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· Los bautistas y su música (53)

 © 2025 Josep Marc Laporta

     1-     Coro de la 1ª IEB de Madrid
2-    Coro de la IEB de la Barceloneta
3-    Aparición del Himnario Bautista
4-    Reprobación española al Himnario Bautista

1- Coro de la 1ª IEB de Madrid 

El sábado 19 de mayo de 1979, la Primera Iglesia Evangélica Bautista de Madrid, sita en la calle General Lacy, inauguraba su nuevo templo. Después de 22 años, desde que la primera comisión pro-templo se reuniera por primera vez en 1957, el momento tan esperado había llegado. Entre diversas participaciones de pastores invitados y con la dirección del titular de la congregación, Juan Luis Rodrigo Marín (1923-2008), el culto inaugural contó con la intervención del coro de la iglesia, que por primera vez dispondría de un palco frontal para sus intervenciones de alabanza a Dios. Según narraba la revista denominacional, «Como parte importante del programa de la inauguración cantó el coro de 35 voces, bajo la dirección de Miguel Fernández Clemente (1931-), con Katy de McNair (1945-) al órgano. Los miembros del coro estrenaron sus nuevas túnicas de azul claro y pechera de azul marino. El coro cantó varios números y, como broche de oro a su actuación, terminaron con el himno ‘Hijos de los Españoles’. La congregación se conmovió y cayeron no pocas lágrimas al oír de nuevo las palabras ‘y dejando las tinieblas marcha España hacia la luz’».

Miguel Fernández fue el director del coro de la 1ª IEB de Madrid desde los 19 años, una etapa que empezó en 1951 y concluyó en 1995. Su ministerio al frente del coro fue de 44 años, siendo encaminado en sus inicios por el organista Francisco Dorado Hernández (1911-1983) y el anterior director, Adolfo Lahoz García (1927-2000). En sus primeros meses como director, Miguel Fernández prácticamente no tenía conocimientos de música, pero poco a poco fue aprendiendo con la ayuda de unas pegatinas de color que ponía en cada tecla del armonio con la nota correspondiente. Posterior y progresivamente, sus conocimientos musicales ya le permitieron desarrollarse eficazmente, cursando estudios de solfeo y piano en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.

Durante los 44 años de dirección, el coro mantuvo una media de coristas de entre 30 y 35 personas, cantando en total 268 himnos, de los cuales han quedado grabados 168. El primero que interpretaron fue ‘En todo tiempo alabaré’, convirtiéndolo en el himno lema de la formación. Cada año lo cantaban. Y, como anécdota emotiva para Fernández y para todos los coristas, ‘En todo tiempo alabaré’ también fue el último himno que interpretaron al concluir su etapa de director.

También hubo otro himno que se convirtió en habitual: ‘Yo me consagro al Señor Jesús’. En cada culto de bautismos, y momentos antes de que el pastor bajase a las aguas, el coro lo cantaba muy suavemente, introduciendo el acto de manera muy solemne.

El coro de la 1ª Iglesia Bautista de Madrid también tuvo destacadas participaciones fuera del templo. Cantó tanto en iglesias de la capital como fuera de ella, y en puntos de misión en el norte del país. Junto a ello es de destacar el recital de Navidad que en tan señaladas fechas ofrecía cada año en la estación de Atocha, en un balcón superior que permitía una buena recepción musical por parte de los viajeros: un evento de testimonio muy bendecido a pocos metros del templo. Con todo, Miguel Fernández Clemente –hijo del anterior pastor de la congregación, Justo Francisco Fernández Moya (1896-1951)–, no solamente asumió la dirección coral con gran disposición, entusiasmo y bien hacer, sino que, además, tuvo una intensa labor diaconal en diversos ministerios eclesiales, como, por ejemplo, la presidencia de la comisión pro-templo.

En el siguiente vídeo, que se ha remasterizado para mejorar la calidad fonográfica, se puede escuchar una pequeña y representativa selección de los 168 cantos que quedaron registrados fonográficamente y que junto a algunas fotografías rememoran el ministerio del Coro de la 1ª Iglesia Evangélica Bautista de Madrid.


