La
IV Semana de Música que se había celebrado en 1979 tuvo como director outsider a Miguel (Mikey) Anthony
Gonzales (1949-) en sustitución de Errol
Simmons, quien delegó la responsabilidad por tener que ausentarse por causa de
su tiempo sabático en Estados Unidos. Junto a la dirección de Gonzales y la
cooperación de su esposa Dalia Marroquín, Pere Puig Ballonga (1929-2016) y Daniel Grau Albí (1953-) fueron el núcleo del claustro de profesores. Sin
embargo, Daniel Grau forjó una gran sintonía y amistad con Gonzales, quien tuvo
mucho que ver con la decisión de la familia Grau-García de trasladarse a los Estados
Unidos con la finalidad de que Daniel estudiara teología y ejerciera
ministerios de música y jóvenes en diversas iglesias hispanas. Además de
Gonzales, la relación con el pastor Frank Moreno (1950-) fue muy importante en todo el proceso de toma de decisiones
que, tras dos años de oración, se concretaría en 1981.
La
siguiente Semana de Música, la V, se celebró del 18 al 26 de agosto de 1980.
Con la vuelta de Errol Simmons a la dirección, el evento contó con los mismos
profesores que la anterior edición: Pere Puig Ballonga, Daniel Grau Albí, Núria
Puig Mayor, José W. Mefford y Antonio Miguel Aparici Pastor, exceptuando Sarah K. McNair. La obra musical escogida para aquel año fue ‘Encuentro’, una
cantata juvenil que el coro interpretó públicamente el domingo 24 y que tuvo
como solistas principales a Errol Simmons y Núria Puig Mayor, además de la narración de Jorge J. Pastor.
Uno
de los asistentes, Luis Manuel Pastor (1943-), artista plástico de renombre, dejó
en las páginas de El Eco una reseña a modo de reflexión. Entre palabras aduladoras
al evento, al Montgó y a las viandas, terminó su narración con la siguiente
proclama: «Es
la primera vez que asisto a esta Semana de Música, y me ha sorprendido que en
vez de haber cincuenta no hubiera quinientas. Si Dios quiere, pienso asistir el
próximo año, aunque empiece un día después de lo anunciado y falte también el
profesor de guitarra prometido y, desde mi punto de vista, el equipo de trabajo
no estuviese seleccionado con suficiente rigor. Mi experiencia ha sido muy positiva.
He aprendido que la amonestación y enseñanza de los ancianos siempre es sabia,
así como la intuición de los pequeños no lo es menos. Terminamos la semana con
la promesa de nuevas actividades para el próximo año».
En
el siguiente vídeo se puede escuchar una grabación del coro de la Semana de
Música interpretando la cantata ‘Encuentro’, en un registro previo a su
actuación en la Iglesia Evangélica Bautista de Dénia ‘La Trinidad’.
En
1981 se celebró la VI edición de la Semana de Música y también fue la fecha en
que, después de dos años de oración, la familia Grau-García se trasladó a Estados Unidos por un periodo de nueve
años (familia
formada por los esposos Daniel y Abigail, y los hijos Eliezer y Bernabé;
Abigail junior nacería posteriormente en Houston). Daniel estudió teología
en el Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans (Luisiana), gracias a una extensión
en Houston (Texas) y en Tampa (Florida), ciudades de residencia
de la familia. En el tiempo que estuvieron en el país (1981-1990), Daniel ejerció como pastor de música y
jóvenes en dos iglesias; primero en Houston y después en Tampa, dirigiendo
coros y ministrando en dos congregaciones hispanas con una membresía media de
entre 250 y 300 personas, siendo, también y por un tiempo, pastor asociado en
Tampa. Asimismo, en el último año en Estados Unidos, Daniel Grau emprendió
acción misionera, abriendo iglesia en una población cercana a Tampa, en St.
Petersburg (Florida).
Además de
otras facetas, su esposa, Abigail García Esteve, desarrolló diversos
ministerios con niños, principalmente relacionados con la música, dirigiendo
coros infantiles.
Si
bien el tiempo de la familia Grau en Estados Unidos fue muy bendecido para las
congregaciones en las que ministraron, suponiendo también un propio crecimiento
teológico y espiritual, tras el retorno a València y a Carcaixent, Daniel
aportó sus capacidades y bien hacer implicándose en diversos ministerios
musicales. Por una parte, fue docente y director coral en varias Semanas de
Música de los años noventa; y, por otra, fue parte importante en la
organización y dirección del Cor Evangèlic Unit Valencià que actuó en un
célebre concierto en el Palau de la Música de València en 1992, donde,
asimismo, Abigail tuvo una de las participaciones solistas destacadas.
Como
ya he anunciado anteriormente, en 1981 se celebró la VI Semana de Música en Dénia
–del 17 al 23 de agosto– bajo la dirección de Errol Simmons, aunque sin la
participación de Pere Puig, quién declinó por divergencias conceptuales. La
obra escogida fue ‘Aleluya, Cristo vive’ del influyente compositor
estadounidense John Willard Peterson (1921-2006), una cantata que, además
de la línea argumental y compositiva de Peterson, reunía algunos de los himnos
anglosajones más populares de la Pascua cristiana. Con similar estructura
docente que las pasadas ediciones, ‘Aleluya, Cristo vive’ se interpretó el domingo
23 de agosto en la Iglesia Evangélica Bautista de Dénia. De aquella edición no
disponemos de ninguna grabación con suficiente calidad para ser publicada, por lo
que, en su defecto, opto por compartir una bellísima versión femenina del Coro Liceo de
Santa Marta de Talca (Chile), que gentilmente nos
cede.
1982
fue la última edición de la Semana de Música de la primera etapa (1976-1982), que tras cinco años de paréntesis se
reemprendería en 1988. También fue dirigida por Errol Simmons, concluyendo su
trabajo como Promotor de Música de la UEBE un año después, aunque permaneciendo
en el país con diversos ministerios docentes y pastorales hasta 1987, fecha en
que aceptó emprender una nueva labor misionera en Hungría, fundando en 1990 la International Baptist Lay
Academy
en Budapest. Tras años de experiencia y dedicación en España, el tiempo en
Hungría fue muy bendecido y efectivo. El bagaje acumulado en nuestro país
participó aún más en una mejor inmersión misionera.
