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· Los bautistas y su música (54)

 © 2025 Josep Marc Laporta


V, VI y VII Semana de Música (1980-1982)

La IV Semana de Música que se había celebrado en 1979 tuvo como director outsider a Miguel (Mikey) Anthony Gonzales (1949-) en sustitución de Errol Simmons, quien delegó la responsabilidad por tener que ausentarse por causa de su tiempo sabático en Estados Unidos. Junto a la dirección de Gonzales y la cooperación de su esposa Dalia Marroquín, Pere Puig Ballonga (1929-2016) y Daniel Grau Albí (1953-) fueron el núcleo del claustro de profesores. Sin embargo, Daniel Grau forjó una gran sintonía y amistad con Gonzales, quien tuvo mucho que ver con la decisión de la familia Grau-García de trasladarse a los Estados Unidos con la finalidad de que Daniel estudiara teología y ejerciera ministerios de música y jóvenes en diversas iglesias hispanas. Además de Gonzales, la relación con el pastor Frank Moreno (1950-) fue muy importante en todo el proceso de toma de decisiones que, tras dos años de oración, se concretaría en 1981.

La siguiente Semana de Música, la V, se celebró del 18 al 26 de agosto de 1980. Con la vuelta de Errol Simmons a la dirección, el evento contó con los mismos profesores que la anterior edición: Pere Puig Ballonga, Daniel Grau Albí, Núria Puig Mayor, José W. Mefford y Antonio Miguel Aparici Pastor, exceptuando Sarah K. McNair. La obra musical escogida para aquel año fue ‘Encuentro’, una cantata juvenil que el coro interpretó públicamente el domingo 24 y que tuvo como solistas principales a Errol Simmons y Núria Puig Mayor, además de la narración de Jorge J. Pastor.

Uno de los asistentes, Luis Manuel Pastor (1943-), artista plástico de renombre, dejó en las páginas de El Eco una reseña a modo de reflexión. Entre palabras aduladoras al evento, al Montgó y a las viandas, terminó su narración con la siguiente proclama: «Es la primera vez que asisto a esta Semana de Música, y me ha sorprendido que en vez de haber cincuenta no hubiera quinientas. Si Dios quiere, pienso asistir el próximo año, aunque empiece un día después de lo anunciado y falte también el profesor de guitarra prometido y, desde mi punto de vista, el equipo de trabajo no estuviese seleccionado con suficiente rigor. Mi experiencia ha sido muy positiva. He aprendido que la amonestación y enseñanza de los ancianos siempre es sabia, así como la intuición de los pequeños no lo es menos. Terminamos la semana con la promesa de nuevas actividades para el próximo año».

En el siguiente vídeo se puede escuchar una grabación del coro de la Semana de Música interpretando la cantata ‘Encuentro’, en un registro previo a su actuación en la Iglesia Evangélica Bautista de Dénia ‘La Trinidad’.

En 1981 se celebró la VI edición de la Semana de Música y también fue la fecha en que, después de dos años de oración, la familia Grau-García se trasladó a Estados Unidos por un periodo de nueve años (familia formada por los esposos Daniel y Abigail, y los hijos Eliezer y Bernabé; Abigail junior nacería posteriormente en Houston). Daniel estudió teología en el Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans (Luisiana), gracias a una extensión en Houston (Texas) y en Tampa (Florida), ciudades de residencia de la familia. En el tiempo que estuvieron en el país (1981-1990), Daniel ejerció como pastor de música y jóvenes en dos iglesias; primero en Houston y después en Tampa, dirigiendo coros y ministrando en dos congregaciones hispanas con una membresía media de entre 250 y 300 personas, siendo, también y por un tiempo, pastor asociado en Tampa. Asimismo, en el último año en Estados Unidos, Daniel Grau emprendió acción misionera, abriendo iglesia en una población cercana a Tampa, en St. Petersburg (Florida). Además de otras facetas, su esposa, Abigail García Esteve, desarrolló diversos ministerios con niños, principalmente relacionados con la música, dirigiendo coros infantiles.

Si bien el tiempo de la familia Grau en Estados Unidos fue muy bendecido para las congregaciones en las que ministraron, suponiendo también un propio crecimiento teológico y espiritual, tras el retorno a València y a Carcaixent, Daniel aportó sus capacidades y bien hacer implicándose en diversos ministerios musicales. Por una parte, fue docente y director coral en varias Semanas de Música de los años noventa; y, por otra, fue parte importante en la organización y dirección del Cor Evangèlic Unit Valencià que actuó en un célebre concierto en el Palau de la Música de València en 1992, donde, asimismo, Abigail tuvo una de las participaciones solistas destacadas.


Como ya he anunciado anteriormente, en 1981 se celebró la VI Semana de Música en Dénia –del 17 al 23 de agosto– bajo la dirección de Errol Simmons, aunque sin la participación de Pere Puig, quién declinó por divergencias conceptuales. La obra escogida fue ‘Aleluya, Cristo vive’ del influyente compositor estadounidense John Willard Peterson (1921-2006), una cantata que, además de la línea argumental y compositiva de Peterson, reunía algunos de los himnos anglosajones más populares de la Pascua cristiana. Con similar estructura docente que las pasadas ediciones, ‘Aleluya, Cristo vive’ se interpretó el domingo 23 de agosto en la Iglesia Evangélica Bautista de Dénia. De aquella edición no disponemos de ninguna grabación con suficiente calidad para ser publicada, por lo que, en su defecto, opto por compartir una bellísima versión femenina del Coro Liceo de Santa Marta de Talca (Chile), que gentilmente nos cede.

1982 fue la última edición de la Semana de Música de la primera etapa (1976-1982), que tras cinco años de paréntesis se reemprendería en 1988. También fue dirigida por Errol Simmons, concluyendo su trabajo como Promotor de Música de la UEBE un año después, aunque permaneciendo en el país con diversos ministerios docentes y pastorales hasta 1987, fecha en que aceptó emprender una nueva labor misionera en Hungría, fundando en 1990 la International Baptist Lay Academy en Budapest. Tras años de experiencia y dedicación en España, el tiempo en Hungría fue muy bendecido y efectivo. El bagaje acumulado en nuestro país participó aún más en una mejor inmersión misionera.

