jml

· Los bautistas y su música (52)

 © 2025 Josep Marc Laporta

     1-     1976: I Semana de Música
2-    1977: II Semana de Música
3-    1978: III Semana de Música
4-    1979: IV Semana de Música

1- 1976: I Semana de Música

Con una gran batería publicitaria y artículos didácticos en El Eco anunciando el evento durante meses, la primera Semana de Música se celebró por primera vez del 17 al 26 de agosto de 1976 en la entonces denominada Residencia Bautista de Dénia. Llamado popularmente Campamento de Música, el evento fue un gran paso adelante en la formación artística y espiritual de creyentes que tuvieran interés en la alabanza musicada. Fue unos meses antes, en noviembre de 1975, cuando una pequeña comisión se reunió para concretar los contenidos. Los convocados eran tres misioneros: Othar Errol Simmons (1939-2014), Joseph W. Mefford (1921-2005) y Robert F. Crider (1940-), este último actuando como administrador. Puesto que el ministerio de Promoción de Música era una iniciativa de la Misión Bautista en España, el equipo fundador fue foráneo. No obstante, poco tiempo después se invitó a Pere Puig Ballonga (1929-2016), aunque en la práctica no se reuniría con el grupo hasta la misma Semana de Música.

Una de las grandes preguntas surgidas en la planificación era si asistirían bautistas de todas partes de España para una semana intensiva de estudio, canto e inspiración espiritual. Y otra cuestión: cuántas personas se desplazarían. Por esta razón Errol Simmons organizó una publicidad regular y específica en El Eco, además de artículos sobre diversas temáticas del ministerio musical. Otra de las preguntas que se plantearon tenía que ver con las habilidades y necesidades de los asistentes. A pesar de existir una positiva dinámica musical en las iglesias, la realidad indicaba que el nivel general era bastante bajo, con una pobre formación teórica, excepto algunas destacadas voces y organistas de iglesia que acostumbraban a tocar himnos del HIEE a cuatro voces simples. Por lo tanto, la cuestión de fondo consistía en qué tipo de formación se debería ofrecer a unos alumnos que tenían buena afición a la música y deseos de mejorar la alabanza en sus congregaciones, pero sin mucha formación.

Una rápida mirada a la cincuentena de asistentes –además de un buen grupo de niños– nos ofrece una visión aproximada de las destrezas musicales: tres organistas, dos pianistas y un violinista. Aparte, dos flautas traveseras, una de ellas Julie Simmons (1962-), hija del director de la Semana, y cuatro tipos de flautas de pico –soprano, alto, tenor y baja– traídas por la familia Puig-Mayor, ya que acostumbraban a tocarlas conjuntamente, padre e hijas. Y como voces solistas destacaban dos alumnos, aunque sin expresa formación. Consecuentemente, la ratio de preparación musical era bastante baja, representativa del nivel musical de las iglesias bautistas y, consustancialmente, de las demás congregaciones evangélicas de la época.

Por estas razones, cuando la Comisión se reunió para diseñar la programación, tuvo claro que los programas educativos deberían responder a las preguntas anteriormente citadas. Así que planearon un horario dirigido especialmente a coristas que incluía aspectos como himnología, teoría de la música, dirección del canto congregacional o de coro, el ministerio de la música, ensayos de coro y cultos de adoración. Es decir, un programa de crecimiento espiritual con asignaturas muy elementales para la formación musical, sin adentrarse en instrumentos, modalidades o especialidades. Es por ello que algunas fotografías de la época reproducían instantes de clases teóricas con alumnos llevando el compás con la mano o cantando en coro, porque, básicamente, la finalidad docente era preparar una cantata durante seis o siete días para interpretarla en un culto musical, como colofón.

Los horarios de la I Semana de Música constaban de un breve devocional a primera hora de la mañana; seguidamente el desayuno; a las 9:30 un culto inspiracional, a las 10:30 las clases teóricas; de 11:30 a 12:30 ensayo de coro; y de 12:30 a 14:00 horas tiempo libre y piscina. Después de la comida también tiempo libre. A las 16:00 horas se abría la piscina hasta las 18:00, hora que empezaba el ensayo del coro hasta pocos minutos antes de las 20:00 h., momento de la cena. Más tarde una velada de carácter lúdica, noche de dones o tiempo libre. Y a medianoche en punto, el silencio era obligado para todos los campamentistas, debiendo estar en sus habitaciones.

Como se aprecia por los horarios, el coro era el eje teórico, musical y social del evento, con la misión primordial de ser de inspiración espiritual y aglutinador de la docencia. La cantata a interpretar en aquel primer año fue ‘De unos a otros’, una excelente obra de carácter juvenil compuesta por William J. Reynolds (1920-2009). Con extensos fragmentos al unísono, gran musicalidad y un mensaje evangelístico y de renovación espiritual, ‘De unos a otros’ fue la pertinente propuesta para aquella primera edición. Precisamente, Reynolds, músico de iglesia, compositor, arreglista, editor, himnólogo y distinguido profesor de música sacra en el Seminario Teológico Bautista Southwestern, EUA, fue quien, como secretario del Departamento de Música de la Convención de los Bautistas del Sur, un año antes dirigió un coro de 1.500 voces en el XIII Congreso de la Alianza Bautista Mundial que se celebró en Estocolmo, Suecia, en julio de 1975, con una asistencia de 10.000 delegados.   