Sus
palabras, recogidas en el East-West Chruch Ministry Report en otoño del 2000, así lo
reflejan: «A
menudo, en vano, intenté animar a los misioneros recién llegados, no sólo de
grupos paraeclesiales sino también de agencias denominacionales, a que
dedicaran tiempo a conocer a los cristianos húngaros y sus iglesias antes de
decidir qué necesitaban. Muchas de las estrategias y programas diseñados en
Norteamérica y otros países occidentales simplemente no satisfacen las mayores
necesidades espirituales de la gente de Europa Central y Oriental. El personal
de la misión primero debe ser aceptado y tener la confianza de los nacionales
con quienes sirve antes de ganarse el derecho a ayudarlos a desarrollar
iglesias locales. No hay atajos. El personal misionero debe estar dispuesto a
asumir el precio de la adaptación y la aceptación cultural antes de convertirse
en agentes legítimos de cambio. La fundación y el desarrollo de iglesias pueden
ser realizados por misioneros con la guía del Señor, pero lo hacen con mayor
eficacia quienes están dispuestos a fundar sus vidas y aprender el idioma, la
cultura y la forma en que se testifica, evangeliza y discipula en el contexto
de la sociedad anfitriona. Demasiados quieren trabajar ‘en paralelo’ (otra
forma de decir ‘nosotros haremos lo nuestro y ustedes lo suyo’), pero no en
colaboración con las iglesias húngaras históricas. Y eso, en mi opinión, es un
grave error misionero y una gran tragedia que estamos presenciando en muchos
países hoy en día. […] Sólo espero que los líderes y el personal de las
agencias misioneras tomen nota de sus preocupaciones y defiendan y pongan en
práctica una estrategia misionera basada en un enfoque de auténtica
encarnación».
De
aquella última edición de la Semana de Música de 1982, la VII, no disponemos de
ningún registro sonoro ni tampoco ninguna grabación de la cantata. El evento se
celebró del 16 al 23 de agosto y en la publicidad se notificaban las materias
que se iban a impartir, manteniendo una estructura similar desde los inicios en
1976: «canto,
dirección coral, solfeo, organización y dirección de coros de niños,
himnología, coro de campanillas de mano, la música en la iglesia y más cosas». La obra ensayada e
interpretada fue ‘Los seguidores de Cristo’, una cantata de diez números
compuesta en inglés en 1979 por Mark Blankenship (1952-)
y Ed Seabough (1932-) que no supuso gran
dificultad musical para el alumnado.
Tras
un paréntesis de cinco años, la Semana de Música se reanudó en 1988, cuando
Elies Cortés Casanovas (1957-), que había asumido el
cargo de Promotor de Música de la UEBE un año antes, la instauró de nuevo. La dirección de Elies Cortés fue participada con la
subdirección de Núria Puig Mayor, reiniciándose así una nueva época de este
bendecido ministerio.
Además
de los numerosos profesores y docentes que a lo largo de los años dedicaron
tiempo y conocimientos a la Semana de Música, el cuadro histórico de los
directores de 1976 a 2025 es el siguiente:
1976-1978
- Othar Errol Simmons (1939–2014) 1979
- Miguel (Mikey) Anthony Gonzales (1949-) 1980-1982
- Othar Errol Simmons (1939–2014) 1983-1987
– Paréntesis de cinco años. 1988-1989
- Elies Cortés Casanovas (1954-) 1990-1996
- Josep Marc Laporta (1959-) 1996-2002
- Pau Grau Ballester (1967-) 2003-2006
- Sergio Martín Zamora (1973-) 2007-2011
- Pau Llorens Galiana (1972-) 2012-2020
- Esteban Ramón Moreno (1978-) 2021
- Andrés Monge de Silva (1986-) y Laura Monge de Silva (1979-) 2023-2025
- Laura Monge de Silva (1979-)
1-Coro de
la 1ª IEB de Madrid 2-Coro de
la IEB de la Barceloneta 3-Aparición
del Himnario Bautista 4-Reprobación
española al Himnario Bautista
1- Coro de la 1ª IEB de Madrid
El sábado 19 de mayo de 1979, la Primera Iglesia
Evangélica Bautista de Madrid, sita en la calle General Lacy, inauguraba su
nuevo templo. Después de 22 años, desde que la primera comisión pro-templo se
reuniera por primera vez en 1957, el momento tan esperado había llegado. Entre
diversas participaciones de pastores invitados y con la dirección del titular
de la congregación, Juan Luis Rodrigo Marín (1923-2008), el culto inaugural contó con la intervención del coro de
la iglesia, que por primera vez dispondría de un palco frontal para sus
intervenciones de alabanza a Dios. Según narraba la revista denominacional, «Como parte importante del programa de la inauguración
cantó el coro de 35 voces, bajo la dirección de Miguel Fernández Clemente (1931-), con Katy de McNair (1945-) al
órgano. Los miembros del coro estrenaron sus nuevas túnicas de azul claro y
pechera de azul marino. El coro cantó varios números y, como broche de oro a su
actuación, terminaron con el himno ‘Hijos de los Españoles’. La congregación se
conmovió y cayeron no pocas lágrimas al oír de nuevo las palabras ‘y dejando
las tinieblas marcha España hacia la luz’».
Miguel Fernández fue el director del coro de la 1ª IEB de
Madrid desde los 19 años, una etapa que empezó en 1951 y concluyó en 1995. Su
ministerio al frente del coro fue de 44 años, siendo encaminado en sus inicios
por el organista Francisco Dorado Hernández (1911-1983) y el anterior director, Adolfo Lahoz García (1927-2000). En sus
primeros meses como director, Miguel Fernández prácticamente no tenía
conocimientos de música, pero poco a poco fue aprendiendo con la ayuda de unas
pegatinas de color que ponía en cada tecla del armonio con la nota
correspondiente. Posterior y progresivamente, sus conocimientos musicales ya le
permitieron desarrollarse eficazmente, cursando estudios de solfeo y piano en
el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.
Durante los
44 años de dirección, el coro mantuvo una media de coristas de entre 30 y 35
personas, cantando en total 268 himnos, de los cuales han quedado grabados 168.
El primero que interpretaron fue ‘En todo tiempo alabaré’, convirtiéndolo en el
himno lema de la formación. Cada año lo cantaban. Y, como anécdota emotiva para
Fernández y para todos los coristas, ‘En todo tiempo alabaré’ también fue el
último himno que interpretaron al concluir su etapa de director.
