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· Personas, personajes y personalidades en sociedad

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Tribut Space - Barcelona,
© 2005 Josep Marc Laporta

A mediados del siglo XX, los centros urbanos pequeños aglutinaban todas relaciones sociales de cualquier ser humano. Un pueblo o ciudad pequeña, de máximo 5.000 habitantes era un ente que agrupaba todos los estratos sociales. En él vivían la representación de diferentes tipos de personas, personajes y personalidades.

En el grupo de las personas podríamos incluir al rico, al pobre, el cojo, el manco, el bueno, el odioso, el chistoso, el alto, el bajo, el alegre, el triste, el solidario, etc. En definitiva, el habitante normal, sin ningún cariz diferencial entre los mismos.

En el grupo de los personajes están los que tienen unas características especiales, que sin ser parte de las fuerzas vivas del pueblo (las personalidades), muestran unas particularidades muy individualizadas. Son los terratenientes, los potentados o los que han amasado fortuna fuera del territorio, o los que han hecho alguna fechoría deleznable como robar, asesinar, etc. También se pueden incluir aquellos que son de condiciones especiales, como el llamado ‘tonto del pueblo’, el inteligente o superdotado, los que destacan por razones peculiares y muy personales.

Las personalidades son las fuerzas vivas de la población: el alcalde, el notario, el párroco, el médico, el farmacéutico, etc.

El pueblo pequeño o mediano fue el centro de las relaciones de todos esos grupos sociales. Las personas convivían con los personajes y las personalidades de manera cotidiana. Entre ellos tenían una correspondencia diaria que incluía la conversación, el conocimiento de la mirada, de los comentarios o de las críticas. Esta situación permitía que la vecindad cubriese todas las necesidades de socialización. Todos los habitantes tenían la misma correspondencia, dada la permanente visualización e interrelación de cada uno de los grupos.

Las poblaciones mayores de 5.000 habitantes constituyeron un paso más hacia delante. El grupo social del pueblo quedó representado por los barrios. Esta absorción facilitó la supervivencia del ente poblacional, que pese a perder algunos de sus conceptos primarios, como las personalidades (alcalde o notario), siguió manteniendo las demás: el médico, el cura, el farmacéutico, etc. De alguna manera, el núcleo poblacional no se disolvió, sino que permaneció unido en una ciudad, pero en forma de barrio.

El cambio más significativo lo dio la ciudad adulta, industrializada y cosmopolita. La facilidad de los medios de transporte y el aumento de los mas media (radio, periódicos, televisión, etc), provocó que aquel núcleo del pueblo representado en el barrio, se redujera a la calle o la escalera. Los personajes ya no eran tan comunes, pues el reduccionismo de la calle o la escalera como parte minúscula del barrio, hizo perder la representación de estos: los terratenientes o los potentados, los que tienen características especiales como el disminuido físico, el llamado ‘tonto del pueblo’, el inteligente o superdotado, o los que han hecho alguna fechoría concreta, como los asesinos o delincuentes de grado sumo.

Junto a la pérdida de elementos de este grupo, también diminuyeron las personalidades. La calle o la escalera de vecindad no representaban o incluía al alcalde, el médico, el notario, el cura, etc. dejando sólo como representante, parácticamente, al farmacéutico.

La agrupación representativa del pueblo no obtuvo resonancia en el barrio y mucho menos en el último eslabón social, la calle y la escalera vecinal. Por lo tanto, el conocimiento y vivencia de los tres grupos sociales, la persona, el personaje y la personalidad, quedó sesgada de manera absoluta en la vivencia y en el conocimiento diario. Los personajes ya no estaban representados tan ampliamente, y las personalidades aún mucho menos.

Esta situación de ausencia social de personajes y personalidades, llenó los medios de comunicación sociales. La televisión dio representación a los individuos especiales, los personajes. Les dio audiencia y conocimiento social, alimentando la necesidad intrínseca de saber de ellos que tenían aquellos antiguos habitantes de los pueblos que ahora ya no tenían información de primera mano. El ‘tonto del pueblo’ o el ‘espabilado del pueblo’ se transformó en el famosillo que salía por la televisión, y el pequeño artista se convirtió en el gran artista o el actor de fama.

También las personalidades fueron aún más representadas y publicitadas. El alcalde de pueblo es ahora el presidente de la nación, el diputado, el presidente de la comunidad autónoma, el ya distante alcalde de la gran ciudad, incluyendo también a algunos artistas. Los medios de comunicación, la radio y la televisión, hacen de transmisor de las actividades y los rumores de este grupo.

En definitiva, los tres grupos sociales han quedado reducidos al de las 'personas' en el cotidiano día a día. Por lo cual, los dos grupos sociales que han huido de la vida diaria, son ahora conocidos, difamados o rumoreados por los medios de comunicación. En el siglo XXI, la sociedad obtiene otros métodos de representación de los tres grupos, de manera que la cohesión social que tiene que ver con las relaciones de todos los estratos esté, como mínimo, informada, aunque no relacionada.

Alain Touraine dijo en el siglo pasado: “La historia moderna es la historia de la decadencia de las ciudades”. Ahora también podríamos decir que la historia postmoderna es la representación de los estratos sociales por medio de distintos medios de comunicación. Es una decadencia de las relaciones sociales como se han constituido y sedimentado durante veinte siglos. El siglo XXI, con la consolidación de Internet y los sistemas de comunicación en red, hace que los tres grupos de la comunidad del pueblo se relacionen con nuevas fórmulas, diferentes a las anteriores, aunque no podríamos asegurar que de menor calidad o de decadencia.
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1 comentario:

  1. yo soy aquel19:51

    Y yo que soy? una persona, una personalidad o un personaje? O un personajillo. Que alguien me l aclare

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