© 2024 Josep Marc Laporta
Junta Bautista de Publicaciones
El Himnario de las Iglesias Evangélicas de España de música
tuvo en la Junta Bautista de Publicaciones (JBP) el marco adecuado para su
edición. Y aunque el proceso de elaboración fue largo y escabroso, la
estructura de la JBP fue un factor imprescindible para alcanzar el ansiado
objetivo. A semejanza de otras uniones
sudamericanas, la JBP de España se dedicó a la edición, importación y venta de
libros, revistas y folletos. Fundada en 1949, sus primeras partidas fueron
obras prestadas que Samuel Vila Ventura había editado o reunido, desde libros
para niños o jóvenes, como ‘El piloto celeste’ y ‘Julián y la Biblia’, a ‘Todo
de gracia’ de Spurgeon o ‘A las fuentes del cristianismo’ del mismo pastor
rubinense. Pero más allá de estas remesas, la JBP emprendió la edición y
difusión de libros mayormente surgidos de la pluma de Antonio Almudévar como
‘Oro, Incienso y Mirra’, ‘Más arriba’ o ‘La Cruz es nuestra espada’.
Con un
capital de 62.000 pesetas, donación de la Misión Bautista, el primer equipo
directivo de la JBP quedó integrado por George E. Jennings (1917-2018), Samuel Vila Ventura (1902-2002), Víctor Sedaca (1918-1979), Antonio Almudévar Urriens (1894-1976) y
Samuel López Pérez, bajo la dirección de la Misión Bautista en España. A los
dos años, en 1951, pasó a depender de la UEBE, bajo la dirección de Víctor
Sedaca, asumiendo también la edición de El Eco. Y en su etapa de consolidación,
en 1952 la gerencia pasó a manos de Samuel Rodrigo.
Las
actividades de la Junta Bautista de Publicaciones se fueron afianzando y
extendiendo, empezando por las oficinas. Las primeras estuvieron en la calle
Tavern, 15 de Barcelona. Más tarde se emplazaron en el edificio de la Iglesia
de la Bona Nova, en la calle Ciudad de Balaguer, 40. Seguidamente en 1966 se
abrió la Librería Bautista en la calle Arimón, 32, bajo la gerencia de Samuel
Rodrigo y la administración de Josep Simón. Y tras la jubilación de ambos, en
1984 asumió la dirección Pere Bonet, inaugurando unas nuevas instalaciones en
Riera Sant Miquel, 9, cerrándose definitivamente en 1988, año en que la Misión
Bautista en España asumió la distribución de los libros de la Casa Bautista de
El Paso, Texas (USA) mediante un almacén de libros en la población valenciana
de Torrent. Finalmente, la distribución en España de la CBP/Mundo Hispano quedó
a merced de las diferentes librerías evangélicas españolas.
Las
disputas de las autoridades gubernativas de la época con la Junta Bautista de
Publicaciones fueron muy frecuentes hasta el punto de que, ya en sus inicios, la
JBP sufrió la incautación de ejemplares por parte del Ministerio de Información
y Turismo, al considerar las publicaciones como mercancía peligrosa. Por ello
fueron multados la Imprenta Salvadó y el pastor Pere Bonet Such bajo la
acusación de actividades ilegales para las autoridades. Sin embargo, poco a
poco la JBP empezó a importar libros de la Casa Bautista de Publicaciones,
desde El Paso (Texas), con las consabidas precauciones. El pastor Samuel Rodrigo, el
gerente de mayor trayectoria de la JBP, recordaba: «Un fiel reflejo de la forma en que teníamos que
desenvolvernos es este párrafo que copio literalmente de una de las actas: ‘Se
recomienda que cuando haya necesidad de trasladar libros, no se haga en
triciclos descubiertos y se haga con la máxima prudencia y discreción’».
La imprenta
Salvadó, con Salvador Salvadó Cots (1908-1999) y su esposa Vicenta Ribé Enfadeque (1912-2012) al frente, asumió el riesgo de imprimir revistas y cualquier
otro tipo de literatura evangélica aún a riesgo de ser multados o encarcelados.
Los trabajos que tenían marca religiosa eran realizados de forma clandestina, a
deshoras, siempre explorando diversas formas para no alertar a la policía,
indicando, por ejemplo, que la impresión se realizaba en una ciudad extranjera
como París o simplemente eludiendo cualquier referencia a la editorial. Con
todo, Salvador Salvadó fue denunciado, estuvo procesado e incluso entró en
prisión. Sin embargo, voces internacionales amplificaron las irregularidades
del estado español. De las acciones contra Salvadó se hizo eco el diario The
Times de Londres al publicar una fotografía de la fachada de la imprenta clausurada
con la información de la incautación a la que había sido sometido. No fue hasta
1963 que se empezó a tolerar muy tímidamente la impresión de libros evangélicos
y a permitir por parte del Ministerio de Información la importación legal de un
reducido número de ejemplares, aunque las dificultades y restricciones
gubernativas en todos los ámbitos perduraron durante toda la década. Prueba de
ello fue que el IV Congreso Evangélico Español, celebrado en 1969, no tuvo
permiso legal de apertura hasta una semana antes de su celebración.
En 1963, en
una nota en la revista denominacional, Samuel Rodrigo certificaba: «Dura, ingrata e incierta es y será quizá por mucho tiempo
más la tarea de esta Comisión. Los imponderables y aún ‘ponderables’ no han
faltado; todo lo cual nos ha servido más bien para constatar el poder de Dios,
que deshace planes del enemigo del Evangelio y para acercarnos más al
Todopoderoso que sigue con su antiquísima política de deshacer y truncar el
camino de los sabios según el mundo y de los poderosos, todo en beneficio de su
‘manada pequeña’. Trimestres ha habido que el vendaval de la intolerancia nos
ha destruido por completo en varias iglesias el material de ayuda para Escuelas
Dominicales, sin citar otros problemas, como las dificultades en aduanas para
la importación de libros, etc. No obstante, nos fue posible editar una nueva
tirada del Himnario Unido [de letra] y los cuentos de ‘El violín de Roque’, y
‘Andrea o Hijos de Luz’, así como el opúsculo del Sr. Almudévar: ‘Creciendo en
la Iglesia’ y las ponencias presentadas en la última Convención Bautista.
Estamos ultimando la preparación del himnario de música, tan esperado por
todos, del que no dudamos se sentirán satisfechos no sólo los organistas de las
iglesias sino todos los amantes de la música».
Según los
hechos históricos, la aseveración de Rodrigo de ‘ultimar la preparación del
himnario de música’ no sería de todo exacta, puesto que el proyecto aún estaba en sus inicios. Más bien era una aspiración que una concreción. En 1960, tres años antes del escrito de Samuel
Rodrigo en El Eco, el mismo Rodrigo y José Mefford formaron la primera comisión
del himnario de música; pero no fue hasta 1961 que a solicitud de los primeros
se incorporó Pere Puig, dadas sus altas capacidades musicales. A partir de aquella fecha fueron bastantes años de arduo
trabajo, hasta lograr la definitiva publicación del HIEE en 1967.
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