También hubo
otro himno que se convirtió en habitual: ‘Yo me consagro al Señor Jesús’. En
cada culto de bautismos, y momentos antes de que el pastor bajase a las aguas,
el coro lo cantaba muy suavemente, introduciendo el acto de manera muy solemne.
El coro de
la 1ª Iglesia Bautista de Madrid también tuvo destacadas participaciones fuera
del templo. Cantó tanto en iglesias de la capital como fuera de ella, y en
puntos de misión en el norte del país. Junto a ello es de destacar el recital
de Navidad que en tan señaladas fechas ofrecía cada año en la estación de
Atocha, en un balcón superior que permitía una buena recepción musical por
parte de los viajeros: un evento de testimonio muy bendecido a pocos metros del
templo. Con todo, Miguel Fernández Clemente –hijo del anterior pastor de la
congregación, Justo Francisco Fernández Moya (1896-1951)–, no solamente asumió la
dirección coral con gran disposición, entusiasmo y bien hacer, sino que,
además, tuvo una intensa labor diaconal en diversos ministerios eclesiales,
como, por ejemplo, la presidencia de la comisión pro-templo.
En el
siguiente vídeo, que se ha remasterizado para mejorar la calidad fonográfica, se puede escuchar una pequeña y representativa selección de los
168 cantos que quedaron registrados fonográficamente y que junto a algunas
fotografías rememoran el ministerio del Coro de la 1ª Iglesia Evangélica
Bautista de Madrid.
2- Coro de la IEB de la Barceloneta
El cambio de década que se avecinaba también trajo consigo
cambios en el pensamiento eclesiológico y social. El 25 de febrero de 1979, la
asamblea de la Iglesia de la Barceloneta aprobó que el Coro pudiera cantar en
‘latín y otros idiomas’, decisión que no fue efectiva hasta el siguiente año,
cuando participaron en una reunión de oración conjunta con la Parroquia de Sant
Miquel, sita en el mismo barrio. Asimismo, todos los miembros de la Coral
empezaron a recibir clases de técnica vocal por un profesor externo, impartidas
en pequeños grupos de cinco personas. Su director, Elies Cortés Casanovas (1954-), que pocos años antes había relevado en el puesto a su
hermana y pianista Anna Cortés Casanovas (1949-), dio un
significativo cambio al tradicional coro de iglesia para llevarlo a un nivel
superior, abriendo nuevas puertas de testimonio.
En 1978, el Coro de l’Església Evangèlica Baptista de la
Barceloneta había empezado una nueva etapa de testimonio evangelístico a través
de la música. Formado por unas cuarenta voces, desde aquel año se multiplicó
con recitales y conciertos en iglesias, centros culturales y sociales de
Catalunya y en el resto del estado. El repertorio que presentaban era muy
variado, tratando de comunicar el Evangelio a la mayor cantidad de personas
posible y a través de diferentes estilos musicales: barroco, renacimiento, espirituales
negros, populares, composiciones y arreglos modernos, etc. De esta manera se
les podía escuchar cantando en catalán, castellano, alemán o latín.
La siguiente grabación de 1985 recoge dieciséis piezas de
su repertorio; una muestra de la calidad y del espíritu del Coro que queda sintetizado
en sus propias palabras: «Unas
composiciones se interpretan en el lenguaje en el que fueron escritas,
queriendo subrayar con ello lo importante que es el conjunto de música-letra en
una composición coral, no sólo la música o la letra. […] Los compositores
cristianos de ayer y hoy sienten las mismas necesidades de alabar a Dios con
todo su talento, y no hace falta quedar ligado a las manifestaciones de música
sacra de otros siglos».
3- Aparición del Himnario Bautista
Tras un buen número de libritos de cantos editados durante
más de una década por la Casa Bautista de Publicaciones de El Paso (EUA), como
Adelante juventud(1953);Cánticos
de Gozo e Inspiración (1953);Voces
de júbilo(1955);Ecos de victoria(1956);Dúos,
Tríos y Cuartetos (1958), Melodías
de Bendición (1960),Favoritos
Juveniles(1973); o El Nuevo Himnario Popular(1955), en 1978 se presentó la compilación que pretendía ser
definitiva: el Himnario Bautista. Como editor general de la edición, Eduardo Nelson G.
escribió una introducción con el propósito que motivó la publicación: «Este himnario es la culminación de un sueño. Durante
años, los líderes de diversas convenciones bautistas han expresado su deseo de
contar con un himnario nuevo que supliera las necesidades actuales en lo que a
adoración, evangelismo y extensión de la iglesia se refiere. La oración del
editor es que éste sea tal himnario».
El Himnario
Bautista usó como fuente
dos compilaciones. Por una parte, Himnos Selectos Evangélicos, muy difundido en Sudamérica, especialmente en el Cono Sur, y que a
principios de los años treinta Ambrosi Celma, responsable de la obra bautista
en España, adoptaría como referencia himnológica para las iglesias. Y, por
otra, El Nuevo Himnario
Popular que la misma Casa
Bautista de Publicaciones había editado en 1955 en un primer impulso himnológico
hacia el mundo hispano. En el prólogo del Himnario Bautista se observa la importancia teológica e inspiracional del canto que sus
editores sostenían: «Los himnos
inculcan tantas hermosas enseñanzas, que podemos valernos de ellas para
fortalecer nuestra fe, siempre que estas vayan de acuerdo con las Sagradas
Escrituras».
La edición de este himnario de 1978 tuvo una gran
repercusión entre las iglesias hispanas del continente americano y, en menor
medida, en España. En su preparación contó con sondeos tipo encuesta en
diferentes países latinoamericanos para determinar los himnos que más se
cantaban. También se llevaron a cabo diversas reuniones del Comité Consultivo en
los Estados Unidos, patrocinado por la Junta de Misiones Domésticas de la
Convención Bautista del Sur y la Convención General Bautista de Texas. Después
de las reuniones del Comité y de estudiar las encuestas, Eduardo Nelson G. realizó
una extensa gira por América Latina como editor general para validar los
resultados, entrevistando a pastores, músicos y otros líderes denominacionales.
Asimismo, años más tarde Nelson escribió un libro claramente instructivo: Que mi pueblo adore – Bases para la adoración cristiana (1986).
