jml

· 11-S: ¿trauma virtual por cobertura televisiva?


© 2011 Josep Marc Laporta

En la mañana del 11 de septiembre del 2001, millones de estadounidenses vieron en directo las imágenes del atentado a las Torres Gemelas y al Pentágono. En los días siguientes, las televisiones repitieron incesantemente y desde todos los ángulos la caída de los rascacielos y el pánico de los ciudadanos de Nueva York. Fue como ver una película de catástrofes en vivo y en directo, con todas las consecuencias psicológicas producidas por la realidad más cruda.
En los días y semanas posteriores, muchos estadounidenses afirmaron haber sufrido prologados efectos negativos, tanto mentales como físicos, por la reiterada visión de las imágenes televisivas. Otras personas explicaron que el daño físico y mental no dependió exclusivamente de la retransmisión en directo de los hechos ocurridos en el World Trade Center en Nueva York y en el Pentágono en Washington, ya que sus seres queridos eran los que en realidad estaban sufriendo, muriendo la gran mayoría.

¿Existió el trauma virtual por cobertura televisiva?

En realidad, los hechos del 11 de septiembre sugieren que las reacciones de estrés postraumático masivo pueden ser provocadas y persistir pese a que no se esté expuesto directamente a los acontecimientos. Pero sería prematuro afirmarlo a ciencia cierta. Por lo general, se requiere una exposición directa o una cercanía personal de un evento, como la muerte violenta de un cónyuge o un hijo, para generar reacciones de estrés postraumático. Más bien podemos afirmar que los atentados del año 2001 supusieron un trastorno de ansiedad generalizada o depresión aguda en la población que lo vio por televisión, descartando el estrés postraumático o trauma virtual y colectivo.
Los síntomas de la respuesta de estrés postraumático son muy subjetivos y tienen un considerable solapamiento con el malestar general, incluyendo, en ocasiones, respuestas cotidianas de estrés. De igual manera, los síntomas de estrés postraumático se superponen con otros trastornos psiquiátricos. Es por ello que no podemos afirmar que toda secuela psicológica posterior al 11-S sea consecuencia del visionado televisivo de los hechos. Sí que se puede certificar que muchas de las sensaciones de estrés sufridas se sumaron a otras ya existentes, produciendo una nueva y más completa.
Sin duda, los terribles acontecimientos de las Torres Gemelas de Nueva York causaron en la población destacables efectos negativos, tanto mentales como físicos. Todo ello significó un cambio profundo en las vidas de los estadounidenses. La percepción de la realidad cambió significativamente; tuvieron una visión mucho más real de cuáles eran los riesgos a los que se enfrentaban a partir de ese momento. Sin embargo, la contemplación de eventos por televisión no tiene excesiva incidencia en la salud pública o efectos mentales y físicos clínicamente probados. A excepción de las personas que vivieron in situ los hechos, que fueron afectados directamente por familiares o estuvieron en las inmediaciones, el resto de la población que asistió al trágico espectáculo por televisión no debieron sentir y vivir más trauma que la generalizada ansiedad y depresión por saber y comprobar la realidad de lo que estaba sucediendo.

Un detalle a tener en cuenta es el sonido, el ruido y los olores de los atentados. Son determinantes. Aparte de los familiares de los fallecidos, que recibieron un impacto emocional de primer grado, los que presenciaron en directo el choque de los aviones en los rascacielos y oyeron los angustiados gritos de sus conciudadanos, fueron los que realmente sufrieron posteriormente un impacto traumático de primer orden, ya que la vivencia coordinada y presencial de sonido, imagen y olor es altamente provocadora de suma tensión y dolor psicológico. Evidentemente, por televisión el sonido queda muy mediatizado y tamizado, y, en muchos casos, no se aprecia la auténtica intensidad y volumen. Para el espectador televisivo, no deja de ser una película, evidentemente real, pero algo que no vive en primera persona.

¿Podría ser que un ciudadano de un país remoto del planeta sufriera un estrés postraumático a raíz de la contemplación televisiva de los atentados? En principio cabe remarcar que la implicación emocional tiene mucho que ver con la cercanía cultural, geográfica o social. Es importante destacar que los códigos de vinculación social son decisivos para generar dolores psicológicos. Por ejemplo, aquel 11 de septiembre no fue igual para un tailandés que para un francés. La cercanía cultural, geográfica y social incide determinantemente en la asunción y vinculación afectiva y emocional.
La contemplación televisiva de los atentados a las Torres Gemelas y al Pentágono, afectaron a la población de acuerdo a distintos parámetros, mencionados anteriormente. Los mass media fueron más responsables de una comunitaria concienciación terrorista que de secuelas psicológicas y psiquiátricas. Para los familiares afectados, las imágenes de televisión sí que significaron un serio suplemento afectivo y emocional que pudo producir más estrés postraumático. No obstante, los comportamientos observados en los familiares no presentan más desajustes y diversificaciones psicológicas que otros hechos trágicos sin imágenes de televisión en directo.

© 2011 Josep Marc Laporta .

Licencia de Creative Commons

3 comentarios:

  1. Cadyska12:14

    muy interesante

    ResponderEliminar
  2. Anónimo18:54

    Interesante Blog Josep. Quisiera saber cómo retomar el contacto. Héctor Martinez Giménez. En FB? Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar