~ Capítulo 13º del libro ‘Lutero y la música. La reforma pendiente del siglo XXI’ ~
© 2017 Josep Marc
Laporta
1-
Introducción
2-
Aspectos históricos y musicológicos
3-
Difusión y traducciones
Castillo fuerte es el himno de la vida de Martín Lutero. De todos los cantos escritos de su puño y letra, en Ein feste Burg ist unser no solo asume como propio el argumento principal del Salmo 46 sino que también refleja sus luchas espirituales y humanas. Es el himno que, por una parte, le representa totalmente y, por otra, ha sido capaz de vincular a sucesivas generaciones de cristianos mediante su inspiradora y concluyente poesía.
Sobre
Ein feste Burg ist unser y las circunstancias que llevaron a Lutero a su creación en realidad
sabemos muy poco, y lo que sabemos son más hipótesis que certidumbres. Cuándo y
con qué propósito fue escrito y dónde apareció por primera vez son asuntos
bastante velados por los avatares de los siglos. Historiadores y musicólogos
de todos los tiempos han mirado y vuelto a mirar sus cartas, documentos, sus
comentarios, sermones y las Tischreden (Charlas de Sobremesa) intentando
localizar indicios sobre el origen histórico del himno. Y tras numerosas y
esmeradas investigaciones ha sido imposible encontrar datos lo suficientemente
fiables como para presentar una respuesta convincente.

Partiendo
de la base de que Martín Lutero tenía un manifiesto interés en el Salmo 46 —Ein
feste Burg ist unser Gott está inspirado en él—,
sería normal y factible que en alguna predicación o comentario bíblico hiciera
alguna referencia directa al salmo. Sin embargo, el Reformador no dijo nada al
respecto ni pareció estar interesado en su exégesis, puesto que no existe
ninguna exposición alusiva.
Este
punto de partida invita a deducir que Ein
feste Burg ist unser Gott es, en realidad, una
paráfrasis libre del Salmo 46; o, más apropiadamente, una viva y contundente
reafirmación de fe inspirada en el salmo, colmada de vivencias contextuales.
Lo cierto es que el poema no sigue de forma más o menos ordenada los versículos
del salmista –como es habitual en otras composiciones de Lutero–,
sino que recurre al contenido del primer verso para impulsar la narración.
Desde la convicción de que Dios es su refugio y fortaleza, Lutero despliega
toda una serie de argumentos bíblicos con alguna esporádica referencia al Señor
de los ejércitos en forma de pregunta retórica. Por tanto, la literalidad del
Salmo 46 se ve reducida a tres versículos (1, 7 y 11), dos de ellos repetidos por el mismo salmista (7
y 11). Dentro del análisis y observación himnológica, uno
de los aspectos que merece especial atención es que mientras el Salmo 46 no
hace ninguna referencia explícita a Satanás, el himno de Lutero sí alude
directamente al Tentador en dos de las cuatro estrofas. Esta inclusión, ajena
a la textualidad del salmo, revela una profunda convicción de que la verdadera
batalla espiritual se libra en una dimensión superior.
Sin
embargo y a pesar de no seguir ordenadamente los versículos en los que se
inspira, el desarrollo del texto mantiene una unión conceptual con el mismo
salmo y con vínculos referenciales a otros textos bíblicos. Como en muchas de
sus composiciones, Lutero acostumbraba a tejer literariamente sus poemas
apoyándose en la Biblia y en su conjunto escritural. Es por ello que Ein feste Burg ist unser Gott sugiere profusamente
diversos pasajes de las Escrituras.[1]
1. Castillo fuerte es nuestro Dios,
Salmos 46:2-6: Dios es nuestro amparo
un baluarte que nunca falla; y nuestra fortaleza, nuestra ayuda
Él nos socorre y libera en la angustia segura
en momentos de angustia.
que hoy nos alcanza. Apocalipsis
12:9-12: Y fue lanzado
fuera
Nuestro antiguo enemigo el
gran dragón, la serpiente antigua,
seriamente se afana. que
se llama Diablo y Satanás,
La astucia y el poder
el cual engaña al mundo entero.
son sus terribles armas. Génesis
3:1: La serpiente era más
astuta
En la tierra no hay nadie como él. que todos los animales del campo
que
Dios el Señor había hecho.
Efesios
6:1: Vestíos de toda la armadura
de
Dios, para que podáis estar firmes
contra
las asechanzas del diablo.
Job 41:25: Cuando él se levanta,
los
poderosos tiemblan; a causa
del
estruendo quedan confundidos.
2. Con nuestras fuerzas nada haremos, Efesios 6:10: Por lo demás,
pronto estaríamos perdidos; hermanos míos, fortaleceos en el Señor,
mas por nosotros lucha el Justo, y
en el poder de su fuerza.
el escogido por Dios mismo. Nehemías
4:14b: No temáis delante
¿Preguntáis quién es? de ellos; acordaos del Señor,
Su nombre es Jesucristo, grande y temible.
Señor de los ejércitos,
Salmos 46:4: El Señor de los ejércitos
no hay otro Dios, está con nosotros; nuestro baluarte
Él nos sostiene en pie. es el Dios de Jacob.
Salmos 24:8:
¿Quién es este Rey
de la gloria? El Señor, fuerte y
poderoso;
el Señor, poderoso en batalla.
3. Aunque el mundo esté lleno Efesios 6:12: Porque no tenemos lucha
de demonios que nos quisieran devorar, contra
sangre y carne, sino contra
no les tendremos miedo, principados, contra potestades,
pues no nos conseguirán dominar.
contra los gobernadores de las
El príncipe de este mundo, tinieblas de este mundo, contra
por más que se enfurezca, huestes
espirituales de maldad
ningún daño podrá hacernos; en las regiones celestes.
esto es porque que ya ha sido juzgado, 1ª Pedro 5:8: Sed sobrios, y velad;
una sola palabra lo ha hundido. porque vuestro adversario el diablo,
como
león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar.
Juan 18:6: Cuando les dijo: Yo soy,
retrocedieron, y cayeron a tierra.
la habrá de respetar, mal de su agrado, por
medio de la sangre del Cordero
Cristo, con el Espíritu y sus dones y por la palabra del testimonio de ellos,
combate a nuestro lado. y
no amaron sus vidas,
Que nos quiten la vida,
llegando hasta sufrir la muerte.
los bienes, la fama, los hijos y la esposa: SALMOS 46:6: Bramaron las naciones,
nada de ello es nuestra ganancia, se tambalearon los reinos;
su Reino permanece para siempre. dio Él su voz, y la tierra se derritió.
Isaías 11:2: Y reposará sobre él el Espíritu
del Señor; espíritu de sabiduría
y de inteligencia, espíritu de consejo
y de poder, espíritu de conocimiento
y de temor del Señor.
Filipenses
3:7: Sin embargo, todo
aquello
que para mí era ganancia, ahora lo
considero pérdida por causa de Cristo.
2 - ASPECTOS HISTÓRICOS Y
MUSICOLÓGICOS
Como anteriormente apunté, sobre las circunstancias que llevaron Lutero a componer Ein feste Burg ist unser
en realidad sabemos muy poco y lo que sabemos son más hipótesis que certidumbres.
En el
intento de esclarecer el contexto histórico en el que se creó, el acreditado
himnólogo inglés John D. Julian[2] enumeró tres teorías que,
junto a dos más, conforman el grueso de las probabilidades. En total son
cinco.