El Himnario
Bautista de 1978 fue la
consumación de un proyecto recopilatorio que contó, entre otros, con la
asistencia de Adolfo Robleto (1917-1994),William J. Reynolds (1920-2009), Arnoldo Canclini (1926-2014) y Harry Cecil McConnell (1913–2007).Precisamente
Cecilio McConnell fue el autor de tres importantes
libros sobre musicología e himnología hispana: La historia del himno en castellano editado en 1963, con una posterior revisión y ampliación
en 1987; Conozcamos nuestro
himnario en 1983; y Comentario sobre los himnos que cantamos en 1987.
Con la finalidad de promocionar el Himnario Bautista, en el mes de julio de 1979 visitó España el director del Departamento de
Ministerio Musical de la Casa Bautista de Publicaciones, Eduardo Nelson G. Según
informaba la revista denominacional El Eco, «durante las diversas visitas efectuadas a iglesias de
Madrid, Levante y Catalunya, el Sr. Nelson, a quien acompañaba el promotor de
música D. Errol Simmons, tuvo la oportunidad de entrevistarse con diferentes
responsables de música de las iglesias, con los cuales mantuvo interesantes
conversaciones. El Sr. Nelson informó sobre la favorable acogida que el nuevo
‘Himnario Bautista’ ha recibido en países de habla hispana, al propio tiempo
que recogió las observaciones que, con respecto al himnario y otras ediciones
musicales de la Casa Bautista, le fueron hechas. El Sr. Nelson manifestó su
interés por conocer la problemática de nuestro país y su mejor voluntad de
ofrecer la mejor música para nuestras iglesias, así como su deseo de recibir
una mayor colaboración por parte de los músicos y poetas españoles».
La problemática a la que se refería Eduardo Nelson era el
descontento autóctono por la ausencia de consulta a los músicos españoles en la
preparación y configuración del Himnario Bautista.
Los recelos por la forma de tratar las peculiaridades de la música y la
alabanza en las iglesias del país por parte de Errol Simmons y la Casa Bautista
de Publicaciones era el fondo del asunto. Aquellos encuentros vinieron a cuento
de que dos meses antes varios músicos catalanes redactaron una carta abierta a
las iglesias de la UEBE a colación de la aparición del Himnario. Los firmantes
fueron David AndreuMartínez (1953-) y Raquel Andreu Martínez(1960-) de Manresa; Elies Cortés Casanovas(1954-)de la Barceloneta; Miguel Anthony Gonzáles (1951-)de
Manresa; Ambròs Monsó Celma (1952-) y Jordi Palacios Casanovas (1953-)de la Bona Nova; Pere Puig Ballonga (1929-2016)de la 1ª de
Sabadell; y Daniel Simón Corbera (1945-) de Cerdanyola. Entre otros aspectos, en el escrito reprochaban:
«Es de destacar
también que, en el procedimiento de selección y revisión de himnos (melodías, traducciones,
letras originales) se hayan tenido en cuenta, en principio, las opiniones de
las diversas comunidades bautistas a las que el himnario iba dirigido. Sin
embargo, al llegar a este punto no podemos por menos que expresar nuestra
extrañeza por el hecho de que no se haya prácticamente recurrido a los
bautistas españoles para dicho proceso. La única razón que se nos ocurre para
ello es que la Casa Bautista de Publicaciones haya tomado primordialmente en
consideración criterios de estricta rentabilidad económica de la edición, los
cuales harían aconsejable enfocar una amplia aceptación del himnario en toda la
América Latina. Nada tendríamos que objetar a ello ciertamente si la promoción
del ‘Himnario Bautista’ se limitase fundamentalmente a esos países. Sin
embargo, el mencionado himnario se está introduciendo actualmente en nuestro
país (en especial en iglesias nuevas y en puntos de misión) con la ayuda de
nuestros medios de difusión bautistas, hecho que viene sin duda propiciado por
el momentáneo agotamiento de las ediciones de nuestro tradicional ‘Himnario de
las Iglesias Evangélicas de España’».
Seguidamente, los
firmantes manifestaron su malestar en tres aspectos. En el primero apuntaban lo
siguiente: «desde el punto de
vista estrictamente literario sí queremos hacer notar que la calidad de
bastantes de las letras de los himnos es, a nuestro parecer, dudosa. En
ocasiones se han incorporado al himnario, con caracteres de novedad,
traducciones de himnos para los que ya se disponía de versiones al castellano
mucho más logradas. También se han mantenido en muchas de las letras, palabras
y expresiones totalmente caídas en desuso en el castellano moderno, así como
términos dialectales y barbarismos de origen inglés que dificultan
sensiblemente la comunicabilidad de los textos. Opinamos que algunas de dichas
deficiencias podrían haberse subsanado de haber existido una mayor intervención
en el proceso de revisión y selección por parte de los bautistas españoles».
En un segundo punto destacaban que «el balance global del contenido musical del himnario
evidencia una cierta decantación por parte de los editores hacia la elección de
tonadas de procedencia americana, algunas de ellas muy hermosas; pero olvidando
lamentablemente muchos himnos de la rica tradición reformada europea, incluidos
algunos de los más destacables de nuestro himnario tradicional y cuya
implantación en nuestras comunidades son indiscutibles. Por otra parte, se ha
concedido en el ‘Himnario Bautista’ una importancia a nuestro juicio excesiva a
lo que podríamos llamar ‘música evangélica de vigencia limitada’ (folklore
evangélico, coritos, canciones góspel, etc.). Dicha música tiene sin duda un
lugar importante en la adoración cristiana, pero se halla más sujeta a
oscilaciones de popularidad y posee un contenido doctrinal más reducido que los
himnos que podríamos denominar ‘intemporales’».
En el último punto, el grupo firmante se ponía a
disposición de la Casa Bautista de Publicaciones para «iniciar esfuerzos encaminados a lograr la realización de
una edición especial del ‘Himnario Bautista’ más adecuada a la realidad
cultural y las necesidades de nuestras propias comunidades». Y añadía: «Somos conscientes de que esto entraña toda clase de problemas, pero
estamos convencidos de que vale la pena intentarlo».
Tanto el documento de los músicos catalanes como la
entrevista mantenida en Barcelona con Eduardo Nelson no tuvo una positiva continuidad
ni solución. No hubo ninguna edición especial del Himnario Bautista adaptada a la idiosincrasia española ni tampoco un seguimiento de la
peculiaridad autóctona. Y ante los nuevos tiempos de libertad política y social
que el país había inaugurado, los músicos y representantes de las iglesias
catalanas firmantes del documento optaron por avanzar paulatinamente hacia una
himnología en lengua propia, el catalán, prescindiendo definitivamente de los
dos himnarios que se postulaban como referencia: el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España y el Himnario
Bautista.