El autor de ‘De unos a otros’ compuso más de 700 composiciones entre piezas corales, himnos, canciones infantiles y obras musicales, destacando el arreglo, adaptación y popularización de ‘I Have Decided to Follow Jesus’ (He decidido seguir a Cristo), canción que tiene sus raíces en la historia de un hombre de la tribu Garo en Assam, India, quien junto a su familia enfrentó la persecución por su fe cristiana. La historia, que se convirtió en una canción, relata su valiente decisión de permanecer fiel a Jesús, incluso ante a la muerte. Así que la elección de la obra compuesta por Reynolds, implícitamente también era el reconocimiento a un músico de bendecida trayectoria e influencia dentro la familia bautista mundial. 

‘De unos a otros’ fue el centro musical y espiritual de la primera Semana de Música. Sencilla, pero efectista, bella y al mismo tiempo llena de implicación cristiana, su renovador mensaje caló hondo entre los campamentistas. La obra fue interpretada íntegramente por el coro, con los testimonios de conversión de Rafael Jiménez (1955-) de la IEB Málaga; Encarnita Sendra Galán (1951-) de la IEB ‘La Trinitat’ de Dénia; Chari Núñez (1954-) de la IEB Málaga; y Francisco Moreno Núñez (1951-).

El siguiente vídeo recoge el audio de la obra al completo con el sonido original del coro de la Semana, grabado por el Departamento de Medios Audiovisuales de la UEBE. Asimismo, también se incluyen las partituras originales. Como dato anecdótico, la última pieza de la cantata, ‘Juntos confiemos en Dios’, fue el himno oficial de XXVI Convención Bautista Española celebrada un año después, entre el 31 de agosto y el 2 de septiembre de 1978 en la Residencia Bautista de Dénia.

A diferencia de lo que sucedería décadas más tarde, la facultad de las primeras Semanas de Música era muy reducida. El profesorado de la primera edición, además de Errol Simmons como máximo responsable, director del coro y maestro de teoría y solfeo, tuvo a su esposa, Mary Simmons (1940-), como pianista y profesora de órgano; a Pere Puig Ballonga en la dirección de coros y canto congregacional; a José Mefford en las clases de himnología; a Jorge J. Pastor (1949-) como narrador de la obra musical, pastoral y enlace con la Comisión de Radio; y a Roberto Crider administrador de la Semana y responsable de la Residencia. Pero la pequeña plantilla de profesores aún era más reducida si tenemos en cuenta que tres de los cinco facultados mencionados se repartían el grueso de la docencia, aunque también colaboraron Antonio Aparici Pastor (1957-) como  profesor de teoría y lenguaje musical, y el misionero Paul Shelton (1954).

Otra de las peculiaridades de aquel primer año fueron las fechas disponibles o, tal vez, escogidas para realizar el evento. Empezó un martes y terminó el siguiente miércoles, lo que obligó a ofrecer una parcial presentación de la cantata en el culto dominical de la Iglesia Bautista de Dénia y un concierto de toda la obra el martes, en la Residencia. El temor inicial de la facultad a que los campamentistas no tuvieran tiempo suficiente para aprender ‘De unos a otros’ en el plazo de una semana, quedó superada por la buena aceptación de la obra y la rapidez de recepción por parte del coro.

Referente al nivel musical y la capacidad de aprendizaje, Pere Puig fue quien al terminar la Semana planteó un debate interno respecto a que en las iglesias bautistas había muchos dones musicales que, a pesar de la baja formación teórica, tenían capacidad para asimilar obras de mayor calado, inclusive clásicas. A pesar de que Puig valoraba positivamente ‘’De unos a otros’ como primera prueba de capacidad, entre los miembros de la facultad hubo un contraste de pareceres sobre si se debiera repetir el formato de cantata monotemática y norteamericana u optar por obras individuales de mayor calidad musical, con el valor añadido de poder tejer un programa de concierto final con las composiciones mejor aprendidas e interpretadas. Finalmente, al cierre de la primera Semana de Música llegaron a la conclusión que sería conveniente continuar con las cantatas, aunque de mayor complejidad interpretativa.

En cuanto a la parte instrumental, tanto en los tiempos devocionales como en los ensayos del coro, el piano estaba cubierto por Mary Simmons y José Mefford. Sin embargo, en ratos libres se organizó un grupo completo flautas de pico junto a dos flautas traveseras. Las primeras provenían de la familia Puig-Mayor, que habitualmente tocaban en familia las soprano, alto, tenor y baja. Y las flautas traveseras eran Julie Simmons y JM Laporta. La iniciativa partía de Pere Puig quien alistaba a los instrumentistas fuera de programa para realizar sendos ensayos. Las dos siguientes grabaciones de 1976 recogen el grupo de flautas interpretando el Minueto n. 2 en Sol menor y el Minueto n. 4 en Fa mayor, respectivamente. Ambos pertenecen al álbum de Anna Magdalena Bach, atribuido a Johann Sebastian Bach.



