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· Causas sociológicas de la crisis económica

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© 2008 Josep Marc Laporta

Desde hace más de un año el mundo ha entrado en una compleja crisis económica que afecta a diferentes aspectos. La Tormenta Perfecta, como ha bautizado el economista Xavier Sala Martín a la actual crisis, se ha desatado. Hay razones de peso para prescribir, sin lugar a dudas, que esta crisis es estructural, no coyuntural. Y hay razones más importantes aún para determinar que España es uno de los países que ha salido peor parado, especialmente porque a las causas globales se han sumado otras causas regionales, como la especulación inmobiliaria y la excesiva autonomía legislativa de los ayuntamientos.

Las causas sociológicas de la crisis económica en nuestro país nacen en los roles conductuales del deseo de progreso. Sociológicamente, la Tormenta Perfecta se ha desatado por tres razones, fruto innato de la industrialización, la tecnología, las comunicaciones y el crecimiento constante como resultado de lo anterior:
1- El modelo de las segundas acomodaciones (segunda vivienda, segundas vacaciones, segundos coches, etc.)
2- El modelo de querer disfrutar por adelantado aquello que con previsión y trabajo tardaría más tiempo en llegar.
3- La inconsciencia ecológica o desequilibrio natural de las sociedades opulentas.

Desde 1960, la sociedad española sufrió el síndrome del crecimiento sin límites. Después de años de penurias económicas y sociales, los ciudadanos descubrieron que el resto del mundo occidental se sumía en una bonanza económica y tecnológica muy apetecible para el desarrollo propio. Consecuentemente, la sociedad española empezó a descubrir que el éxito social y la felicidad estructural se encontraba en la posesión y acumulación de bienes y recursos.

El modelo de las segundas acomodaciones se implantó. El domicilio particular ya no era suficiente para satisfacer el ansia de comodidad familiar. Nació la segunda vivienda, la de verano o, incluso en algunos casos, la de invierno en parajes de nieve. Este segundo elemento venía a significar que el modelo de la opulencia se implantaba. Disponer de la comodidad de una segunda vivienda daba paso a la conciencia social de tener más de lo que en principio se necesitaba.

Este cambio de pensamiento social desató una nueva conciencia económica como modo de vida: el gasto endeudado. Para satisfacer las nuevas expectativas era necesario pagar a crédito. Ello provocó nuevos modelos de negocio: inmobiliarias que especulaban con el terreno y los deseos de los compradores, servicios adyacentes de todo tipo como restauración o abastecimiento, y la compra a crédito, a plazos o hipotecados.

El ciudadano se convirtió en consumidor. Esta nueva estructura social propició nuevas perspectivas económicas. El constante crecimiento, producido por esa nueva conciencia económica del consumidor, provocó un comportamiento social de ostentación y suntuosidad que se retroalimentaba constantemente. A la segunda vivienda se incorporó las segundas vacaciones, establecidas como un dispendio de placer organizado. El verano tuvo en las vacaciones de Semana Santa y, en algunos casos, Navidad, otras posibilidades de distracción.

En realidad, los mecanismos del crecimiento económico se impusieron en el ideario social. Comprar con el fin de gastar, obtener con la finalidad de desechar y consumir para volver a consumir fue la sucesión propia de una sociedad que no vislumbraba el final de sus ansias de satisfacción. Ello propició un desapego evidente con el medioambiente. La tierra y sus productos naturales fueron considerados como súbditos del consumo. La agricultura, la avicultura, la ganadería o la pesca fueron sometidas a los intereses del género humano. La estructura económica en la que había entrado la sociedad hizo sucumbir la tierra el medioambiente en la producción indiscriminada.

Añadimos a ello la extracción de materiales del subsuelo. El crudo petrolífero y minerales en diferentes estados se convirtieron en negocio. La subsistencia del nuevo modelo de sociedad necesitaba productos de intercambio constante: extraerlos para utilizarlos y deshacerse seguidamente. Un ritmo imposible de sostener perdurablemente.

La presente crisis es una crisis estructural, no coyuntural. El reajuste es obligatorio en la forma y en el fondo. La crisis financiera del ‘subprime', que empezó hace unos años cuando unos bancos espabilados hicieron préstamos hipotecarios a familias con poca capacidad de devolver dinero (subprime), ha sido la espoleta de esta crisis económica mundial. No obstante, en el orden de la psicología de las sociedades, el modelo de las segundas acomodaciones ha sido la causa inicial de este desfase económico.

Se estima que durante el 2008 la caída de los precios de los pisos en EUA puede llegar a ser de hasta un 25%. Esto puede provocar lo que se conoce como ‘efecto riqueza’: el gasto realizado por los consumidores depende de lo ricos que éstos son o creen que son. Cuando el precio de sus viviendas baja, perciben que se han empobrecido y dejan de comprar comida o ropa por lo que las empresas de comida o ropa pierden dinero, despiden a sus trabajadores… y el círculo vicioso vuelve a empezar.

