jml

· La excelencia

.
Del libro "100 Propostes per a agosarats"
Barcelona © 2007 Josep Marc Laporta

Somos lo que hacemos repetidamente.
La excelencia, entonces, no es un acto. Es un hábito.
(Aristóteles)



Excelencia no es sinónimo de perfeccionismo. A pesar de que se puedan parecer e incluso tener puntos en común, el primer concepto es una actitud de dar siempre lo mejor de uno mismo, mientras el segundo es una obsesión por conseguir lo absoluto sea como sea.

Una de las condiciones y actitudes que impiden el paso a la excelencia es la mediocridad. Es decir, la cultura del mínimo esfuerzo, de no querer hacer más de lo que nos pagan, de lo imprescindible para ir tirando o aquello que se ha hecho siempre y que siempre nos ha ido más o menos bien.
La mediocridad es el hábito de los polifacéticos, de los que son capaces de hacer todo y más pero que han fracasado en distinguirse en la vida por no romper nunca con la limitación de lo corriente. Son como la persona descrita por el escritor Herbert Hubbard, que señaló: “Como una regla, el hombre que puede hacer todas las cosas igualmente bien es un individuo mediocre”.

En una ocasión, el dueño de un importante restaurante puso un anuncio solicitando un cocinero. Se presentaron tres personas. Al final de cada entrevista les hizo la misma pregunta:
—Si obtuviera el trabajo, ¿cuánto cree que sería de bueno en su puesto?
El primer hombre respondió:
—Yo sé que sería suficientemente bueno como para garantizarle el mínimo.
El segundo respondió:
—Creo que soy un cocinero medio, que siempre respondo en todas las circunstancias.
La persona que contrató fue una mujer que le dijo:
—Señor, quiero ser la mejor cocinera que nunca haya tenido.

La excelencia es la norma de lo extraordinario

Lo contrario de lo ordinario es lo extraordinario. La excelencia es el hábito de hacer lo extraordinario. Es hacer habitualmente aquello que otros sólo harían como premio a un esfuerzo. Cuando nos acostumbramos a esta manera de actuar, jamás nos conformaremos a ofrecer la normalidad o aquello que siempre habíamos hecho.

La excelencia es una actitud que no sólo se aplica a las cuestiones laborales sino que también es válida para todas las áreas de la vida. Ya sea cuando preparamos un regalo para la pareja, como cuando atendemos la necesidad de un amigo o cuando estamos con los hijos, la excelencia es dar lo mejor de nosotros. Si así lo hacemos, siempre podremos estar tranquilos de que ningún error ha sucedido por un descuido o por mediocridad, sino que será un imponderable.

Dicen de los paracaidistas de competición que ellos mismos se pliegan los enseres de los saltos, preparándolos para el siguiente. No se fían de otra persona. Y es que un 99’9% de perfección no es suficiente cuando nos jugamos la vida. Se necesita la absoluta seguridad de que el trabajo se ha hecho a conciencia. Porque hacer las cosas con excelencia es hacerlas normalmente a conciencia.

Licencia de Creative Commons

1 comentario:

  1. ROQUI319:58

    A veces somo muy perfeccionistas, si buscaramos mas la excelencia y menos la perfeccion nos iria de cojones. Como dice mi abuelo.. mas vale hacer las cosas bien que muy bien. El perfecto es insoportable, pero el que hace las cosas bien llega a todo el mundo y esta a gusto con todos.

    ResponderEliminar