino que puntualmente se celebraban distintas modalidades de encuentros musicales auspiciados por iglesias locales. Un primer dato lo encontramos en Terrassa. En 1974 se celebró en el pabellón de deportes de la ciudad egarense el I Festival de la Armonía, que no tuvo continuidad: «un musical evangélico con la finalidad y el interés de anunciar y presentar a Jesús de una forma joven y con esta manera poder comunicar a la juventud el mensaje que tenemos de parte de Cristo». Ante 1.500 personas actuaron los grupos Resurrección, Shalom y el cantautor Llorenç Torras. Y unos años más tarde, en 1977, un Festival de Música y Canto Espiritual, organizado por el grupo de jóvenes de la Iglesia Bautista de Manresa en la sala Loyola de la ciudad, recibió la asistencia de unas 400 personas y la participación de tres grupos muy conocidos en la época: Ressò, Resurrección y Shalom; también participó el dúo Lluís y Eduard. Ressò era una formación de las iglesias metodistas barcelonesas; Resurrección de una congregación de las Asambleas de Hermanos; y Shalom de las iglesias bautistas de Terrassa y Sabadell. Por su parte, la Coral Al·leluia participó en ese mismo año en el Congrés de Cultura Catalana con un concierto en la parroquia de la Santísima Trinidad de Sabadell, interpretando «obras de Bach, escogidos fragmentos de G.F. Händel y un nutrido repertorio de Espirituales Negros». También contribuyó en el programa oficial de las ‘Festes de Sant Jordi 1977’ en la Parroquia de Sant Esteve de Castellar del Vallès: «La habilidad del director de la Coral, el maestro Pere Puig, logró que los allí reunidos aprendieran un par de cánones y que la concurrencia participara con la masa coral en la interpretación del conocido espiritual negro ‘Soy yo, soy yo, Señor, el que quiero hablar contigo».


2- El día de la música

En València capital, como en otras iglesias locales, también se iniciaron programas especiales de música sin, en principio, un nombre definido o estándar, que el director de la Semana de Música, Errol Simmons, popularizó siguiendo la tónica norteamericana de ‘Día de la Música’. Pocos meses antes de la primera Semana de Música, el 1 de febrero de 1976 se celebró en la capital del Turia un multitudinario acto musical, «con la asistencia de unas 30 personas… ¡de pie!, ya que el templo estaba totalmente ocupado», según cuentan las crónicas. Participaron Mª Luisa Iturralde (1944-) de Elx como solista, y los grupos Shalom de Terrassa y de las iglesias de las calles Navarra, Quart y Felipe Vives de Cañamás, denominada El Salvador. Tres años más tarde la Iglesia de la Creu Alta en Sabadell celebraba el ‘Día de la música’, «cantando himnos a varias voces, a dos grupos, uno formado por adultos y otro por jóvenes, además un conjunto de flautas, un solista y un dúo entre guitarra y órgano, y, cómo no, toda la iglesia se unió al culto cantando un canon».

Por las mismas fechas el ‘Día de la música’ también se celebraba en Alacant con dos conferencias. Una impartida por el misionero John Louis McNair (1943-2021) sobre la música en el Antiguo Testamento y otra por el tenor Jesús Zazo de la Torre (1948–2022): ‘La música desde el inicio del cristianismo hacia nuestros días y su influencia en nuestras iglesias’. El día fue memorable, con la participación de «los solistas María Iturralde, José Sánchez, Francisco Morote a la altura de las circunstancias y Antonio Miguel Aparici [que] nos ofreció buena parte de virtuosismo en el violín con dos himnos famosos y vinculados a nuestra vida espiritual. El Coro colaboró espléndidamente».


3- Otros contextos sociomusicales de 1976

Aquellos años eran tiempos de cambios que también afectaron a los tradicionales instrumentos de acompañamiento cúltico. En 1976, la Iglesia Bautista de Xàtiva compró un nuevo órgano de la marca Hammond, regalando el usado al punto de misión de la Pobla Llarga. Asimismo, y en el mismo año, la Iglesia de la Bona Nova en Barcelona renovó el órgano electrónico que usaba desde 1965, cambiando a un flamante Hammond último modelo, que poco tiempo más tarde se vio completado por el mueble-altavoz Leslie, que mediante un amplificador modifica el sonido con la rotación mecánica de los altavoces. El órgano fue adquirido gracias a diversas actividades para recaudar fondos, mientras que el Leslie fue sufragado por un miembro de la congregación. Y un año antes, en 1975, el misionero y músico José Mefford se encargó de reorganizar la coral de dicha iglesia, que posteriormente se denominó Coral Bona Nova, dirigida sucesivamente por Paul Shelton (1952-) y Jordi Palacios Casanovas (1953-).