Sus palabras, recogidas en el East-West Chruch Ministry Report en otoño del 2000, así lo reflejan: «A menudo, en vano, intenté animar a los misioneros recién llegados, no sólo de grupos paraeclesiales sino también de agencias denominacionales, a que dedicaran tiempo a conocer a los cristianos húngaros y sus iglesias antes de decidir qué necesitaban. Muchas de las estrategias y programas diseñados en Norteamérica y otros países occidentales simplemente no satisfacen las mayores necesidades espirituales de la gente de Europa Central y Oriental. El personal de la misión primero debe ser aceptado y tener la confianza de los nacionales con quienes sirve antes de ganarse el derecho a ayudarlos a desarrollar iglesias locales. No hay atajos. El personal misionero debe estar dispuesto a asumir el precio de la adaptación y la aceptación cultural antes de convertirse en agentes legítimos de cambio. La fundación y el desarrollo de iglesias pueden ser realizados por misioneros con la guía del Señor, pero lo hacen con mayor eficacia quienes están dispuestos a fundar sus vidas y aprender el idioma, la cultura y la forma en que se testifica, evangeliza y discipula en el contexto de la sociedad anfitriona. Demasiados quieren trabajar ‘en paralelo’ (otra forma de decir ‘nosotros haremos lo nuestro y ustedes lo suyo’), pero no en colaboración con las iglesias húngaras históricas. Y eso, en mi opinión, es un grave error misionero y una gran tragedia que estamos presenciando en muchos países hoy en día. […] Sólo espero que los líderes y el personal de las agencias misioneras tomen nota de sus preocupaciones y defiendan y pongan en práctica una estrategia misionera basada en un enfoque de auténtica encarnación».

De aquella última edición de la Semana de Música de 1982, la VII, no disponemos de ningún registro sonoro ni tampoco ninguna grabación de la cantata. El evento se celebró del 16 al 23 de agosto y en la publicidad se notificaban las materias que se iban a impartir, manteniendo una estructura similar desde los inicios en 1976: «canto, dirección coral, solfeo, organización y dirección de coros de niños, himnología, coro de campanillas de mano, la música en la iglesia y más cosas». La obra ensayada e interpretada fue ‘Los seguidores de Cristo’, una cantata de diez números compuesta en inglés en 1979 por Mark Blankenship (1952-) y Ed Seabough (1932-) que no supuso gran dificultad musical para el alumnado.


Tras un paréntesis de cinco años, la Semana de Música se reanudó en 1988, cuando Elies Cortés Casanovas (1957-), que había asumido el cargo de Promotor de Música de la UEBE un año antes, la instauró de nuevo. La dirección de Elies Cortés fue participada con la subdirección de Núria Puig Mayor, reiniciándose así una nueva época de este bendecido ministerio.

Además de los numerosos profesores y docentes que a lo largo de los años dedicaron tiempo y conocimientos a la Semana de Música, el cuadro histórico de los directores de 1976 a 2025 es el siguiente:

1976-1978 - Othar Errol Simmons (1939–2014)
        1979 - Miguel (Mikey) Anthony Gonzales (1949-)
        1980-1982 - Othar Errol Simmons (1939–2014)
        1983-1987 – Paréntesis de cinco años.
        1988-1989 - Elies Cortés Casanovas (1954-)
        1990-1996 - Josep Marc Laporta (1959-)
        1996-2002 - Pau Grau Ballester (1967-)
        2003-2006 - Sergio Martín Zamora (1973-)
        2007-2011 - Pau Llorens Galiana (1972-)
        2012-2020 - Esteban Ramón Moreno (1978-)
        2021 - Andrés Monge de Silva (1986-) y Laura Monge de Silva (1979-)
        2023-2025 - Laura Monge de Silva (1979-)




· Los bautistas y su música (53)

 © 2025 Josep Marc Laporta

     1-     Coro de la 1ª IEB de Madrid
2-    Coro de la IEB de la Barceloneta
3-    Aparición del Himnario Bautista
4-    Reprobación española al Himnario Bautista

1- Coro de la 1ª IEB de Madrid 

El sábado 19 de mayo de 1979, la Primera Iglesia Evangélica Bautista de Madrid, sita en la calle General Lacy, inauguraba su nuevo templo. Después de 22 años, desde que la primera comisión pro-templo se reuniera por primera vez en 1957, el momento tan esperado había llegado. Entre diversas participaciones de pastores invitados y con la dirección del titular de la congregación, Juan Luis Rodrigo Marín (1923-2008), el culto inaugural contó con la intervención del coro de la iglesia, que por primera vez dispondría de un palco frontal para sus intervenciones de alabanza a Dios. Según narraba la revista denominacional, «Como parte importante del programa de la inauguración cantó el coro de 35 voces, bajo la dirección de Miguel Fernández Clemente (1931-), con Katy de McNair (1945-) al órgano. Los miembros del coro estrenaron sus nuevas túnicas de azul claro y pechera de azul marino. El coro cantó varios números y, como broche de oro a su actuación, terminaron con el himno ‘Hijos de los Españoles’. La congregación se conmovió y cayeron no pocas lágrimas al oír de nuevo las palabras ‘y dejando las tinieblas marcha España hacia la luz’».

Miguel Fernández fue el director del coro de la 1ª IEB de Madrid desde los 19 años, una etapa que empezó en 1951 y concluyó en 1995. Su ministerio al frente del coro fue de 44 años, siendo encaminado en sus inicios por el organista Francisco Dorado Hernández (1911-1983) y el anterior director, Adolfo Lahoz García (1927-2000). En sus primeros meses como director, Miguel Fernández prácticamente no tenía conocimientos de música, pero poco a poco fue aprendiendo con la ayuda de unas pegatinas de color que ponía en cada tecla del armonio con la nota correspondiente. Posterior y progresivamente, sus conocimientos musicales ya le permitieron desarrollarse eficazmente, cursando estudios de solfeo y piano en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.

Durante los 44 años de dirección, el coro mantuvo una media de coristas de entre 30 y 35 personas, cantando en total 268 himnos, de los cuales han quedado grabados 168. El primero que interpretaron fue ‘En todo tiempo alabaré’, convirtiéndolo en el himno lema de la formación. Cada año lo cantaban. Y, como anécdota emotiva para Fernández y para todos los coristas, ‘En todo tiempo alabaré’ también fue el último himno que interpretaron al concluir su etapa de director.