2- 1977: II Semana de Música

Una de las modas de la música evangélica de aquellos años eran las cantatas o, las también llamadas, obras musicales. Una modalidad que provenía de Estados Unidos, con algunas adaptaciones al castellano de la Casa Bautista de Publicaciones en El Paso, Texas (EUA), que la Librería Bautista de la calle Arimón de Barcelona ofrecía al público evangélico en general y bautista en particular. Si observamos la precaución de los organizadores de la primera Semana de Música introduciendo una obra bastante sencilla musicalmente, comparándola con el atrevimiento del coro de la IEB de Manresa al preparar la compleja cantata de John Peterson ‘Noche milagrosa’ para el día de Navidad de 1976, observaremos cómo, a pesar de la poca formación teórica, los coros de iglesia no se amilanaban ante dificultades interpretativas. Al ejemplo de Manresa y otros coros de Barcelona, Terrassa, València o Madrid interpretando el Aleluya de Haendel, se le sumaba el ‘Cor Unit del Pais Valencià’, una formación de unos 20 jóvenes de diferentes iglesias y denominaciones valencianas dirigido por Daniel Grau Albí (1953-) que a mediados de 1977 interpretaba la compleja cantata ‘Aleluya, Cristo vive’ y que años más tarde, en 1981, también sería cantada por el coro de la Semana de Música. Del ‘Cor Unit del Pais Valencià’ tenemos dos referencias. La primera de una actuación del 22 de mayo de 1977 en el templo de la iglesia de Dénia, con las crónicas apuntando a que actuaron «ante un numeroso público que llenaba el templo», y que «después de la intervención del Cor, dos personas dieron público testimonio de su fe en Cristo». La siguiente referencia es en Andalucía, donde el 23 de marzo de 1978 se cuenta que «tuvimos el honor de recibir al Coro Valenciano de Xàtiva, y ese mismo día hicieron su presentación en Granada con un maravilloso programa sobre la muerte y resurrección de nuestro Señor».

La II Semana de Música, del 15 al 21 de agosto de 1977, arrancó prácticamente con la misma facultad que la primera edición, más el Dr. T. W. Hunt (1929-2014) y el barítono Jesús Zazo de la Torre (1948-2022). Hunt, que había sido organista en el IV Congreso Evangélico Español celebrado en Barcelona en 1969, también formaba equipo ministerial con Errol Simmons, dictando seminarios de música por diferentes ciudades del país. Del 26 al 30 de setiembre de ese mismo año los encontramos en la Iglesia del Buen Pastor de Madrid, con asistencia de 25 alumnos; o un año más tarde en Las Palmas y Tenerife, donde Simmons y Hunt impartieron clases de música y voz y dieron sendos recitales de órgano y canto. Por su parte, Zazo, barítono consagrado y solista del coro de RTVE, introdujo unas clases de canto en los primeros días, ausentándose en los siguientes.

La obra que se preparó e interpretó fue ‘Un mensaje glorioso’, cantata de tema navideño. Escrita para coro y solistas por Donna J. Krieger (1945-), la cantata tenía más dificultad interpretativa que la del primer año, además de algunos fragmentos para solistas que cantaron Núria Puig (1959-), María Luisa Iturralde (1944-) y una voz masculina no identificada. La parte instrumental y de acompañamiento al coro contó con dos instrumentos de teclado: el órgano, tocado por el Dr. Hunt, y el piano por Brenda Lee Haggard, (1943-), quien, junto a su esposo, Paul Douglas Lee (1936–2019), recientemente habían llegado a España como misioneros. Bajo la dirección de Errol Simmons, el coro aprendió la obra con suficiente prestancia, interpretándola el domingo día 21 de agosto en el servicio matutino de la iglesia de Dénia. 

El éxito de la Semana de Música era creciente. La modalidad de obra musical a ensayar sobre la que pivotaban todas las actividades, las clases de órgano, teoría y dirección coral y congregacional, facilitaba una visión conjunta del ministerio, con la música coral como eje central. Incluso en las clases se usaba la cantata ‘Un mensaje glorioso’ como libro de texto, junto al Himnario de las Iglesias Evangélicas de España de partituras.

No obstante, una pequeña discrepancia de pareceres se abría entre las propuestas misioneras y las de los docentes españoles. Una de ellas quedó manifiesta en los compases introductorios de ‘Un mensaje glorioso’. Para la grabación, Errol Simmons incorporó un juego de campanas de mano que, indudablemente, aportaba una singular belleza a los primeros compases. La introducción de este instrumento colectivo fue bienvenida por los asistentes, especialmente por su novedad y atractivo. Sin embargo, para los docentes nativos no tuvo la misma consideración, porque unilateralmente Simmons incluyó en el programa de la Semana una clase específica de campanas litúrgicas diatónicas para el alumnado, en detrimento de otras asignaturas más necesarias y prácticas para el ministerio eclesial en España. Con todo, la cantata fue una bendición entre los asistentes, interpretándose posteriormente por algunos coros de diferentes iglesias bautistas del país.

