© 2014 Josep Marc Laporta
1.
Tensión conceptual entre cultura y biología
2.
Antropología, darwinismo y positivismo
3.
El estudio de Gneezy, Leonard y List
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La cultura es la manera cómo nos entendemos a nosotros mismos como
individuos y como miembros de la sociedad, incluyendo la historia personal y
colectiva, la religión, los medios de comunicación, los rituales e incluso el
propio lenguaje. El darwinismo social sostuvo que las comunidades culturales
desarrollaban sus comportamientos colectivos con estricto acuerdo a la biología;
es decir, unas conductas adaptadas a su proceso evolutivo que le conferían un
concepto normativo. Es cierto que las creencias, los valores, las conductas y
los objetos-símbolos son elementos que constituyen el modo de vida de un
pueblo; pero no parece ser cierto que la teoría de las leyes de la evolución y
selección natural, como conceptos biológicos, también se transmitan
directamente a las estructuras sociales.
TENSIÓN
CONCEPTUAL ENTRE CULTURA Y BIOLOGÍA
Si atendemos a los primeros estudios y suposiciones sobre biología y
cultura, sostendríamos que la diferencia biológica condujo a una consecuente
diversidad cultural entre distintos grupos raciales. Pero hoy en día, los
sociólogos y antropólogos reconocemos que la relación entre cultura y biología
es mucho más compleja. Por ejemplo, se sostiene que con anterioridad al 4.000 a . C., la mayoría de
los seres humanos no producían una proteína que les permitía digerir la lactosa
después de ser destetados. Sin embargo, después de que los europeos comenzaron
a beber la leche de los animales domésticos, la adaptación genética por el
consumo de lactosa favoreció la propagación biológica por todo el continente. La
biología no cambió los hábitos culturales sino los hábitos culturales transformaron
la biología. Es por ello que la relación entre cultura y biología se manifiesta
mucho más compleja de lo que en principio postuló el darwinismo. El anterior
ejemplo es una prueba de que los cambios culturales (la domesticación de
los animales) pueden dar lugar a cambios en el comportamiento que
afectan a la biología (adaptación genética para procesar la lactosa).
Los seres humanos somos criaturas biológicas. Estamos compuestos de sangre,
huesos y tejido animal, principalmente muscular. En esencia, los genes se
expresan o manifiestan en las características físicas del individuo, afectando a
aspectos corporales como el color de la piel o de los ojos. Sin embargo, los
seres humanos somos mucho más que nuestra biología, y esto se evidencia sobre
todo en la forma en que los seres humanos generan, viven y se desarrollan en
sus distintas culturas. La cultura es un término usado ampliamente tanto por
los científicos sociales como por antropólogos y sociólogos para abarcar todas
las facetas de la experiencia humana que van más allá de nuestra realidad
física. Es fundamental entender que el término cultura no describe una entidad única
y singular; en cambio, es una heurística útil que nos puede ayudar a observar
comportamientos, actitudes y tendencias sociales. Al estudiar las ciencias
sociales debemos tratar el concepto cultura más como una herramienta conceptual
que como una uniforme definición estática. Entender la cultura implica necesariamente
comprender los cambios y los sucesos que les afectan, y éstos suceden por una
gran variedad de interacciones con las personas, los medios y la tecnología,
entre otros.
ANTROPOLOGÍA,
DARWINISMO Y POSITIVISMO
La cultura es, sobre todo, un término antropológico. Los primeros estudios
antropológicos surgieron aproximadamente en la misma época que lo hizo el darwinismo
social, a finales del siglo XIX y principios del XX. El
darwinismo social mantuvo la creencia de que el grupo cultural más cercano a los
estándares normativos de estudio eran los occidentales europeos, pues era el grupo
social más evolucionado; mientras que los más alejados de los europeos, los
africanos o asiáticos, con sus modos de vida tribales, eran más cercanos al
primitivismo social. Esta teoría ha perdurado en el pensamiento sociológico
hasta el día de hoy. Las referencias del darwinismo a ascendencias africanas,
selváticas o desérticas como precedentes primitivas de la cultura es un lenguaje
propio del darwinismo y de la encarnación moderna del pensamiento darwinista
social.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la
escuela positivista también apareció en escena, influenciando el pensamiento
sociológico. Una de sus figuras claves, Cesare Lombroso, estudió las características
físicas de los presos, porque creía que podía encontrar una base biológica para
el crimen. Lombroso acuñó el término atavismo, concepto que sugiere que algunos
individuos experimentaban retrocesos a un punto cero de la historia evolutiva,
a un punto más rudimentario y salvaje. Lombroso utilizó este concepto para
afirmar que ciertos individuos eran más débiles de voluntad y más propensos a
la actividad criminal que sus conciudadanos supuestamente más evolucionados.