El año de la primera Semana de Música también fue el de la inauguración del Centro y Seminario Bautista en Madrid, el 10 de diciembre de 1976. Participó el pastor de Albacete, Fernando Vergara Juan (1946-2013), cantando un himno, acompañado al piano por la misionera Sarah Kathleen McNair (1945-). Y 1976 también fue el año del fallecimiento del prolífico y entrañable poeta bautista, Antonio Almudévar Urriens (1894-1976). Por su parte, la XXIV Convención de la UEBE de aquel año se celebró en la Residencia Bautista de Dénia, teniendo como lema ¡Firmes, constantes, creciendo!, con el himno oficial ‘Construyendo estamos’, el 336 del HIEE.

Tres meses antes de la primera edición nacional de la Semana de Música, la Iglesia del Buen Pastor de Madrid celebró del 3 al 9 de mayo de 1976 un seminario musical «dirigido por el misionero don Errol Simmons y la colaboración de su esposa Mary». Las crónicas relataban que «la semana ha sido muy provechosa, capacitando a un buen número de hermanos de la iglesia para cantar con más alegría y mayor responsabilidad».

Aquellos eran tiempos en que los musicales o las también llamadas cantatas empezaban a llegar a España, mayormente editadas en libritos por la Casa Bautista de Publicaciones en El Paso, Texas (EUA) y distribuidas por la Librería Bautista de la calle Arimón en Barcelona. En la fiesta de Navidad del 25 de diciembre de 1976, el coro de la iglesia de Manresa «colaboró con la cantata de John Peterson, ‘Noche milagrosa’, destacándose que «fue una fiesta muy agradable» y que «la cantata, a petición de varios hermanos, se repitió el domingo siguiente». Precisamente, las siete primeras Semanas de Música se caracterizaron por preparar e interpretar una cantata cada año.

Por otra parte, desde las páginas de El Eco Bautista se hizo un intento de promocionar nuevos cantos, con la inclusión de partituras, apuntando que «dadas las circunstancias de cambio y renovación que nos rodean, se ve que el ministerio de la música en el campo evangélico se hace cada vez más variado. Quisiéramos que este espacio tuviese un valor práctico, y por eso procuraremos indicar a los lectores algunas de las novedades y noticias que vayan llegando a nuestras manos, juntamente con arreglos y nuevas composiciones, y a la vez, quisiéramos rogar a los que tienen interés en hacerlo, que me manden noticias, ideas, arreglos, coritos (siempre con la música, por favor) y otras cosas que pudieran ser útiles en las reuniones de jóvenes y cultos de iglesias, etc.» La nota fue firmada por José Mefford, incluyendo una partitura del conocido himno de William J. Gaither ‘Porque Él vive’, con una traducción al castellano de Jorge J. Pastor y J. Mefford, versión que no gozó de aceptación entre las iglesias. La publicación mensual de partituras en El Eco quedó en un intento aislado y sin continuidad, y no se instauraría con regularidad hasta 1989 con Elies Cortès Casanovas (1954-), nombrado Promotor de Música de la UEBE a finales de los años ochenta.



Bibiografía y documentación

· Los bautistas y su música (50)

© 2025 Josep Marc Laporta

     1-       El ministerio musical
2-     Preliminares del Campamento de Música

1- El ministerio musical

El ministerio de la música era un tema de interés entre las congregaciones bautistas de los años setenta. Bajo los efectos del auge de la música pop, con incipientes grupos cristianos como Shalom, Proa, Buenas Nuevas o Paz, en las iglesias se planteaba la pregunta de si, realmente, había ministerios musicales puertas adentro. Algunos apuntes iban en la dirección de que «realmente, no se puede hablar de ministerio musical, en toda la extensión de la palabra, dentro de nuestras iglesias debido a la falta de preparación musical de los creyentes. Por ello no ha sido posible desarrollar este ministerio, salvo en algunos casos, y la mayoría ignora en qué consiste». A la pregunta de para qué sirve, El Eco respondía anónimamente que «el ministerio musical es el trabajo de una o varias personas, y por consiguiente dedicación de su tiempo, en el campo de la música. Así encontramos como en algunos países más avanzados en esta materia, existe en cada iglesia un ministro de música el cual se encarga de coordinar todas las actividades musicales de la iglesia».

