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· Los bautistas y su música (55)

 © 2025 Josep Marc Laporta

    1-     Apertura artística en los ochenta
2-    Nuevos dilemas en la himnología


1-    Apertura artística en los ochenta

Pese a que en los ochenta la Semana de Música no se celebraría por espacio cinco años (1983-1987), la década transcurrió con un fuerte impulso artístico y musical. Paralelamente a los ritmos bautistas, en 1981 se celebró en Barcelona Creación’81, el 4º Colectivo Cristiano sobre las Artes, heredero de Jesus for Rock. Organizado por las Comunidades de Vida en Burgos, con Luis Alfredo Díaz Britos (1952-) al frente, el ideario que postulaban era: «El arte es una expresión del espíritu. Y hace tiempo ya que nuestra sociedad muestra el espíritu cansado, porque en definitiva está muerto. El arte de nuestra época, como fiel reflejo de la sociedad que lo produce y consume, nace también muerto. Nosotros creemos que tal situación no debe ser así, porque creemos en el hombre y creemos también en quien la ha creado. Y si de creación se trata, creemos también de paso que quien ha creado todo este ‘tinglado’ debe tener algo que decir sobre ello».

Los talleres impartidos fueron cuatro: el taller de la palabra, el del sonido, el de la expresión y de la imagen. Todo ello junto a diversas representaciones artísticas y musicales, con Éxodo (teatro musical), Nueva Vida de Zaragoza; el teatro de Miga de Pan, Sal y Luz y Rapapolvos de Santander; Menta y la Monda de Burgos; Escaria de València; Mingo de Eivissa; y los grupos musicales Pedra Viva, Shalom y Ressò de Barcelona, además de intervenciones destacadas como Donna Hightower (1926-2013), The Godspel Messengers, Lorenzo Valverde (1929-2021) o Metamorfosis.

En el ámbito bautista, junto a varios grupos pop, como Shalom (Terrassa y Sabadell) y Paz (Albacete), otras experiencias artísticas se sucedieron. Ante el vacío de la Semana de Música, un grupo de músicos liderados por el grupo Paz y la Coral Al·leluia celebraron en 1983 en Dénia (Alacant) un encuentro denominado ‘Arte y fe’. Fue un evento puntual en fechas de Semana Santa, con sendos conciertos públicos en la Residencia Bautista y la Iglesia de La Trinitat por parte de la Coral Al·leluia (Sabadell), y en la Plaça de la Constitució por parte de los grupos Experiencia (Barcelona) y Paz (Albacete), y el guitarrista Adolfo Rivero (1957-) (Madrid). En los tres días de encuentro se celebraron espontáneamente diversos talleres de música, arte y fórums de debate.

Pese a la baja calidad de grabación realizada en directo con medios caseros, en el siguiente vídeo se puede escuchar gran parte de las actuaciones. La Coral Al·leluia (desde el principio), el grupo Experiencia (desde el minuto 23:19), a Adolfo Rivero (desde el minuto 47:23) y el grupo Paz (desde el minuto 54:46).

En el noroeste del país, la década había empezado con la I Trobada de Corals de Catalunya, un acto organizado por la UEBC (Unió d’Esglésies de Catalunya). Celebrado el 19 de marzo de 1980 en el Auditori de Sant Francesc de Manresa, el evento fue una versión diferente de la tradicional excursión unida de iglesias, con creyentes bautistas visitando la población, mientras que por la mañana las corales ensayaban conjuntamente para preparar las participaciones públicas de la tarde. El concierto, con la presencia del alcalde de Manresa y una asistencia de más de quinientas personas, contó con la Coral Al·leluia de Sabadell, el Cor de la Barceloneta de Barcelona, las Corales Betània y Horeb de Terrassa, la Coral Bona Nova de Barcelona y la Coral Ebenezer de Barcelona, con los directores Pere Puig Ballonga (1929-2016), Elies Cortés Casanovas (1954-), Daniel Pujol Vila (1922-1995), Jordi Palacios Casanovas (1953-) y Josep Marc Laporta (1959–). La siguiente grabación recoge las composiciones interpretadas en conjunto por todas las corales, correspondiente a la segunda parte, tras las intervenciones individuales de la primera parte.

