© 2013 Josep Marc Laporta
En muchos casos, el
innato y desesperado deseo de trascendencia llega a ser un lastre personal y
relacional de tal magnitud, que la línea que divide la espiritualidad de la psicología
conductiva es tan fina, que los comportamientos humanos pueden llegar a
resultar tan contradictorios como absurdos, tan incongruentes como paradójicos.
Dilucidar lo que es espiritualidad de lo que es mentalismo, significa
adentrarse en el mundo de lo privado e impenetrable, de aquello que pertenece
al dictamen de la divinidad o de la intimidad particular. No obstante, los
procesos psicoespirituales pueden ser revisados y/o analizados más allá de los
temores a caer en la frívola o superficial consideración.
EL MENTALISMO CRISTIANO
Los mentalistas del
cristianismo –aquellas personas que determinan la calidad y profundidad de su
fe preferentemente por su resistencia mental e hiperactividad psicológica– fácilmente
miden la espiritualidad por resultados y trascendencias utilitaristas e
interesadas, determinando niveles de fe dependientes de superaciones de ámbito psicológico.
Este tipo de mentalismo religioso es el que en sus oraciones y anhelos religiosos
pronuncia con asiduidad la resolución yo declaro, yo decreto o yo proclamo, una afirmación personal que procura
proyectarse hacia el futuro, apoyándose en determinadas promesas bíblicas
mediante una solemne declaración. Como ejemplo de ello, el mentalismo evangélico
dogmatiza el Salmo 23, decretando y declarando –en razón de fe– éxito y triunfo
permanente sobre el futuro ya que “el
Señor es mi pastor y nada me falta, pues el bien y la misericordia me seguirán
todos los días” (23:1,
6).[1]
Esta declaración determinista
se sustenta en la premisa de que ya que Dios ha prometido bendiciones de toda
índole, solo es necesario confirmarlo y estipularlo de manera declarativa para que
todo lo prometido sea recibido tan solo por declamarlo y decretarlo en fe; una
pronunciación mágica y prodigiosa, una reordenación del mundo a antojo del
declarante. Esta modalidad de espiritualidad sitúa por delante la propia
declaración subjetiva a la autoridad y designios divinos, prescindiendo de los progresos
de confianza, espera, dependencia, expectación y sometimiento necesarios para
comprender los inescrutables tiempos y procesos de Dios. El determinismo olvida
que la fe cristiana es un proceso gradual de dependencia a lo divino, activo, conversacional,
diligente y dinámico.
MENTALISMO VERSUS CRISTIANISMO
El postulado mentalista
sostiene que el hombre es el resultante de su pensamiento. De esta manera, los
pensamientos groseros, de una baja mentalidad, cristalizan en hábitos
denigrantes, conduciendo al hombre a la ruina física y moral. Los pensamientos
de temor, de inquietud, de indecisión y de duda cristalizan en hábitos de
debilidad, de injusticia y egoísmo, y conducen al fracaso y a la esclavitud.
Los pensamientos creados por el odio, la ira y la venganza cristalizan en
hábitos de acusación, delación y violencia, y convierten al hombre en
difamador, con probabilidades de instintos asesinos.
En cambio, los buenos
pensamientos cristalizan en hábitos de bondad, de amabilidad y simpatía, y el
hombre que los mantiene crea a su alrededor la alegría y el bienestar. Los
pensamientos de valor, de confianza en sí mismo, cristalizan en hábitos de
entereza y convicción, y proporcionan una correcta visión de la realidad,
haciéndole triunfar en la vida para conseguir el mejor éxito en todo lo que emprende.
Los pensamientos puros cristalizan en hábitos de temperancia y dominio de sí
mismo y traen seguridad y fortaleza.
Esta concepción, que en
lo psicológico es útil para construir un carácter firme y productivo, es un
fraude respecto a lo espiritual. La espiritualidad crece y se nutre de valores
y convicciones que han sido conmovidas en el sótano más profundo de la experiencia
humana. La espiritualidad no es patrimonio de la psique sino de las
profundidades del alma, sumergiéndose en estratos mucho más recónditos que la
simple y psicológica determinación mentalista.