El devenir sociológico con un cierto desinterés de los jóvenes respecto a los tradicionales e hímnicos coros de iglesia y, asimismo, el auge de grupos pop que se formaban pero que se dirigían hacia afuera, planteaba algunos interrogantes, especialmente en la función de la música dentro de los templos. Una respuesta común era que «el ministerio musical es tan importante como otro ministerio cualquiera y debemos darle la importancia que merece en todas nuestras iglesias». No obstante, la juventud tenía su mira puesta en la actualización del lenguaje musical, e instaba a que «la música es lo que más fácilmente puede introducirse en ambientes no cristianos, por lo que no tenemos que desaprovechar esta magnífica forma de dar nuestro testimonio como cristianos». Estas palabras provenían de Barcelona, motor de innovaciones artísticas.

Sin embargo y por las mismas fechas, una ponencia presentada en la XII Convención Bautista, celebrada en Badalona, por Joan-David Grimà Terre (1953-), secretario de la Unión de Jóvenes Bautistas de España y Valentín Cueva Barrientos (1945-), pastor misionero en Gandía-Tabernes, destacaba la urgencia de que los jóvenes tuvieran la libertad necesaria para desarrollar sus dones. La ponencia fue intitulada como una ‘bomba’ en la Convención. Los presentes se manifestaron a favor y en contra de manera muy polarizada, con opiniones enfrentadas, como, por ejemplo: «No estoy de acuerdo con lo que los ponentes dijeron. Este aspecto negativo como si estuvieran esclavizados, como si hubiese una inquisición que les impidiese trabajar… Se nota una marcada tendencia desde hace tiempo entre la juventud insatisfecha a protestar y a criticar todo lo que se hizo antiguamente, pero no ponen nada positivo en su lugar». Tal fue el nivel de tensión, que algunos determinaron que el lema real de la Convención era ‘La juventud ataca’, en un ejercicio de libertad de expresión desconocida hasta entonces, con epítetos dirigidos a los ponentes, como ‘exageraron’ o ‘dramatizaron’.

Circunscribiéndolo a la música, para los jóvenes la disparidad de criterios tenía mucho que ver con una himnología anticuada en fondo y forma y unos cultos excesivamente protocolarios, con liturgias anquilosadas en un estereotipo repetitivo y reiterativo. Una de las válvulas de escape eran los novedosos estilos pop, con movimientos sistémicos que se dirigían hacia una renovación estilística externa que contrastaba con la música de puertas adentro de los templos. Y aunque no se desatendían los himnos clásicos y las formas antiguas en las respectivas liturgias, a los jóvenes gustaban más los coritos y las nuevas formas de expresión contemporáneas. El contrapuesto modelo litúrgico de ministerio musical de iglesia que se pretendía importar de las iglesias anglosajonas, con un director congregacional y unos coros estandarizados en himnos, ni complacía ni sedimentaba. Sin embargo, algunas de las propuestas más innovadoras surgieron desde Barcelona, resumidas en siete puntos:

      1-     Ayudar a los jóvenes a que aprendan a tocar algún instrumento.
2-     Aprovechar a todos aquellos que ya sepan tocar alguno.
3-     Enseñar nuevas canciones para apartarnos un poco de los himnos tradicionales.
4-     Formación de dúos, tríos, cuartetos, etc., compuestos por jóvenes.
5-     Formación de un conjunto musical en el que puedan participar todos los jóvenes de la iglesia. Algunos ya lo tienen y los resultados han sido muy buenos.
6-     Preparación de programas medio hablados y medio cantados.
7-     Representación de obras musicales. Esto ya se hace en Barcelona desde hace tres años y un grupo de jóvenes de bastantes iglesias de Barcelona se han unido para interpretarlas, con unos resultados muy positivos.

        La alusión en el último punto a un grupo de jóvenes de bastantes iglesias de Barcelona, hacía referencia a Buenas Nuevas, que de 1972 a 1974 realizaron un ministerio musical mediante dos musicales: Buenas Nuevas y Verdad, impulsado por Ambròs Monsó. Seguidamente se puede escuchar una grabación en directo del primer musical, titulado Buenas Nuevas.

        Los años setenta se caracterizaron por una muy lenta y pausada mutación litúrgico-musical que no alcanzaría de lleno a todas las iglesias bautistas hasta entrados los noventa. La falta de preparación académica de instrumentistas, cantantes y músicos en general era un impedimento para la renovación del ministerio musical, razón por la cual la idea de hacer un campamento de música anual en las instalaciones de la Residencia Bautista en Dénia, era una apremiante necesidad.


