© 2024 Josep Marc Laporta
1- Pere Puig
Inglada
2- Daniel Pujol Vila
3- Maria Luisa
Cantos
1- Pere Puig Inglada
Los años
cuarenta y cincuenta fueron muy prolíficos musical y poéticamente. Junto a
Manuel Pérez del Busto, Antonio Almudévar, Josefina López Sevilla o Engràcia
Ferrer Mascort, otros nombres como Pere Puig Inglada, Daniel Pujol Vila y Maria Luisa Cantos completan un destacado
ramillete artístico que, entre otros, sirvieron a las iglesias en su alabanza a
Dios.
Pere Puig Inglada (1899-1959) fue el padre de uno de los músicos de la segunda mitad del siglo XX más conocido por su ministerio entre las iglesias bautistas y, especialmente, por la Coral Al·leluia: Pere Puig Ballonga (1929-2016). Fue relevante por varios aspectos: por la positiva influencia que tuvo en sus hijos, Isabel y Pere, y por la reactivación musical y coral que impulsó en la Primera Església Baptista de Sabadell.
Antes de trasladar definitivamente a su familia a la capital del Vallés Occidental en 1943, Pere Puig Inglada ya había dispuesto en Tortosa, ciudad del sur de Catalunya, una pequeña orquesta secular de pulso y púa, La Rondalla Puig, que actuaba en conciertos con fines benéficos. También fue director del Orfeó Tortosí, una asociación coral a la que Puig Inglada dirigió por poco tiempo, puesto que debido a su creencia de fe evangélica se negaba a que el Orfeó participara en ceremonias católicas. Pero su pensamiento político también le implicó en situaciones que afectarían su vida y familia. Tras terminar la Guerra Civil española se le encargó, como medio de adoctrinamiento político, organizar una rondalla para Educación y Descanso, una organización franquista de tipo cultural y recreativo denominada oficialmente Obra Sindical de Educación y Descanso. Al estar suspendido por un periodo de dos años de empleo y sueldo en la empresa donde trabajaba –Riegos y Fuerzas del Ebro– por ser considerado rojo separatista, tuvo que aceptar el cargo por la precaria situación económica que familiarmente atravesaba. Fue en esa rondalla donde sus hijos Isabel y Pere recibieron las primeras clases de música, también actuando en pasacalles y actuaciones sociales.
Cuando en el mes de agosto de 1943 se trasladaron a Sabadell,
la familia Puig Inglada se integró en la iglesia bautista de la ciudad y el
padre empezó a formar un coro que años más tarde, en 1967, se denominaría Coral
Al·leluia. Y aunque el mencionado dato de 1943 supone la fundación de una
formación coral estable en la Primera Iglesia Bautista de Sabadell,
anteriormente la congregación ya había dispuesto de sendos coros. Según las
crónicas de la época, en 1924 se dio principio a una reunión «con un
himno a voces cantado por el humilde coro que hemos organizado». En 1928 Samuel Vila reportaba un emotivo acontecimiento
fraternal, destacando que «la parte musical fue digna de la fiesta. El Coro de Sabadell
cantó varios himnos a voces», con la
señorita Reginaldo como directora del coro y organista. Y, por las
declaraciones de un asistente, en 1929 sabemos de los logros: «No
podemos dejar de mencionar el gran progreso que ha realizado el Coro de
Sabadell en la parte que le compete. No nos hubiéramos cansado de escuchar
aquel nutrido grupo de voces varoniles que resonaba como eco acompañado con
perfecto ritmo las tiernas y delicadas de las muchachas. Bien hermanos,
¡adelante!».
Pero la llegada de la familia Puig a la ciudad sabadellense en 1943 supuso un positivo y definitivo relanzamiento musical y coral. Y aunque los cultos todavía se celebraban peregrinamente en casas particulares, el ministerio del coro fortaleció la comunidad de manera exponencial. Asimismo, y por un tiempo, se formó una rondalla en el grupo de jóvenes, tocando en la propia iglesia y en Terrassa. Las crónicas de 1945 relatan que el 26 de diciembre «la Escuela Dominical tuvo una brillante actuación. (…) Al final de la fiesta completó el programa un selecto concierto de la Rondalla del grupo de jóvenes». O en 1948, cuando, en razón de una fiesta juvenil, El Eco de la Verdad expresaba el deleite de escuchar «tres himnos que con gran afinación y maestría ejecutaron los componentes de la orquestina de instrumentos de cuerda de la Iglesia de Sabadell, dirigida por su incansable director don Pedro Puig». Sin embargo, la actividad musical de Puig Inglada no se circunscribió exclusivamente a su congregación, sino que también dirigió otras agrupaciones seculares. Una de aquellas rondallas tuvo una gran popularidad en la ciudad, lo que propició buenas relaciones y correspondencias entre la iglesia bautista y la sociedad sabadellense.