La simbiosis entre cristianismo
y mentalismo produce una modalidad de religiosidad exitosa y triunfante, muy
entregada a las relaciones sociales y eclesiales excitadas. El reclamo a la
divinidad mediante la declaración o el decreto por fe, es una invocación a
crear el futuro, determinarlo y definirlo, ejerciendo una voluntad creadora,
aunque omitiendo gran parte el sentido de dependencia: “en las manos de Dios están nuestros tiempos”
(Salmo
31:15).
La citada alusión al
Salmo 23, que anuncia “el bien y la
misericordia me seguirán todos los días de mi vida”, se presenta como que
David estaba declarando el futuro, ejerciendo su voluntad creadora. No
obstante, la realidad bíblica es otra. “La
misericordia me seguirán todos los días de mi vida” tiene un único, previo
e insustituible móvil: “el Señor es mi
pastor”. Y, como es natural, el pastor pastorea, cuida, escoge, determina,
advierte, propone, adiestra, persuade y establece una relación en el espacio y
el tiempo sobre lo que es más conveniente para la oveja. En definitiva, el
siervo no es propietario de su destino, sino su Señor. Y la efectividad de sus
promesas es consecuencia de su magnanimidad y benevolencia, no del reclamo
ilusionista de un receptor pretencioso y determinista.
DERIVACIONES DEL MENTALISMO RELIGIOSO
El discurso
existencialista del mentalismo religioso se ha introducido muy sutilmente en
muchas denominaciones cristianas, hasta el punto de que algunas de las
prácticas, léxicos y protocolos cúlticos ya tienen su indeleble sello. Las
alocuciones triunfalistas y provocadoras, las prédicas exclusivamente y marcadamente
retadoras, la mercantilización de la fe como compra-venta de la voluntad divina
o el ufano proselitismo que decide los tiempos de Dios, estipulando urgencias
de salvación que sustituyen los procesos del discipulado divino, son algunos de
los ejemplos del mentalismo religioso posmoderno.
El positivismo es otra de
sus consecuencias. La llamada juventud del espíritu, la creación de una actitud
y carácter progresivamente utilitario y la apertura a una nueva condición
mental que ensanche los canales de un positivismo pragmático, es una más de las
propuestas del mentalismo. Pero la actitud constructiva difiere radicalmente del
positivismo. Mientras éste último pretende crear un espacio franco de ilusión y
seguridad anímica, el constructivismo asume la realidad de manera dinámica e
interactiva, aportando soluciones en su contexto.
El mentalismo del yo
declaro o yo proclamo es un
determinismo mental de sugestión que se construye y aviva en la psicología
grupal. En la masa adquiere su más alto significado determinista. Es en el
grupo donde una débil convicción individual se reactiva, multiplicándose,
propiciando fortalezas psicológicas que crearán nuevas comprensiones de dicha
voluntad creadora.
MENTALISMO y FE MERCANTILIZADA
A principios de la
segunda mitad del siglo XX, muchas empresas norteamericanas
descubrieron e introdujeron en las matinales reuniones de trabajo de sus
comerciales un nuevo formato de desafío y acometividad. Bajo el eslogan “que el análisis no nos lleve a la parálisis;
¡soltemos las cadenas!”, los encuentros previos a las tareas del día se
centraron en la incitación y el estímulo psicológico. Con arengas, cantos y
repetición de consignas, los comerciales excitaron sus ansias de negocio,
provocándose a la conquista y al triunfo. Una canción lema, coreada unánimemente
con vítores y acompasada de palmas y gritos, era el acostumbrado ritual para
mentalizar a los vendedores del futuro éxito que les esperaba fuera. La
repetición de lemas y el saludo demostrativo y efusivo, completaba un escenario
fervoroso que pretendía influir decisivamente en los futuros contactos
profesionales del día, para alcanzar el éxito deseado.
Esta es una de las
referencias conceptuales del mentalismo cristiano contemporáneo. Conjuga en sí
mismo la visualización de futuros éxitos y la excitación de las emociones y
convicciones. Por un lado, pretende reafirmarse psicológicamente utilizando la visualización
como propuesta de éxito; y por otro, utiliza la música, los cantos y las
proclamas como contexto excitable e impresionable para promocionar una
conciencia de conquista y victoria.[2]
La fe se mercantiliza. La
fe bíblica se esgrime como un producto mercantilista de victorias y éxitos
espirituales, aunque en realidad se acerque más a un utilitarismo psicológico
con fines de superación propia que a una fe encomendada, confesada y conversada
con la divinidad. El mentalismo cristiano, con la sugestión como móvil y la
música como elemento progresivamente enardecedor, es la clara expresión de la
concepción postmodernista de la fe: una experiencia más de los sentidos
espirituales que de la conciencia espiritual.