1- Preliminares del Campamento de Música

Desde el primer y aislado intento de Campamento de Música en julio de 1970, con José Mefford y Pere Puig Ballonga como organizadores de un evento prácticamente familiar de la Coral Al·leluia y la Iglesia Bautista de Dénia, el binomio Mefford-Puig colaboró esporádicamente en diferentes congregaciones con sus dones. Un ejemplo de ello lo encontramos en 1975 en Alcoi, estando presentes «en los ensayos del coro para Semana Santa, elogiando las positivas cualidades del mismo». En otra ocasión los podemos ver en València con unas clases de música y canto. O en Manresa, dirigiendo a la congregación y teniendo una reunión con el coro de la iglesia. No obstante, eran colaboraciones puntuales y muy aisladas en el tiempo, sin continuidad programática, dadas las distancias y las responsabilidades eclesiales y musicales de Puig en su congregación Sabadell.

Pero 1974 marcó una primera fecha para un estable Campamento de Música de la UEBE, que más tarde se denominaría Semana de Música y, seguidamente, Semana de Música y Adoración. Errol Othar Simmons (1939-2014), pastor asociado y director del coro de la Primera Iglesia Bautista de Panamá City en Florida, EUA, llegó a España con el coro The One Way Singers, en una gira por diferentes iglesias y ciudades: Iglesia Emanuel y en la 1ª IEB de Madrid, en la IEB de València, la IEB de Dénia, la IEB de Xàtiva y la IEB de Elx. Aquella gira significó un punto de encuentro de Errol con las iglesias españolas y los ministerios de música autóctonos. Fue el primer contacto que allanó el camino, bajo el llamamiento del Señor, para la venida al país de la familia Simons como misioneros para colaborar con el programa de música de las iglesias de la UEBE.

Un año más tarde, el 2 de mayo de 1975, llegaron a España Errol y Mary como misioneros de la Convención de los Bautistas del Sur de los EUA, con el propósito ya mencionado. Con sus tres hijos, Julie, David y Susi, de 13, 12 y 7 años respectivamente, el matrimonio se instaló en Madrid, donde asimismo Errol impartió clases de teología en el Seminario Bautista en Alcobendas.

En el mes de diciembre del mismo año, Errol Simmons anunciaba en El Eco ‘¡Algo nuevo en nuestra vida bautista!’. Bajo este flamante título escribió un artículo en el que hacía público el proyecto del primer campamento de música para el mes de agosto de 1976:

«Ocho días para estudiar, cantar y tener compañerismo con otros líderes de la música: directores de coros, miembros de coros, organistas, pianistas y pastores. Dentro de estos días daremos clases de canto individual, órgano, piano, teoría de música, el arte de dirigir el canto congregacional, métodos para organizar y dirigir un coro, y tendremos tiempo para la adoración, el estudio bíblico y el recreo. Ese ‘algo nuevo’ se realizará en agosto de 1976 en la Residencia Bautista de Dénia. Cuando hablamos del crecimiento en la iglesia, generalmente estamos pensando cómo nuestras iglesias pueden adorar, enseñar, testificar y servir mejor. La música puede ayudarnos a hacer mejor todas estas cosas. Vemos como la música en España va progresando. No hace mucho, un nuevo himnario fue publicado. Un porcentaje bastante alto de las iglesias tienen coros. Algunas iglesias han hecho un sacrificio para proveer instrumentos musicales adecuados. Como una persona cuya responsabilidad es ayudar en la música, quisiera sugerir algunas líneas generales sobre las cuales me gustaría ver crecimiento:

1- Crecer en nuestra comprensión de la necesidad de la música en la adoración y la                                evangelización.
          2- Organizar coros de jóvenes y niños, en algunos casos aparte del programa de coros de                       adultos.
          3- Oportunidades para una enseñanza en la música, dadas en cada iglesia local.
          4- Dar más atención a la música en los presupuestos y en los edificios.
          5- Mejorar la calidad de la música, lo que cantamos y cómo lo cantamos.

Tengo mucha ilusión en cuanto a los planes y los objetivos para la música en las iglesias de España. Sería mi deseo hablar más sobre cada uno de estos puntos en futuros números de El Eco. España tiene una herencia musical muy rica. La música nos da una oportunidad magnífica para servir al Señor. Este trabajo nos es algo que una sola persona puede hacer. Es algo que todos tenemos que hacer, con la ayuda y la dirección del Señor. Trabajaremos juntos para ayudar a nuestros hermanos a crecer en un ministerio eficaz de la música».