Asimismo, tanto aquel desencuentro himnológico con la
Casa Bautista de Publicaciones y Eduardo Nelson, como la poca sensibilidad y adaptabilidad
de Errol Simmons a las necesidades reales de la música eclesial del país,
derivó en un claro divorcio en cuanto a la visión y misión. La siguiente Semana
de Música de 1980 fue la última en que Pere Puig Ballonga participaría, quedando
las dos siguientes ediciones de 1981 y 1982 en una vertiginosa pendiente de desinterés
y menguante asistencia, que conduciría a una temporal desaparición. Fueron
cinco años de paréntesis hasta que en 1988 se reprendería con la dirección de
Elies Cortés Casanovas.
1-1976: I
Semana de Música 2-1977: II
Semana de Música 3-1978:
III Semana de Música 4-1979: IV
Semana de Música
1- 1976: I Semana de Música
Con una gran batería publicitaria y artículos didácticos en
El Eco anunciando el evento durante meses, la primera Semana de
Música se celebró por primera vez del 17 al 26 de agosto de 1976 en la entonces
denominada Residencia Bautista de Dénia. Llamado popularmente Campamento de Música, el evento fue un gran paso adelante en la formación artística y espiritual de creyentes que tuvieran interés en la alabanza musicada. Fue unos meses antes, en noviembre de
1975, cuando una pequeña comisión se reunió para concretar los contenidos. Los
convocados eran tres misioneros: Othar Errol Simmons (1939-2014), Joseph W. Mefford (1921-2005)y Robert F. Crider (1940-), este último actuando como administrador. Puesto que el
ministerio de Promoción de Música era una iniciativa de la Misión Bautista en
España, el equipo fundador fue foráneo. No obstante, poco tiempo después se
invitó a Pere Puig Ballonga (1929-2016),aunque en la práctica no se reuniría con el grupo hasta
la misma Semana de Música.
Una de las grandes preguntas surgidas en la planificación
era si asistirían bautistas de todas partes de España para una semana intensiva
de estudio, canto e inspiración espiritual. Y otra cuestión: cuántas personas se
desplazarían. Por esta razón Errol Simmons organizó una publicidad regular y específica
en El Eco, además de artículos sobre diversas temáticas del ministerio musical.
Otra de las preguntas que se plantearon tenía que ver con las habilidades y
necesidades de los asistentes. A pesar de existir una positiva dinámica musical
en las iglesias, la realidad indicaba que el nivel general era bastante bajo,
con una pobre formación teórica, excepto algunas destacadas voces y organistas de
iglesia que acostumbraban a tocar himnos del HIEE a cuatro voces simples. Por
lo tanto, la cuestión de fondo consistía en qué tipo de formación se debería
ofrecer a unos alumnos que tenían buena afición a la música y deseos de mejorar
la alabanza en sus congregaciones, pero sin mucha formación.
Una rápida mirada a la cincuentena de asistentes –además
de un buen grupo de niños– nos ofrece una visión aproximada de las destrezas
musicales: tres organistas, dos pianistas y un violinista. Aparte, dos flautas
traveseras, una de ellas Julie Simmons (1962-), hija del director de la Semana, y cuatro tipos de flautas
de pico –soprano, alto, tenor y baja– traídas por la familia Puig-Mayor, ya que
acostumbraban a tocarlas conjuntamente, padre e hijas. Y como voces solistas
destacaban dos alumnos, aunque sin expresa formación. Consecuentemente, la
ratio de preparación musical era bastante baja, representativa del nivel
musical de las iglesias bautistas y, consustancialmente, de las demás congregaciones
evangélicas de la época.
Por estas razones, cuando la Comisión se reunió para diseñar
la programación, tuvo claro que los programas educativos deberían responder a
las preguntas anteriormente citadas. Así que planearon un horario dirigido especialmente
a coristas que incluía aspectos como himnología, teoría de la música, dirección
del canto congregacional o de coro, el ministerio de la música, ensayos de coro
y cultos de adoración. Es decir, un programa de crecimiento espiritual con
asignaturas muy elementales para la formación musical, sin adentrarse en
instrumentos, modalidades o especialidades. Es por ello que algunas fotografías
de la época reproducían instantes de clases teóricas con alumnos llevando el
compás con la mano o cantando en coro, porque, básicamente, la finalidad
docente era preparar una cantata durante seis o siete días para interpretarla en
un culto musical, como colofón.
Los horarios de la I Semana de Música constaban de un breve
devocional a primera hora de la mañana; seguidamente el desayuno; a las 9:30 un
culto inspiracional, a las 10:30 las clases teóricas; de 11:30 a 12:30 ensayo
de coro; y de 12:30 a 14:00 horas tiempo libre y piscina. Después de la comida
también tiempo libre. A las 16:00 horas se abría la piscina hasta las 18:00,
hora que empezaba el ensayo del coro hasta pocos minutos antes de las 20:00 h.,
momento de la cena. Más tarde una velada de carácter lúdica, noche de dones o
tiempo libre. Y a medianoche en punto, el silencio era obligado para todos los
campamentistas, debiendo estar en sus habitaciones.
Como se aprecia por los horarios, el coro era el eje teórico, musical y social del evento, con la misión primordial
de ser de inspiración espiritual y aglutinador de la docencia. La cantata a
interpretar en aquel primer año fue ‘De unos a otros’, una excelente obra de
carácter juvenilcompuesta por William J. Reynolds (1920-2009). Con extensos fragmentos al unísono, gran musicalidad y un
mensaje evangelístico y de renovación espiritual, ‘De unos a otros’ fue la
pertinente propuesta para aquella primera edición. Precisamente, Reynolds, músico
de iglesia, compositor, arreglista, editor, himnólogo y distinguido profesor de
música sacra en el Seminario Teológico Bautista Southwestern, EUA, fue quien,
como secretario del Departamento de Música de la Convención de los Bautistas
del Sur, un año antes dirigió un coro de 1.500 voces en el XIII Congreso de la
Alianza Bautista Mundial que se celebró en Estocolmo, Suecia, en julio de 1975,
con una asistencia de 10.000 delegados.