El siguiente vídeo recoge el audio de la obra ‘Un mensaje glorioso’, interpretada por el coro de la II Semana de Música, con la narración de Jorge J. Pastor. También se incluyen las partituras.

En paralelo y a colación de la música y los coros, aquel mismo año emergió con fuerza en Zaragoza una formación vocal-instrumental denominada Voces para Cristo, fundada en 1974 con la dirección del músico puertorriqueño Luis Irizarry Reyes (1956-). Pero no fue hasta el 24 de noviembre de 1977 que se presentaron por todo lo alto en el Casino Mercantil, en el marco del VII Ciclo de Actividades Culturales organizado por el Ayuntamiento de la capital aragonesa. Con dos guitarras –solista y rítmica–, un bajo eléctrico y treinta voces, Voces para Cristo presentaba un programa de dieciocho temas en dos partes. Irizarry, que había venido a España para estudiar medicina, reunió a los jóvenes de la IEB de Zaragoza pastoreada por Félix Fontanet Solano (1926-) para motivarles a cantar con el propósito de dar testimonio de la fe. Sin embargo, Luis Irizarry tenía grandes dotes vocales y de composición que no fueron probados hasta su vuelta a Puerto Rico, ganando años más tarde el primer certamen Arpa de Oro de 1986 con la canción ‘Yo sé que mi Dios es real’. No obstante y en relación a la Semana de Música, una de las iglesias bautistas de menor afluencia al evento fue la IEB de Zaragoza, especialmente en la primera etapa de 1976 a 1981.

La II Semana de Música también contó con un grupo de flautas y violín liderado por Pere Puig, que en ratos libres ensayaban piezas clásicas. Los dos siguientes vídeos recogen dos temas de GF Händel, de la Water Music: el minuet en Sol menor de la Suite N 3 en Sol mayor, HWV 350; y Bourrée, de la Suite N 1 en Fa mayor, HWV 348. Como en todas las interpretaciones del grupo de viento, se advierte un tempo lento y estudiantil, muy diferente al espíritu musical de GF Häendel. Las flautas de pico las tocaban la familia Puig-Mayor; las flautas traveseras Julie Simmons y JM Laporta; y el violín Antonio Aparici.




3- 1978: III Semana de Música

Con prácticamente la misma facultad docente que el año anterior, excepto Dr. T. W. Hunt, la III Semana de Música arrancaba en 1978 con la novedad de la obra a ensayar e interpretar: ¡Aleluya!, de Bill Gaither (1936-) y Gloria Gaither (1942), con Ron Huff (1938-) como arreglista y director orquestal. Subtitulada con la leyenda ‘Una reunión de alabanza para creyentes’, ¡Aleluya! fue publicada originalmente en 1973, siendo el primer álbum de inspiración en alcanzar el disco de oro y el primero de la historia en su modalidad: un musical de alabanza y adoración. Creada como un evento o encuentro entre público y artistas en alabanza a Dios, ¡Aleluya! combinaba lectura de las Escrituras, testimonios, cantos y una celebración conjunta de adoración musicada. En su tiempo, esta obra adquirió mucha notoriedad, no sólo por su temática, belleza y musicalidad sino por ser extremadamente efusiva y emotiva, con arreglos orquestales fantásticos y fragmentos de gran sensibilidad y delicadeza. 

La elección de la obra fue un salto adelante para la Semana de Música, básicamente por diferenciarse de las anteriores propuestas y, más concretamente, por la dificultad técnica que planteaba. Tras los ensayos organizados en doble sesión de mañana y tarde, es decir, de 10:45 a 12:30 horas y de 18:30 a 19:45, el coro no logró completarla. Solamente se perfilaron seis temas de los nueve totales, incluso con algunos fragmentos reducidos o simplificados para aliviar el trabajo y permitir interpretar más números.

El siguiente vídeo recoge el audio del coro de la Semana de Música interpretando parte de la obra. La narración fue de Jorge J. Pastor, y Errol Simmons y Núria Puig cantaron las secciones solistas.

Aquel verano de 1978 también trajo consigo una asociación musical. El barítono y profesor de la Semana, Jesús Zazo, y el participante y violinista Antonio Miguel Aparici conjugaron deseos y visión: grabaron y editaron un disco sencillo titulado ‘Amor de Dios’. Con el acompañamiento de órgano de Aparici, Jesús Zazo interpretó cuatro himnos clásicos, introduciéndolos en la contraportada del disco con las siguientes palabras: «En el nombre de mi Salvador, Jesucristo, y para honra y gloria de Dios, mi intención con este disco es doble. Principalmente cantar mi propia experiencia: que Dios ama, redime y //transforma al hombre arrepentido y que da paz, felicidad y ayuda al hombre redimido. En segundo término, obtener una ayuda para la financiación de las obras de reforma del local de culto a Dios de la Iglesia Evangélica Bautista de Madrid-Usera, de la que formo parte». Y concluía: «Confiando en la aprobación de Dios y en tu amable acogida a esta producción discográfica, te saludo con amor sincero».