Seguidamente, Simmons publicó diversos artículos mensuales en El Eco donde describía aspectos importantes del ministerio musical. ‘El uso eficaz de la música en la iglesia’ fue el primero, ahondando en tres conceptos básicos: la música es una forma eficaz de enseñar las verdades y las doctrinas bíblicas; es un medio de exhortación y ánimo los unos a los otros por medio de los himnos, como hicieron Pablo y Silas en la cárcel de Filipos; y el uso de la música en la iglesia es para alabar a Dios, alcanzando su ministerio más alto cuando se usa en este sentido. Y concluía la exposición con el siguiente fragmento: «Si la música, entonces, es tan importante en el culto de adoración, en la enseñanza, en la exhortación y en el testificar, no debemos ser descuidados en su uso. El pastor sabio y la congregación consagrada harán planes muy cuidadosos y en el espíritu de oración, no dejando la música a la coincidencia. ¿Está utilizando su iglesia la música de una forma eficaz para la gloria del Señor?».

Otro de los artículos, ‘La música en la iglesia’, apuntaba a que «No hay iglesia que no desee tener un coro bueno. Y podemos decir sin miedo a equivocarnos que hay excelentes coros en España. Pero el grupo que merece más atención en cuanto a la música es la congregación. Queremos coros que canten bien, pero también debemos esforzarnos constantemente para que la congregación cante mejor». Y bajo la pregunta ¿qué podemos hacer para mejorar el canto de las congregaciones de nuestras iglesias?, Simmons lanzaba tres sugerencias: que cada iglesia escogiera a alguien como responsable de música; que las iglesias tuviesen ensayos para la congregación; y que cada iglesia aprovechase los materiales musicales que disponía la Librería Bautista. Y terminaba con el siguiente reto: «¿Qué dice el canto de su iglesia acerca de la congregación? Si la contestación a esta pregunta es negativa, trabaje con el pastor y los líderes para mejorarlo».

‘El cantar himnos en la iglesia local’ fue otra entrega en la que para empezar preguntaba: «¿Qué lugar ocupa el cantar de himnos en su iglesia? ¿Se cantan muchos himnos en los cultos? ¿Hay la tendencia de cantar siempre los mismos himnos? ¿O sabe cantar su congregación la mayoría de los himnos de nuestro himnario? ¿Cuántos himnos en el himnario se conocen bien por la congregación de su iglesia? ¿Qué sabe usted acerca de los himnos que cantamos –el significado, la autoría, el mensaje, etc., de cada himno?». Como es de suponer, en las mismas preguntas radicaba la respuesta y la enseñanza que pretendía.

En otro artículo aparecido a principios de 1976, ‘La música en el servicio de adoración’, Errol Simmons apuntaba a la necesidad de que la música no fuera un entretenimiento o de preparación «para lo que ha de seguir», preguntándose «¿por qué hacemos anuncios durante la ofrenda si la ofrenda es adoración?». También insistía en que «hay un gran valor en tener un mensaje cantado por el coro o por un solista antes del sermón. Esto evita la idea que se da un concierto. […] Si el coro canta antes del sermón, el número es una parte importante del mensaje que se ha de dar». Asimismo, aconsejaba que el postludio fuera la interpretación de un himno y, porqué no, incluir «un himno de decisión después del sermón y luego la oración final».

En el mismo año y como otro de los preludios didácticos con vistas al primer Campamento de Música que se preparaba para el mes de agosto, Simmons tocó el tema de ‘La música en la evangelización’. En él animaba a una mejor música en el templo para los visitantes, además de promover festivales de música evangélica, que algunas asociaciones bautistas ya habían iniciado anteriormente. Para finalizar el artículo, presentó algunas propuestas:

   1- Coros o grupos de miembros de iglesias pueden cantar en hospitales o en hogares de                           ancianos.
             2- Los coros pueden presentar programas en lugares públicos como estaciones de                                    ferrocarril, terminales de aeropuertos y parques públicos.
            3- En programas por radio auspiciados por las iglesias hay la oportunidad de compartir                         el Evangelio por medio de la música.
            4- Festivales de música dentro y fuera de la iglesia local pueden atraer a gente que                                 nunca vendría a un culto normal de iglesia.
           5- Ciudades o asociaciones de iglesias pueden organizar coros para presentar programas                       especiales, tales como ‘Verdad’ y otros programas para evangelizar. Esperamos                            organizar un grupo de esta naturaleza en Madrid, en el otoño de 1976.