También hubo otro himno que se convirtió en habitual: ‘Yo me consagro al Señor Jesús’. En cada culto de bautismos, y momentos antes de que el pastor bajase a las aguas, el coro lo cantaba muy suavemente, introduciendo el acto de manera muy solemne.

El coro de la 1ª Iglesia Bautista de Madrid también tuvo destacadas participaciones fuera del templo. Cantó tanto en iglesias de la capital como fuera de ella, y en puntos de misión en el norte del país. Junto a ello es de destacar el recital de Navidad que en tan señaladas fechas ofrecía cada año en la estación de Atocha, en un balcón superior que permitía una buena recepción musical por parte de los viajeros: un evento de testimonio muy bendecido a pocos metros del templo. Con todo, Miguel Fernández Clemente –hijo del anterior pastor de la congregación, Justo Francisco Fernández Moya (1896-1951)–, no solamente asumió la dirección coral con gran disposición, entusiasmo y bien hacer, sino que, además, tuvo una intensa labor diaconal en diversos ministerios eclesiales, como, por ejemplo, la presidencia de la comisión pro-templo.

En el siguiente vídeo, que se ha remasterizado para mejorar la calidad fonográfica, se puede escuchar una pequeña y representativa selección de los 168 cantos que quedaron registrados fonográficamente y que junto a algunas fotografías rememoran el ministerio del Coro de la 1ª Iglesia Evangélica Bautista de Madrid.


2- Coro de la IEB de la Barceloneta

El cambio de década que se avecinaba también trajo consigo cambios en el pensamiento eclesiológico y social. El 25 de febrero de 1979, la asamblea de la Iglesia de la Barceloneta aprobó que el Coro pudiera cantar en ‘latín y otros idiomas’, decisión que no fue efectiva hasta el siguiente año, cuando participaron en una reunión de oración conjunta con la Parroquia de Sant Miquel, sita en el mismo barrio. Asimismo, todos los miembros de la Coral empezaron a recibir clases de técnica vocal por un profesor externo, impartidas en pequeños grupos de cinco personas. Su director, Elies Cortés Casanovas (1954-), que pocos años antes había relevado en el puesto a su hermana y pianista Anna Cortés Casanovas (1949-), dio un significativo cambio al tradicional coro de iglesia para llevarlo a un nivel superior, abriendo nuevas puertas de testimonio.  

En 1978, el Coro de l’Església Evangèlica Baptista de la Barceloneta había empezado una nueva etapa de testimonio evangelístico a través de la música. Formado por unas cuarenta voces, desde aquel año se multiplicó con recitales y conciertos en iglesias, centros culturales y sociales de Catalunya y en el resto del estado. El repertorio que presentaban era muy variado, tratando de comunicar el Evangelio a la mayor cantidad de personas posible y a través de diferentes estilos musicales: barroco, renacimiento, espirituales negros, populares, composiciones y arreglos modernos, etc. De esta manera se les podía escuchar cantando en catalán, castellano, alemán o latín.

La siguiente grabación de 1985 recoge dieciséis piezas de su repertorio; una muestra de la calidad y del espíritu del Coro que queda sintetizado en sus propias palabras: «Unas composiciones se interpretan en el lenguaje en el que fueron escritas, queriendo subrayar con ello lo importante que es el conjunto de música-letra en una composición coral, no sólo la música o la letra. […] Los compositores cristianos de ayer y hoy sienten las mismas necesidades de alabar a Dios con todo su talento, y no hace falta quedar ligado a las manifestaciones de música sacra de otros siglos».  


3- Aparición del Himnario Bautista

Tras un buen número de libritos de cantos editados durante más de una década por la Casa Bautista de Publicaciones de El Paso (EUA), como Adelante juventud (1953); Cánticos de Gozo e Inspiración (1953); Voces de júbilo (1955); Ecos de victoria (1956); Dúos, Tríos y Cuartetos (1958), Melodías de Bendición (1960), Favoritos Juveniles (1973); o El Nuevo Himnario Popular (1955), en 1978 se presentó la compilación que pretendía ser definitiva: el Himnario Bautista. Como editor general de la edición, Eduardo Nelson G. escribió una introducción con el propósito que motivó la publicación: «Este himnario es la culminación de un sueño. Durante años, los líderes de diversas convenciones bautistas han expresado su deseo de contar con un himnario nuevo que supliera las necesidades actuales en lo que a adoración, evangelismo y extensión de la iglesia se refiere. La oración del editor es que éste sea tal himnario».

        El Himnario Bautista usó como fuente dos compilaciones. Por una parte, Himnos Selectos Evangélicos, muy difundido en Sudamérica, especialmente en el Cono Sur, y que a principios de los años treinta Ambrosi Celma, responsable de la obra bautista en España, adoptaría como referencia himnológica para las iglesias. Y, por otra, El Nuevo Himnario Popular que la misma Casa Bautista de Publicaciones había editado en 1955 en un primer impulso himnológico hacia el mundo hispano. En el prólogo del Himnario Bautista se observa la importancia teológica e inspiracional del canto que sus editores sostenían: «Los himnos inculcan tantas hermosas enseñanzas, que podemos valernos de ellas para fortalecer nuestra fe, siempre que estas vayan de acuerdo con las Sagradas Escrituras».

La edición de este himnario de 1978 tuvo una gran repercusión entre las iglesias hispanas del continente americano y, en menor medida, en España. En su preparación contó con sondeos tipo encuesta en diferentes países latinoamericanos para determinar los himnos que más se cantaban. También se llevaron a cabo diversas reuniones del Comité Consultivo en los Estados Unidos, patrocinado por la Junta de Misiones Domésticas de la Convención Bautista del Sur y la Convención General Bautista de Texas. Después de las reuniones del Comité y de estudiar las encuestas, Eduardo Nelson G. realizó una extensa gira por América Latina como editor general para validar los resultados, entrevistando a pastores, músicos y otros líderes denominacionales. Asimismo, años más tarde Nelson escribió un libro claramente instructivo: Que mi pueblo adore – Bases para la adoración cristiana (1986).

El Himnario Bautista de 1978 fue la consumación de un proyecto recopilatorio que contó, entre otros, con la asistencia de Adolfo Robleto (1917-1994), William J. Reynolds (1920-2009), Arnoldo Canclini (1926-2014) y Harry Cecil McConnell (1913–2007). Precisamente Cecilio McConnell fue el autor de tres importantes libros sobre musicología e himnología hispana: La historia del himno en castellano editado en 1963, con una posterior revisión y ampliación en 1987; Conozcamos nuestro himnario en 1983; y Comentario sobre los himnos que cantamos en 1987.


4- Reprobación española al Himnario Bautista

Con la finalidad de promocionar el Himnario Bautista, en el mes de julio de 1979 visitó España el director del Departamento de Ministerio Musical de la Casa Bautista de Publicaciones, Eduardo Nelson G. Según informaba la revista denominacional El Eco, «durante las diversas visitas efectuadas a iglesias de Madrid, Levante y Catalunya, el Sr. Nelson, a quien acompañaba el promotor de música D. Errol Simmons, tuvo la oportunidad de entrevistarse con diferentes responsables de música de las iglesias, con los cuales mantuvo interesantes conversaciones. El Sr. Nelson informó sobre la favorable acogida que el nuevo ‘Himnario Bautista’ ha recibido en países de habla hispana, al propio tiempo que recogió las observaciones que, con respecto al himnario y otras ediciones musicales de la Casa Bautista, le fueron hechas. El Sr. Nelson manifestó su interés por conocer la problemática de nuestro país y su mejor voluntad de ofrecer la mejor música para nuestras iglesias, así como su deseo de recibir una mayor colaboración por parte de los músicos y poetas españoles».

La problemática a la que se refería Eduardo Nelson era el descontento autóctono por la ausencia de consulta a los músicos españoles en la preparación y configuración del Himnario Bautista. Los recelos por la forma de tratar las peculiaridades de la música y la alabanza en las iglesias del país por parte de Errol Simmons y la Casa Bautista de Publicaciones era el fondo del asunto. Aquellos encuentros vinieron a cuento de que dos meses antes varios músicos catalanes redactaron una carta abierta a las iglesias de la UEBE a colación de la aparición del Himnario. Los firmantes fueron David Andreu Martínez (1953-) y Raquel Andreu Martínez (1960-) de Manresa; Elies Cortés Casanovas (1954-) de la Barceloneta; Miguel Anthony Gonzáles (1951-) de Manresa; Ambròs Monsó Celma (1952-) y Jordi Palacios Casanovas (1953-) de la Bona Nova; Pere Puig Ballonga (1929-2016) de la 1ª de Sabadell; y Daniel Simón Corbera (1945-) de Cerdanyola. Entre otros aspectos, en el escrito reprochaban: «Es de destacar también que, en el procedimiento de selección y revisión de himnos (melodías, traducciones, letras originales) se hayan tenido en cuenta, en principio, las opiniones de las diversas comunidades bautistas a las que el himnario iba dirigido. Sin embargo, al llegar a este punto no podemos por menos que expresar nuestra extrañeza por el hecho de que no se haya prácticamente recurrido a los bautistas españoles para dicho proceso. La única razón que se nos ocurre para ello es que la Casa Bautista de Publicaciones haya tomado primordialmente en consideración criterios de estricta rentabilidad económica de la edición, los cuales harían aconsejable enfocar una amplia aceptación del himnario en toda la América Latina. Nada tendríamos que objetar a ello ciertamente si la promoción del ‘Himnario Bautista’ se limitase fundamentalmente a esos países. Sin embargo, el mencionado himnario se está introduciendo actualmente en nuestro país (en especial en iglesias nuevas y en puntos de misión) con la ayuda de nuestros medios de difusión bautistas, hecho que viene sin duda propiciado por el momentáneo agotamiento de las ediciones de nuestro tradicional ‘Himnario de las Iglesias Evangélicas de España’».

 Seguidamente, los firmantes manifestaron su malestar en tres aspectos. En el primero apuntaban lo siguiente: «desde el punto de vista estrictamente literario sí queremos hacer notar que la calidad de bastantes de las letras de los himnos es, a nuestro parecer, dudosa. En ocasiones se han incorporado al himnario, con caracteres de novedad, traducciones de himnos para los que ya se disponía de versiones al castellano mucho más logradas. También se han mantenido en muchas de las letras, palabras y expresiones totalmente caídas en desuso en el castellano moderno, así como términos dialectales y barbarismos de origen inglés que dificultan sensiblemente la comunicabilidad de los textos. Opinamos que algunas de dichas deficiencias podrían haberse subsanado de haber existido una mayor intervención en el proceso de revisión y selección por parte de los bautistas españoles».

En un segundo punto destacaban que «el balance global del contenido musical del himnario evidencia una cierta decantación por parte de los editores hacia la elección de tonadas de procedencia americana, algunas de ellas muy hermosas; pero olvidando lamentablemente muchos himnos de la rica tradición reformada europea, incluidos algunos de los más destacables de nuestro himnario tradicional y cuya implantación en nuestras comunidades son indiscutibles. Por otra parte, se ha concedido en el ‘Himnario Bautista’ una importancia a nuestro juicio excesiva a lo que podríamos llamar ‘música evangélica de vigencia limitada’ (folklore evangélico, coritos, canciones góspel, etc.). Dicha música tiene sin duda un lugar importante en la adoración cristiana, pero se halla más sujeta a oscilaciones de popularidad y posee un contenido doctrinal más reducido que los himnos que podríamos denominar ‘intemporales’».

En el último punto, el grupo firmante se ponía a disposición de la Casa Bautista de Publicaciones para «iniciar esfuerzos encaminados a lograr la realización de una edición especial del ‘Himnario Bautista’ más adecuada a la realidad cultural y las necesidades de nuestras propias comunidades». Y añadía: «Somos conscientes de que esto entraña toda clase de problemas, pero estamos convencidos de que vale la pena intentarlo».

Tanto el documento de los músicos catalanes como la entrevista mantenida en Barcelona con Eduardo Nelson no tuvo una positiva continuidad ni solución. No hubo ninguna edición especial del Himnario Bautista adaptada a la idiosincrasia española ni tampoco un seguimiento de la peculiaridad autóctona. Y ante los nuevos tiempos de libertad política y social que el país había inaugurado, los músicos y representantes de las iglesias catalanas firmantes del documento optaron por avanzar paulatinamente hacia una himnología en lengua propia, el catalán, prescindiendo definitivamente de los dos himnarios que se postulaban como referencia: el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España y el Himnario Bautista.