Al siguiente año, el primero de mayo de 1981, se celebró en la ciudad de Reus la segunda edición de la Trobada de Corals de Catalunya con el mismo concepto programático. En el salón de actos de la Expo de la capital del Baix Camp con el aforo repleto de 350 personas, las formaciones participantes fueron: la Coral Al·leluia de Sabadell, Coral Betània de Terrassa, Coral Bona Nova de Barcelona, Coral Creu Alta de Sabadell, Coral Familiar Horeb de Terrassa y Coral Nativitat de Terrassa, con los directores Pere Puig, Daniel Pujol, Jordi Palacios, Abel Albet y Vicenç Sorribes. El siguiente vídeo corresponde a la segunda parte del concierto, con las piezas interpretadas por todas las corales.

Los ochenta también fueron años en que diversos grupos pop extranjeros pasaron por el país con conciertos públicos de testimonio, también dejando huella en la renovación o reconversión musical autóctona. Bandas como Frontline, actuando en diversas poblaciones con presencia bautista; Master Peace y Liberación 80 en Madrid y Barcelona; Jacqueline Perkins en València; o Donna Hightower (1926-2013) y Contrapunto en Barcelona, significaron otro punto de inflexión artístico y musical para la aparición de nuevas formaciones autóctonas como Judá en Dénia, Israel en Castelló de la Plana, Nuevo Pacto en València, Shama en Terrassa, Musical Salem en Badalona, Génesis en Alcoi, Resurrección en Elx, o solistas como Ruth Comíns (1960-) en la capital de la Plana Alta.

 

2-  Nuevos dilemas en la himnología

Sin embargo, nuevas incertidumbres y dilemas planeaban sobre las iglesias bautistas a lo largo de los ochenta. En Alacant, la Comisión de Música y Canto, «consciente de la primordial e importante acción que ejerce en la iglesia y una vez pasado el periodo vacacional, convocó e invitó a cuantos hermanos ansían servir al Señor a través de la música, a una reunión para tratar de canalizar ordenadamente y dar oportunidad de participación a instrumentistas, quintetos, coro, dúos y solistas». La nota publicada en El Eco terminaba con el siguiente deseo: «¡Ojalá que de esta inquietud surja el director de canto congregacional!».

La necesidad de directores congregacionales también llevó a Antonio Aparici Díaz (1929-2022), escritor y miembro de la 1ª Iglesia Bautista de Alacant, a redactar un artículo en El Eco con el título ‘Cultura musical, ¿En dónde?’, afirmando que «nuestras congregaciones cantan mecánicamente, rutinariamente, sacrílegamente algunas veces, desviadamente. Sólo en los entierros en el interior del templo, se canta con sentimiento, con conciencia, con fervor y con deseo de participación; en las bienvenidas con alguna euforia y el resto, salvo excepciones, apáticamente, sin compás, lenta y desvaídamente». En otro apartado apuntaba: «Ciertamente no tenemos cultura musical, pero ¿cuándo empezaremos a tenerla? Los pastores tienen una gran responsabilidad en su ministerio y un trabajo exhaustivo y no podemos, porque no es justo, culparles de negligencia musical. El culpable es el sistema: la música, a nivel de formación congregacional, no cuenta con ningún tiempo en las iglesias locales para su enseñanza, ni en la predicación, ni en la escuela dominical, ni en nuestra literatura». Y terminaba su alegato con la siguiente sentencia: «Hace veinte años cantábamos igual que ahora de mal, pero cantábamos con mayor entusiasmo. ¿Cuándo empezaremos a tener cultura musical?».