[TEORÍA A] La primera alude al historiador de la
Reforma Heinrich Heine,[3] quien aseguró que Castillo fuerte es nuestro Dios fue cantado por Lutero y
sus compañeros cuando entraban a Worms el 16 de abril de 1521 para asistir a la
Dieta.[4] La suposición de que se compuso alrededor de esas circunstancias se debe a un
paralelismo con la tercera estrofa,
«Aunque el mundo esté lleno
de demonios que nos quisieran devorar,
no les tendremos miedo,
pues no nos conseguirán dominar»,
relacionándola con una famosa frase imputada a Lutero en vísperas
de la Dieta de Worms: «Entraré en la ciudad, aunque hayan tantos demonios como tejas en
sus tejados».[5]
[TEORÍA B] La segunda la postuló el historiador
de la iglesia alemana K. F. T. Schneider,[6] sugiriendo que el himno
fue un tributo que Lutero hizo a su amigo Leonhard Kaiser,[7] ejecutado en la hoguera el
16 de agosto de 1527 por no renunciar a sus ideas y fe. El Reformador se había
carteado con Kaiser en los momentos en que éste fue acusado de herejía y
encarcelado por las autoridades. Muy afectado por los acontecimientos, Lutero,
además de interceder por él a la nobleza, le escribió una carta de consuelo indicandole
que, tanto si lo liberaban como si no, tendría que «reconocer la voluntad de Dios en
su vida, lo que le llevaría a amarle y alabarle con un corazón agradecido». Los sucesos se
precipitaron y Kaiser fue quemado vivo en la hoguera. En sus últimos instantes
de vida, Leonhard cantó, junto a los fieles que se habían congregado, Komm Heiliger Geist, un himno que en 1524
Martín Lutero había escrito la segunda y tercera estrofa. El suceso de la
ejecución de su amigo conmovió profundamente a Lutero, por lo que el cronista
K. F. T. Schneider especula que compuso Ein
feste Burg ist unser Gott en su homenaje y recuerdo.
[TEORÍA C] La tercera es del historiador de la
Reforma Jean-Henri Merle d'Aubigné,[8] quien sostuvo que el himno
de Lutero fue cantado por los príncipes luteranos cuando entraban en Augsburg
antes de la Dieta de 1530, donde se presentaron las confesiones de Augsburg. En
defensa de su propuesta, Merle d'Aubigné dijo que el himno se cantaba
habitualmente en muchas iglesias alemanas, cuestión que no prueba ni confirma
cuándo ni en qué circunstancias fue creado.
[TEORÍA D] La cuarta asegura que fue compuesto en
relación a la Dieta de Espira de 1529, donde los príncipes luteranos alemanes
presentaron una protesta contra el edicto de Worms que había promulgado el
emperador Carlos V, que significaba la revocación
de sus libertades y que por ello recibieron el nombre de Protestantes. Esta
tentativa apunta a que se compuso especialmente pensando en el acontecimiento,
sin aclarar la relación del himno con los príncipes ni en qué momento se creó.
Al igual que la teoría C, es probable que esta tesis solamente apunte a que Ein feste Burg ist unser fue entonado por los príncipes por el simple
hecho de que ya era popular entre los cristianos reformados, sin aportar datos
concretos sobre su composición.
[TEORÍA E] Una de las conjeturas que ha hecho más
mella en la historiografía popular, apunta a que
Martín Lutero compuso Ein feste Burg ist unser Gott durante su cautiverio en el castillo de Wartburg, cerca de Einsenach.
Entre mayo de 1521 y marzo de 1522 vivió en la fortaleza, después de ser
prácticamente raptado para su propia seguridad a petición de Federico el Sabio,
tras ser excomulgado por el papa León X por su rechazo a retractarse en la Dieta
de Worms. Fue durante este período cuando
Lutero, bajo el seudónimo Junker Jörg (el
caballero Jorge), tradujo el Nuevo Testamento al
alemán,[9]
realizó algunos comentarios de los salmos y redactó sermones y otros escritos.
La concatenación léxica entre Castillo fuerte y Castillo de Wartburg y su reclusión durante un año, sugiere la idea de que la fortaleza era la viva representación de la
súplica de su alma, buscando seguridad y protección divina, por lo que podría
ser que aquél fuera el escenario y las circunstancias de composición.
Pero
de todas las hipótesis expuestas no hay ninguna que por sus reseñas o
referencias a documentos históricos pueda postularse como válida y definitiva.
Estas y otras muchas teorías han transitado libremente durante años y siglos a
merced de la benevolente aceptación popular. Y pese a que sus valedores han
pretendido que la suya fuere la verdadera, la realidad es que no existe
suficiente constatación historiográfica como para defender ninguna de ellas.[10]
En el intento de
conocer las circunstancias de composición de Ein
feste Burg ist unser Gott, los datos sobre las
primeras ediciones impresas aportan una imprescindible guía documental, aunque
para los expertos no ha sido nada fácil identificar el primer ejemplar donde
apareció. Algunos historiadores afirman que fue en el himnario
de Hans Weiss, en 1528; pero en la actualidad no existe ninguna copia ni hay
indicios de que durante dos siglos haya existido ningún ejemplar. Con el título Der XXXXVI. Psalm. Deus noster refugium et virtus, en el
himnario de Andreas Rauscher de 1531 se cita como la fuente existente más
temprana, pero tampoco se ha podido encontrar ninguna copia. Algunos estudios consideran probable
que Ein feste Burg ist unser Gott apareciese en un
himnario perdido de Joseph Klug de 1529, del cual tampoco hay ninguna copia;
aunque posteriormente, en 1533, sí que figuró en una reedición del mismo Klugsches Gesangbuch, que ha llegado hasta
nuestros días.
Como es evidente, encontrar la edición más
antigua en la que Ein feste Burg ist unser Gott apareciera ha sido y
sigue siendo una tarea compleja. No obstante y a pesar de las diversas
ediciones primitivas perdidas, se ha podido constatar que la copia existente más antigua de texto y melodía está en
el Kirchengesänge, una edición de 1531 de Jobst
Gutknecht,[11] en Nürnberg. Cabe
destacar que Gutknecht fue el impresor del primer himnario de la Reforma, el Achtliederbuch, un pequeño
ejemplar con tan solo ocho cantos, por lo que la coincidencia es significativa.
Posteriormente, en
1533, el himno de Lutero se reeditaría en el Klugsches Gesangbuch tras, supuestamente,
haberse publicado en 1529.
Estas evidencias documentales ayudan a la
investigación. Las distintas fechas expuestas aportan un interesante marco de
probabilidades que socorren al musicólogo. Desde el desaparecido himnario de
Hans Weiss, en 1528, hasta el Gesangbuch de Joseph Klug, en 1533, transcurren
cinco años sobre los que se pueden descartar teorías o apuntar algunas
certezas. Una de éstas es la gran unanimidad en la comunidad musicológica
sobre los años de composición de Ein
feste Burg ist unser Gott: entre 1527 y 1530. Por lo general, los himnos de
Lutero fueron impresos con bastante prontitud después de ser escritos. En
algunos casos solo pasaron unos meses y en otros no llegó a un año. Esta
prescripción histórica nos permite situar la fecha de composición en alguno de
esos tres años por tres razones: porque las ediciones de himnarios fueron
continuas y abundantes desde 1524, porque en las primeras publicaciones de 1524 a 1526 no aparece y
porque entre las que surgieron en el trienio de 1527 a 1530 se cuentan
varios originales extraviados.
Como es de suponer, estas conclusiones descartan
algunas conjeturas. De entrada, las teorías A y E podrían ser rechazadas. Los
hechos que se narran en estas dos hipótesis acontecen entre 1521 y 1522, por lo
que si la primera aparición publicada del himno es del año 1528 (edición perdida) o del 1531 (himnario de Andreas Rauscher), el decalaje de tiempo es
bastante significativo como para dar conformidad a dichas tesis; más aún si
tenemos en cuenta que dos años más tarde de aquellos sucesos, en 1524,
aparecieron tres himnarios reformados y Ein
feste Burg ist unser Gott no se imprimió en
ninguno de ellos, por lo que no parece que exista ninguna relación directa
entre la fecha de edición del himno y los sucesos de la Dieta de Worms [A] o del Castillo de Wartburg [E].