Asimismo, tanto aquel desencuentro himnológico con la Casa Bautista de Publicaciones y Eduardo Nelson, como la poca sensibilidad y adaptabilidad de Errol Simmons a las necesidades reales de la música eclesial del país, derivó en un claro divorcio en cuanto a la visión y misión. La siguiente Semana de Música de 1980 fue la última en que Pere Puig Ballonga participaría, quedando las dos siguientes ediciones de 1981 y 1982 en una vertiginosa pendiente de desinterés y menguante asistencia, que conduciría a una temporal desaparición. Fueron cinco años de paréntesis hasta que en 1988 se reprendería con la dirección de Elies Cortés Casanovas.  


Bibliografía y documentación


· Los bautistas y su música (52)

 © 2025 Josep Marc Laporta

     1-     1976: I Semana de Música
2-    1977: II Semana de Música
3-    1978: III Semana de Música
4-    1979: IV Semana de Música

1- 1976: I Semana de Música

Con una gran batería publicitaria y artículos didácticos en El Eco anunciando el evento durante meses, la primera Semana de Música se celebró por primera vez del 17 al 26 de agosto de 1976 en la entonces denominada Residencia Bautista de Dénia. Llamado popularmente Campamento de Música, el evento fue un gran paso adelante en la formación artística y espiritual de creyentes que tuvieran interés en la alabanza musicada. Fue unos meses antes, en noviembre de 1975, cuando una pequeña comisión se reunió para concretar los contenidos. Los convocados eran tres misioneros: Othar Errol Simmons (1939-2014), Joseph W. Mefford (1921-2005) y Robert F. Crider (1940-), este último actuando como administrador. Puesto que el ministerio de Promoción de Música era una iniciativa de la Misión Bautista en España, el equipo fundador fue foráneo. No obstante, poco tiempo después se invitó a Pere Puig Ballonga (1929-2016), aunque en la práctica no se reuniría con el grupo hasta la misma Semana de Música.

Una de las grandes preguntas surgidas en la planificación era si asistirían bautistas de todas partes de España para una semana intensiva de estudio, canto e inspiración espiritual. Y otra cuestión: cuántas personas se desplazarían. Por esta razón Errol Simmons organizó una publicidad regular y específica en El Eco, además de artículos sobre diversas temáticas del ministerio musical. Otra de las preguntas que se plantearon tenía que ver con las habilidades y necesidades de los asistentes. A pesar de existir una positiva dinámica musical en las iglesias, la realidad indicaba que el nivel general era bastante bajo, con una pobre formación teórica, excepto algunas destacadas voces y organistas de iglesia que acostumbraban a tocar himnos del HIEE a cuatro voces simples. Por lo tanto, la cuestión de fondo consistía en qué tipo de formación se debería ofrecer a unos alumnos que tenían buena afición a la música y deseos de mejorar la alabanza en sus congregaciones, pero sin mucha formación.

Una rápida mirada a la cincuentena de asistentes –además de un buen grupo de niños– nos ofrece una visión aproximada de las destrezas musicales: tres organistas, dos pianistas y un violinista. Aparte, dos flautas traveseras, una de ellas Julie Simmons (1962-), hija del director de la Semana, y cuatro tipos de flautas de pico –soprano, alto, tenor y baja– traídas por la familia Puig-Mayor, ya que acostumbraban a tocarlas conjuntamente, padre e hijas. Y como voces solistas destacaban dos alumnos, aunque sin expresa formación. Consecuentemente, la ratio de preparación musical era bastante baja, representativa del nivel musical de las iglesias bautistas y, consustancialmente, de las demás congregaciones evangélicas de la época.

Por estas razones, cuando la Comisión se reunió para diseñar la programación, tuvo claro que los programas educativos deberían responder a las preguntas anteriormente citadas. Así que planearon un horario dirigido especialmente a coristas que incluía aspectos como himnología, teoría de la música, dirección del canto congregacional o de coro, el ministerio de la música, ensayos de coro y cultos de adoración. Es decir, un programa de crecimiento espiritual con asignaturas muy elementales para la formación musical, sin adentrarse en instrumentos, modalidades o especialidades. Es por ello que algunas fotografías de la época reproducían instantes de clases teóricas con alumnos llevando el compás con la mano o cantando en coro, porque, básicamente, la finalidad docente era preparar una cantata durante seis o siete días para interpretarla en un culto musical, como colofón.

Los horarios de la I Semana de Música constaban de un breve devocional a primera hora de la mañana; seguidamente el desayuno; a las 9:30 un culto inspiracional, a las 10:30 las clases teóricas; de 11:30 a 12:30 ensayo de coro; y de 12:30 a 14:00 horas tiempo libre y piscina. Después de la comida también tiempo libre. A las 16:00 horas se abría la piscina hasta las 18:00, hora que empezaba el ensayo del coro hasta pocos minutos antes de las 20:00 h., momento de la cena. Más tarde una velada de carácter lúdica, noche de dones o tiempo libre. Y a medianoche en punto, el silencio era obligado para todos los campamentistas, debiendo estar en sus habitaciones.

Como se aprecia por los horarios, el coro era el eje teórico, musical y social del evento, con la misión primordial de ser de inspiración espiritual y aglutinador de la docencia. La cantata a interpretar en aquel primer año fue ‘De unos a otros’, una excelente obra de carácter juvenil compuesta por William J. Reynolds (1920-2009). Con extensos fragmentos al unísono, gran musicalidad y un mensaje evangelístico y de renovación espiritual, ‘De unos a otros’ fue la pertinente propuesta para aquella primera edición. Precisamente, Reynolds, músico de iglesia, compositor, arreglista, editor, himnólogo y distinguido profesor de música sacra en el Seminario Teológico Bautista Southwestern, EUA, fue quien, como secretario del Departamento de Música de la Convención de los Bautistas del Sur, un año antes dirigió un coro de 1.500 voces en el XIII Congreso de la Alianza Bautista Mundial que se celebró en Estocolmo, Suecia, en julio de 1975, con una asistencia de 10.000 delegados.   