No hay duda de que la Coral impulsada por Pere Puig Inglada
tomó un impulso inusitado. En poco tiempo ya participaban en las excursiones
unidas conjuntas donde, junto a otras formaciones de iglesias catalanas, el
repertorio del Coro de Sabadell obtenía un claro reconocimiento. En los años
cincuenta se le puede ver actuando en diferentes lugares, como en Terrassa,
Barcelona, Badalona o Manresa. Y, de manera destacada, El Eco de
la Verdad de junio de 1953 dejó
constancia en portada de su bien hacer ministerial, con Pere Puig Inglada
batuta en mano y su hija Isabel tocando el órgano; arriba a la derecha se puede
ver a su hijo Pere. El pie de foto lo describía así: «Traemos
a nuestra portada con sumo placer y satisfacción el Coro de la Iglesia Bautista
de Sabadell, el cual ha adquirido una espléndida madurez, bajo la entusiasta y
hábil dirección del hermano Don Pedro Puig. La foto está tomada en la Iglesia
de Manresa, donde últimamente dieron un magnífico concierto, con motivo de la
fiesta dedicada a los ancianos». El
programa de mano del evento recogía la interpretación de varias partes del
Mesías de Haendel, así como el Aleluya de Mozart.
Las capacidades musicales de Pere Puig Inglada sobresalían en
la dirección coral e instrumental y en la interpretación, con especial atención
a la bandurria y los instrumentos de pulso y púa, y también con el violín,
según recogen las crónicas de una velada femenina donde se oyeron «himnos a
dúo cantados por la señora Samper de González y la señorita Isabel Puig, así
como unos melodiosos solos de violín por nuestro director musical don Pedro
Puig».
Por otra parte y coincidiendo con la etapa en que su hijo
Pere era el director del rotativo bautista Entre nosotros, en sus últimos años de vida también escribió sendos
artículos de carácter teológico, como Los nombres del cristiano–Amigos o Los nombres de cristiano– Siervos.
Sin embargo la vida de Pere Puig Inglada se interrumpió abruptamente en 1959 al caer de una considerable altura en un accidente laboral en la empresa donde trabajaba. Su partida fue un duro golpe para la congregación sabadellense y para todas las iglesias bautistas catalanas. En lo musical, su ausencia fue suplida por su hijo Pere Puig Ballonga, quien llevó a la formación coral a nuevas metas, siempre con el objetivo de alabar a Dios, siendo parte indisoluble de la propia comunidad.
2- Daniel Pujol Vila
Antes de la
Guerra Civil española, Lídia Vila, esposa del pastor Samuel Vila, era la directora
del coro de la Iglesia Bautista Ebenezer de Terrassa. Pero tras la reapertura
de los templos en 1946 un joven músico tomó la batuta.
Daniel Pujol Vila nació en Rubí el día 6 de junio de 1922, aunque el traslado de su familia a Terrassa cuando tenía dos años lo radicó en dicha ciudad hasta su fallecimiento en 1996. Desde su temprana infancia la música adquirió gran relevancia, interesándose por todo aquello que pudiera ser interpretado en un piano. Pero la definitiva decisión por la música le llegó forzada por una disyuntiva planteada por su padre, con la finalidad de desvanecer la incipiente afición al tabaco del joven Daniel. Resolutivamente le inquirió: «o tabaco, o música». Aquella objeción la resolvió a favor de la música, dedicando su juventud a estudiar solfeo y piano en la Escola Municipal de Música de la ciudad egarense, con reconocidos profesores de la época como Adela Palmí, Joan Cristobal, Ramon Serrat y Núria Serrat. Sin embargo, a causa del estallido de la Guerra Civil no pudo acabar sus estudios, aunque adquirió suficientes fundamentos musicales para la ejecución instrumental, conectándose con el piano, el órgano, la composición y la dirección del canto coral.