El autor de ‘De unos a otros’ compuso más de 700 composiciones
entre piezas corales, himnos, canciones infantiles y obras musicales,
destacando el arreglo, adaptación y popularización de ‘I Have Decided to Follow
Jesus’ (He decidido seguir
a Cristo), canción que tiene sus
raíces en la historia de un hombre de la tribu Garo en Assam, India, quien
junto a su familia enfrentó la persecución por su fe cristiana. La historia,
que se convirtió en una canción, relata su valiente decisión de permanecer fiel
a Jesús, incluso ante a la muerte. Así que la elección de la obra compuesta por
Reynolds, implícitamente también era el reconocimiento a un músico de bendecida
trayectoria e influencia dentro la familia bautista mundial.
‘De unos a otros’ fue el centro musical y espiritual de
la primera Semana de Música. Sencilla, pero efectista, bella y al mismo tiempo
llena de implicación cristiana, su renovador mensaje caló hondo entre los
campamentistas. La obra fue interpretada íntegramente por el coro, con los testimonios
de conversión de Rafael Jiménez (1955-) de la IEB Málaga; Encarnita Sendra Galán (1951-)
de la IEB ‘La Trinitat’ de Dénia; Chari Núñez (1954-)
de la IEB Málaga; y Francisco Moreno
Núñez (1951-).
El siguiente vídeo recoge el audio de la obra al completo con el
sonido original del coro de la Semana, grabado por el Departamento de Medios
Audiovisuales de la UEBE. Asimismo, también se incluyen las partituras
originales. Como dato anecdótico, la última pieza de la cantata, ‘Juntos
confiemos en Dios’, fue el himno oficial de XXVI Convención Bautista
Española celebrada un año después, entre el 31 de agosto y el 2 de septiembre
de 1978 en la Residencia Bautista de Dénia.
A diferencia de lo que sucedería décadas más tarde, la
facultad de las primeras Semanas de Música era muy reducida. El profesorado de
la primera edición, además de Errol Simmons como máximo responsable, director
del coro y maestro de teoría y solfeo, tuvo a su esposa, Mary
Simmons (1940-), como pianista y profesora de órgano; a Pere Puig Ballonga en la dirección de
coros y canto congregacional; a José Mefford en las clases de himnología; a Jorge
J. Pastor (1949-) como narrador de la obra musical, pastoral y enlace con la Comisión
de Radio; y a Roberto Crider administrador de la Semana y responsable de la
Residencia. Pero la pequeña plantilla de profesores aún era más reducida si
tenemos en cuenta que tres de los cinco facultados mencionados se repartían el
grueso de la docencia, aunque también colaboraron Antonio Aparici Pastor (1957-) como profesor de teoría y lenguaje musical, y el
misionero Paul Shelton (1954).
Otra de las peculiaridades de aquel primer año fueron las
fechas disponibles o, tal vez, escogidas para realizar el evento. Empezó un
martes y terminó el siguiente miércoles, lo que obligó a ofrecer una parcial
presentación de la cantata en el culto dominical de la Iglesia Bautista de
Dénia y un concierto de toda la obra el martes, en la Residencia. El temor
inicial de la facultad a que los campamentistas no tuvieran tiempo suficiente
para aprender ‘De unos a otros’ en el plazo de una semana, quedó superada por
la buena aceptación de la obra y la rapidez de recepción por parte del coro.
Referente al nivel musical y la capacidad de aprendizaje,
Pere Puig fue quien al terminar la Semana planteó un debate interno respecto a
que en las iglesias bautistas había muchos dones musicales que, a pesar de la
baja formación teórica, tenían capacidad para asimilar obras de mayor calado,
inclusive clásicas. A pesar de que Puig valoraba positivamente ‘’De unos a
otros’ como primera prueba de capacidad, entre los miembros de la facultad hubo
un contraste de pareceres sobre si se debiera repetir el formato de cantata monotemática
y norteamericana u optar por obras individuales de mayor calidad musical, con el
valor añadido de poder tejer un programa de concierto final con las composiciones
mejor aprendidas e interpretadas. Finalmente, al cierre de la primera Semana de
Música llegaron a la conclusión que sería conveniente continuar con las
cantatas, aunque de mayor complejidad interpretativa.
En cuanto a la parte instrumental, tanto en los tiempos
devocionales como en los ensayos del coro, el piano estaba cubierto por Mary
Simmons y José Mefford. Sin embargo, en ratos libres se organizó un grupo completo
flautas de pico junto a dos flautas traveseras. Las primeras provenían de la
familia Puig-Mayor, que habitualmente tocaban en familia las soprano, alto,
tenor y baja. Y las flautas traveseras eran Julie Simmons y JM Laporta. La
iniciativa partía de Pere Puig quien alistaba a los instrumentistas fuera de
programa para realizar sendos ensayos. Las dos siguientes grabaciones de 1976
recogen el grupo de flautas interpretando el Minueto n. 2 en Sol menor y el
Minueto n. 4 en Fa mayor, respectivamente. Ambos pertenecen al álbum de Anna
Magdalena Bach, atribuido a Johann Sebastian Bach.
2- 1977: II Semana de Música
Una de las modas de la música evangélica de aquellos años
eran las cantatas o, las también llamadas, obras musicales. Una modalidad que
provenía de Estados Unidos, con algunas adaptaciones al castellano de la Casa
Bautista de Publicaciones en El Paso, Texas (EUA), que la Librería Bautista de la calle Arimón de Barcelona
ofrecía al público evangélico en general y bautista en particular. Si observamos
la precaución de los organizadores de la primera Semana de Música introduciendo
una obra bastante sencilla musicalmente, comparándola con el atrevimiento del
coro de la IEB de Manresa al preparar la compleja cantata de John Peterson ‘Noche
milagrosa’ para el día de Navidad de 1976, observaremos cómo, a pesar de la
poca formación teórica, los coros de iglesia no se amilanaban ante dificultades
interpretativas. Al ejemplo de Manresa y otros coros de Barcelona, Terrassa, València o
Madrid interpretando el Aleluya de Haendel, se le sumaba el ‘Cor Unit del Pais
Valencià’, una formación de unos 20 jóvenes de diferentes iglesias y
denominaciones valencianas dirigido por Daniel Grau Albí (1953-)
que a mediados de 1977 interpretaba la compleja cantata ‘Aleluya, Cristo vive’ y que años más tarde, en 1981, también sería cantada por el coro de la Semana de Música. Del ‘Cor Unit del Pais Valencià’ tenemos dos referencias. La primera de
una actuación del 22 de mayo de 1977 en el templo de la iglesia de Dénia, con
las crónicas apuntando a que actuaron «ante un numeroso público que llenaba el templo», y que «después
de la intervención del Cor, dos personas dieron público testimonio de su fe en
Cristo». La siguiente
referencia es en Andalucía, donde el 23 de marzo de 1978 se cuenta que «tuvimos el honor de recibir al Coro Valenciano de
Xàtiva, y ese mismo día hicieron su presentación en Granada con un maravilloso
programa sobre la muerte y resurrección de nuestro Señor».