Asimismo, Errol Simmons, Promotor de Música de la UEBE y director de la Semana, creó una biblioteca para uso de las iglesias del país, con las cantatas y obras presentadas cada año. Los libros remanentes serían alquilados por 25 ptas. el ejemplar más gastos de envío, con un tiempo de préstamo de 90 días. La iniciativa, que no tuvo aceptación, pretendía usar los beneficios para la adquisición de nuevas partituras para el depósito.


4- 1979: IV Semana de Música

La IV Semana de Música 1979 se celebró del 20 al 27 de agosto con un significativo cambio. Debido a un tiempo sabático de la familia Simmons en Estados Unidos, Errol no fue el director, por lo que designó como sustituto a Miguel (Mikey) Anthony Gonzales (1949-). La elección de un misionero norteamericano en lugar de Pere Puig, quien año tras año había sido el alma musical e inspirador de dones y talentos, venía precedida de ciertas discrepancias respecto a algunos aspectos de disciplina interna. Puig, que en la dirección de la Coral Al·leluia de Sabadell había desarrollado la habilidad de combinar diligencia formativa y esfuerzo en lo musical con un espíritu de comprensión y respeto hacia los procesos vitales y espirituales de cada corista, tenía una perspectiva distinta al método de Simmons. Su modelo de liderazgo, bastante más estricto y, en ciertas situaciones, correccional, no congeniaba con el de Puig, de convicciones firmes, pero al mismo tiempo sensible a las circunstancias particulares. Sin embargo, la combinación había sido bendecida con un buen espíritu de cooperación y alabanza a Dios.

Con un carácter más cercano, la dirección de Gonzales en la IV Semana de Música fue muy positiva. Su diligencia, atención pastoral y consideración a los seminaristas por el esfuerzo que significaba combinar tiempo vacacional con formación musical, fue un bálsamo que fortaleció y renovó la visión. La dirección del coro la asumió Pere Puig, repitiendo y completando la obra de Bill y Gloria Gaither, ‘¡Aleluya!’, acompañada en esta ocasión por orquesta grabada –playback–, interpretándose el domingo 26 en la Iglesia de Dénia.

La facultad de profesores estuvo formada por Sarah Kathleen McNair (1945-), el matrimonio Gonzáles-Marroquín, Pere Puig y Daniel Grau. Los cultos devocionales los impartió el pastor Diego Martínez Méndez (1951-); la clase de órgano preliminar y teoría avanzada, Daniel Grau; didáctica de coro de niños, la Sra. McNair; la música en la Biblia, Dalia Marroquín; y Pere Puig asumió las clases de canto. En un escrito para El Eco Bautista, Daniel Grau resumió el espíritu de la Semana, animando a continuar en el ministerio musical: «Los campamentos de música siempre han gozado de un clima y ambiente espiritual muy sano, y no lo ha sido menos este año. Hemos pasado una muy grata semana en nuestra querida residencia. Por favor, promocionen la música y los campamentos de música en sus iglesias».

Al no poder contar con una grabación del coro de la Semana de Música de aquel año, el siguiente vídeo recoge la versión en audio original y completa de Alleuia!, escrita e interpretada por Bill&Gloria Gaither, junto a las partituras originales.




Bibliografía y documentación


· Los bautistas y su música (51)

 © 2025 Josep Marc Laporta

     1-     Los festivales de música evangélica
2-    El día de la música
3-    Otros contextos sociomusicales de 1976

1- Los festivales de música evangélica

En un anterior capítulo traté sobre el despertar del ministerio musical dentro de las iglesias; y en otro también reseñé el auge de los grupos pop como ministerio evangélico fuera de los templos. Pero en torno a la celebración de la primera Semana de Música en 1976, otros contextos sociomusicales cohabitaron en aquellos fecundos años setenta. Uno de los de mayor impacto y afluencia fueron los llamados Festivales de Música Evangélica que se celebraron desde 1973, especialmente en el este y suroeste de la península; en tierras valencianas, manchegas y murcianas.

Denominados Festival de Música Evangélica o Festival de la Canción Evangélica, de 1976 tenemos noticias de la cuarta edición valenciana en el cine Avenida de Xàtiva, un local con capacidad para 1.000 personas que según las crónicas «estaba completamente abarrotado, hasta el punto de que varias decenas de asistentes tenían que seguir las diferentes actuaciones estando en pie». Con un programa de casi tres horas de duración, los grupos invitados fueron Shalom y Ressò de Catalunya, y el tenor Jesús Zazo de Madrid. Las iglesias de Albacete, Alcoi, Carlet Elx, Xàtiva, València-Quart, València-El Salvador y València-Navarra «participaron con solos, dúos, cuartetos, conjuntos y coros, combinándose lo clásico con lo instrumental y moderno, destacando por lo anecdótico que el grupo de Xàtiva entonó una canción en valenciano: ‘Jesu-Crist, el Senyor que yo ya tinc’» (sic). El cronista de la iglesia de la calle Quart en València mencionó que «nuestro coro tuvo una destacada actuación, con dos interpretaciones por la mañana y otras dos dentro del culto celebrado por la tarde en la Iglesia de Xàtiva», concretando que «el grupo de señoritas tuvo una muy acertada y serena intervención, con un sonido muy limpio, a pesar de los micrófonos».