Sin
embargo, una indicación que podría dar cierta credibilidad a las tesis A y E
es una oración registrada de Lutero un día antes de la Dieta de Worms.[12]
En un momento crucial de su vida, teniendo que enfrentarse en pocas horas al
tribunal, con su vida en juego y todo su futuro dependiendo de lo que diría y
sucedería, el Reformador clamó a Dios pidiendo ayuda. En la oración se atisban
algunos de los conceptos del himno:
«¡Qué débil y temerosa es la carne, y qué
poderoso y activo el diablo con sus apóstoles y sabios del mundo! […] Ayúdame
tú, ¡oh, Dios mío!, fiel y eterno. Yo no tengo confianza en ningún hombre. Todo
sería en vano, nada me aprovecharía. ¡Todo lo que es carne y confía en carne,
es falible y perecedero! […] Porque el mundo nunca podrá constreñir mi
conciencia, aunque estuviera lleno de diablos. Y no temo, aunque mi cuerpo, que
es obra y criatura de tus manos, fuese en esta empresa destruido o despedazado;
porque tu palabra y tu espíritu me quedarán; los enemigos pueden atacar sólo el
cuerpo; el alma es tuya, a Ti pertenece y permanece también contigo por toda la
eternidad. Amén. Dios mío, ayúdame. Amén».[13]
Soy de la opinión de
que Castillo fuerte es nuestro Dios no se fraguó en la mente y en el corazón de Lutero
improvisadamente o de repente. Fue fruto de un largo y experimentado caminar en
la fe, con sus luchas, incertidumbres y convicciones espirituales y vivenciales.
Es por ello que la oración aludida, aunque parece describir algunos versos del
himno, es más la expresión del proceso espiritual en que se encontraba que la
consolidación de un posible texto hímnico.
Otro
de los detalles a tener en cuenta es que la excelente construcción de Ein feste Burg ist unser Gott no parece ser el resultado de un primer intento creativo; más bien es
fruto de una capacidad artística más entrenada y trabajada. Las primeras
composiciones de Lutero son de 1523 y 1524, la mayoría de ellas muy sujetas a
narrativas textuales, por lo que, musicológicamente, la madurez estilística de
Castillo fuerte es nuestro Dios no coincidiría con esa primera etapa. Aún más abona esta tesis si nos
atenemos a un importante detalle. El himno que Lutero compuso en 1539, Vom Himmel hoch, da komm ich her,
reproduce
de manera prácticamente calcada la última línea melódica y armónica de Ein feste Burg ist unser Gott. Esta extraordinaria
similitud sitúa las dos composiciones muy cercanas en el tiempo. Pero si,
además, observamos que las dos tienen parecido aire musical, todo ello
indicaría que ambas pertenecen a una segunda etapa creativa del
Reformador.
La teoría B que postuló el historiador K. F. T.
Schneider, sugiriendo que el himno fue un tributo que Lutero hizo a su amigo
Leonhard Kaiser, ejecutado en la hoguera en 1527 por no renunciar a sus ideas y
fe, es otra hipótesis que no tiene más soporte histórico que la probabilidad.
La correlación de ideas y escenarios parece excelente para sustentar la tesis,
pero no disponemos de ninguna prueba o evidencia documental que lo certifique.
No obstante, sí que por la fecha podría entrar dentro del trienio probable de
composición, aludido anteriormente.
De las teorías C y D, prácticamente sucesivas en
el tiempo, tampoco tenemos testimonios directos que acrediten su veracidad,
aunque disponemos de algunas referencias de la época que indican que Ein feste Burg ist unser Gott ya era conocido en las
iglesias reformadas. El historiador Merle d'Aubigné
también apuntó a ello: «se cantaba durante la Dieta, no sólo en
Augsburg, sino en todas las iglesias de Sajonia». Que el himno
se cantara en las iglesias de Sajonia y, especialmente, en Augsburg, daría a
entender que un tiempo antes a la Dieta de Augsburg (1530) podría ser
su fecha de composición, propagándose con rapidez y teniendo una masiva
aceptación.
En resumen, el conjunto
de los datos expuestos nos da una idea aún más ajustada respecto a las
circunstancias que llevaron a Lutero a escribir Castillo fuerte es nuestro Dios. Probablemente, la fecha de
composición oscile entre 1526 y 1529. En el transcurso de esos años diversos
sucesos pusieron a prueba su fe, convicción y resistencia física y emocional.[14] Son
tiempos en que la peste hizo grandes estragos en Wittenberg, con muchas
muertes, incluso entre sus propios familiares, incluyendo el fallecimiento de
su pequeña Elisabeth. Asimismo, Lutero sufrió una grave enfermedad de la que
poco a poco se recuperó en 1528. Es una etapa donde su pensamiento teológico
fue atacado e impugnado desde distintos flancos. Son años en que Alemania
temblaba bajo la sombra de la amenaza turca. Y también ocurrió la ejecución en
la hoguera de su amigo Leonhard
Kaiser por causa de su fe. Todo ello desembocaría en dos
eventos de suma confrontación religiosa: la Dieta de Espira de 1529 y la
de Augsburg de 1530. Es por estas argumentadas razones que sostengo que Ein feste Burg ist unser Gott fue
el resultado de una larga y dilatada gestación de fe, confianza y dependencia
de Dios en primera persona, que desembocaría poética y musicalmente en algún
momento entre 1526 y 1529.
Un importante aspecto a
considerar es su condición estilística. No se debería obviar que en el
contexto musical de la época, la composición de Lutero conjugaba un formato
bastante atractivo. Por una parte reunía la mejor tradición AAB de los Minnesänger, y por otra
tenía un sostenido aire marcial y un sincopado movimiento que con los siglos
se iría asentando. Curiosamente, la versión que hoy cantamos es mucho más
‘cuadrificada’ que la original. Esta transformación ha llegado hasta nosotros
gracias a la simplificación estilística que a finales del siglo XVIII y durante el
XIX se le dio
para facilitar la interpretación congregacional, más lenta y con notas más
igualadas. A modo de ejemplo, incluso en la cantata Ein
Feste Burg Ist Unser Gott (BWV 80) de Johann Sebastian Bach se puede observar un aire bastante más
sincopado respecto a la asentada versión que hoy disponemos. Es muy probable
que la interpretación en las iglesias reformadas del siglo XVI fuera algo
más viva que en la actualidad, y no cabe duda de que el sincopado dibujo
melódico original —o
desplazamiento de acentos normales— proponía movilidad y acción, condición que en la actualidad ha
quedado más matizada. No obstante y a pesar de estos detalles, cabe recordar que para el propio
Lutero el himno era más un canto de consuelo (Trostlied) que de desafío (Trutzlied). El titulo que aparece en
un folleto suelto con solo el texto —sin
ninguna notación melódica—
en una fecha posterior a 1529, así lo acredita: «Un himno de consuelo». Por lo tanto, no hay
duda de que Lutero y sus compañeros lo consideraban un canto de consolación
espiritual, pese a que sus contemporáneos muy rápidamente lo adoptaron como un
himno de protesta y reivindicación religiosa y/o política.
Lutero adoptó una práctica muy común
de construir melodías originales a partir de fórmulas melódicas o tipos de
melodías. Tanto en Ein
feste Burg ist unser Gott como en Vom Himmel kam der Engel Schar —dos de sus corales más famosos—, se aprecia un descenso controlado a través de la octava,
desde el tónico superior al tónico inferior. Ambas empiezan arriba, con una
fuerza que poco a poco va descendiendo, en una insinuación explorativa más de
consuelo que de vitalidad. Este tipo de diseño melódico se da en otras
posteriores composiciones reformadas de la época, como en Salve, ich grus dich schone de Hans
Sachs o en All Morgen ist ganz frisch und neu de Johann
Wlater. El esquema pertenece a un arquetipo europeo que se remonta a las
canciones de los trovadores y al Minnesänger, por lo que claramente
refuerza la idea de que Lutero innovó la música eclesial mediante
incorporaciones estilísticas,[15] obviando
en parte la gran tradición gregoriana. Su apuesta musical con Ein feste Burg ist unser Gott fue reflejar
seguridad y fortaleza desde un robusto inicio en la octava alta, para delinear
gradualmente un recorrido decreciente que conduciría a expresar confianza y consuelo,
sin abandonar la convicción inicial. Es por ello que este modelo isométrico
confirma aún más la idea de que Lutero compuso el himno en las fechas que
anteriormente indiqué: en un tiempo en que diversas pruebas y dificultades de
todo tipo habían fortalecido en gran manera su fe y confianza en Dios, por lo
que el dibujo musical es muy elocuente de su realidad social y espiritual: una expresión de consuelo.
