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· Periodismo kamizaze

© 2011 Josep Marc Laporta

Desde que Internet invadió las redacciones de los medios de comunicación, el periodismo ha sufrido una vertiginosa transformación. La polarización que se ha producido en los medios junto al auge de la opinión en detrimento de la transparente información y la desaparición de referentes éticos, suponen una amenaza, ya no sólo para el periodismo, sino para el sistema democrático. Desde la sociología, es interesante observar cómo la estructura informativa se ha diversificado en gran manera, aumentando tanto las opciones de conocimiento, que el impacto social de cualquier noticia ha provocado en el receptor más una actitud consumista informativa que un interés por la propia noticia.
El apetito de información del modelo self service o fast food provocado por la explosión de todas las formas de comunicación social en Internet, ha puesto en bandeja un periodismo de noticias sin información. Es decir, noticias que, pese a que aporten muchos datos, en sí no informan, pues la velocidad de la noticia y del medio transmisor es tan veloz, que anula la capacidad de retener y procesar la información que en ella habita.
Al mismo tiempo, los procesos de difusión se han diversificado hasta el punto de transformar la propia crónica. Hace años, el ciudadano medio las recibía de dos o tres fuentes, dos o tres cadenas de televisión, dos o tres emisoras de radio o dos o tres periódicos. A día de hoy, las noticias inundan los espacios virtuales por medio de blogs, ediciones web de diarios, televisiones por cable o digitales, radio por las ondas o por Internet, aplicaciones para móviles, iPad’s, Facebook, Twitter, etc. Este sustancial cambio ha provocado la llamada locura de la información: un estado histérico hacia el suceso, evento o acontecimiento que no tiene una fuente exclusiva, sino múltiples orígenes y referencias, lo que equivale a decir que, en lugar de haber cien o mil razones de referencia, como presupondríamos, hay cero, pues la vasta diversidad y complejidad reducen la capacidad de atención y retención.
Para la democracia, esta evolución puede ser buena o mala. Buena, porque la información se ha democratizado; ya no hay aquel editor o periodista reputado que decidía qué es y qué no es noticia, pese que en su lugar están la empresas periodísticas. Y mala, por varias razones. En primer lugar, porque en la multiplicidad de opiniones e informaciones no siempre contrastadas es más fácil perder de vista los hechos. Ahora, la labor de periodista se circunscribe más estrechamente a la recopilación de datos sin buscar la verdad o lo que más objetivamente pudiera ser verdad, mientras que la noticia, como cuerpo de información contrastada, puede pasar desapercibida. Ante la multiplicidad de canales informativos, la noticia pierde sentido y propiedad, hasta el punto de convertirse en una moneda de cambio comercial, de patrocinios o de sponsors. Al mismo tiempo, al diversificarse tanto los conductos por el que viajan las noticias y al realizar un periodismo más expuesto a la búsqueda de la noticia que a la información contrarrestada, la opinión pública se polariza más. Hay estudios que sugieren que, si nos exponemos sólo a las opiniones y puntos de vista parecidos a los nuestros, nos polarizamos más. Al haber tantos medios de comunicación con tanta hambre de noticias, pero con poca información constructiva de la noticia, el lector o receptor busca aquellos medios que congenien más con su parecer, por lo que la polarización de la opinión se hace más evidente. 
En el periodismo actual existe la tentación de llenar el vacío de informaciones contrastadas y de objetividad periodística con comentarios instantáneos, cotilleos de famosos e historias ligeras. Es lo más parecido al periodismo deportivo: lo importante no es lo que sucede sino quien gana. La pregunta ‘¿qué ha pasado hoy?, se sustituye por ‘¿quién ha ganado hoy?: una constante formulación que el periodismo contemporáneo ha hecho suya casi como un aspecto deontológico de su profesión. Pese a que el periodismo de investigación tiene su lugar en el panorama de los mass media, es muy cierto que si el periodismo no es investigación, en realidad no es periodismo. El hecho trascendental es que este tipo de periodismo está más sujeto a los intereses políticos o sociales de la empresa que a la propia investigación. La fuerte implantación de las empresas periodísticas ha monopolizado e intervenido la noticia, otorgándole valor de verdad solo porque una empresa lo decide. Si a ello añadimos el acaparamiento de los medios de comunicación, con macro empresas que abarcan periódicos, emisoras radiofónicas y televisivas e Internet, apreciaremos cómo -especialmente en España- el consumo de la información está más mediatizado y controlado que aquel modelo de periodista de antaño que era considerado el gurú del medio.
Además de lo expuesto, hay que tener en cuenta que con la democratización de la información y con la llegada de los iPod’s, los iPad’s, el Twitter, el Facebook y otros medios de comunicación social, la información se ha ido convirtiendo cada vez más en una distracción, una diversión o una forma de entretenimiento que en una herramienta para el progreso integral y social, constriñendo la emancipación ilustrada del ciudadano ante los sucesos cotidianos.
© 2011 Josep Marc Laporta


2 comentarios:

  1. Toni Brossa01:17

    En el periodismo hay una excesiva dependencia a las empresas. Ahora no hay periodistas sino empresas periodisticas que controlan todo el pastel. . Tiene toda la razón. Estamos controlados por los ricos neogicios de la noticia intervenida.

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  2. Sinmbad14:55

    Interesante artículo, pero el titulo es duro.... ¿¿¿¿kamikaze???? ¿Directos al abismo? ¿Un ataque asesino del periodismo? No lo acabo de pillar. Tal vez se refira usted al proceso imparable de las macroestructuras empresariales que monopolizan la información y la opinión. A pesar de eso pienso que es más de lo mismo pero con más dinero, más poder, más recursos de comunicación, etc... El mismo gurú de hace años al que se refiere pero de otra calaña mucho más potente.

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