De acuerdo a esas creencias hegemónicas de la época, los antropólogos
teorizaron sobre la cultura como algo que evoluciona a la par de los organismos
biológicos. A semejanza de la evolución biológica, se creía que la evolución
cultural era también un sistema adaptativo que produce resultados únicos
dependiendo del lugar y del momento histórico. Sin embargo, a diferencia de la
evolución biológica, la cultura se puede enseñar intencionadamente y, por lo
tanto, se transmite de un grupo de personas a otro.
Al principio los antropólogos creían que la cultura era un producto de la
evolución biológica y que la evolución cultural dependía exclusivamente de las
condiciones físicas. No obstante, hoy muchos antropólogos ya no sostienen esta
teoría ni piensan que sea así de simple. Ni tampoco desde la sociología podemos
considerar que la biología es el único responsable de los procesos culturales.
Ambos interactúan de maneras más complejas, con conexiones que, por un lado,
son particulares y, por otro, generales. Es interesante observar cómo nuevas
experimentaciones y estudios de campo están aportando más luz sobre la relación
entre cultura y biología.
EL
ESTUDIO DE GNEEZY, LEONARD Y LIST
Ante la pregunta de por qué las mujeres parecen ser menos competitivas que
los hombres y si existía alguna razón antropológica, biológica o de comportamiento
social que lo definiera, los economistas conductuales Uri Gneezy, Kenneth
Leonard y John List de las universidades de Chicago y Tilburg hicieron un
interesante estudio.(1) Invitaron a dos grupos de hombres y mujeres iguales a
jugar a meter pelotas de tenis dentro de un cubo desde una distancia de tres
metros. Sin embargo, antes empezar el juego, a los participantes se les
permitió escoger entre dos opciones:
1-
cobrar un dólar por cada
acierto;
2-
cobrar tres dólares por cada
acierto, pero solamente si conseguían meter más bolas que un contrincante que
competía en otra sala.
El experimento lo realizaron en Estados Unidos y los resultados
prácticamente fueron los esperados: el 50% de los hombres escogieron competir y
acceder a la posibilidad de alcanzar un premio superior, mientras que solamente
el 26% de las mujeres optaron por la competitividad. Este porcentaje confirmó el
supuesto de que las ganas que tienen las mujeres de competir para ganar son
menores que las de los hombres.
La pregunta obligada tras el estudio es ¿por qué las mujeres son menos
competitivas? La respuesta tiene básicamente dos teorías. La primera es que el
ADN femenino las lleva a ser menos violentas, amparándose en la teoría de que
la evolución darwiniana ha hecho que los hombres seamos los descendientes de
aquellos primitivos que luchaban contra animales, mientras que las mujeres se
quedaban en la cueva cuidando de la familia, atendiendo a cuestiones menos
conflictivas. Bajo este supuesto, los genes violentos de los machos se han
heredado de generación en generación, ya que los hombres no violentos fueron
asesinados por los violentos y no tuvieron la oportunidad de reproducirse y
llegar hasta nuestros días.
La segunda teoría es cultural. Nuestra
sociedad es básicamente patriarcal, dando un papel diferenciadamente específico
a niños y niñas, con una influencia educativa que se transmite a través del
sistema escolar reglado, la familia, la televisión, el juego, los juguetes, etc.
Para averiguar si las diferencias de sexo son biológicas o culturales, Gneezy,
Leonard y List repitieron el experimento en dos tribus distintas. La primera fue
la Masái, en Tanzania. La segunda fueron los Khasi, en la región de Meghalaya,
en el norte de la India.
