© 2013 Josep Marc Laporta

Pocas horas
después, el presidente del gobierno se presentó ante los
medios de comunicación para hacer una firme declaración institucional, aprovechando
una rueda de prensa junto al presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy.
Pese al aplomo estructural de la declaración, en Mariano Rajoy se vislumbró
inquietud, desasosiego e intranquilidad. La sorpresa que supuso la declaración política
del Palau de la Generalitat dejó al presidente del gobierno en franca
afección.
Rajoy leyó
con pretensión de seguridad y firmeza su declaración: «Quiero decirles con toda claridad que esa
consulta no se va a celebrar, es inconstitucional y no se va a celebrar. Choca
con el fundamento de la Constitución, que es la indisoluble unidad de España.
El Gobierno no puede negociar sobre algo que es propiedad de los españoles, la
soberanía».
Pero
detrás de su pausada y firme lectura, y de la consabida puesta en escena
presidencial, se apreció un detalle que desveló su auténtica situación anímica
y psicológica. No fueron sus tics oculares, tampoco fueron minúsculas
contracciones faciales ni el movimiento circular de las manos. La sorpresa para
el presidente –y para los que atendemos a la semiótica– fue su voz.
Cuando nos
encontramos ante una situación inesperada, que no habíamos anticipado o que
atenaza nuestra seguridad personal, la voz acostumbra a timbrar más aguda. Se
produce una tensión en las cuerdas vocales que hace que nuestro timbre de voz
suba ligeramente. Normalmente se aprecia en las personas que han sido
descubiertas en una mentira, ya sea verbal o de acción. La mente no puede
controlar fisiológicamente la sorpresa, por lo que la reacción de los músculos
tiende a tensionarse unánimemente hasta el punto de que cualquier actividad física
revela inequívocamente el inestable estado interno. La voz manifiesta con
diáfana claridad ese timbre sutilmente más agudo, hasta el punto de que hay distintas
técnicas policiales para atrapar por sorpresa a un encausado y enfrentarlo con la
verdad.
Mariano
Rajoy no estaba mintiendo. Su cambio de tono fue debido a su instintiva reacción
fisiológica respecto a la sorpresiva noticia que llegó desde Barcelona, y que
horas más tarde no pudo ocultar. No esperaba ni imaginaba que los partidos
catalanes podrían llegar tan rápidamente a un acuerdo para pactar el redactado
de la consulta. Más bien al contrario, suponía que las diferencias se
impondrían y la cuestión catalana se resolvería por la ineptitud política de
los implicados. Pero nunca supuso que el acuerdo sería tan veloz ni que se
daría a conocer de manera tan resuelta ni con una puesta en escena tan explícita
y contundente.
Es bien
sabido que el presidente del gobierno español prefiere dejar que los problemas
se resuelvan solos, por inanición. No le gustan las contrariedades ni las
complicaciones innecesarias y acostumbra a mirarlas con cierta distancia,
esperando que, tal vez, el tiempo participe en su resolución. Es por ello que, en
la comparecencia pública, su sensible y agudo cambio de voz no pudo ocultar la propia
realidad: la noticia le pilló desprevenido, sin defensas, por sorpresa, en
sobresalto emocional y con una profunda consternación. Realmente es lo que
nunca hubiera querido ni deseado, pero sucedió.
Ese leve
y timbrado cambio de tono fue tan significativo que incluso hizo pasar por alto la
mecánica lectura de su declaración. La larga declamación de los fraseos, con
puntos seguidos que parecían ser puntos finales o la mirada fija pero
desorientada entre el papel y los periodistas no alcanzaron suficiente
relevancia semiótica ante un tono de voz que delató su auténtica situación personal:
Mariano Rajoy sufrió la más seria afección desde que es presidente. Y en el
mismo palacio de la Moncloa.
(Para visionar el vídeo de la comparecencia de Mariano Rajoy:
http://elpais.com/politica/2013/12/12/actualidad/1386874919_926329.html)
(Para visionar el vídeo de la comparecencia de Mariano Rajoy:
http://elpais.com/politica/2013/12/12/actualidad/1386874919_926329.html)
[1] «¿Quiere
que Cataluña se convierta en un Estado? Sí o no». A continuación, y en caso
afirmativo, habrá una segunda cuestión: «¿Quiere que este Estado sea
independiente? Sí o no». La fecha elegida es el 9 de noviembre del 2014.
© 2013 Josep Marc Laporta
Documento en PDF: http://www.josepmarclaporta.com/llumdenit/Afeccion-en-la-Moncloa.pdf.
Documento en PDF: http://www.josepmarclaporta.com/llumdenit/Afeccion-en-la-Moncloa.pdf.
Realment hem de posar un 10 als nostres polítics, i sobretot al nostre Molt Honorable President de la Generalitat , Artur Mas , ell ha liderat l´entesa d´una manera seriosa, escrupulosa, amb molta finezza,... enhorabona, som un gran país i ara volem votar.
ResponderEliminarMuy bueno! Me parece un análisis perfecto para retratar a Rajoy.
ResponderEliminarBrutal análisis. La voz ha dejado a Rajoy a la altura de su nivel político. Que e s mas bien bajo.
ResponderEliminarCagado estaba Rajoy y toda su corte de palmeros ante la amenaza de Mas. La voz le salió gazñada y sin la seguridad que siempre tiene- Noté algo pero no supe ver que estaba muy afectado por lo sucedido. Al hilo de lel artículo imagino que estaría con un cabreo impresionante, de aquellos de órdago. Cagado en los pantalones y viendo la que se le venía encima. Retrato de sicologia pura y dura.
ResponderEliminarSembla mentida que la veu ens hagi de delatar.
ResponderEliminarTan estudiar per saber comunicar, convèncer, mentir, entusiasmar ,.........i que aquest instrument tan íntim i personal de comunicació i la vegada instrument de so el controlem tan poc i ens pugui trair tan o be serveixi com ara per delatar tan el que realment senten alguns.
Sembla mentida que la veu ens hagi de delatar.
ResponderEliminarTan estudiar per saber comunicar, convèncer, mentir, entusiasmar ,.........i que aquest instrument tan íntim i personal de comunicació i la vegada instrument de so el controlem tan poc i ens pugui trair tan o be serveixi com ara per delatar tan el que realment senten alguns.