2- Coro de la IEB de la Barceloneta

El cambio de década que se avecinaba también trajo consigo cambios en el pensamiento eclesiológico y social. El 25 de febrero de 1979, la asamblea de la Iglesia de la Barceloneta aprobó que el Coro pudiera cantar en ‘latín y otros idiomas’, decisión que no fue efectiva hasta el siguiente año, cuando participaron en una reunión de oración conjunta con la Parroquia de Sant Miquel, sita en el mismo barrio. Asimismo, todos los miembros de la Coral empezaron a recibir clases de técnica vocal por un profesor externo, impartidas en pequeños grupos de cinco personas. Su director, Elies Cortés Casanovas (1954-), que pocos años antes había relevado en el puesto a su hermana y pianista Anna Cortés Casanovas (1949-), dio un significativo cambio al tradicional coro de iglesia para llevarlo a un nivel superior, abriendo nuevas puertas de testimonio.  

En 1978, el Coro de l’Església Evangèlica Baptista de la Barceloneta había empezado una nueva etapa de testimonio evangelístico a través de la música. Formado por unas cuarenta voces, desde aquel año se multiplicó con recitales y conciertos en iglesias, centros culturales y sociales de Catalunya y en el resto del estado. El repertorio que presentaban era muy variado, tratando de comunicar el Evangelio a la mayor cantidad de personas posible y a través de diferentes estilos musicales: barroco, renacimiento, espirituales negros, populares, composiciones y arreglos modernos, etc. De esta manera se les podía escuchar cantando en catalán, castellano, alemán o latín.

La siguiente grabación de 1985 recoge dieciséis piezas de su repertorio; una muestra de la calidad y del espíritu del Coro que queda sintetizado en sus propias palabras: «Unas composiciones se interpretan en el lenguaje en el que fueron escritas, queriendo subrayar con ello lo importante que es el conjunto de música-letra en una composición coral, no sólo la música o la letra. […] Los compositores cristianos de ayer y hoy sienten las mismas necesidades de alabar a Dios con todo su talento, y no hace falta quedar ligado a las manifestaciones de música sacra de otros siglos».  


3- Aparición del Himnario Bautista

Tras un buen número de libritos de cantos editados durante más de una década por la Casa Bautista de Publicaciones de El Paso (EUA), como Adelante juventud (1953); Cánticos de Gozo e Inspiración (1953); Voces de júbilo (1955); Ecos de victoria (1956); Dúos, Tríos y Cuartetos (1958), Melodías de Bendición (1960), Favoritos Juveniles (1973); o El Nuevo Himnario Popular (1955), en 1978 se presentó la compilación que pretendía ser definitiva: el Himnario Bautista. Como editor general de la edición, Eduardo Nelson G. escribió una introducción con el propósito que motivó la publicación: «Este himnario es la culminación de un sueño. Durante años, los líderes de diversas convenciones bautistas han expresado su deseo de contar con un himnario nuevo que supliera las necesidades actuales en lo que a adoración, evangelismo y extensión de la iglesia se refiere. La oración del editor es que éste sea tal himnario».

        El Himnario Bautista usó como fuente dos compilaciones. Por una parte, Himnos Selectos Evangélicos, muy difundido en Sudamérica, especialmente en el Cono Sur, y que a principios de los años treinta Ambrosi Celma, responsable de la obra bautista en España, adoptaría como referencia himnológica para las iglesias. Y, por otra, El Nuevo Himnario Popular que la misma Casa Bautista de Publicaciones había editado en 1955 en un primer impulso himnológico hacia el mundo hispano. En el prólogo del Himnario Bautista se observa la importancia teológica e inspiracional del canto que sus editores sostenían: «Los himnos inculcan tantas hermosas enseñanzas, que podemos valernos de ellas para fortalecer nuestra fe, siempre que estas vayan de acuerdo con las Sagradas Escrituras».