En el siguiente mes, el tema fue ‘La organización de coros para jóvenes y niños’, señalando que «los coros de niños constituyen la esperanza para los coros de adultos del futuro en España», y que «los niños pueden no solamente describir las verdades bíblicas por medio de la música sino también pueden aprender buenos métodos del canto y recibir inspiración de los compositores y escritores de himnos». Seguidamente dio algunas ideas para la formación de tales agrupaciones musicales.

‘Las iglesias educando en la música’ fue otro título en el que incidía en la idea de la educación musical dentro de las iglesias y, también en conferencias de música regionales o desde cada asociación. En su alegato soñaba que «la UEBE llegase un día a tener un departamento de música para mejor poder glorificar al Señor».

Otro artículo publicado en El Eco fue ‘Mejorando facilidades y materiales para la música de iglesia’, ahondando en la disposición del coro en un lugar visible del atrio donde se puedan ver los rostros de los coristas, contraponiéndolo al modelo del balcón, en la parte alta y trasera de la congregación. Al mismo tiempo aconsejó adquirir libros de música del Himnario de las Iglesias Evangélicas de España, para mejorar la calidad del canto con el hábito de seguir la partitura.

Un penúltimo documento previo al primer Campamento de Música se tituló ‘Mejorando la calidad de la música en las iglesias’. En él incidía en que «el texto es la parte que más importancia tiene. La letra de nuestros himnos debe comunicar un mensaje, un mensaje que comunica lo que es correcto según la Biblia y según nuestra teología». Y proseguía diciendo: «Luego la música en sí debe ser de calidad buena. Es verdad que hay distintos gustos en cuanto a la música, hay tipos de música que no son apropiados para el uso de una congregación en adoración. Algunas canciones espirituales que hubieran sido excelentes 30 o 40 años atrás no comunican a las generaciones jóvenes de hoy. Por supuesto hay himnos y composiciones de música que pueden ser utilizados por siglos y siglos. Debemos llegar a saber de esta música y hacer uso de ella en nuestras iglesias». Y dictaminaba que «si nuestra música es un ‘accidente’ de último momento, no es una ofrenda digna a nuestro Señor».

Y el último artículo antes del encuentro musical del mes de agosto se titulaba ‘Utilizando la música en la adoración’. «En los cultos hay cosas que podemos hacer para ayudar a crear un ambiente de adoración y así abonar el terreno para que trabaje el Espíritu Santo», escribía Simmons, concluyendo con el siguiente párrafo: «Haced uso de la música en todos los cultos y pedid la bendición de Dios sobre ella. Mi convicción es que en hacer esto, vais a descubrir una relación más profunda y dulce con el Señor y mucha más eficacia en vuestro servicio y testimonio».

Esta serie de exposiciones publicadas en El Eco, previas a la primera edición, estuvieron acompañadas de sendos encartes de publicidad de lo que había de venir. Comúnmente conocida como Campamento de Música, previamente tuvo varias denominaciones alternativas, como Semana Nacional de Música, Semana Especial de Música o Conferencia de Verano para Líderes de Música. Con todos los artículos publicados y la publicidad encartada, Errol Simmons quiso crear un marco adecuado para que todo aquel que estuviera interesado en el ministerio de la música sintiera deseos de asistir. Pero junto al empuje directivo de Simmons, Pere Puig Ballonga fue el alma autóctona del proyecto. La semilla ya había sido sembrada.


Bibliografía y documentación

· Los bautistas y su música (49)

© 2025 Josep Marc Laporta

    1-       Voces de Nueva Vida
2-     Tomás Garralón Sevilla 

1- Voces de Nueva Vida

A principios de los años setenta, en la Iglesia Evangélica Bautista de Usera en Madrid nació el cuarteto Voces de Nueva Vida, una formación vocal avalada por dos profesionales del canto: Tomás Garralón Sevilla (1945–1976) y Jesús Zazo de la Torre (1948–2022), junto a Juan Ramón Gandía (1946-) diácono-secretario de la iglesia y administrativo de profesión, y Miguel Ángel Sánchez (1945-) diácono también y mecánico en su faceta profesional. Garralón, además de director musical del grupo era primer tenor; Sánchez, segundo tenor; Zazo, barítono y solista; y Gandía, bajo. Este cuarteto músico-vocal, que antes de 1971 se llamaba Conjunto Jesurún, tenía como objetivo principal la difusión del mensaje bíblico a través de la música.