Poco tiempo más tarde, en 1982, la revista denominacional bautista recogía un nuevo artículo de fondo. Débora Ginestar –muy probablemente pseudónimo de Antonio Herrera, de la Iglesia Bona Nova en Barcelona–, señalaba directamente a los himnos tradicionales y a una imperiosa necesidad de renovación hímnica: «Tenemos un hermoso himnario, hijo, fruto de una tradición musical y cantora de siglos. Algunos himnos los he leído con emoción, muchos no los conocía. Indudablemente que hemos acumulado un tesoro himnológico, ¿se dice así? Bien, pues este tesoro, patrimonio de la Iglesia, esfuerzo de generaciones de musicólogos y poetas, de hombres y mujeres y traductores que pusieron sus dones al servicio de Dios…, en una buena parte pertenece al pasado, a sus creadores, a sus autores. Más claro, siendo excelentes, no son apropiados para nuestra generación, están fuera de tiempo, los hemos arrastrado más allá de lo conveniente. Se preguntarán: Si son buenos, y son realmente buenos, ¿por qué no seguir cantándolos? La respuesta es: No basta con que sean buenos, es necesario que ‘entren’, que se adapten a la mentalidad, a la psicología, a la necesidad del hombre de nuestros días».

Tras diversas reflexiones, poco a poco el autor fue definiendo su pensamiento: «Quiero escribir despacio, ahora, que entro en el nudo de la cuestión, porque al no ser un entendido, puedo expresarme mal y me pesaría. Tenemos, y mi opinión no debe ser valorada más allá de mis escasos conocimientos, una serie de himnos que podemos considerar clásicos, inmortales, que están más allá de las sucesivas generaciones. Otra serie que debe ser actualizada en su música, adaptándole melodías actuales, más vivas. Y otra parte que debiera pasar al Mueso o Archivo de Himnología, si lo hay, como piezas que merecen ser conservadas. Finalmente debieran escribirse nuevos himnos, unos himnos que incorporaran a la Iglesia una serie de temas que son palpitantes y sobre los que nosotros debemos concretar y enseñar a las congregaciones. Diría que son himnos horizontales, que no se dirigen directamente a Dios, sino a nuestras vidas, a nuestro entorno, a nuestros hermanos, al nuevo hombre. Por ejemplo, algunos temas podrían ser:

·       Tú, Señor, amas la paz. Yo también.

·       Yo amo la vida que me has dado, la eterna y la presente.

·       El trabajo es mi delicia, me hace feliz.

·       No debo ser glotón, millones de hermanos mueren de hambre.

·       Yo amo la cultura, todas las culturas, las mayoritarias y las minoritarias.

·       Todos son mis hermanos, no importa su color.

·       Debo cuidar mi salud, Tú quieres mi felicidad.

·       Mi vida, un sacrificio de amor.

·       ¿Por qué arruinar mi vida? El alcohol es mi enemigo.

·       Recogeré la piel de plátano. El que viene detrás es mi hermano.

·       Debo respetar la Naturaleza, tu creación, que es mi hogar y el de todos.

·       Yo no aspiro a la riqueza. Mi riqueza eres Tú.

·       Soy libre, soy tu hijo, por tanto, no seré un títere de la sociedad de consumo.

·       Mis hijos son mi corona y mi sacrificio.

·       La tierra es para cosechar alimento, no venenos.

·       Etc. Etc.