3 - DIFUSIÓN Y TRADUCCIONES
Rápidamente Ein feste Burg ist unser Gott alcanzó una
gran popularidad. Crónicas de la época afirman que era muy conocido entre las
iglesias de la Reforma y cantado en todo tipo de celebraciones, tanto
religiosas como sociales. Insertado como un canto más dentro del calendario
eclesial reformado, Lutero asignó el himno al tiempo de ayuno previo a la
Pascua, pero pronto fue adoptado e interpretado por el pueblo como una canción
de protesta y reafirmación.[16] Una
leyenda cuenta que en 1532, una congregación en la ciudad de Schweinfurt cantó Castillo fuerte es nuestro Dios a un
sacerdote aún no converso a los postulados de la Reforma, como una forma de
reproche y reivindicación. Se cuenta que los jóvenes cantaban el himno por las
calles de Schweinfurt, y consecuentemente pronto se introdujo la Reforma en la
ciudad. El canto era una de las armas más activas para propagar la fe reformada.
Ya en 1526, los aprendices de zapatero fueron denunciados al sacerdote de la
ciudad porque cantaban cantos protestantes entre ellos. En la ciudad episcopal
de Hildesheim se prohibió cantar en las calles debido a la pasión por los
cantos de Lutero y las algaradas que ocasionaba.
Muy pronto Ein feste Burg ist unser Gott traspasaría los muros de
los templos y hogares, convirtiéndose en el himno del pueblo y,
consecuentemente, en un canto nacional interpretado en distintos actos
nacionalistas.[17]
De esta manera la Reforma Protestante fue considerada por la ciudadanía como
un evento no solo espiritual y religioso sino nacional, de afirmación
patriótica ante la opresión católico-romana y, también, ante la amenaza turca.
Más tarde, en el siglo XIX, el himno se convirtió en una indiscutible
enseña del protestantismo. En un artículo de 1834, el diplomático y escritor Henry Blaze afirmó: «Ese himno, la Marsellesa de la
Reforma, ha conservado hasta nuestros días su poderoso hechizo sobre los
corazones alemanes».
Y en 1878, el himnólogo Albert Friedrich Wilhelm Fischer[18] argumentó que era «el canto de triunfo de la
iglesia protestante».
La gran pujanza espiritual y sociológica de Castillo fuerte es nuestro Dios llevó al jesuita
católico Joseph Mohr[19] —autor del popular
villancico Noche de Paz—
a escribir en 1875 Ein Haus voll Glorie schauet, una especie de
contracanción, con similares metáforas de castillo y fortaleza divina ante un
mundo hostil.[20]
Y un siglo más tarde, el 28 de marzo de 1969, el himno había alcanzado tal
notoriedad que fue entonado en la Catedral Nacional en el funeral del
Presidente de Estados Unidos, Dwight David Eisenhower.[21]
Las traducciones de Ein feste Burg ist unser Gott a las distintas lenguas
del planeta han sido muchas y muy variadas. El himnólogo bautista Harry Eskew[22] sostuvo que antes de 1900
se habían hecho más de ochenta traducciones a cincuenta y tres idiomas. El
doctor en música sacra Rovin Leaver[23] estimó que hacia finales
del siglo XX se cantaba en más de
doscientas lenguas y se habían hecho cerca de cien traducciones al inglés.[24] Por su parte, en 1963 Cecilio
McConnell aseguró que Castillo
fuerte es nuestro Dios estaba traducido a «ciento setenta y una lenguas diferentes».[25]
En 1536 y a tan solo unos siete años
de su composición, el himno ya había sido traducido al idioma sueco,
probablemente por Olaus Petri.[26] Unos
decenios más tarde su fama alcanzó nuevas cotas. La tradición dice que el rey Gustavo II Adolfo[27] de Suecia lo hizo
interpretar cuando sus ejércitos marchaban a la Guerra de los Treinta Años, en
el conflicto europeo de la Reforma y Contrareforma. Su gran divulgación fue
aún más allá en lo político: en el siglo XIX fue adoptado como un
himno del movimiento socialista sueco.
La primera traducción al inglés la realizó Myles
Coverdale,[28]
con el título Oure
God is a defence and towre.[29] Data de 1539,
aproximadamente unos diez años después de su composición, apareciendo en Goostly Psalmes y Spirituall Songes. Una adaptación más usada
fue la de John Christian Jacobi,[30] God is our Refuge in Distress,
Our strong Defence,
publicada en 1722 en la Psalmodia Germanica. No obstante, una versión inglesa menos literal
aunque más popular entre las denominaciones protestantes no luteranas fue A mighty fortress is our God,[31] realizada en 1853 por
Frederick Henry Hedge.[32] Otra traducción inglesa
muy conocida fue la de Thomas Carlyle,[33] que empieza con la frase A safe stronghold our God is
still.
Sin
embargo, en 1868, en el Pennsylvania Lutheran Church Book se combinaron las traducciones de Thomas
Carlyle y una de Williams M. Reynolds[34] con la primera línea de
la famosa traducción de 1852 de Frederick H. Hedge. El resultado fue un texto
que prácticamente palabra por palabra reflejaba el original alemán de Lutero,
conservando el primigenio esquema de acentuaciones y rimas. Otras adaptaciones
posteriores han ido ganado adeptos, como la más reciente de 1978, publicada en
el Lutheran Book
of Worship.
Las dos principales traducciones al francés,
aparentemente fueron consecutivas en el tiempo, realizadas en 1845 por Henri Lutteroth,[35] una; y
la otra proveniente de la recopilación anónima del Recueil de
Montbéliard en 1847. Mientras que la traducción de Lutteroth, C'est un rempart que
notre Dieu,[36] es muy
parecida al original, especialmente en la textualidad, la del Recueil de Montbéliard
parece captar mejor la intención de Lutero aunque sin tanta
similitud léxica. Esta última no se encuentra recogida en Cantiques Spirituels de
Strasbourg de 1758, por lo que se supone que la traducción no es anterior a la
fecha indicada de la recopilación. Tras la fusión en 1938 de los himnarios
luteranos y reformados de Francia bajo los auspicios de la Federación
protestante con Louange et Prière, ambas versiones se incluyeron y
aparecieron sucesivamente (#228 y #229).
En italiano, la traducción más
popular es Forte Rocca è il nostro Dio,[37] de Giovanni
Battista Niccolini,[38] un
célebre dramaturgo del siglo XIX. Esta versión de 1858 se ajusta con gran corrección al original
alemán, manteniendo un buen discurso narrativo que la ha hecho merecedora de
ser publicada prácticamente en todas las recopilaciones del país. En algunos himnarios italianos más antiguos,
como Il
nuovo innario evangelico de 1907 o Nuovi Inni e Salmi Spirituali de 1910, no
constan las autorías de las traducciones ni tampoco del himno de Lutero. Y en
otros ejemplares más tardíos del siglo XX, como Inni e cantici cristiani de 1972, tampoco aparecen. Esta
ausencia ha dificultado el estudio musicológico, pudiendo provocar equívocos
indeseados. En cuanto al texto, pese a que la traducción de Niccolini ha sido
la más aceptada, otras adaptaciones o correcciones han aparecido en los
últimos años. Una de las más usadas es Forte Rocca è il nostro Dio, de la
filóloga Anna Belli.[39]
En portugués, el himno de Lutero fue
traducido en 1886 por el gramático J. Eduardo von Hafe,[40] desde
la versión castellana que Juan Bautista Cabrera había realizado en 1871. Sin
embargo, Castelo forte é nosso Deus[41] no apareció
en el primer himnario brasileño de lengua portuguesa, Salmos e Hinos de 1861,[42] ni
tampoco en el Hinário Cânticos Sagrados publicado en 1867. No fue hasta
1891, en la edición bautista Cantor Cristão[43] —una
recopilación de 16 himnos—, cuando apareció por primera vez, aunque no fue hasta 1924 que se
incluyeron las partituras, en una reedición. Pese a que la primitiva versión de
J. Eduardo von Hafe ha sido la más popular y aceptada, a lo largo de los años Castelo forte é nosso
Deus ha sufrido múltiples traducciones y adaptaciones debido a la gran
vitalidad musical portuguesa y, en especial, brasileña, y a las numerosas
denominaciones evangélicas del país.