El autor de ‘De unos a otros’ compuso más de 700 composiciones entre piezas corales, himnos, canciones infantiles y obras musicales, destacando el arreglo, adaptación y popularización de ‘I Have Decided to Follow Jesus’ (He decidido seguir a Cristo), canción que tiene sus raíces en la historia de un hombre de la tribu Garo en Assam, India, quien junto a su familia enfrentó la persecución por su fe cristiana. La historia, que se convirtió en una canción, relata su valiente decisión de permanecer fiel a Jesús, incluso ante a la muerte. Así que la elección de la obra compuesta por Reynolds, implícitamente también era el reconocimiento a un músico de bendecida trayectoria e influencia dentro la familia bautista mundial. 

‘De unos a otros’ fue el centro musical y espiritual de la primera Semana de Música. Sencilla, pero efectista, bella y al mismo tiempo llena de implicación cristiana, su renovador mensaje caló hondo entre los campamentistas. La obra fue interpretada íntegramente por el coro, con los testimonios de conversión de Rafael Jiménez (1955-) de la IEB Málaga; Encarnita Sendra Galán (1951-) de la IEB ‘La Trinitat’ de Dénia; Chari Núñez (1954-) de la IEB Málaga; y Francisco Moreno Núñez (1951-).

El siguiente vídeo recoge el audio de la obra al completo con el sonido original del coro de la Semana, grabado por el Departamento de Medios Audiovisuales de la UEBE. Asimismo, también se incluyen las partituras originales. Como dato anecdótico, la última pieza de la cantata, ‘Juntos confiemos en Dios’, fue el himno oficial de XXVI Convención Bautista Española celebrada un año después, entre el 31 de agosto y el 2 de septiembre de 1978 en la Residencia Bautista de Dénia.

A diferencia de lo que sucedería décadas más tarde, la facultad de las primeras Semanas de Música era muy reducida. El profesorado de la primera edición, además de Errol Simmons como máximo responsable, director del coro y maestro de teoría y solfeo, tuvo a su esposa, Mary Simmons (1940-), como pianista y profesora de órgano; a Pere Puig Ballonga en la dirección de coros y canto congregacional; a José Mefford en las clases de himnología; a Jorge J. Pastor (1949-) como narrador de la obra musical, pastoral y enlace con la Comisión de Radio; y a Roberto Crider administrador de la Semana y responsable de la Residencia. Pero la pequeña plantilla de profesores aún era más reducida si tenemos en cuenta que tres de los cinco facultados mencionados se repartían el grueso de la docencia, aunque también colaboraron Antonio Aparici Pastor (1957-) como  profesor de teoría y lenguaje musical, y el misionero Paul Shelton (1954).

Otra de las peculiaridades de aquel primer año fueron las fechas disponibles o, tal vez, escogidas para realizar el evento. Empezó un martes y terminó el siguiente miércoles, lo que obligó a ofrecer una parcial presentación de la cantata en el culto dominical de la Iglesia Bautista de Dénia y un concierto de toda la obra el martes, en la Residencia. El temor inicial de la facultad a que los campamentistas no tuvieran tiempo suficiente para aprender ‘De unos a otros’ en el plazo de una semana, quedó superada por la buena aceptación de la obra y la rapidez de recepción por parte del coro.

Referente al nivel musical y la capacidad de aprendizaje, Pere Puig fue quien al terminar la Semana planteó un debate interno respecto a que en las iglesias bautistas había muchos dones musicales que, a pesar de la baja formación teórica, tenían capacidad para asimilar obras de mayor calado, inclusive clásicas. A pesar de que Puig valoraba positivamente ‘’De unos a otros’ como primera prueba de capacidad, entre los miembros de la facultad hubo un contraste de pareceres sobre si se debiera repetir el formato de cantata monotemática y norteamericana u optar por obras individuales de mayor calidad musical, con el valor añadido de poder tejer un programa de concierto final con las composiciones mejor aprendidas e interpretadas. Finalmente, al cierre de la primera Semana de Música llegaron a la conclusión que sería conveniente continuar con las cantatas, aunque de mayor complejidad interpretativa.

En cuanto a la parte instrumental, tanto en los tiempos devocionales como en los ensayos del coro, el piano estaba cubierto por Mary Simmons y José Mefford. Sin embargo, en ratos libres se organizó un grupo completo flautas de pico junto a dos flautas traveseras. Las primeras provenían de la familia Puig-Mayor, que habitualmente tocaban en familia las soprano, alto, tenor y baja. Y las flautas traveseras eran Julie Simmons y JM Laporta. La iniciativa partía de Pere Puig quien alistaba a los instrumentistas fuera de programa para realizar sendos ensayos. Las dos siguientes grabaciones de 1976 recogen el grupo de flautas interpretando el Minueto n. 2 en Sol menor y el Minueto n. 4 en Fa mayor, respectivamente. Ambos pertenecen al álbum de Anna Magdalena Bach, atribuido a Johann Sebastian Bach.



2- 1977: II Semana de Música

Una de las modas de la música evangélica de aquellos años eran las cantatas o, las también llamadas, obras musicales. Una modalidad que provenía de Estados Unidos, con algunas adaptaciones al castellano de la Casa Bautista de Publicaciones en El Paso, Texas (EUA), que la Librería Bautista de la calle Arimón de Barcelona ofrecía al público evangélico en general y bautista en particular. Si observamos la precaución de los organizadores de la primera Semana de Música introduciendo una obra bastante sencilla musicalmente, comparándola con el atrevimiento del coro de la IEB de Manresa al preparar la compleja cantata de John Peterson ‘Noche milagrosa’ para el día de Navidad de 1976, observaremos cómo, a pesar de la poca formación teórica, los coros de iglesia no se amilanaban ante dificultades interpretativas. Al ejemplo de Manresa y otros coros de Barcelona, Terrassa, València o Madrid interpretando el Aleluya de Haendel, se le sumaba el ‘Cor Unit del Pais Valencià’, una formación de unos 20 jóvenes de diferentes iglesias y denominaciones valencianas dirigido por Daniel Grau Albí (1953-) que a mediados de 1977 interpretaba la compleja cantata ‘Aleluya, Cristo vive’ y que años más tarde, en 1981, también sería cantada por el coro de la Semana de Música. Del ‘Cor Unit del Pais Valencià’ tenemos dos referencias. La primera de una actuación del 22 de mayo de 1977 en el templo de la iglesia de Dénia, con las crónicas apuntando a que actuaron «ante un numeroso público que llenaba el templo», y que «después de la intervención del Cor, dos personas dieron público testimonio de su fe en Cristo». La siguiente referencia es en Andalucía, donde el 23 de marzo de 1978 se cuenta que «tuvimos el honor de recibir al Coro Valenciano de Xàtiva, y ese mismo día hicieron su presentación en Granada con un maravilloso programa sobre la muerte y resurrección de nuestro Señor».