Para concluir su aportación, el firmante Débora Ginestar resumía su tesis con varias ideas prácticas: «No basta con adorar a Dios y condenar el pecado, hay que hablar de la justicia, de la paz, de la convivencia, de la familia, del trabajo, de todo cuando compone nuestra vida de cada día. La Iglesia debe enseñarlo cantando y predicando, porque esto también está en la Biblia y además es de suma importancia. […] Una buena obra, una gran obra, sería un nuevo himnario, de no más de 200 himnos, que fuera el resultado del estudio y el trabajo de musicólogos, poetas, pastores, maestros. Una labor hecha en equipo y muy despacio por reconocidos expertos, que lograra en la música, en la letra, penetrar la mente, el sentir del hombre y la mujer de nuestros días. ¿Es mucho pedir? Yo creo que no, que en el mundo hay hermanos, de nuestro círculo de Iglesias y de otros, muy capaces de hacer un buen trabajo y coronar este propósito. Nuestro mal es que la mayoría de las cosas las hacen los que tienen más voluntad que ciencia. Este himnario, en las nacionalidades con idioma propio, con el mismo número y bis, podría llevar la traducción y así en todos los cultos podría cantarse en las dos lenguas. Yo puedo haber sufrido algún error, estoy muy lejos de la profundidad del tema, conozco sólo la superficie, también tengo más voluntad de ciencia, lo confieso. No obstante, represento a una mayoría, a los receptores de música, de armonía, a los consumidores, a los que no saben hacer el arroz, pero tiene olfato y paladar para saber cuándo está bien hecho».

Por otro lado, una traducción del pastor Antonio Gómez Carrasco (1936-2016) de un artículo del Southwestern News de 1982, incidía en los instrumentos participantes del culto cristiano. En el reportaje se rememoraba una exposición de la música instrumental desde el punto de vista bíblico e histórico dictada por Adoniram Joseph King (1933-), profesor asociado de Dirección Musical del Seminario de Fort Worth de los Bautistas del Sur de los Estados Unidos. La pregunta troncal era si «se debería anular el uso de instrumentos por el solo hecho que en el Nuevo Testamente no se hace mención de los mismos». La respuesta de King era muy clara: «Dios se preocupa más de nuestras actitudes que de nuestras acciones. En ningún lugar de la Biblia se condena los instrumentos. […] El uso de instrumentos ha de servir, apropiadamente, para edificar y fortalecer el culto al Padre. Su uso ha de ser verdaderamente inspiracional. Han de ser usados con gusto, evitando ruidos y distracción».

Por su parte, Elies Cortés Casanovas (1954-), director de la Coral de la Barceloneta y futuro promotor de música de la UEBE, evidenciaba en 1983 en un artículo titulado ‘¿Sobre qué has sido fiel?–La música y el compromiso con Dios’ que «es cierto que entre nuestras iglesias el nivel musical es bajo, que no hemos entendido todavía que la única posibilidad para ir ‘afuera’ es hacerlo igual o mejor que ellos, pero también es cierto que tenemos que estar batallando, como luchadores natos, entre nosotros aquellos que quizá no tenemos la mitad de conocimientos y preparación que otros tienen en nuestras iglesias, pero que no aportan al Señor, y a estos quiero hacer un llamado especial. ¡Hermano músico!, ¿qué le vas a decir al Señor cuando te enfrentes con Él y te recuerde que tu capacidad no es tuya, sino que te la dio Él para que la administraras? ¿Desenterrarás tu talento y se lo darás entonces? Nuestro nivel es bajo, sí, pero podría estar mucho mejor si los que tienen estudios y capacidades los aportan al Señor».

En otro escrito de 1984 encabezado por la simbiosis ‘Adorando juntos’, el entonces estudiante de teología Francisco Melero Renart (1943–) rememoraba a Oscar Cullmann (1902–1999), teólogo y profesor de las Universidades de París y Bale, quien aseguraba que «Los primeros cultos de la iglesia tenían una extraordinaria variedad. Frente a esta riqueza, la vida litúrgica de nuestras iglesias se me antoja pobre». A lo que Melero secundaba diciendo que «A menudo podemos ver en nuestras iglesias que el culto de adoración se ha transformado en una mera reunión que no tiene más finalidad que la de estar juntos e intercambiar parabienes». La conclusión del futuro pastor definía que «lo que edifica al cuerpo de Cristo es lo que da sentido a los cultos de adoración».