Prueba de su
implicación ministerial se descubre en 1946, cuando después de reabiertos los
templos tras la Guerra Civil, el Coro de la Església Ebenezer de la UBJ de
Terrassa entonó La Creación de Hydn y otras bellas composiciones musicales en
la Fiesta de la Cosecha. El director era Daniel Pujol Vila. Un año después
contrae matrimonio con Ester Vers Monfort, y el Coro de la iglesia lo dirige «el
director auxiliar, señor Juan García, entonando selectas composiciones». En 1948 dirige el Aleluya de Haendel en la V Covención
Bautista Española y en otras iglesias de la zona, mientras que las vueltas de
la vida eclesial y cotidiana le llevaron de nuevo a su ciudad natal, Rubí, donde
dirigió el coro de la congregación metodista (IEE). Más tarde, nuevos cambios
le condujeron sucesivamente a otras comunidades bautistas egarenses: Bethel,
Betania, Nativitat…, donde siguió dirigiendo diversos coros, para ser requerido
nuevamente en la Iglesia Ebenezer en 1976, según apuntaba El Eco Bautista: «Hace
unos cinco años esta iglesia quedó sin coro por haber entrado en gestación su
directora, doña Lola Anglada de Abrodos, y haberse radicado después en el grupo
que fue punto de misión de nuestra iglesia. (…) Los componentes del coro
seguían en la iglesia y con deseos de cantar y alabar al Señor. Nos causaba
tristeza ver el lugar del coro siempre vacío, frente al auditorio y a espaldas
al púlpito. Por fin alguien tuvo la idea de invitar a don Daniel Pujol Vila,
para organizarlo y fuera el director del mismo, y a pesar de que no es miembro
de nuestra iglesia, el Señor le ha dado gran vocación por la música y con
entusiasmo y buen deseo aceptó la invitación, y en la citada mañana del día 14
el nuevo coro cantó dos himnos que elevaron nuestras almas».
Pero una de las iniciativas más relevantes de Daniel Pujol fue la Coral Familiar Horeb, integrada por miembros de los Pujol-Vila, un caso excepcional dentro del Secretariado de Orfeones de Catalunya, en el que se hallaba inscrita. La formación reunía unos quince cantantes de diferentes edades, con la peculiaridad de que todos eran parientes entre sí, actuando en iglesias desde 1977 hasta prácticamente las postrimerías de los ochenta. Este ministerio, al que se entregó en alma y cuerpo, ya había empezado muchos años antes en sus propios hijos, al enseñarles música desde la más temprana edad. Los ensayos de la Coral Familiar Horeb se realizaban en la tienda de artículos del hogar que Pujol regentaba en Terrassa, denominada por los convecinos como Cal Evangelista. A las ocho de la noche bajaba las persianas del comercio, apartaba algunas ollas y utensilios de cocina, sacaba unas sillas plegables y de esta manera empezaba el ensayo de una de las formaciones corales más peculiares del panorama bautista español. Y el órgano electrónico, del que Pujol era un gran entusiasta e incluso fue epresentante de alguna marca, aparecía debajo de una tela para su principal función: repasar las melodías de cada cuerda y tensar las voces en común para la alabanza a Dios.
Pero su aportación a la música fue aún más allá, cuando en su
madurez aceptó de manera voluntaria y generosa la dirección del Cor de la
Llar del Jubilat. Al Cor se
inscribieron muchas personas que de jóvenes habían cantado o que tenían afición
por la música. Adaptando canciones a las posibilidades de las voces o
escribiendo originales, Daniel Pujol alcanzó sorprendentes resultados,
convirtiendo el Cor de la Llar del Jubilat en
una destacada institución egarense. En el año 1977 la formación quedó
subcampeona de España en el concurso nacional de coros de la tercera edad,
propiciando asimismo un movimiento coral en la ciudad egarense que desembocó en
diversas actividades, como el Esmorzar cantant a la Mata, una
subida al idílico paraje donde el canto coral confluía con la hermandad entre
coristas de diversas formaciones egarenses.
Por otra parte, Daniel Pujol también se introdujo en la composición, básicamente musicando textos de otros autores. Algunos de esta modalidad son Joia del cant; Te vas, con letra de Teo Morchon; o Cantem a la natura, con texto de Joan Casas Durán. En el apartado de composición integral se encuentran En el pesebre, Mans a les mans o Nit de Nadal, un breve pero precioso villancico. También compuso para ocasiones más íntimas y familiares, como la presentación al Señor de una de sus nietas, en colaboración con su cuñado David Muniesa. En el siguiente vídeo se puede escuchar Mans a les mans, en una grabación de 1979.