La II Semana de Música, del 15 al 21 de agosto de 1977,
arrancó prácticamente con la misma facultad que la primera edición, más el Dr.
T. W. Hunt (1929-2014) y el barítono Jesús Zazo de la Torre (1948-2022). Hunt, que había sido organista en el IV Congreso Evangélico Español
celebrado en Barcelona en 1969, también formaba equipo ministerial con Errol
Simmons, dictando seminarios de música por diferentes ciudades del país. Del
26 al 30 de setiembre de ese mismo año los encontramos en la Iglesia del Buen Pastor de Madrid, con asistencia de 25 alumnos; o un año más tarde en Las Palmas y Tenerife,
donde Simmons y Hunt impartieron clases de música y voz y dieron sendos recitales
de órgano y canto. Por su parte, Zazo, barítono consagrado y solista del coro
de RTVE, introdujo unas clases de canto en los primeros días, ausentándose en
los siguientes.
La obra que se preparó e interpretó fue ‘Un mensaje
glorioso’, cantata de tema navideño. Escrita para coro y solistas por Donna J. Krieger
(1945-), la
obra tenía más dificultad interpretativa que la del primer año, además de
algunos fragmentos para solistas que cantaron Núria Puig (1959-),
María Luisa Iturralde (1944-) y una voz masculina no identificada. La parte
instrumental y de acompañamiento al coro contó con dos instrumentos de teclado:
el órgano, tocado por el Dr. Hunt, y el piano por Brenda Lee Haggard, (1943-), quien, junto
a su esposo, Paul Douglas Lee (1936–2019), recientemente habían llegado a España como
misioneros. Bajo la dirección
de Errol Simmons, el coro aprendió la obra con suficiente prestancia,
interpretándola el domingo día 21 de agosto en el servicio matutino de la
iglesia de Dénia.
El éxito de la Semana de Música era creciente. La
modalidad de obra musical a ensayar sobre la que pivotaban todas las
actividades, las clases de órgano, teoría y dirección coral y
congregacional, facilitaba una visión conjunta del ministerio, con la música
coral como eje central. Incluso en las clases se usaba la cantata ‘Un mensaje
glorioso’ como libro de texto, junto al Himnario de las Iglesias Evangélicas de
España de partituras.
No obstante, una pequeña discrepancia de pareceres se
abría entre las propuestas misioneras y las de los docentes españoles. Una de
ellas quedó manifiesta en las notas introductorias de ‘Un mensaje glorioso’.
Para la grabación, Errol Simmons incorporó un juego de campanas de mano que,
indudablemente, aportaba una singular belleza a los primeros compases. La
introducción de este instrumento colectivo fue bienvenida por los asistentes, especialmente
por su novedad y atractivo. Sin embargo, para los docentes nativos no
tuvo la misma consideración, porque unilateralmente Simmons incluyó en el
programa de la Semana una clase específica de campanas litúrgicas diatónicas
para el alumnado, en detrimento de otras asignaturas más necesarias y prácticas
para el ministerio eclesial en España. Con todo, la cantata fue una bendición para los asistentes, interpretándose posteriormente por algunos coros de diferentes iglesias
bautistas del país.
El siguiente vídeo recoge el audio de la obra ‘Un mensaje glorioso’ por el coro de la II Semana de Música, con la narración de Jorge J. Pastor. También
se incluyen las partituras.
En paralelo y a colación de la música y los coros, aquel
mismo año emergió con fuerza en Zaragoza una formación vocal-instrumental denominada
Voces para Cristo, fundada en 1974 con la dirección del músico puertorriqueño Luis Irizarry Reyes (1956-). Pero no fue hasta el 24 de
noviembre de 1977 que se presentaron por todo lo alto en el Casino Mercantil,
en el marco del VII Ciclo de Actividades Culturales organizado por el Ayuntamiento
de la capital aragonesa. Con dos guitarras –solista y rítmica–, un bajo eléctrico
y treinta voces, Voces para Cristo presentaba un programa de dieciocho temas en
dos partes. Irizarry, que había venido a España para estudiar medicina, reunió
a los jóvenes de la IEB de Zaragoza pastoreada por Félix Fontanet Solano (1926-) para
motivarles a cantar con el propósito de dar testimonio de la fe. Sin embargo, Luis Irizarry
tenía grandes dotes vocales y de composición que no fueron probados hasta su
vuelta a Puerto Rico, ganando años más tarde el primer certamen Arpa de Oro de
1986 con la canción ‘Yo sé que mi Dios es real’. No
obstante y en relación a la Semana de Música, una de las iglesias bautistas de
menor afluencia al evento fue la IEB de Zaragoza, especialmente en la primera
etapa de 1976 a
1981.
La II Semana de Música también contó con un grupo de
flautas y violín liderado por Pere Puig, que en ratos libres ensayaban piezas
clásicas. Los dos siguientes vídeos recogen dos temas de GF Händel, de la Water
Music: el minuet en Sol menor de la Suite N 3 en Sol mayor, HWV 350; y Bourrée, de la Suite N 1 en Fa mayor, HWV 348. Como en todas las interpretaciones del
grupo de viento, se advierte un tempo lento y estudiantil, muy diferente al espíritu
musical de GF Häendel. Las flautas de pico las tocaban la familia Puig-Mayor; las
flautas traveseras Julie Simmons y JM Laporta; y el violín Antonio Aparici.