La edición de este himnario de 1978 tuvo una gran repercusión entre las iglesias hispanas del continente americano y, en menor medida, en España. En su preparación contó con sondeos tipo encuesta en diferentes países latinoamericanos para determinar los himnos que más se cantaban. También se llevaron a cabo diversas reuniones del Comité Consultivo en los Estados Unidos, patrocinado por la Junta de Misiones Domésticas de la Convención Bautista del Sur y la Convención General Bautista de Texas. Después de las reuniones del Comité y de estudiar las encuestas, Eduardo Nelson G. realizó una extensa gira por América Latina como editor general para validar los resultados, entrevistando a pastores, músicos y otros líderes denominacionales. Asimismo, años más tarde Nelson escribió un libro claramente instructivo: Que mi pueblo adore – Bases para la adoración cristiana (1986).

El Himnario Bautista de 1978 fue la consumación de un proyecto recopilatorio que contó, entre otros, con la asistencia de Adolfo Robleto (1917-1994), William J. Reynolds (1920-2009), Arnoldo Canclini (1926-2014) y Harry Cecil McConnell (1913–2007). Precisamente Cecilio McConnell fue el autor de tres importantes libros sobre musicología e himnología hispana: La historia del himno en castellano editado en 1963, con una posterior revisión y ampliación en 1987; Conozcamos nuestro himnario en 1983; y Comentario sobre los himnos que cantamos en 1987.


4- Reprobación española al Himnario Bautista

Con la finalidad de promocionar el Himnario Bautista, en el mes de julio de 1979 visitó España el director del Departamento de Ministerio Musical de la Casa Bautista de Publicaciones, Eduardo Nelson G. Según informaba la revista denominacional El Eco, «durante las diversas visitas efectuadas a iglesias de Madrid, Levante y Catalunya, el Sr. Nelson, a quien acompañaba el promotor de música D. Errol Simmons, tuvo la oportunidad de entrevistarse con diferentes responsables de música de las iglesias, con los cuales mantuvo interesantes conversaciones. El Sr. Nelson informó sobre la favorable acogida que el nuevo ‘Himnario Bautista’ ha recibido en países de habla hispana, al propio tiempo que recogió las observaciones que, con respecto al himnario y otras ediciones musicales de la Casa Bautista, le fueron hechas. El Sr. Nelson manifestó su interés por conocer la problemática de nuestro país y su mejor voluntad de ofrecer la mejor música para nuestras iglesias, así como su deseo de recibir una mayor colaboración por parte de los músicos y poetas españoles».

La problemática a la que se refería Eduardo Nelson era el descontento autóctono por la ausencia de consulta a los músicos españoles en la preparación y configuración del Himnario Bautista. Los recelos por la forma de tratar las peculiaridades de la música y la alabanza en las iglesias del país por parte de Errol Simmons y la Casa Bautista de Publicaciones era el fondo del asunto. Aquellos encuentros vinieron a cuento de que dos meses antes varios músicos catalanes redactaron una carta abierta a las iglesias de la UEBE a colación de la aparición del Himnario. Los firmantes fueron David Andreu Martínez (1953-) y Raquel Andreu Martínez (1960-) de Manresa; Elies Cortés Casanovas (1954-) de la Barceloneta; Miguel Anthony Gonzáles (1951-) de Manresa; Ambròs Monsó Celma (1952-) y Jordi Palacios Casanovas (1953-) de la Bona Nova; Pere Puig Ballonga (1929-2016) de la 1ª de Sabadell; y Daniel Simón Corbera (1945-) de Cerdanyola. Entre otros aspectos, en el escrito reprochaban: «Es de destacar también que, en el procedimiento de selección y revisión de himnos (melodías, traducciones, letras originales) se hayan tenido en cuenta, en principio, las opiniones de las diversas comunidades bautistas a las que el himnario iba dirigido. Sin embargo, al llegar a este punto no podemos por menos que expresar nuestra extrañeza por el hecho de que no se haya prácticamente recurrido a los bautistas españoles para dicho proceso. La única razón que se nos ocurre para ello es que la Casa Bautista de Publicaciones haya tomado primordialmente en consideración criterios de estricta rentabilidad económica de la edición, los cuales harían aconsejable enfocar una amplia aceptación del himnario en toda la América Latina. Nada tendríamos que objetar a ello ciertamente si la promoción del ‘Himnario Bautista’ se limitase fundamentalmente a esos países. Sin embargo, el mencionado himnario se está introduciendo actualmente en nuestro país (en especial en iglesias nuevas y en puntos de misión) con la ayuda de nuestros medios de difusión bautistas, hecho que viene sin duda propiciado por el momentáneo agotamiento de las ediciones de nuestro tradicional ‘Himnario de las Iglesias Evangélicas de España’».