A su faceta compositora y musical se sumaron sendos artículos que aparecieron en El Eco de la Verdad. En 1948 escribió La Biblia y la música, un artículo inspiracional y didáctico donde afirmaba: «¿Qué sería el libro santo sin los inigualables cantos de David? Nuestros corazones aún se recrean al leerlos imaginándonos la pesadumbre de corazón con que escribiría algunos, mientras en otros vibra en su letra y sin duda mucho más en su música, que desgraciadamente desconocemos, una alegría sin par por haber el Señor escuchado sus súplicas. Rebosante de gozo pulsaría con emoción reflejada en su semblante las armoniosas cuerdas, mientras su boca prorrumpía en alabanzas al divino Hacedor». El relato terminaba sus líneas con una intensa exclamación: «¡Cómo nuestra alma se regocija y recrea, Salvador nuestro, al tener la seguridad absoluta de que la música te agrada y va íntimamente ligada con las enseñanzas tuyas, Señor! Te damos gracias por tener este sublime medio para cantar tus glorias y porque con nuestros humildes cantos los corazones se conmueven y ablandan, haciéndose tanto más asequibles a la acción poderosa y benéfica de tu Santo Espíritu».
3- Maria Luisa Cantos
Una de las
particularidades de las comunidades bautistas españolas fue la promoción de la
música y los músicos –tanto comunitaria como sectorialmente– como una de las
formas cúlticas más elevadas de alabanza a Dios. Desde esta esencia e identidad,
surgieron instrumentistas, solistas, coros y agrupaciones musicales. Y,
también, se apoyaron talentos naturales de manera espontánea y empática.
María Luisa Cantos Vinuesa nació en Barcelona en 1943,
iniciando sus estudios de piano a la edad de tres años y actuando por primera
vez en público a los cinco, por lo que, por su precocidad, fue considerada una
niña prodigio. Apoyada incondicionalmente por su madre, que era miembro de la
Primera Iglesia Bautista de Barcelona, María Luisa progresó velozmente en su educación
musical hasta el punto que completó sus estudios de piano a los 16 años en el
Conservatorio de Barcelona, ganando por oposición el Premio Extraordinario y obteniendo
el título de profesora. Esta culminación en plena adolescencia le brindó la oportunidad
de tocar bajo la batuta de Eduard Toldrà el Concierto en la menor Op. 16 de
Edvard Grieg con la Orquesta Munnicipal de Barcelona. Pero más allá de su
futura y esplendorosa carrera musical, María Luisa Cantos vivió
comprometidamente y desde niña la fe evangélica, enraizada en la comunidad
bautista de Barcelona.
Con 13 años ya participaba activamente en diferentes actos,
como en los cultos especiales de dedicación del templo de la Iglesia Bautista
en Badalona, en 1956. Según informaba el rotativo bautista, «Contribuyó
a la solemnidad del acto la colaboración musical del coro de la Primera Iglesia
de Sabadell, el quinteto de cuerda de Juventud para Cristo, la pianista Srta.
Luisita Cantos, el tenor don Julián García y el coro de la Iglesia». En aquel mismo año y ciudad también se celebró un concierto
de Navidad a cargo de los miembros de la Iglesia de Barceloneta, con la «señorita
Luisa Cantos, pianista; don Juan Oliver, violín, y don Juan Gómez, trompa, con
escogidas composiciones musicales».
Más tarde, las crónicas de 1957 también dejaban constancia de su talento, con elogiosos
enunciados con motivo de su participación en la XI Convención celebrada en la
Iglesia de la Barceloneta: «El día 27 [septiembre] tuvo lugar una velada
literario-musical de tan grato recuerdo, que difícilmente olvidaremos los que a
ella asistimos. La señorita Luisita Cantos, pianista, volvió de nuevo a
obsequiarnos con el regalo exquisito de su arte depurado, puesto al servicio de
una ejecución pianística pletórica de sensibilidad».
En aquel mismo año escribió su primer artículo en la revista
Nuestra Labor, con el título ¡Iglesia ambulante!,
en la que expresaba su pensamiento eclesial: «Jesucristo era acción: Si realmente
somos creyentes en Jesús, si no nos avergonzamos de Él, como don natural
seremos Iglesias ambulantes con la personalidad que Jesucristo nos da». Prácticamente una década más tarde, en 1965, la Iglesia de
la Bona Nova de Barcelona inauguraba el nuevo órgano, que, según El Eco de la
Verdad, daría «un realce extraordinario a nuestros cultos», con una actuación estelar: «El día 6 de enero tuvimos momentos
agradabilísimos, aunque breves, los que pasamos escuchando música de Bach
interpretada al órgano por nuestra hermana Luisa Cantos».