La primera mitad de los ochenta se mostraba llena de reflexiones sobre la música, la alabanza y la definición del ministerio. Desde la Església Baptista Bona Nova de Barcelona, Ambròs Monsó Celma (1952) dejaba en 1984 una tesis bien construida sobre ‘Alabanza y Música’, con muchos datos y detalles bíblicos e históricos, concluyendo con tres puntos contextuales: «En primer lugar, debemos admitir que hemos convertido el canto en algo rutinario, falto de sinceridad, que nos sirve de recurso para comenzar cualquier actividad y que, en ocasiones, lo que cantamos no llega a involucrar nuestra existencia sino que se queda en algo meramente superficial. Debemos poner el canto en su lugar y ser conscientes del compromiso que representa delante de Dios el estar cantando himnos o cantos que implican actitudes y responsabilidades que van más allá de la simple acción de cantar. Dios nos exige una adoración inteligente y ferviente». En segundo término, apuntó a que «la diferenciación entre la utilización de himnos para la adoración cúltica y cantos para reuniones especiales o juveniles tiene que ser borrada. Una mayor inclusión de cantos con ritmos y letras actuales en los cultos sería un riesgo que asumir si se quiere ministrar a los jóvenes y no sólo a los adultos. También y por no caer en el otro extremo, debemos notar la necesidad de conocer la himnología tradicional por parte de las nuevas generaciones evangélicas, haciéndolos descubrir su riqueza literaria y musical». Como último aspecto, Monsó sostenía que era «necesario un análisis crítico de la letra y música de lo que cantamos. El contenido es importantísimo y una reflexión sobre su discurso bíblico y teológico es de valor indudable. […] Asimismo, la música debe adaptarse a nuestras respectivas realidades culturales, con un ritmo que permite expresarnos con mayor libertad».

No obstante, no todo eran referencias poco alentadoras u observaciones críticas. En 1984 llegaron noticias de Lleida anunciando que la «Iglesia experimentó una vivacidad cúltica basada en la alabanza gozosa, produciéndose algunos cambios estructurales-teológicos positivos». Los nuevos tiempos también trajeron un acercamiento más contextual a la música góspel, con el jazzista y músico-compositor Erwyn Seerutton (1958-), originario de Isla Mauricio, que junto a su esposa Lydia Campà Boròbia (1950-) impulsarían nuevos estilos y grupos de espirituales negros y góspel, como la formación vocal 5+1 que inició su camino en 1993. Asimismo, en 1986, en el culto de inauguración y dedicación de la Iglesia Bautista en Gandia, el Coro de la Agrupación de Iglesias de Levante de unas 120 voces dirigido por Vicente Pastor Mut (1945-), interpretó dos himnos estupendamente acompañados de trompetas y órgano. En el noreste más septentrional del país, el 7 de junio de 1986 Figueres acogió el Primer Festival Infantil de Música y Canto de las iglesias bautistas de la provincia, constituyendo un éxito de asistencia, contando también con la intervención del Coro Infantil Unido de las diversas congregaciones. Un año más tarde, en Cartagena, José Mefford dirigió en fechas de Semana Santa el Coro Unido del Sureste, participando también el Coro de la congregación cartagenera, dirigido por Mariona Simarro Dorado (1963-).

Por otra parte, el pastor Adolfo de Silva Rodríguez (1927–20214) inició en 1986 una serie de escritos en El Eco Bautista con presentaciones de himnos y una llamada a usarlos: «¿Tienes himnario, hermano? Quizá os extrae la pregunta con que comienzo mi página hoy, pero la verdad es que, estando de cara a la congregación, como yo estoy en los cultos, aunque no quiera (y quiero) he de darme cuenta de los que participan en la alabanza al Señor cantando los himnos. Veo a todos y veo quien ha tenido interés en preparar su himnario antes de comenzar a cantar, o de quien ya lo ha traído desde casa, y también quien no se ha preocupado. Es lamentable ver cómo algunos andan mirando por debajo de los bancos en busca del himnario en pleno canto y, es por eso que, sin querer acusar a nadie, dedico hoy mi comentario a algo tan importante como LA ALABANZA. No sé hasta donde será casualidad, pero es significativo que el himnario de la Biblia, el libro de los Salmos se encuentre en pleno centro de ella, como si quisiera darnos a entender su colocación que la alabanza ocupa un lugar primordial en el Culto al Señor». Y concluía: «Alabar al Señor es algo hermoso, digno, testimonial, pues con nuestros cantos hemos dado muchísimas veces testimonio de nuestra presencia a los que han pasado ante nuestro templo y hay quien ha sido atraído por ellos. ¡Unamos nuestras voces en alabanza a nuestro Dios y Salvador con verdadera unción del Espíritu!».