Aparte de sus carreras profesionales en el Coro de Radiotelevisión Española, Jesús Zazo era director de canto congregacional en la iglesia bautista de Usera, y Tomás Garralón organista. Ambos, Zazo y Garralón también formaban parte del cuarteto Tomás Luis de Victoria, una formación secular fundada en 1971 e integrada por cuatro solistas profesionales: Elvira Padín (soprano); Ángeles Nistal (mezzo-soprano), Tomás Garralón (tenor) y Jesús Zazo (bajo).

Voces de Nueva Vida gozó de un intenso ministerio musical, con participaciones en diversos actos evangélicos y evangelísticos. Los días 31 de mayo y 1 de junio de 1974 se les encuentra en Sevilla «como broche de oro de la cruzada de evangelización» de Luis Palau en la ciudad del Guadalquivir, según informaba El Eco: «Este cuarteto hizo alarde de su bien probada preparación, ofreciendo a lo largo de todas sus interpretaciones una gran riqueza de expresión y una dicción llena de matices y sugerencias estéticas de la más exquisita finura musical».

Además de cantar en el culto de clausura del Seminario Bautista Español del curso 73-74, que se celebró en la Primera Iglesia Bautista de Madrid, también asistieron a la XXII Convención Bautista Española en Badalona, con reportajes periodísticos que loaban el ministerio que llevaban a cabo: «El cuarteto Voces de Nueva Vida cantó mucho y bien. Una Convención debe ser una reunión fraternal donde se informe, se promocione y se inspire, además de tomarse los acuerdos generales precisos para el progreso de la obra. El cuarteto de la Iglesia Bautista de Usera sirvió de inspiración en todas sus intervenciones».

En 1975 viajaron a Bruselas para participar en Eurofest (del 25/7/1975 al 2/8/1975), donde «tuvieron una importante actuación y fueron felicitados individualmente por el evangelista Billy Graham». Pero tres años antes, en 1972, grabaron un disco LP con catorce cantos, mayormente espirituales negros, algún himno y clásicos como ‘Al Calvario subió’, con música de Antonín Dvořák (1841-1904). Seguidamente se puede escuchar íntegramente el disco Voces de Nueva Vida, con el acompañamiento al órgano de Miguel Valdés en algunas composiciones.

2- Tomás Garralón Sevilla

Tomás Garralón Sevilla (1945–1976), alma de Voces de Nueva Vida, nació en Madrid el 5 de marzo de 1945 en el barrio de Usera. Hijo de Mario Garralón y Amparo Sevilla, y en total ocho hermanos de los cuales él era el penúltimo, Tomás recibió instrucción básica en el Grupo Escolar Doaiz y Velardo, cursando estudios medios en una academia particular. Sin embargo, su formación espiritual comenzó a los pies de sus padres y de los pastores, maestros y creyentes de dos iglesias de Madrid: La Primera Iglesia Evangélica Bautista y la de Usera. Fue el 8 de noviembre de 1955 cuando aceptó a Cristo en su vida al escuchar una predicación de Santiago Canclini. Prácticamente un año después, el 7 de octubre de 1956, obedeció al Señor y fue bautizado por José Núñez Moreno (1922–1993). A los 14 años empezó a estudiar música, juntamente con su hermana Amparito y otras dos niñas de la iglesia. Sus estudios de música se iniciaron con la ayuda del Plan de Estudios Seculares de la UEBE, patrocinado por la iglesia de Usera. Por su afición y capacidades, pronto estudió con la profesora María del Pilar Francés y en el Conservatorio de Madrid, donde se graduó en música y canto. Al terminar sus estudios, ingresó en el Coro de Radiotelevisión Española como tenor y más tarde fue nombrado profesor de canto en la Academia Muxivoz de Madrid.

Su matrimonio con Remedios Gómez en 1972, miembro de la 1ª IEB de Madrid, fue un paso adelante en el camino conjunto de servicio al Señor. En su congregación de Usera, Tomás dejó huella de su arte musical promoviendo la alabanza a Dios y, notoriamente, con la formación y dirección del cuarteto Voces de Nueva Vida, asimismo inspirando y deleitando en los cultos como organista titular. En su constante deseo de servir a quien cambió su vida, llevó al conocimiento de su Salvador a un compañero de canto, Jesús Zazo de la Torre. La amistad que cultivaron fue parte de la formación del cuarteto Voces de Nueva Vida, que tantas veces inspiró a muchos en iglesias y campañas evangelísticas.