Dos años después, en 1965, la revista Nuestra Labor
informaba que «María Luisa Cantos (Luisita) ha estado en Chile dando
conciertos en las reuniones precampaña de la Cruzada Evangelística. En muchos
sitios, ella tocó y el doctor Claude Rhea, de la Junta de Misiones en Richmond
(EUA), cantó. Todo el mundo se ha quedado contento de la participación de la
señorita Cantos en esa obra preparatoria, y los comentarios de los músicos han
sido muy favorables. Alguien dijo que Mozart mismo no podría tocar tan bien la
música que él compuso como la señorita Cantos».
Más tarde, los ecos seculares de 1969 localizaban su arte
pianístico en Viña del Mar, Chile, donde dio «nueve conciertos en once días, ante 2.000
espectadores». El rotativo bautista le dedicó una exclusiva entrevista tras
volver de una serie de conciertos en Estados Unidos, organizados por las
iglesias bautistas de Kentucky. Tras la presentación de su membresía en la Església
Baptista Bona Nova de Barcelona y de sus destacables haberes académicos
logrados en diferentes ciudades de Europa, el reportaje se adentraba en su
periplo norteamericano: «La mayoría de los conciertos fueron dados en las mismas
iglesias, las cuales reúnen unas condiciones musicales fabulosas. Tuve el honor
de que el alcalde de la ciudad de Shepherdsville me concediera la llave de la
ciudad como visitante distinguida; asimismo, el gobernador del Estado me otorgó
el título de ‘Coronel’, cargo honorífico que allí es muy apreciado. Efectué
otro concierto que fue retransmitido por la TV en color de Louisville, y en
Nueva York actué también en el Carnegie Hall».
Referente a los planes futuros, Cantos anunciaba que «Ahora he
de volver otras vez a Suiza para dar unos conciertos que tengo programados, y
de allí pasaré a Italia y Francia. El próximo año he de volver otra vez a los
Estados Unidos y también realizaré otra gira por Sudamérica». Y según anunciaba la revista denominacional: «María
Luisa Cantos, conocida pianista española, atendió a la invitación que le
hicieron los bautistas portugueses para ayudarles en su tercera campaña de
evangelismo», dando conciertos en
varias de las mayores ciudades portuguesas: Lisboa, Oporto, Coimbra y Leiria.
A partir de su residencia permanente en Suiza en 1972, la
carrera musical y profesional de María Luisa Cantos dio un gigantesco paso
adelante con la creación de la Fundación
Música Española Schweiz, a la que a
partir de 1990 brindó toda su voluntad y energía, dando a conocer en el país
helvético a músicos españoles, concretamente catalanes, como Soler, Albéniz,
Freixenet, Granados, Mompou o Nin-Culmell. Asimismo, sus múltiples conciertos y
los cursos magistrales de interpretación pianística en los Encuentros
Internacionales de Música, Bözberg
la catapultaron a la primera línea de la órbita pianística europea. Entre sus recitales destacan los celebrados en el Centro
Schönberg de Viena, con un
programa titulado Schönberg y Barcelona, presentando
a compositores vinculados musicalmente con la escuela Vienesa y la escuela
Catalana; o el Festival Internacional de Toulouse Piano Jacobins, al que siguieron diversos conciertos como solista con
diferentes orquestas, interpretando Rachmaninoff y Katchaturian entre otros.
Su implicación en la custodia y documentación de originales
le llevó en los últimos años a donar su colección privada de música –el fondo
sobre música española más importante de Europa (unas
1.000 partituras y documentos)– al
Instituto de Musicología de la Universidad de Zurich. Y en reconocimiento a sus
méritos culturales como embajadora en el extranjero de la música española, en
1992 se le concedió el Lazo de Dama de la
orden de Isabel la Católica.
Una de las últimas referencias de María Luisa Cantos en
relación a las iglesias bautistas españolas data del año 1980, en los actos de
inauguración del templo de la Primera Iglesia Bautista de Alacant, en la plaza
Pío XII. Las crónicas del momento resaltaron la calidad musical de todos los
participantes, especialmente de «María Luisa Cantos, que magistralmente interpretó
composiciones de Chopin y Brahms»,
y que «arrancó merecidos aplausos».
No obstante, de su larga carrera artística se podrían destacar numerosos eventos
y acontecimientos, aunque, de todo lo alcanzado, probablemente sus alumnos darían
suficientes evidencias de sus capacidades y talentos artísticos y sobre todo, humanos. Uno
de ellos, Anna Cortès, su primera discípula –otrora pianista en la Església
Baptista de la Barceloneta y su Coral, y actualmente en la Església Baptista
del Redemptor en Sabadell– da fe de ello con emoción.
Moltes gràcies
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