En otro encartado de 1987, presentó el himno ‘Santa Biblia para mí’, incidiendo en que el canto «que hoy nos ocupa, define a la Biblia como un TESORO, y así es en verdad, puesto que la Revelación de Dios es el don más preciado que podemos obtener». En uno posterior centró su alocución en el himno ‘Haz lo que quieras de mí, Señor’, indicando que si el barro pudiera hablar «nos diría de los apretones que recibe de las manos del alfarero, hasta que tiene la consistencia que éste desea para luego, cariñosamente, ir moldeándolo y del montón burdo e informe hacer salir una bella vasija». Otros artículos estuvieron basados en himnos tan conocidos como ‘Roca de la eternidad’, ‘¡Guíame, oh Salvador’ o 'Haz lo que quieras de mí, Señor'.

Siempre atento a los devenires de los tiempos, el misionero José Mefford impartió en 1987 en la Escuela de Verano del Centro de Estudios Teológicos de Levante (CET), en Dénia, una asignatura denominada ‘Nuevas Formas de Culto’, repasando algunas de las nuevas tendencias eclesiológicas y teológicas que empezaban a renovar la experiencia de adoración de ciertas congregaciones bautistas. Ese mismo año, La Banda de la Sal, liderada por Josep Marc Laporta participó en el Campamento Nacional de Jóvenes organizado por Eva Carbonell y Sílvia Carbonell, ofreciendo diariamente conciertos de testimonio en plazas, playas y espacios públicos de la ciudad dianense, Gandía y alrededores. También el 3 de enero, se anunciaba en El Eco Bautista que «se celebró [en Turís] el primer concierto de Año Nuevo a cargo del coro de nuestra iglesia. El acto tuvo lugar en el cine-teatro Ideal, local cedido por el Ayuntamiento para esta ocasión y con asistencia del Sr. alcalde, esposa y otros miembros del Consistorio».

A la primera producción en disco sencillo de 1980 grabada por el barítono Jesús Zazo de la Torre (1948-2022) y el organista Antonio Miguel Aparici Pastor (1957-), en 1987 se sumó un segundo álbum en casete denominado ‘Himnos’ con trece cantos clásicos. En el siguiente vídeo se puede escuchar la recopilación:

Y tras cinco años de silencio, en 1988 se reanudaría la VIII Semana de Música, dirigida por Elies Cortès Casanovas (1954-), recién estrenado Promotor de Música de la UEBE, con la subdirección de Núria Puig Mayor (1959–). Sin embargo, ante los cambios musicales, estilísticos y adoracionales que poco se iban abriendo paso en las iglesias bautistas, Esther Francés García (1934-¿), esposa del teólogo y pastor José Borràs Cerveró (1927–2002), escribió un artículo en el que describía y resumía muy bien el proceso de aquellos años. Con el título ‘Himnario de las Iglesias Evangélicas de España’ y tras unas emotivas reseñas y loas a algunos de los himnos que desde muy niña le habían impactado, –«crecí oyendo cantar a mi madre tus preciosas melodías, y tus dulces tonadas eran mis canciones de cuna…»–, se preguntaba «¿Qué corito puede expresar, con más belleza, la dulzura de la seguridad del creyente que ‘Oh, cuán dulce es fiar en Cristo y entregarse todo a Él’?, o tu bellísimo ¿‘Jesús, mi amigo y mi sostén, mi Rey, mi Salvador’…?». Y proseguía asegurando que «hay que ser realistas… Las modas se imponen, y tú, mi amado himnario, te vas haciendo cada vez más inútil (puesto que no te utilizan), y tu autoridad musical se ve cuestionada por unas frases religioso-morales que arrastran a la gente con sus palmas y aleluyas; y nuestros hijos crecen sin aprender tus músicas, y perdiendo la oportunidad de enriquecerse con un gran caudal de teología y proclamación de sus creencias». Y terminaba el escrito asegurando que «No estoy medio muerta ni soy anticuada, pero cuando otra música me haga sentir más cerca de mi Dios que tu estremecedor ‘Más cerca, oh Dios, de Ti…, aunque una dura cruz me oprima a mí’, cambiaré de opinión. Mientras tanto, te sigue queriendo y cantando tus himnos, tu buena amiga y admiradora, Esther Francés de Borràs».