En las iglesias de
habla castellana, Castillo fuerte es nuestro Dios[44]
se encuentra en prácticamente todos los himnarios protestantes
posteriores a 1878. La traducción más común en castellano es de Juan Bautista
Cabrera.[45] El que fuera el primer
obispo de la Iglesia Española Reformada Episcopal, la editó en 1871 en el Himnario para uso de
las Iglesias Evangélicas, coleccionado y en parte compuesto por Juan B.
Cabrera.[46] Pero
Federico Fliedner,[47] al
presentar el texto del himno en su biografía de Lutero de 1878 —Martín Lutero.
Biografía auténtica—, escribió: «La traducción del alemán se ha hecho todo lo exactamente
posible». La duda surge si realmente la traducción es de Juan Bautista
Cabrera o también intervino Federico Fliedner.
La primera versión de Cabrera de 1871
tiene algunas diferencias respecto a la posterior de Fliedner de 1878, y
también de la que aparecerá en otro Himnario para uso de la Iglesia Española
Reformada, coleccionado por el Rev. Juan B. Cabrera[48] de 1887,
coincidente con la versión de Fliedner. No obstante, más tarde, en sus Poesías religiosas y
morales[49] de 1907,
Cabrera incluyó el himno con la misma versión de 1887, con una nota a pie de
página bastante aclaratoria: «Traducción del alemán ‘Ein' feste Burg ist
unser Gott’, de Martín Lutero. No poseyendo el alemán me he servido de una
versión inglesa».
En principio, parece difícil
determinar de quien fue la traducción más popular y matriz en lengua
castellana del himno de Lutero; pero la resolución es clara. En primer lugar,
es seguro que Cabrera es el primero que presenta el canto en versión hímnica en
1871. En segundo lugar, está comprobado que la traducción del alemán de 1878
que incluye Fliedner en su libro es la misma que la de Cabrera en 1887 y 1907.
Como conclusión, todo parece indicar que tanto Cabrera como Fliedner no dicen
toda la verdad, esconden alguna información o hubo alguna pequeña discordia
entre ambos por la calidad o idoneidad de la traducción, especialmente si nos
atenemos a la posterior aclaración de 1907 de Cabrera que suena a enmienda o
justificación: «No poseyendo el alemán me he servido de una versión inglesa».
En el intento de resolución de la
incógnita, podemos certificar que Cabrera no sabía alemán, mientras que
Fliedner era nativo en este idioma y seguramente no dominaría el castellano con
suficiente desenvoltura, pese a su gran inmersión en la cultura y lengua española. Todo ello conduce a la probabilidad de que la primera
versión de Cabrera (1871) fuera
cotejada y supuestamente mejorada por Fliedner (1878), y que las posteriores ediciones (1887 y 1907) dieran como
resultado la que hasta hoy ha sido la más popular.
Es relevante señalar que muy pronto la
traducción de Cabrera llegó al continente americano, apareciendo por primera
vez en México, en 1881, en el Himnario de la Iglesia Metodista Episcopal.[50] Años más
tarde, en 1893, también se incluyó en el Himnario Evangélico para el uso de todas las
iglesias, una edición neoyorquina de la American Tract Society. Y ya en
1907 se publicó en Philadelphia, en el Himnario Provisional con los cánticos según
el uso de la Iglesia Episcopal Americana para congregaciones españolas.
A pesar de contar con más de un siglo
de vida, el texto hímnico de Juan Bautista Cabrera prácticamente ha permanecido
inalterable. Con todo, pequeñas variaciones se fueron produciendo en algunos
himnarios sudamericanos en el intento de mejorar algunas expresiones, pero
todas sustentadas en la versión del traductor español. Sin embargo, la
adaptación a los nuevos tiempos ha obligado a hacer una importante revisión de
carácter ética y de género. Uno de los ejemplos se encuentra en el himnario Adoración XXI,[51] en las
últimas frases de la cuarta estrofa. Mientras que la traducción original dice: «Que lleven con furor
/ los bienes, vida, honor, / los hijos, la mujer…, / todo ha de perecer…, / de
Dios el Reino queda», la nueva versión corrige la unívoca mirada
masculina del siglo XVI, para afirmar: «Que lleven con furor / los bienes, vida,
honor, / riquezas y poder, / todo ha de perecer: / de Dios el Reino queda».
La traducción al
catalán de Ein
feste Burg ist unser Gott —Déu és l’auxili, un ferm castell—[52] fue obra de
Àngel Cortés Dejuan en 1966.[53] Pese a
ser un buen conocedor del alemán, Cortés hizo una adaptación libre del himno
bajo la inspiración original, con solo tres estrofas, incorporándolo en la
primera edición del himnario en catalán Cants de Glòria, en 1968. Otras
versiones al gallego y vasco se realizaron en 1997 con motivo del VI Congreso
Evangélico Español, incluidas en una recopilación de himnos y alabanzas expresamente
editada para la ocasión. La versión gallega —Castelo forte é o noso Deus—[54] la
realizaron Xoan Carlos Caride[55] y Jaime
Fernández Garrido.[56] La de
euskera —Gotorleku bat da gure Jauna—[57] fue obra de
Manuel Roncero.[58]
A lo largo de la
historia, el himno de Lutero dio pie a múltiples arreglos y adaptaciones.
Entre muchas, algunas de las más conocidas pertenecen a la época barroca, al
clasicismo y al romanticismo. En 1729 o 1730, Johann Sebastian Bach escribió la
cantata de la Reforma Ein Feste Burg en el
bicentenario de la Confesión de Augsburg. En 1746, Georg Friedrich Händel[59]
creó An occasional oratorio (HWV 62) con el aria To God, our strength. En 1825, Ludwig van Beethoven[60] compuso
un canon con el mismo nombre. En 1830, Felix Mendelssohn[61]
escribió la Sinfonía nº 5 en Re Mayor, Op. 107, conocida como la Sinfonía de la
Reforma, desarrollada en torno al famoso himno y creada en
conmemoración del tricentenario de la Confesión de Augsburg. En 1836 vio la
luz la gran ópera Los hugonotes, de Giacomo Meyerbeer,[62]
introduciendo el coral de Lutero como tema central de la obra. Esta ópera
cuenta los eventos que culminaron en la histórica y terrible Noche de San Bartolomé, en 1575,
cuando miles de hugonotes fueron cruelmente asesinados por católicos en un
intento de limpiar Francia de la influencia protestante. En 1871, Richard
Wagner[63] compuso
su patriótica obra con fragmentos de Ein Feste Burg. Y en 1938,
Richard Strauss[64] estrenó Friedenstag, Op. 81; una
obra, Día
de paz, que expresa sentimientos antibélicos.
Ya en el siglo XXI cabe
destacar la obra Pop-Oratorium Luther, escrita por Dieter Falk[65] y
Michael Kunze,[66] estrenada el 31 de octubre
de 2015 en Dortmund, con orquesta sinfónica, banda, solistas y un coro de
3.000 cantantes. El evento formó parte del 500 aniversario de la Reforma en
2017, organizado en cooperación con la Iglesia Evangélica alemana y otros
proyectos asociados, con cantantes de corales de iglesia, coros pop y gospel,
grupos vocales escolares y juveniles y otros cantantes sin afiliación coral,
alcanzando en total los 20.000 participantes. El concierto final de la gran
gira se celebró en Berlín, con una masa coral de más de 4.300 cantantes.