3- 1978: III Semana de Música
Con prácticamente la misma facultad docente que el año
anterior, excepto Dr. T. W. Hunt, la III Semana de Música arrancaba en 1978 con
la novedad de la obra a ensayar e interpretar: ¡Aleluya!, de Bill Gaither (1936-) y
Gloria Gaither (1942), con Ron Huff (1938-) como arreglista y director orquestal. Subtitulada con la
leyenda ‘Una reunión de alabanza para creyentes’, ¡Aleluya! fue publicada originalmente
en 1973, siendo el primer álbum de inspiración en alcanzar el disco de oro y el
primero de la historia en su modalidad: un musical de alabanza y adoración. Creada
como un evento o encuentro entre público y artistas en alabanza a Dios,
¡Aleluya! combinaba lectura de las Escrituras, testimonios, cantos y una
celebración conjunta de adoración musicada. En su tiempo esta obra adquirió
mucha notoriedad, no sólo por su temática, belleza y musicalidad sino por ser
extremadamente efusiva y emotiva, con arreglos orquestales fantásticos y fragmentos
de gran sensibilidad y delicadeza.
La elección de la obra fue un salto adelante para la
Semana de Música, básicamente por diferenciarse de las anteriores propuestas y,
más concretamente, por la dificultad técnica que planteaba. Tras los ensayos
organizados en doble sesión de mañana y tarde, es decir, de 10:45 a 12:30 horas y
de 18:30 a 19:45, el coro no logró completarla. Solamente se perfilaron seis
temas de los nueve totales, incluso con algunos fragmentos reducidos o
simplificados para aliviar el trabajo y permitir interpretar más números.
El siguiente vídeo recoge el audio del coro
de la Semana de Música interpretando parte de la obra. La narración fue de
Jorge J. Pastor, y Errol Simmons y Núria Puig cantaron las secciones solistas.
Aquel verano de 1978 también trajo consigo una asociación
musical. El barítono y profesor de la Semana, Jesús Zazo, y el violinista Antonio Miguel Aparici conjugaron deseos y visión: grabaron y editaron
un disco sencillo titulado ‘Amor de Dios’. Con el acompañamiento de órgano de
Aparici, Jesús Zazo interpretó cuatro himnos clásicos, introduciéndolos en la
contraportada del disco con las siguientes palabras: «En el nombre de mi Salvador, Jesucristo, y para honra y
gloria de Dios, mi intención con este disco es doble. Principalmente cantar mi
propia experiencia: que Dios ama, redime y //transforma al hombre arrepentido y
que da paz, felicidad y ayuda al hombre redimido. En segundo término, obtener
una ayuda para la financiación de las obras de reforma del local de culto a
Dios de la Iglesia Evangélica Bautista de Madrid-Usera, de la que formo parte».
Y concluía: «Confiando en la aprobación de Dios y en tu amable
acogida a esta producción discográfica, te saludo con amor sincero».
Asimismo, Errol Simmons, Promotor de Música de la UEBE y
director de la Semana, creó una biblioteca para uso de las iglesias
del país, con las cantatas y obras presentadas cada año. Los libros remanentes
serían alquilados por 25 ptas. el ejemplar más gastos de envío, con un tiempo
de préstamo de 90 días. La iniciativa, que no tuvo aceptación, pretendía usar los
beneficios para la adquisición de nuevas partituras para el depósito.
4- 1979: IV Semana de Música
La IV Semana de Música 1979 se celebró del 20 al 27 de
agosto con un significativo cambio. Debido a un tiempo sabático de la familia
Simmons en Estados Unidos, Errol no fue el director, por lo que designó como
sustituto a Miguel (Mikey) Anthony Gonzales (1949-). La elección
de un misionero norteamericano en lugar de Pere Puig, quien año tras año había
sido el alma musical e inspirador de dones y talentos, venía precedida de ciertas
discrepancias respecto a algunos aspectos de disciplina interna. Puig, que en
la dirección de la Coral Al·leluia de Sabadell había desarrollado la habilidad
de combinar diligencia formativa y esfuerzo en lo musical con un espíritu de comprensión
y respeto hacia los procesos vitales y espirituales de cada corista, tenía una
perspectiva distinta al método de Simmons. Su modelo de liderazgo, bastante más
estricto y, en ciertas situaciones, correccional, no congeniaba con el de Puig,
de convicciones firmes, pero al mismo tiempo sensible a las circunstancias particulares. Sin embargo, la combinación había sido bendecida con un buen espíritu
de cooperación y alabanza a Dios.
Con un
carácter más cercano, la dirección de Gonzales en la IV Semana de
Música fue muy positiva. Su diligencia, atención pastoral y consideración a los
seminaristas por el esfuerzo que significaba combinar tiempo vacacional y formación musical, fue un bálsamo que fortaleció y renovó la visión. La
dirección del coro la asumió Pere Puig, repitiendo y completando la obra de Bill y Gloria
Gaither, ‘¡Aleluya!’, acompañada en esta ocasión por orquesta grabada –playback–, interpretándose el domingo 26 en la Iglesia de Dénia.
La facultad
de profesores estuvo formada por Sarah Kathleen McNair (1945-), el matrimonio Gonzáles-Marroquín,
Pere Puig y Daniel Grau. Los cultos devocionales los impartió el pastor Diego
Martínez Méndez (1951-); la clase de órgano preliminar y teoría avanzada, Daniel Grau; didáctica
de coro de niños, la Sra. McNair; la música en la Biblia, Dalia Marroquín; y Pere
Puig asumió las clases de canto. En un escrito para El Eco
Bautista, Daniel Grau resumió el espíritu de la Semana, animando a continuar en el
ministerio musical: «Los campamentos de música siempre han gozado de
un clima y ambiente espiritual muy sano, y no lo ha sido menos este año. Hemos
pasado una muy grata semana en nuestra querida residencia. Por favor,
promocionen la música y los campamentos de música en sus iglesias».
Al no poder
contar con una grabación del coro de la Semana de Música de aquel año, el
siguiente vídeo recoge la versión en audio original y completa de Alleuia!, escrita e
interpretada por Bill&Gloria Gaither, junto a las partituras originales.
A pocos meses del cambio de decenio, en mayo de 1979 la Iglesia de El Buen
Pastor de Madrid recibió en concierto al coro estadounidense The Mississippi
Singing Churchmen, compuesto por profesionales y ministros de música. También y
como parte de la visita, los cantores de Mississippi regalaron a la Misión
Bautista en España una colección de campanitas musicales con la finalidad de
que fueran usadas en la himnología del país. Errol Simmons, que había intentado
popularizar el uso de las campanas litúrgicas diatónicas en las diversas
ediciones de la Semana de Música, fue el impulsor de la iniciativa. Sin
embargo, el regalo no fue bien recibido por los profesores habituales de la Semana, causando serias discrepancias sobre el modelo de alabanza eclesial
propuesta.