Los Masái son una tribu africana radicalmente machista: no educan a las
niñas, las hijas son vendidas en matrimonio –aproximadamente
unas 10 vacas por niña– y cuando a un padre Masái se le pregunta cuántos
descendientes tiene, responde solamente con el número de varones. Cuando los
investigadores norteamericanos hicieron su experimento de lanzar las pelotas de
tenis en un cubo, obtuvieron unos resultados muy similares a los
norteamericanos: el 50% de los hombres decidía arriesgarse y competir, mientras
que solamente el 26% de las mujeres optaba por la competitividad.
La segunda tribu con la que se llevó a cabo el estudio fue la tribu de los
Khasi. Los antropólogos dicen que los Khasi son la tribu más matriarcal que
existe: la riqueza familiar se transmite de madres a hijas, los descendientes
toman el nombre de la madre y las niñas reciben mejor educación que los niños.
Cuando los investigadores norteamericanos llevaron a cabo su experimento con
los Khasi, los resultados fueron sorprendentes y reveladores: solamente el 39%
de los hombres Khasi decidió arriesgarse por la opción competitiva mientras que
el 54% de las mujeres optó por la competición.
Huelga decir que los hombres y mujeres Masai tienen la misma constitución
biológica y el mismo ADN que los Khasi o los norteamericanos. La diferencia radica
en la cultura y, en particular, en el papel de la mujer en la familia. La
conclusión de Gneezy, Leonard y List es que, si hay diferencias biológicas
entre hombres y mujeres, éstas son prácticamente inapreciables respecto a las
diferencias que crea la cultura y la educación.
Los resultados del estudio nos permite observar cómo las relaciones y
dependencias entre cultura y biología tienen un marcado acento educacional, con
todos sus condicionantes instructivos, lectivos, asociativos, familiares o
ambientales. La educación es el alma de la cultura por encima del sello
biológico que cada comunidad, por su evolución particular, pudiera llegar a
tener. Por tanto, la influencia de la educación, en su sentido más concreto del
término –la instrucción reglada–, y en
su vertiente más amplia –la cultura y sus ilustraciones ambientales formativas–,
influye determinantemente en la construcción social del ser humano. Esta
perspectiva nos permite alcanzar un nuevo o más exacto paradigma respecto a la
socialización del ser humano: el sistema educativo y las influencias culturales
pueden ser concluyentes para que una sociedad se estanque en sus ancestrales modelos
formales o para que supere sus limitaciones biológicas y existenciales.
(1)http://management.ucsd.edu/faculty/directory/gneezy/pub/docs/gender-differences-competition.pdf
(1)http://management.ucsd.edu/faculty/directory/gneezy/pub/docs/gender-differences-competition.pdf
© 2014 Josep Marc Laporta
M0ha semblat molt interessant. El estudi dels americans ens ensenya el retras que portem en aquest pais en questions d'educació . Que si toros que si LOMCES que si monsergues amb punyetes, Això es el que tenim.... uns polítics que ens conttrolen l'educació per controlar el poble i no deixar-nos creixer com a persones i societat. Així anem pel món... els últims de la cúa, al nivel de paisos subdesevolupats. Una merda de pais, diguem-ho clar.
ResponderEliminarSoy de los que creen que nada somos ni nada valemos si no nos damos cuenta de que la cultura es el todo de la sociedad y solo por ella podemos ser mejores ciudadanos, pero su artículo me lo deja aun mas claro. Imponente descripción de las tendencias de la sociología en un artículo. Gracias
ResponderEliminarMuy bueno..... /// Me doy con el canto en los dientes que Wert cree aún que la biología española nos hará seres superiores y diferenciados del resto de los humanos. Eso sí.. el alma española es torera: se lo pasa todo por el arco de triunfo. Paisssssssss Gracias señor Laporta por dejar en ridículo al señor ministro. Mañana le invito a tomar unas copas en el bar del congreso, un gintonic para ser mas exactos. Si no es porque se drogan en el congreo no se entiende la biología de estos políticos! Les presto cultura a cambio de que dejen de beber.
ResponderEliminarExtenso y completa perspectiva del tema. Estoy de acuerdo que la biología no define, pese a que influye, en la formación cultural de los pueblos. Estoy más en la línea antidarwiniana de no hacer de la evolución un acto de pretensión cultural y social.
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