El tema de la tecnología en la música fue una preocupación en ciertos sectores de las iglesias bautistas y evangélicas en general, así como el tipo de música. Bajo el título ‘La charanga, el show y el incienso’, el pastor Antonio Gómez Carrasco (1936-2016) cuestionaba en una editorial de El Eco ciertas formas y maneras musicales: «No encontramos base para la charanga en el Nuevo Testamento. Ambas cosas, la alegría y la solemnidad; la espontaneidad y el orden, todo puede marchar junto». Y en un párrafo posterior incidía: «De la mano de la charanga marcha el show. Me refiero a esa estereotipada presentación del Evangelio, en medio de una explosión de luz y color, con trajes de lentejuelas, poses amaneradas, risas…». En otro número de la revista denominacional, Antonio Gómez volvía a apuntar más directamente a ‘los festivales de música evangélica’, pues este era, precisamente, el título del artículo: «Para quienes anden algo desconectados de lo que en este trabajo se expone, se les aclara que en algunas regiones de nuestra geografía evangélica, y más concretamente bautista, algunas iglesias se ponen de acuerdo para enviar a un lugar predeterminado algunos conjuntos musicales para competir y tratar de conseguir un primer puesto. Al tiempo también de que esta manifestación musical sirva para llevar el testimonio del Evangelio. El corte de las canciones (para nosotros himnos, coritos, etc.), va a tono con el ritmo de la música popular de hoy, con un bien marcado acento folk. El atuendo de los componentes de los conjuntos, para no desmerecer totalmente del contorno en que hoy nos desenvolvemos, se procura sea de tonos alegres, ligeros. Aplausos, puntuaciones… ¡primer premio! Siempre, claro está, dejando bien sentado que el fondo de todo ha sido llevar el mensaje de salvación y testimonio a los inconversos». Y el artículo concluía con algunas preguntas al aire: «Es competencia de nuestras iglesias estos concursos? ¿Es realmente un testimonio eficaz? ¿Se está dañando, sin querer, la ejecutoria de las iglesias? ¿Realmente estaremos haciendo algo mundano, sin entrecomillar el adjetivo? ¿No será un gasto excesivo lo que conlleva instrumentos caros para estos conjuntos?».

Si València había inaugurado los festivales de la canción evangélica en 1973, las iglesias del sureste hicieron lo mismo un año más tarde. El día 12 de octubre se celebró en Alicante una concentración de la juventud del sureste, con un programa que «fue llevado por todas las iglesias asistentes, Alcoy, Albacete, Cartagena (que interpretó la obra cómica ‘Arsénico, ¿sólo o con leche?), Elx, Elda Murcia y Lorca», celebrándose «el Primer Festival de la Canción Evangélica, participando solistas, cuartetos y coros de las diferentes iglesias con sus correspondientes premios establecidos para los mejores y, como broche de oro, bajaron a la aguas del bautismo doce jóvenes como testimonio público de su fe». El primer premio del certamen fue para los jóvenes de Albacete, que posteriormente fueron invitados a cantar en el Hospital Psiquiátrico de la capital manchega. Aquellos jóvenes fueron el germen del grupo Paz, que se fundaría poco tiempo más tarde. La segunda edición llegaría al siguiente año, celebrada en Albacete, con la participación del ya afamado grupo Shalom, llegado desde Terrassa. Y, seguidamente, el tercer encuentro en la misma ciudad con el mismo grupo egarense y la participación de las uniones de jóvenes de la región.

Pero un dato interesante sobre la hermandad entre las iglesias de ambas regiones lo recogía el Eco Bautista en 1977, con la siguiente noticia de Elx: «Con motivo del IV Festival de la Canción Evangélica celebrado en Xàtiva, varios hermanos cogimos nuestros coches y nos fuimos a esa bonita ciudad. […] La música sonaba como venida del cielo, era estupenda. Les damos las gracias a los jóvenes de la iglesia de Xàtiva por su buen recibimiento y su buen hacer en este IV Festival. De nuestra iglesia actuaron Pablo Vázquez, como solista, y el dúo formado por Loli Romero y Benjamín Amat, los cuales estuvieron estupendos en sus actuaciones». Como apunta la información de El Eco, pese a celebrarse separadamente por regiones administrativas –Levante y Sureste–, algunas iglesias del sur participaban en las del norte, y viceversa. Sin embargo, una decisión administrativa de la Junta de Jóvenes conjunta estableció que a partir de 1977 los distintos festivales que las dos regiones habían celebrado por separado se unieran en un solo acto, encargando alterativamente a cada zona la preparación anual del evento musical conjunto. Por consiguiente, las dos sucesivas ediciones del Festival de la Canción Evangélica se celebraron en Xàtiva y en Elx. No obstante, la unión musical entre las comarcas levantinas y las del sureste no permanecería en el tiempo. En 1983 se desligaron, con un festival en Alcoi para las iglesias del Sureste, y otro en València en 1984 para las del Levante.