 Seguidamente, los firmantes manifestaron su malestar en tres aspectos. En el primero apuntaban lo siguiente: «desde el punto de vista estrictamente literario sí queremos hacer notar que la calidad de bastantes de las letras de los himnos es, a nuestro parecer, dudosa. En ocasiones se han incorporado al himnario, con caracteres de novedad, traducciones de himnos para los que ya se disponía de versiones al castellano mucho más logradas. También se han mantenido en muchas de las letras, palabras y expresiones totalmente caídas en desuso en el castellano moderno, así como términos dialectales y barbarismos de origen inglés que dificultan sensiblemente la comunicabilidad de los textos. Opinamos que algunas de dichas deficiencias podrían haberse subsanado de haber existido una mayor intervención en el proceso de revisión y selección por parte de los bautistas españoles».

En un segundo punto destacaban que «el balance global del contenido musical del himnario evidencia una cierta decantación por parte de los editores hacia la elección de tonadas de procedencia americana, algunas de ellas muy hermosas; pero olvidando lamentablemente muchos himnos de la rica tradición reformada europea, incluidos algunos de los más destacables de nuestro himnario tradicional y cuya implantación en nuestras comunidades son indiscutibles. Por otra parte, se ha concedido en el ‘Himnario Bautista’ una importancia a nuestro juicio excesiva a lo que podríamos llamar ‘música evangélica de vigencia limitada’ (folklore evangélico, coritos, canciones góspel, etc.). Dicha música tiene sin duda un lugar importante en la adoración cristiana, pero se halla más sujeta a oscilaciones de popularidad y posee un contenido doctrinal más reducido que los himnos que podríamos denominar ‘intemporales’».

En el último punto, el grupo firmante se ponía a disposición de la Casa Bautista de Publicaciones para «iniciar esfuerzos encaminados a lograr la realización de una edición especial del ‘Himnario Bautista’ más adecuada a la realidad cultural y las necesidades de nuestras propias comunidades». Y añadía: «Somos conscientes de que esto entraña toda clase de problemas, pero estamos convencidos de que vale la pena intentarlo».

Tanto el documento de los músicos catalanes como la entrevista mantenida en Barcelona con Eduardo Nelson no tuvo una positiva continuidad ni solución. No hubo ninguna edición especial del Himnario Bautista adaptada a la idiosincrasia española ni tampoco un seguimiento de la peculiaridad autóctona. Y ante los nuevos tiempos de libertad política y social que el país había inaugurado, los músicos y representantes de las iglesias catalanas firmantes del documento optaron por avanzar paulatinamente hacia una himnología en lengua propia, el catalán, prescindiendo definitivamente de los dos himnarios que se postulaban como referencia: el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España y el Himnario Bautista.

Asimismo, tanto aquel desencuentro himnológico con la Casa Bautista de Publicaciones y Eduardo Nelson, como la poca sensibilidad y adaptabilidad de Errol Simmons a las necesidades reales de la música eclesial del país, derivó en un claro divorcio en cuanto a la visión y misión. La siguiente Semana de Música de 1980 fue la última en que Pere Puig Ballonga participaría, quedando las dos siguientes ediciones de 1981 y 1982 en una vertiginosa pendiente de desinterés y menguante asistencia, que conduciría a una temporal desaparición. Fueron cinco años de paréntesis hasta que en 1988 se reprendería con la dirección de Elies Cortés Casanovas.  


Bibliografía y documentación


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