La II Semana de Música, del 15 al 21 de agosto de 1977, arrancó prácticamente con la misma facultad que la primera edición, más el Dr. T. W. Hunt (1929-2014) y el barítono Jesús Zazo de la Torre (1948-2022). Hunt, que había sido organista en el IV Congreso Evangélico Español celebrado en Barcelona en 1969, también formaba equipo ministerial con Errol Simmons, dictando seminarios de música por diferentes ciudades del país. Del 26 al 30 de setiembre de ese mismo año los encontramos en la Iglesia del Buen Pastor de Madrid, con asistencia de 25 alumnos; o un año más tarde en Las Palmas y Tenerife, donde Simmons y Hunt impartieron clases de música y voz y dieron sendos recitales de órgano y canto. Por su parte, Zazo, barítono consagrado y solista del coro de RTVE, introdujo unas clases de canto en los primeros días, ausentándose en los siguientes.

La obra que se preparó e interpretó fue ‘Un mensaje glorioso’, cantata de tema navideño. Escrita para coro y solistas por Donna J. Krieger (1945-), la obra tenía más dificultad interpretativa que la del primer año, además de algunos fragmentos para solistas que cantaron Núria Puig (1959-), María Luisa Iturralde (1944-) y una voz masculina no identificada. La parte instrumental y de acompañamiento al coro contó con dos instrumentos de teclado: el órgano, tocado por el Dr. Hunt, y el piano por Brenda Lee Haggard, (1943-), quien, junto a su esposo, Paul Douglas Lee (1936–2019), recientemente habían llegado a España como misioneros. Bajo la dirección de Errol Simmons, el coro aprendió la obra con suficiente prestancia, interpretándola el domingo día 21 de agosto en el servicio matutino de la iglesia de Dénia. 

El éxito de la Semana de Música era creciente. La modalidad de obra musical a ensayar sobre la que pivotaban todas las actividades, las clases de órgano, teoría y dirección coral y congregacional, facilitaba una visión conjunta del ministerio, con la música coral como eje central. Incluso en las clases se usaba la cantata ‘Un mensaje glorioso’ como libro de texto, junto al Himnario de las Iglesias Evangélicas de España de partituras.

No obstante, una pequeña discrepancia de pareceres se abría entre las propuestas misioneras y las de los docentes españoles. Una de ellas quedó manifiesta en las notas introductorias de ‘Un mensaje glorioso’. Para la grabación, Errol Simmons incorporó un juego de campanas de mano que, indudablemente, aportaba una singular belleza a los primeros compases. La introducción de este instrumento colectivo fue bienvenida por los asistentes, especialmente por su novedad y atractivo. Sin embargo, para los docentes nativos no tuvo la misma consideración, porque unilateralmente Simmons incluyó en el programa de la Semana una clase específica de campanas litúrgicas diatónicas para el alumnado, en detrimento de otras asignaturas más necesarias y prácticas para el ministerio eclesial en España. Con todo, la cantata fue una bendición para los asistentes, interpretándose posteriormente por algunos coros de diferentes iglesias bautistas del país.

El siguiente vídeo recoge el audio de la obra ‘Un mensaje glorioso’ por el coro de la II Semana de Música, con la narración de Jorge J. Pastor. También se incluyen las partituras.

En paralelo y a colación de la música y los coros, aquel mismo año emergió con fuerza en Zaragoza una formación vocal-instrumental denominada Voces para Cristo, fundada en 1974 con la dirección del músico puertorriqueño Luis Irizarry Reyes (1956-). Pero no fue hasta el 24 de noviembre de 1977 que se presentaron por todo lo alto en el Casino Mercantil, en el marco del VII Ciclo de Actividades Culturales organizado por el Ayuntamiento de la capital aragonesa. Con dos guitarras –solista y rítmica–, un bajo eléctrico y treinta voces, Voces para Cristo presentaba un programa de dieciocho temas en dos partes. Irizarry, que había venido a España para estudiar medicina, reunió a los jóvenes de la IEB de Zaragoza pastoreada por Félix Fontanet Solano (1926-) para motivarles a cantar con el propósito de dar testimonio de la fe. Sin embargo, Luis Irizarry tenía grandes dotes vocales y de composición que no fueron probados hasta su vuelta a Puerto Rico, ganando años más tarde el primer certamen Arpa de Oro de 1986 con la canción ‘Yo sé que mi Dios es real’. No obstante y en relación a la Semana de Música, una de las iglesias bautistas de menor afluencia al evento fue la IEB de Zaragoza, especialmente en la primera etapa de 1976 a 1981.

La II Semana de Música también contó con un grupo de flautas y violín liderado por Pere Puig, que en ratos libres ensayaban piezas clásicas. Los dos siguientes vídeos recogen dos temas de GF Händel, de la Water Music: el minuet en Sol menor de la Suite N 3 en Sol mayor, HWV 350; y Bourrée, de la Suite N 1 en Fa mayor, HWV 348. Como en todas las interpretaciones del grupo de viento, se advierte un tempo lento y estudiantil, muy diferente al espíritu musical de GF Häendel. Las flautas de pico las tocaban la familia Puig-Mayor; las flautas traveseras Julie Simmons y JM Laporta; y el violín Antonio Aparici.