Como que de los conciertos de los años setenta no disponemos de registros fonográficos, para escuchar una primera referencia de aquellos festivales debemos recurrir al celebrado en Alcoi en 1983, con participantes de las iglesias de Alacant, Cartagena, Albacete, Elx, Lorca, Murcia y Alcoi. De los intérpretes se puede identificar a Jimmy A. Williams (1959-2024) y Antonio Navarro de Cartagena (1947-1996), y una versión reducida del grupo Paz con jóvenes de Albacete.

El siguiente vídeo es una referencia bastante más tardía de los festivales. Corresponde al IV Recital de Música Evangélica Góspel celebrado en 1988 en València, con participaciones de Dénia, Xàtiva, Castelló y València, y los grupos Nuevo Pacto y Rock Xàtiva.

Volviendo a los años setenta, la isla de Tenerife también tuvo su festival, aunque con adaptación del nombre e, implícitamente, de las tendencias musicales. En el mes de diciembre de 1975 se celebró en Santa Cruz de Tenerife el Primer Festival de Música Sacra bajo la dirección del director del coro de la Primera Iglesia Bautista de la capital chicharrera, Juan Roberto Arteaga Seguro (1929-2017). Intervinieron varios solistas y declamadores de poemas, con la participación de las iglesias bautistas de las Palmas. Un año después, el 27 de septiembre celebrarían el Segundo Festival de Música Sacra, llenando una sala con más de 400 personas que oyeron el Aleluya de Haendel por el coro de la iglesia de Santa Cruz de Tenerife, interpretación de «notable brillantez teniendo en cuenta su carácter amateur y el esfuerzo que significó el cargar casi exclusivamente con el programa, que en el primer festival fue más compartido debido a la mayor participación musical de otras iglesias». Dos años más tarde Sevilla inauguró su ‘Festival de Jesús’, título que presentaría «interpretaciones músico-vocales de José Luis Castejón; un cuarteto de Málaga; Vino Nuevo (25 voces) y Maranatha (15 voces), ambos de Madrid; [a los que] se sumó un mensaje evangelístico a cargo del pastor D. Antonio Gómez de Córdoba».

En el noreste de la península, en Catalunya, no se consolidaron los festivales de música evangélica al modo de valenciano; es decir, organizados por la unión de jóvenes regional y de carácter anual, sino que puntualmente se celebraban distintas modalidades de encuentros musicales auspiciados por iglesias locales. Un primer dato lo encontramos en Terrassa. En 1974 se celebró en el pabellón de deportes de la ciudad egarense el I Festival de la Armonía, que no tuvo continuidad: «un musical evangélico con la finalidad y el interés de anunciar y presentar a Jesús de una forma joven y con esta manera poder comunicar a la juventud el mensaje que tenemos de parte de Cristo». Ante 1.500 personas actuaron los grupos Resurrección, Shalom y el cantautor Llorenç Torras. Y unos años más tarde, en 1977, un Festival de Música y Canto Espiritual, organizado por el grupo de jóvenes de la Iglesia Bautista de Manresa en la sala Loyola de la ciudad, recibió la asistencia de unas 400 personas y la participación de tres grupos muy conocidos en la época: Ressò, Resurrección y Shalom; también participó el dúo Lluís y Eduard. Ressò era una formación de las iglesias metodistas barcelonesas; Resurrección de una congregación de las Asambleas de Hermanos; y Shalom de las iglesias bautistas de Terrassa y Sabadell. Por su parte, la Coral Al·leluia participó en ese mismo año en el Congrés de Cultura Catalana con un concierto en la parroquia de la Santísima Trinidad de Sabadell, interpretando «obras de Bach, escogidos fragmentos de G.F. Händel y un nutrido repertorio de Espirituales Negros». También contribuyó en el programa oficial de las ‘Festes de Sant Jordi 1977’ en la Parroquia de Sant Esteve de Castellar del Vallès: «La habilidad del director de la Coral, el maestro Pere Puig, logró que los allí reunidos aprendieran un par de cánones y que la concurrencia participara con la masa coral en la interpretación del conocido espiritual negro ‘Soy yo, soy yo, Señor, el que quiero hablar contigo».


2- El día de la música

En València capital, como en otras iglesias locales, también se iniciaron programas especiales de música sin, en principio, un nombre definido o estándar, que el director de la Semana de Música, Errol Simmons, popularizó siguiendo la tónica norteamericana de ‘Día de la Música’. Pocos meses antes de la primera Semana de Música, el 1 de febrero de 1976 se celebró en la capital del Turia un multitudinario acto musical, «con la asistencia de unas 30 personas… ¡de pie!, ya que el templo estaba totalmente ocupado», según cuentan las crónicas. Participaron Mª Luisa Iturralde (1944-) de Elx como solista, y los grupos Shalom de Terrassa y de las iglesias de las calles Navarra, Quart y Felipe Vives de Cañamás, denominada El Salvador. Tres años más tarde la Iglesia de la Creu Alta en Sabadell celebraba el ‘Día de la música’, «cantando himnos a varias voces, a dos grupos, uno formado por adultos y otro por jóvenes, además un conjunto de flautas, un solista y un dúo entre guitarra y órgano, y, cómo no, toda la iglesia se unió al culto cantando un canon».