Tras millones de
interpretaciones y numerosas traducciones, versiones o adaptaciones por todo el
planeta, Ein
feste Burg ist unser Gott se ha convertido en una comunitaria expresión de
fe del protestantismo. La personalizada reflexión del Salmo 46 de Lutero ha
venido a ser un atemporal canto del cristianismo. En su texto se reúnen muchas
de las esencias de la teología reformada, traspasando los umbrales de cualquier
tiempo, uso y costumbre. En realidad, Castillo fuerte es el padre
de los himnos. Con él se recuperó la tradición neotestamentaria del canto
congregacional que había quedado arrinconada por la especialización musical
del sacerdocio católico-romano. Y, también, se estableció un modelo
himnológico que seguirían todos los compositores cristianos posteriores. Fue la
semilla que nutrió de contenido la historia de la himnología, alcanzando
incluso hasta las últimas y modernas alabanzas de las iglesias contemporáneas.
[2]
John Julian (1839–1913) fue un himnólogo y clérigo de la Iglesia Anglicana de
Inglaterra, y editor del A Dictionary of Hymnology, que aún hoy sigue
siendo una referencia para los estudiosos de los himnos y la himnología
protestante. También escribió Concerning Hymns (1874), History
of the Use of Hymns in Public Worship, y Carols, Ancient and Modern
(1900).
[4]
La Dieta de Worms o dieta de Ausburg –Wormser Reichstag– fue una
asamblea de los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico llevada a cabo en
Worms (Alemania) del 28 de enero al 25 de mayo de 1521. El aspecto
históricamente más relevante de la Dieta fue la comparecencia de Martín Lutero,
quien fue convocado para que se retractara de sus 95 tesis. Del 16 al 18 de
abril, Lutero habló delante de la asamblea, pero en vez de abjurar, defendió
con energía su actitud y convicciones espirituales.
[5]
La tajante argumentación y defensa de Lutero en la Dieta de Worms fue: «A
menos que no esté convencido mediante el testimonio de las Escrituras o por
razones evidentes —ya que no confío en el Papa ni en su Concilio, debido a que
ellos han errado continuamente y se han contradicho— me mantengo firme en las
Escrituras a las que he adoptado como mi guía. Mi conciencia es prisionera de
la Palabra de Dios, y no puedo ni quiero revocar nada reconociendo que no es
seguro o correcto actuar contra la conciencia. Que Dios me ayude. Amén».
[6]
Karl Friedrich Theodor Schneider (1821–1895) fue un teólogo,
escritor e historiador de la iglesia alemana de finales del siglo XIX, prolífico en documentos
sobre Lutero. Entre sus trabajos se cuenta el Deutsche Zeitscrift für
christliche Winssenschaft und christliches leben (1850-1861), del que fue
editor, y las ediciones Die Tischgebete in Luter's Katechismus (1880) y Der
Brief Pauli an Die Philipper, in Berichtigter Lutherscher Uebers (1849).
[7]
Leonhard Kaiser (1480–1527) fue un teólogo y reformador alemán que fue
ejecutado en la hoguera en Schärding, tras haber sido acusado de hereje por no
renunciar a su fe. El 16 de agosto de 1527 fue llevado a la hoguera. En el
camino consoló a su sirviente, despidiéndose: «esto es lo que hace la
carne». Cuando lo ataron junto a la leña y prendieron fuego, pidió a la
gente que le rodeaba que se uniera al canto Komm Heiliger Geist, un
himno que en 1524 Martín Lutero había escrito la segunda y tercera estrofa. Las
últimas palabras antes de morir fueron: «Jesús, soy tuyo, bendíceme».
[8]
Jean-Henri Merle d'Aubigné (1794–1872) fue un ministro protestante e
historiador de la Reforma nacido en Suiza e hijo refugiados protestantes
franceses. Después de un tiempo como pastor en Hamburg y Bruxelles, a su
regreso a Suiza fue invitado a ejercer de profesor de Historia de la Iglesia en
el seminario de Merle d'Aubigné, además de proseguir su ministerio en diferentes
campos, también promoviendo la Alianza Evangélica.
[9]
En tan sólo once semanas, Lutero tradujo el Nuevo Testamento del griego al
alemán. La obra, revisada posteriormente por Melanchthon y otros especialistas,
fue impresa y publicada en 1522. En los años siguientes se publicaron partes
del Antiguo Testamento y, finalmente, en 1534, apareció la edición completa de
la Biblia en idioma alemán, gozando de una gran difusión.
[10] Paul
Nettl, musicólogo checoslovaco que fue director del departamento musical de Ia Universidad de Indiana,
consideró que el himno surgió como consecuencia de la Dieta de Spira, en 1529. Por su parte, el
religioso católico Ricardo García-Villoslada, después de apuntar que su
autor la hizo imprimir en 1529, sostiene que Lutero «debió de componerla a
principios de 1528». En el campo evangélico español, el misionero alemán
Federico Fliedner afincado en Madrid, en 1870 aseguraba en su obra Martín
Lutero. Biografía auténtica (Librería Nacional y Extranjera, Madrid, 1878;
reedición Martín Lutero. Su vida y su
Obra,
Terrassa, 1980) que Lutero entonó este himno cuando
iba camino de Worms para comparecer en la Dieta de 1521. Otra de las tentativas
fue la de Cecilio McConnell, que en su libro La historia del himno en
castellano (El Paso, 1987) sostuvo que Lutero lo creó en 1523.
[12]
La Dieta de Worms (Wormser Reichstag) fue una asamblea de los príncipes
del Sacro Imperio Romano Germánico llevada a cabo en Worms (Alemania) del 28 de
enero al 25 de mayo de 1521. Lutero llegó el martes 16 de abril de 1521 y fue
alojado en la casa de los Caballeros de San Juan. Al día siguiente, a
las seis de la tarde, apareció ante la dieta convocada en el palacio episcopal,
que estaba presidida por el recién nombrado emperador Carlos V. Martín Lutero
fue convocado para que se retractara de sus famosas tesis. Del 16 al 18 de
abril, Lutero habló delante de la asamblea, pero en vez de abjurar, defendió
con energía sus tesis. El año anterior, el papa León X había emitido la bula Exsurge
Domine, exigiendo que Lutero se retractara de 41 de las 95 tesis en las que
criticaba las prácticas y costumbres de la Iglesia católica. Lutero fue
convocado por el emperador para que compareciera ante la Dieta Imperial. El
príncipe Federico III, elector de Sajonia,
obtuvo una concesión mediante la cual a Lutero le sería concedido un
salvoconducto para acudir y regresar desde el lugar del encuentro. Tal garantía
era esencial después del trato recibido por Jan Hus, quien fue procesado y
ajusticiado en el Concilio de Constanza de 1415 a pesar de que poseía
un salvoconducto.