CONTENIDOS CONSTITUTIVOS DE LA FE
Desde la perspectiva
mentalista, a menudo la fe ha sido interpretada como una única victoria
absolutista y totalitaria, un triunfo definitivo, capitular. El texto de 1ª
Juan 5:4 parece sostener esta tesis: “todo el que es hijo de Dios vence al mundo y nuestra
fe nos ha dado la victoria sobre el mundo”. Sin embargo, esta afirmación realmente
propone un triunfo de concepto, pero también la fe es un asunto diario de trayecto. El ejercicio de la fe es una
victoria ganada en la cruz y aceptada por el creyente, pero es una fe en tránsito, que debe recomenzar continuamente la batalla para seguir
venciendo. La fe es un continuo proceso de confianza humana en Dios,
precisamente para comprensión de lo divino.
La fe que expone Hebreos 11
como “la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve”, no es
la simple resolución de predicciones o la liquidación contable de un crédito
divino, sino un proceso de confianza en el Creador, una renovada certidumbre que
habita en el alma –antes que en la mente–, reposando en Dios. Aún más, la fe no
es exclusivamente un asunto del futuro, sino que, preferentemente, es una cuestión
de pasados: “por fe sabemos que Dios
formó los mundos mediante su palabra” (Hebreos 11:3). Gran parte del ejercicio de la fe opera hacia
pretéritos: por la fe sabemos de la salvación culminada en la cruz (Hebreos 12:2), por la fe damos validez
a la Palabra (2ª
Timoteo 3:15),
por la fe entendemos que “todas las cosas
fueron hechas por medio de Él” (Colosenses 1:6; Juan 1:3). Jesús inquirió a sus discípulos calificándolos de hombres de poca fe, empujándoles a soltar amarras de confianza en su ministerio salvífico (Mateo 14:31; 6:25-34) y alentándolos a no preocuparse exclusivamente del mañana, sino a ejercer una fe de presente, sin angustias ni victorias preconcebidas de futuro.
Hebreos dictamina que “no es posible agradar a Dios sin tener fe”
(11:6), apuntando a la aceptación
de su existencia y a la recompensa que significa encontrarlo. Esta concepción rebate
las tesis mentalistas que se proyectan utilitariamente hacia un resultadismo de
la fe, omitiendo su auténtica razón: agradar a Dios más por la medida de
confianza depositada en Él que por lo recibido (Mateo 8:10; 9:2; 15:28; Marcos 2:5; Lucas
5:20; 7:9).
Una última apreciación sobre
la auténtica trascendencia de la fe, muestra cual es su verdadero alcance
espiritual: no alcanzar a contemplar todos los resultados o frutos de lo
ejercido en fe: “Ninguno de ellos recibió
lo que Dios había prometido, aunque fueron aprobados por la fe que tenían” y
“todas esas personas murieron sin haber
recibido las cosas que Dios había prometido; pero como tenían fe, las vieron de
lejos, y las saludaron reconociéndose a sí mismos como extranjeros de paso por
este mundo” (Hebreos
11:39y 13). La aprobación de Dios y su contentamiento son
dos de las grandes virtudes de la fe bíblica, sin exclusivas dependencias a resultados
que obliguen a ratificarla, ni mentalismos que incidan o determinen su
desarrollo y expansión.
Muy crudo me lo pone, señor Laporta y con toda la verdad del mundo..: Me duele esta mirada tan real de nuestra realidad evangélica... que tanto nos oprime.
ResponderEliminarEs tan necesario un serio repaso a esa fe de confesionario, diría yo un ilusionismo sin contenido y vacío de verdad. God save the church!
gran exposición sicológica, sociológica y bíblica de la fe y los fracasos espirituales de nuestras iglesias!!
ResponderEliminarM'agradat. Com sempre tan aclaridor. Me provoca moltes preguntes...... interesant.
ResponderEliminarMe ha dejado pensando y eso en mi es mucho! jajaja!
ResponderEliminarMuy bueno! Aclarados muchos conceptos que tenia turbios o no resueltos. Gracias
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