Por las mismas fechas el ‘Día de la música’ también se celebraba en Alacant con dos conferencias. Una impartida por el misionero John Louis McNair (1943-2021) sobre la música en el Antiguo Testamento y otra por el tenor Jesús Zazo de la Torre (1948–2022): ‘La música desde el inicio del cristianismo hacia nuestros días y su influencia en nuestras iglesias’. El día fue memorable, con la participación de «los solistas María Iturralde, José Sánchez, Francisco Morote a la altura de las circunstancias y Antonio Miguel Aparici [que] nos ofreció buena parte de virtuosismo en el violín con dos himnos famosos y vinculados a nuestra vida espiritual. El Coro colaboró espléndidamente».


3- Otros contextos sociomusicales de 1976

Aquellos años eran tiempos de cambios que también afectaron a los tradicionales instrumentos de acompañamiento cúltico. En 1976, la Iglesia Bautista de Xàtiva compró un nuevo órgano de la marca Hammond, regalando el usado al punto de misión de la Pobla Llarga. Asimismo, y en el mismo año, la Iglesia de la Bona Nova en Barcelona renovó el órgano electrónico que usaba desde 1965, cambiando a un flamante Hammond último modelo, que poco tiempo más tarde se vio completado por el mueble-altavoz Leslie, que mediante un amplificador modifica el sonido con la rotación mecánica de los altavoces. El órgano fue adquirido gracias a diversas actividades para recaudar fondos, mientras que el Leslie fue sufragado por un miembro de la congregación. Y un año antes, en 1975, el misionero y músico José Mefford se encargó de reorganizar la coral de dicha iglesia, que posteriormente se denominó Coral Bona Nova, dirigida sucesivamente por Paul Shelton (1952-) y Jordi Palacios Casanovas (1953-).

El año de la primera Semana de Música también fue el de la inauguración del Centro y Seminario Bautista en Madrid, el 10 de diciembre de 1976. Participó el pastor de Albacete, Fernando Vergara Juan (1946-2013), cantando un himno, acompañado al piano por la misionera Sarah Kathleen McNair (1945-). Y 1976 también fue el año del fallecimiento del prolífico y entrañable poeta bautista, Antonio Almudévar Urriens (1894-1976). Por su parte, la XXIV Convención de la UEBE de aquel año se celebró en la Residencia Bautista de Dénia, teniendo como lema ¡Firmes, constantes, creciendo!, con el himno oficial ‘Construyendo estamos’, el 336 del HIEE.

Tres meses antes de la primera edición nacional de la Semana de Música, la Iglesia del Buen Pastor de Madrid celebró del 3 al 9 de mayo de 1976 un seminario musical «dirigido por el misionero don Errol Simmons y la colaboración de su esposa Mary». Las crónicas relataban que «la semana ha sido muy provechosa, capacitando a un buen número de hermanos de la iglesia para cantar con más alegría y mayor responsabilidad».

Aquellos eran tiempos en que los musicales o las también llamadas cantatas empezaban a llegar a España, mayormente editadas en libritos por la Casa Bautista de Publicaciones en El Paso, Texas (EUA) y distribuidas por la Librería Bautista de la calle Arimón en Barcelona. En la fiesta de Navidad del 25 de diciembre de 1976, el coro de la iglesia de Manresa «colaboró con la cantata de John Peterson, ‘Noche milagrosa’, destacándose que «fue una fiesta muy agradable» y que «la cantata, a petición de varios hermanos, se repitió el domingo siguiente». Precisamente, las siete primeras Semanas de Música se caracterizaron por preparar e interpretar una cantata cada año.

Por otra parte, desde las páginas de El Eco Bautista se hizo un intento de promocionar nuevos cantos, con la inclusión de partituras, apuntando que «dadas las circunstancias de cambio y renovación que nos rodean, se ve que el ministerio de la música en el campo evangélico se hace cada vez más variado. Quisiéramos que este espacio tuviese un valor práctico, y por eso procuraremos indicar a los lectores algunas de las novedades y noticias que vayan llegando a nuestras manos, juntamente con arreglos y nuevas composiciones, y a la vez, quisiéramos rogar a los que tienen interés en hacerlo, que me manden noticias, ideas, arreglos, coritos (siempre con la música, por favor) y otras cosas que pudieran ser útiles en las reuniones de jóvenes y cultos de iglesias, etc.» La nota fue firmada por José Mefford, incluyendo una partitura del conocido himno de William J. Gaither ‘Porque Él vive’, con una traducción al castellano de Jorge J. Pastor y J. Mefford, versión que no gozó de aceptación entre las iglesias. La publicación mensual de partituras en El Eco quedó en un intento aislado y sin continuidad, y no se instauraría con regularidad hasta 1989 con Elies Cortès Casanovas (1954-), nombrado Promotor de Música de la UEBE a finales de los años ochenta.



Bibiografía y documentación