[13]
Por su importancia histórica, incluyo toda la oración: «Dios Todopoderoso y
Eterno; ¡qué cosa tan vil es el mundo! ¡Cómo se abren en él las bocas de los
hombres; cuán pequeña es la confianza de los hombres en su Dios! ¡Qué débil y
temerosa es la carne, y qué poderoso y activo el diablo con sus apóstoles y
sabios del mundo! ¡Cuán pronto abandonan las cosas celestiales y corren a su
perdición, yendo a los infiernos por el mismo ancho camino que los impíos y la
muchedumbre del mundo. Ellos miran solamente lo que es grande y poderoso,
magnífico y fuerte ante sus ojos, y lo que tienen apariencias exteriores. Si yo
hubiera de imitarlos, pronto me vería abandonado y juzgado por el mundo! ¡Dios
mío, oh Dios mío; tú sólo eres Dios, el Dios mío! ¡Ayúdame tú contra toda la
razón y sabiduría del mundo entero! ¡Tú debes hacerlo, y sólo Tú, porque la
causa no es mía, sino tuya; por mi persona no tengo nada que ver con ella, ni
tampoco con estos hombres poderosos en el mundo. Porque yo por mi parte podría
tener tranquilos y quietos mis días en el mundo y vivir sin perturbación. Pero
tuya es la causa, Señor, la causa justa y eterna! Ayúdame tú ¡oh Dios mío!,
fiel y eterno. Yo no tengo confianza en ningún hombre. Todo sería en vano, nada
me aprovecharía. ¡Todo lo que es carne y confía en carne, es falible y
perecedero! ¡Oh, Dios, oh, Dios! ¿No me escuchas, mi Dios? ¿Estás muerto? No,
no puedes morir; solamente te escondes de tus criaturas. ¿No me has elegido
para esta causa, según creo saber de cierto? Te lo pregunto; ¡y si así es, Tú
debes dirigir mis pasos! Porque nunca en mi vida me habría propuesto oponerme a
señores tan grandes y poderosos, y nunca lo hubiera pensado. ¡Pues bien, Dios
mío; ayúdame en el nombre de tu Hijo querido Jesucristo, que ha de ser mi protección
y mi amparo, mi castillo fuerte, mi poder en la fuerza del Espíritu Santo!
Señor, ¿dónde te escondes? ¿Por qué tardas? Tú, Dios mío, ¿dónde estás? ¡Ven,
ven!; ¡yo estoy pronto hasta perder mi propia vida, paciente como un cordero!
Porque justa es la causa y tuya es; y por lo tanto, no me separaré de ella y de
Ti en toda la eternidad. Así lo resuelvo ahora en tu nombre. Porque el mundo
nunca podrá constreñir mi conciencia, aunque estuviera lleno de diablos. Y no
temo, aunque mi cuerpo, que es obra y criatura de tus manos, fuese en esta
empresa destruido o despedazado; porque tu palabra y tu espíritu me quedarán;
los enemigos pueden atacar sólo el cuerpo; el alma es tuya, a Ti pertenece y
permanece también contigo por toda la eternidad. Amén. Dios mío, ayúdame.
Amén».
[14]
El 31 de diciembre de 1527, Lutero escribió de sí mismo en tercera persona a
Jacob Propst en Bremen: «Todos estamos en buen estado de salud excepto
Lutero, que está físicamente bien, pero exteriormente todo el mundo y por
dentro el diablo y todos sus ángeles le hacen sufrir». El 1 de enero de
1528, escribió a Gerhard Wiskamp de la hermandad de Herford diciendo: «Este
período de tentación ha sido, de lejos, el peor. Desde mi juventud he sabido
este tipo de cosas, pero que se intensificaría tanto es algo que no esperaba».
En esos años también murió la pequeña Elisabeth (1527-1528), con tan solo ocho
meses.
[15]
Algunas fuentes, más populares que académicas, han sostenido que Lutero
incorporó a la música eclesial canciones de taberna. Este extremo no se ha
podido demostrar. Sí que se ha podido constatar que adaptó o copió algunas
formas estilísticas no religiosas, como por ejemplo el modelo AAB de Castillo fuerte.
[16]
Otras canciones luteranas también se utilizaron como forma de protesta. Los
artesanos de Göttingen interrumpieron una procesión el día de Corpus Christi
con cantos reformados y otras canciones salmódicas alemanas, hasta el punto de
que el kyrie eleis ya no se oía. En el valle de Gastein, cerca de
Salzburg, se dice que los ciudadanos interrumpieron los funerales de una manera
similar.
[23]
Robin A. Leaver (1939–) es graduado del Trinity College (Bristol, Inglaterra),
doctorado de la Rijksuniversiteit, Groningen (Holanda), profesor emérito
de música sacra de la Westminster Choir College of Rider University, profesor
honorario en la Queen's University de Belfast (Irlanda del Norte) y
experto en la música de Johann Sebastian Bach.
[27]
Gustavo II Adolfo de Suecia (1594–1632), rey de Suecia de 1611 a 1632, es considerado
como uno de los reyes suecos más prominentes de todos los tiempos. Fue un gran
estratega, participando en cuatro guerras internacionales, de las cuales la que
le daría mayor renombre fue la Guerra de los Treinta Años en Alemania,
participación que le valió los apelativos de El León del Norte y Gustavo Adolfo
el Grande.
[33]
Thomas Carlyle (1795–1881) fue un historiador, crítico social y ensayista
escocés. Estudió teología en la Universidad de Edimburgo con la intención de convertirse
en pastor, pero perdió la fe en una crisis personal, abandonando sus estudios,
aunque siempre siguieron vivos en él los valores cristianos.
[35]
Ascan Henri Théodore Lutteroth (1802–1889) nacido en Leipzig, fue un periodista
francés y evangelista de origen alemán. Participó en la
fundación de varias empresas cristianas, entre ellas la Société évangélique
de Francia, la Société des traités religieux, la Société de
l'histoire du protestantisme français y la Société française pour
l'abolition de l'esclavage, en 1834. También fundó varios periódicos. Y en 1834
publicó una colección de himnos hugonotes, titulada Chants chrétiens,
con gran distribución y muchas reediciones.
1ª estrofa: «Forte rocca è il nostro Dio, / Nostra
speme in Lui si fonda. / Ne sostien benigno e pio, / Nell'angoscia più
profonda. / Il tristo tentator, / A noi fa guerra ognor. / Astuzia e frode /
Son l'armi sue tremende, / Ma da lor Dio ne difunde».
[38] Giovanni Battista
Niccolini (1782–1861) fue un dramaturgo italiano que escribió varias tragedias
de tema histórico y patriótico, ya que su tema preferido era la redención
nacional y la libertad de las personas. En política era un liberal, republicano
y anticlerical, lo que, en principio, contrasta con que fuera el traductor de Ein
feste Burg ist unser Gott.
1.
«Castillo fuerte es nuestro Dios, / defensa y buen escudo; / con su poder
nos librará / en este trance agudo. / Con furia y con afán / acósanos Satán: /
por armas deja ver / astucia y gran poder. / Cual él no hay en la tierra».
2.
«Nuestro valor es nada aquí, / con él todo es perdido; / Mas con nosotros
pugnará / de Dios, el escogido. / ¿Sabéis quién es? Jesús, / el que venció en
la cruz, / Señor de Sabaoth; / y pues Él solo es Dios, / Él triunfa en la
batalla».
3.
«Aun si están demonios mil / prontos a devorarnos, / no temeremos, porque
Dios / sabrá aún prosperarnos. / Que muestre su vigor / Satán, y su furor, /
dañarnos no podrá, / pues condenado es ya / por la Palabra Santa».
4.
«Sin destruirla dejarán, / aun mal de su grado, / esta Palabra del Señor; /
Él lucha a nuestro lado. / Que lleven con furor / los bienes, vida, honor, /
los hijos, la mujer… / todo ha de perecer… / de Dios el Reino queda».
[45]
Juan Bautista Cabrera Ivars (1837–1916) fue un poeta, historiador eclesiástico
y teólogo anglicano español, primer obispo de la Iglesia Española Reformada
Episcopal (1896–1916). En su haber como buen poeta y músico aficionado, consta
la traducción al castellano de numerosos himnos ingleses y alemanes que durante
años formaron parte de los himnarios evangélicos españoles.
[47]
Fritz, Friedrich o Federico Fliedner Bertheau (1845–1901) fue un teólogo,
pastor, misionero, filántropo, periodista, editor, escritor y poeta evangélico
alemán naturalizado español, hijo del teólogo evangélico Theodor Fliedner y
padre de los también escritores Jorge Fliedner Brown, Catalina Fliedner Brown y
Juan Fliedner Brown, y abuelo de Elfriede Fliedner Klingender, hija de este
último.