Por otro lado, el precio del barril de petróleo no para de subir. En el año 1974, un aumento parecido, por si solo, causó una de las más grandes recesiones del siglo XX. Es cierto que la economía de hoy, con muchos más servicios y menos industria, es menos dependiente de los precios de la energía. Pero también es cierto que el aumento del precio del petróleo coincide con el de otras materias primas. Si, además, los dos países más poblados del mundo, China e India, están creciendo rápidamente y demandan grandes cantidades de materias primas, la demanda y consecuente crisis del crudo podría ir a más.

A todo ello, la implantación del euro en disputa con el dólar hace que la economía tambalee más fácilmente. Un euro caro hace que los productos europeos sean caros y eso impide que Europa exporte y tome el timón de la economía mundial cuando Estados Unidos entre en crisis. En estos momentos hay tres grandes grupos de personas que tienen dólares en sus carteras: los chinos, los fondos de pensiones alemanes y japoneses y los exportadores de petróleo. Si estos grupos ven que el dólar se debilita, pueden intentar quitarse sus miles de millones de dólares de encima para no sufrir pérdidas, cosa que precipitaría la caída de la moneda norteamericana, provocando un siniestro financiero sin precedentes.

Las causas sociológicas de la crisis económica actual no surgen solamente en el desfalco de las ‘subprimes’ norteamericanas, sino que es el reflejo del síndrome del crecimiento rápido y de la gestión rápida de los recursos y sus efectivos. Es, en definitiva, el resultado de un modelo de consumo, que antes ha sido un patrón de comportamiento social.

El modelo de segundas opciones para satisfacer primeras necesidades ha convertido el mundo en un mercado de sensaciones etéreas. Muchas de las conductas sociales son muy volátiles e irreales. Necesitamos comprar para tener, no para suplir necesidades. Necesitamos tener segundas opciones de vacaciones, no para disfrutar, sino para tener nuevas sensaciones. Necesitamos endeudarnos, no solamente para crecer económicamente, cuestión necesaria para un crecimiento, sino para generar expectativas psicológicas individuales y sociales.

Vivimos la década de la desecularización; una década donde han empezado a caer los mitos del crecimiento persistente, de la economía de consumo y de la gestión social ilimitada. Si a ello unimos ciertas condiciones regionales de nuestro país que no se han resuelto ni, como mínimo, afrontado convenientemente, da como resultado un espacio social tembloroso. La especulación inmobiliaria y, por ejemplo, la excesiva autonomía legislativa de los ayuntamientos han propiciado que España esté en una situación más compleja.

La especulación inmobiliaria ha inducido a la construcción en la zona de costa. Más de un 20% de la costa peninsular está ahogada por edificios, aunque es posible que en menos de 10 años se llegue al 50%, debido a las obras pendientes o en proyecto. Si a ello añadimos que España está en el número 23 de la lista mundial de corrupción inmobiliaria, nos permitirá observar que la actual realidad social es producto de una especulación sobre las necesidades básicas y las adyacentes.

Un dato a tener en cuenta en la sociología de la crisis, son los ayuntamientos. Su excesiva autonomía, legislando a su antojo la distribución de los bienes comunes, y el que los propios gobernantes sean al mismo tiempo los propietarios y empresarios en el mismo territorio, ha proporcionado ciertos mecanismos de corrupción ocultos y subterfugios, latentemente aprobados por la ciudadanía.

En esa vorágine de las segundas opciones de acomodamiento y hedonismo social, los ayuntamientos han participado observando que esa nueva necesidad social de crecimiento era tanto un goloso recurso para las arcas de la municipalidad como para los bolsillos propios o particulares. Evidentemente, sin una legislación coherente sobre las funciones de los consistorios, no habrá una salida real a esta crisis.

El binomio inmobiliarias-ayuntamientos ha permitido que la sociología de la segunda acomodación, del endeudamiento como norma y de la indigencia ecológica se multiplicara por mil. La realidad es que salir de esta crisis mundial precisa de un auténtico cambio de modelo consumista. No son suficientes distintos contenedores para recoger las sobras de nuestra opulencia, sino una nueva manera de entender el consumo social. Sin este cambio, el parche de salida de la crisis significará una nueva y más profunda crisis dentro de 10 años.
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4 comentarios:

  1. JA Marina11:53

    Pese a que no estoy de acuerdo en alguna afirmación, o en una concretamente, me parece que usted apunta al corazón real de la crisis. Es conveniente cuantificar y calificar las causas de la crisis, como ud. lo hace. Enhorabuena, profesor.

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  2. Dina03:30

    Los tres puntos del principio son claritos y diáfanos sobre las causa de la crisis que apunta. SIn entrar a valorar todo el estudio creo qe con los tres primeros puntos, todo queda de sobras muy explicado.

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  3. Sinalsi07:33

    me ha gustado este articulo, mu bien expuesto

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  4. Anónimo07:34

    Excepcional!! un diez por su trabajo

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