Pero fue un 3 de febrero de 1976, pocos años después de su enlace matrimonial con Reme y de la grabación del disco Voces de Nueva Vida, cuando en un viaje en dirección a Barcelona para cantar en el Palau de la Música, un trágico accidente cambió su voz terrenal de alabanza a Dios por una nueva voz en las moradas celestiales. Eran las 10:30 horas de la mañana, cerca de Calatayud. Tras un choque con un camión, al parecer por derrape, el coche quedó partido en dos. Tomás pasó a nueva vida en el acto y su esposa Reme salió despedida del auto, siendo ingresada en un hospital con el tórax hundido y múltiples heridas de gravedad.

La noticia impactó profundamente en la familia bautista española. Las muestras de duelo y afecto llegaron desde muchos lugares del país. El entierro de Tomás fue en el cementerio Civil de Madrid, con una asistencia de más de 2000 personas, entre las que se encontraban muchos de sus compañeros de coro y miembros del cuarteto Tomás Luis de Victoria, Ángeles y Elvira, que, en fatal día, a otra hora y en otro medio de locomoción habían viajado a Barcelona para el concierto en el Palau de la Música Catalana. Jesús, Zazo, amigo y también cantante en el mismo cuarteto de Radiotelevisión Española, cantó una estrofa del himno 199 (HIEE), sustituyendo la palabra amado por amigo:

¡Adiós, amigo!, duerme en paz,
           en el Señor Jesús tendrás solaz;
           te amamos, sí, más Él aún te ama más.
           ¡Adiós, adiós, adiós!

Juan Ramón Gandía, voz baja en Voces de Nueva Vida, recordaba conmovido los años que pasaron juntos en la iglesia: «Tomás ha sido quien me contagió. Me hizo ver los grandes beneficios de la música». Más tarde, ya recuperada del accidente, su viuda, Reme, afirmó en confianza y paz: «El Tomás que yo conocía dejó de pertenecer al Coro de Radiotelevisión el 3 de febrero a las 10:30 de la mañana. En aquel instante ingresó en el Coro de la Gloria que se dedica eternamente a cantar alabanzas al Señor».

El servicio in memoriam tuvo lugar en la Iglesia Bautista de Usera, completamente a rebosar por la gran asistencia. El Coro de Radiotelevisión Española cantó cuatro números de música clásica y religiosa. También cantó el coro de la 1ª IEB de Madrid y varias participaciones de personas afines, además de los pastores José Cardona Gregori (1918-2007), Juan Luis Rodrigo Marín (1923–2008), José Núñez Moreno (1922–1993) y Juan Antonio Monroy Martínez (1929-). Su hermano, Carlos Garralón, tuvo unas palabras finales, agradeciendo a los presentes sus expresiones de amor: «Tengo la impresión que mi hermano, desde arriba, está observándonos y está diciendo: ‘¿Qué os pasa? ¿Por qué tenéis estas caras tan tristes? Tomás está en un lugar de felicidad eterna y nos corresponde seguir adelante en la victoria que el Señor nos da». El acto terminó con una canción de Tomás, grabada en cinta magnetofónica de una interpretación anterior en una iglesia, con el título ‘La muerte no me angustia más’.

Las palabras de Jesús Zazo, quien fue llevado a los pies de Cristo por Tomás, resumen el sentir de todos los que vivieron aquella temporal despedida: «Los que en esta vida te conocimos, Tomás, te damos las gracias por la influencia benéfica que dejaste por testimonio cristiano. Todos nosotros, que tenemos por nuestra fe la esperanza de la resurrección a una vida eterna y gloriosa, te decimos: ¡hasta pronto, Tomás, mañana nos encontraremos’».

La redactora de la noticia-reportaje en El Eco, Nela Whiten (1922-2011), expresaba: «No sabemos por qué, pero nuestro deseo es que su muerte sirva para la gloria de Dios». Pocos años después, en 1979, mediante el Departamento de Medios Audiovisuales de la UEBE, Jorge J. Pastor Mut (1949-) y Valentín Cueva Barrientos (1945-) editaron un casete-homenaje titulado ‘Eternidad’, que reproducimos íntegramente en el siguiente vídeo.

De las pocas composiciones que se cuentan en su haber, hay una que creó especialmente para la XXII Convención que se celebró en Badalona en 1974, y de la que ya hice una reseña en el capítulo ‘Inicios de los años setenta’. Incluyo el vídeo de ‘Convención’, con una interpretación contemporánea.


Bibliografía y documentación