[53]
Àngel Cortés Dejuan (1924–2003) fue un activo y destacado cristiano evangélico
dentro del protestantismo en Cataluña, por su lucha por la democracia y la
libertad del país, y por la normalización del catalán en las iglesias
protestantes. Desde que se convirtió en 1956, se implicó muy activamente en distintos
ministerios eclesiales y con distintas organizaciones paraeclesiales, como Juventud
para Cristo, Campus Crusade for Christ y Fundació Bíblica de
Catalunya. Fue presidente y secretario general del Consel
Evangèlic de Catalunya.
[63]
Wilhelm Richard Wagner (1813–1883) fue un compositor, director de orquesta,
poeta, ensayista, dramaturgo y teórico musical alemán del Romanticismo.
Destacan principalmente sus óperas, calificadas por él mismo como «dramas
musicales», en las que, a diferencia de otros compositores, asumió también el
libreto y la escenografía.
[65]
Dieter Falk (1959–) es un productor alemán de música, teclista, arreglista y
compositor. Ha editado numerosos discos propios y de otros artistas, tocando
con figuras de la música internacional como Abraham Laboriel, Alex Acuña, Lee
Konitz, Jerry Hey, Katja Ebstein, Amy Grant, Kenny Rogers, Chuck Findle o Dann
Huff.
Para compartirlo. Gran exposición, querido Josep. Moisés Giraldo.
ResponderEliminarEste es el himno de mi vida también. Lo hemos cantado en la iglesia, en familia y en el coro y siempre me ha transportado a la verdad de que Dios es nuestro amparo y fortaleza y que nada que suceda en este mundo impío nos podrá apartar de su grande amor. Somos privilegiados de tener a un Dios que nos salva en todas las situaciones tenebrosas. A El sea la gloria por todos los siglos, amén.
ResponderEliminarEstimado Josep, felicitaciones por este artículo/capítulo de libro. Es lejos lo más completo que he encontrado en castellano acerca de este himno, y que va más allá de las dimensiones devocionales o pastorales para entrar en el terreno histórico y musicológico (el mismo terreno por el que deambulo). Con el ánimo de enriquecer lo que expones, comparto lo siguiente:
ResponderEliminar1) Fuentes no consideradas habitualmente para comprender la gestación de Ein feste Burg son los escritos políticos de Lutero, generados en la misma década de 1520. Me refiero especialmente a "Sobre la autoridad secular: hasta dónde se le debe obediencia (1523)" y "Si los hombres de armas también pueden estar en gracia (1526)". Aquí se perfila la llamada "doctrina de los dos reinos" de Lutero, con un reino (de Dios) donde rige la Palabra, y otro reino (de este mundo, pero igualmente bajo la soberanía divina) donde debe regir la espada. En el escrito de 1526, el alemán original dice en un párrafo: "Gott hat uns in der Welt der Herrschaft des Teufels unterworfen. Wir haben hier also kein Paradies, sondern müssen zu jeder Stunde auf alles Unglück gefasst sein an Leib, Weib, Kind, Gut und Ehre". La última frase, "Leib, Weib, Kind, Gut und Ehre" es exactamente la misma que aparece en la última estrofa de Ein feste Burg. Mi hipótesis sobre el himno es que Lutero no se refiere a "cualquier" trance agudo o batalla, sino a UNO en particular: SU "trance agudo" o "batalla" por la reforma de la iglesia. Desde su postura teológica (doctrina de los dos reinos o regímenes), esto acontece en el marco del régimen de Dios (bajo el evangelio) y no del régimen del mundo (bajo la ley y la espada). En este régimen no valen las armas humanas, sino la Palabra de Dios (tanto el VERBO de Dios, Jesucristo, como la Escritura) que vence al "viejo enemigo" que está detrás del papado o de los herejes. Por causa de la fidelidad a la Palabra los cristianos deben asumir una resistencia pasiva y no activa en caso que la autoridad secular (el otro régimen) intervenga en su contra (impulsado por el "príncipe de este mundo"), aún a riesgo de ser despojados violentamente incluso de la vida. Y todo esto sin descartar que el himno también sea paráfrasis del salmo 47 o plasmación de diversas vivencias de Lutero en esos años... (sigo en la siguiente)
2) No tenía el dato de esa biografía de Lutero que escribió Fliedner en 1878, donde aparece la versión en castellano que hoy conocemos. Lo que sí conozco es el Himnario para Uso de las Iglesias Evangélicas que J B Cabrera publicó en 1871, donde aparece la primera versión de su traducción del himno y el Himnario para Uso de la Iglesia Cristiana Española que Cabrera editó en el mismo año de la biografía de Fliedner, 1878. Allí aparece con el N°294 la misma versión que después se publica en el libro de poesías de 1904 con solo un cambio: el penúltimo verso de la segunda estrofa, "Y pues el solo es Dios" (1878) se cambia por "Y pues no hay otro Dios" (1904). Por otro lado, encuentro que curiosamente (dado que supuestamente Cabrera no sabía o dominaba el alemán) la versión original de 1871 es mucho más cerca al alemán original en algunos puntos, por lo tanto, y dado que el himnario de Cabrera de 1878 tiene prólogo firmado en marzo de ese año (no sé si habrá precisión de mes en el caso del libro de Fliedner), me inclino a pensar que Fliedner tomó la traducción de Cabrera para publicarla en su biografía de Lutero, más que una posible colaboración entre ambos para la versión de 1878. Pero necesitamos más datos, si los hubiere, para corroborarlo. Lo que sí está claro es que fue la versión de 1878 la que se diseminó en otros himnarios de habla castellana, especialmente en Hispanoamérica.
ResponderEliminar3) Un dato curioso es que en el Himnario Evangélico publicado por misioneros presbiterianos en Valparaíso (Chile) en 1891, se omitió la cuarta estrofa del himno, y a partir de alli varios otros himnarios publicados en Hispanoamérica siguieron publicando y difundiendo esa versión mutilada. Recién en la década de 1960, hasta donde sé, con el himnario Cántico Nuevo (Buenos Aires, 1962) se recuperó la cuarta estrofa con varias modificaciones a la versión de Cabrera, pero hasta hoy todavía hay himnarios evangélicos donde persiste la versión con solo tres estrofas.
4) Otro dato interesante es que la melodía o tonada de Ein feste Burg, en las primeras ediciones que se han conservado, está en el modo o tono de fa. Este tono en la época de Lutero estaba asociado con la alegría, lo cual corrobora que la idea del reformador era efectivamente que fuese un himno que infundiese impulso y ánimo.
5) No está demás advertir que debido a ciertos usos específicos, Ein feste Burg ha adquirido otras connotaciones. En 1871 Wagner tomó el himno para escribir su Kaisermarsch en homenaje al emperador Guillermo y al triunfo de Prusia sobre Francia en la guerra que terminó ese año. Y en 1917, Debussy usó Ein feste Burg en uno de los movimientos de su obra "En blanco y negro" para representar el avance del ejército alemán en plena Gran Guerra. Y así otros casos.
En fin, felicitaciones nuevamente y espero pronto acceder tanto al libro sobre Lutero y la música como a otros trabajos tuyos que me parecen muy atractivos de leer y reflexionar. Atte. Cristián Guerra Rojas (Santiago, Chile)
Gracias por tu extensa y oportuna aportación Cristián. Especialmente el apunte 1, señalando las similitudes léxicas con la última estrofa de Ein feste burg. Interesante el 3, respecto a Chile, y los otros tres. Un saludo.
ResponderEliminarDe nada Josep. Una precisión respecto al apunte 1, en realidad los versos de la estrofa en el himno dicen "Nehmen sie den Leib / Gut, Ehr’, Kind und Weib", el orden no es exactamente el mismo de ese escrito de Lutero ("Leib, Weib, Kind, Gut und Ehre"), pero son exactamente los mismos "bienes". Un saludo de vuelta.
ResponderEliminarCristián G.
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