3- 1978: III Semana de Música

Con prácticamente la misma facultad docente que el año anterior, excepto Dr. T. W. Hunt, la III Semana de Música arrancaba en 1978 con la novedad de la obra a ensayar e interpretar: ¡Aleluya!, de Bill Gaither (1936-) y Gloria Gaither (1942), con Ron Huff (1938-) como arreglista y director orquestal. Subtitulada con la leyenda ‘Una reunión de alabanza para creyentes’, ¡Aleluya! fue publicada originalmente en 1973, siendo el primer álbum de inspiración en alcanzar el disco de oro y el primero de la historia en su modalidad: un musical de alabanza y adoración. Creada como un evento o encuentro entre público y artistas en alabanza a Dios, ¡Aleluya! combinaba lectura de las Escrituras, testimonios, cantos y una celebración conjunta de adoración musicada. En su tiempo esta obra adquirió mucha notoriedad, no sólo por su temática, belleza y musicalidad sino por ser extremadamente efusiva y emotiva, con arreglos orquestales fantásticos y fragmentos de gran sensibilidad y delicadeza. 

La elección de la obra fue un salto adelante para la Semana de Música, básicamente por diferenciarse de las anteriores propuestas y, más concretamente, por la dificultad técnica que planteaba. Tras los ensayos organizados en doble sesión de mañana y tarde, es decir, de 10:45 a 12:30 horas y de 18:30 a 19:45, el coro no logró completarla. Solamente se perfilaron seis temas de los nueve totales, incluso con algunos fragmentos reducidos o simplificados para aliviar el trabajo y permitir interpretar más números.

El siguiente vídeo recoge el audio del coro de la Semana de Música interpretando parte de la obra. La narración fue de Jorge J. Pastor, y Errol Simmons y Núria Puig cantaron las secciones solistas.

Aquel verano de 1978 también trajo consigo una asociación musical. El barítono y profesor de la Semana, Jesús Zazo, y el violinista Antonio Miguel Aparici conjugaron deseos y visión: grabaron y editaron un disco sencillo titulado ‘Amor de Dios’. Con el acompañamiento de órgano de Aparici, Jesús Zazo interpretó cuatro himnos clásicos, introduciéndolos en la contraportada del disco con las siguientes palabras: «En el nombre de mi Salvador, Jesucristo, y para honra y gloria de Dios, mi intención con este disco es doble. Principalmente cantar mi propia experiencia: que Dios ama, redime y //transforma al hombre arrepentido y que da paz, felicidad y ayuda al hombre redimido. En segundo término, obtener una ayuda para la financiación de las obras de reforma del local de culto a Dios de la Iglesia Evangélica Bautista de Madrid-Usera, de la que formo parte». Y concluía: «Confiando en la aprobación de Dios y en tu amable acogida a esta producción discográfica, te saludo con amor sincero».


Asimismo, Errol Simmons, Promotor de Música de la UEBE y director de la Semana, creó una biblioteca para uso de las iglesias del país, con las cantatas y obras presentadas cada año. Los libros remanentes serían alquilados por 25 ptas. el ejemplar más gastos de envío, con un tiempo de préstamo de 90 días. La iniciativa, que no tuvo aceptación, pretendía usar los beneficios para la adquisición de nuevas partituras para el depósito.


4- 1979: IV Semana de Música

La IV Semana de Música 1979 se celebró del 20 al 27 de agosto con un significativo cambio. Debido a un tiempo sabático de la familia Simmons en Estados Unidos, Errol no fue el director, por lo que designó como sustituto a Miguel (Mikey) Anthony Gonzales (1949-). La elección de un misionero norteamericano en lugar de Pere Puig, quien año tras año había sido el alma musical e inspirador de dones y talentos, venía precedida de ciertas discrepancias respecto a algunos aspectos de disciplina interna. Puig, que en la dirección de la Coral Al·leluia de Sabadell había desarrollado la habilidad de combinar diligencia formativa y esfuerzo en lo musical con un espíritu de comprensión y respeto hacia los procesos vitales y espirituales de cada corista, tenía una perspectiva distinta al método de Simmons. Su modelo de liderazgo, bastante más estricto y, en ciertas situaciones, correccional, no congeniaba con el de Puig, de convicciones firmes, pero al mismo tiempo sensible a las circunstancias particulares. Sin embargo, la combinación había sido bendecida con un buen espíritu de cooperación y alabanza a Dios.

Con un carácter más cercano, la dirección de Gonzales en la IV Semana de Música fue muy positiva. Su diligencia, atención pastoral y consideración a los seminaristas por el esfuerzo que significaba combinar tiempo vacacional y formación musical, fue un bálsamo que fortaleció y renovó la visión. La dirección del coro la asumió Pere Puig, repitiendo y completando la obra de Bill y Gloria Gaither, ‘¡Aleluya!’, acompañada en esta ocasión por orquesta grabada –playback–, interpretándose el domingo 26 en la Iglesia de Dénia.

La facultad de profesores estuvo formada por Sarah Kathleen McNair (1945-), el matrimonio Gonzáles-Marroquín, Pere Puig y Daniel Grau. Los cultos devocionales los impartió el pastor Diego Martínez Méndez (1951-); la clase de órgano preliminar y teoría avanzada, Daniel Grau; didáctica de coro de niños, la Sra. McNair; la música en la Biblia, Dalia Marroquín; y Pere Puig asumió las clases de canto. En un escrito para El Eco Bautista, Daniel Grau resumió el espíritu de la Semana, animando a continuar en el ministerio musical: «Los campamentos de música siempre han gozado de un clima y ambiente espiritual muy sano, y no lo ha sido menos este año. Hemos pasado una muy grata semana en nuestra querida residencia. Por favor, promocionen la música y los campamentos de música en sus iglesias».

Al no poder contar con una grabación del coro de la Semana de Música de aquel año, el siguiente vídeo recoge la versión en audio original y completa de Alleuia!, escrita e interpretada por Bill&Gloria Gaither, junto a las partituras originales.


A pocos meses del cambio de decenio, en mayo de 1979 la Iglesia de El Buen Pastor de Madrid recibió en concierto al coro estadounidense The Mississippi Singing Churchmen, compuesto por profesionales y ministros de música. También y como parte de la visita, los cantores de Mississippi regalaron a la Misión Bautista en España una colección de campanitas musicales con la finalidad de que fueran usadas en la himnología del país. Errol Simmons, que había intentado popularizar el uso de las campanas litúrgicas diatónicas en las diversas ediciones de la Semana de Música, fue el impulsor de la iniciativa. Sin embargo, el regalo no fue bien recibido por los profesores habituales de la Semana, causando serias discrepancias sobre el modelo de alabanza eclesial propuesta.


Bibliografía y documentación