Bibliografía y documentación





· Los bautistas y su música (54)

 © 2025 Josep Marc Laporta


V, VI y VII Semana de Música (1980-1982)

La IV Semana de Música que se había celebrado en 1979 tuvo como director outsider a Miguel (Mikey) Anthony Gonzales (1949-) en sustitución de Errol Simmons, quien delegó la responsabilidad por tener que ausentarse por causa de su tiempo sabático en Estados Unidos. Junto a la dirección de Gonzales y la cooperación de su esposa Dalia Marroquín, Pere Puig Ballonga (1929-2016) y Daniel Grau Albí (1953-) fueron el núcleo del claustro de profesores. Sin embargo, Daniel Grau forjó una gran sintonía y amistad con Gonzales, quien tuvo mucho que ver con la decisión de la familia Grau-García de trasladarse a los Estados Unidos con la finalidad de que Daniel estudiara teología y ejerciera ministerios de música y jóvenes en diversas iglesias hispanas. Además de Gonzales, la relación con el pastor Frank Moreno (1950-) fue muy importante en todo el proceso de toma de decisiones que, tras dos años de oración, se concretaría en 1981.

La siguiente Semana de Música, la V, se celebró del 18 al 26 de agosto de 1980. Con la vuelta de Errol Simmons a la dirección, el evento contó con los mismos profesores que la anterior edición: Pere Puig Ballonga, Daniel Grau Albí, Núria Puig Mayor, José W. Mefford y Antonio Miguel Aparici Pastor, exceptuando Sarah K. McNair. La obra musical escogida para aquel año fue ‘Encuentro’, una cantata juvenil que el coro interpretó públicamente el domingo 24 y que tuvo como solistas principales a Errol Simmons y Núria Puig Mayor, además de la narración de Jorge J. Pastor.

Uno de los asistentes, Luis Manuel Pastor (1943-), artista plástico de renombre, dejó en las páginas de El Eco una reseña a modo de reflexión. Entre palabras aduladoras al evento, al Montgó y a las viandas, terminó su narración con la siguiente proclama: «Es la primera vez que asisto a esta Semana de Música, y me ha sorprendido que en vez de haber cincuenta no hubiera quinientas. Si Dios quiere, pienso asistir el próximo año, aunque empiece un día después de lo anunciado y falte también el profesor de guitarra prometido y, desde mi punto de vista, el equipo de trabajo no estuviese seleccionado con suficiente rigor. Mi experiencia ha sido muy positiva. He aprendido que la amonestación y enseñanza de los ancianos siempre es sabia, así como la intuición de los pequeños no lo es menos. Terminamos la semana con la promesa de nuevas actividades para el próximo año».

En el siguiente vídeo se puede escuchar una grabación del coro de la Semana de Música interpretando la cantata ‘Encuentro’, en un registro previo a su actuación en la Iglesia Evangélica Bautista de Dénia ‘La Trinidad’.

En 1981 se celebró la VI edición de la Semana de Música y también fue la fecha en que, después de dos años de oración, la familia Grau-García se trasladó a Estados Unidos por un periodo de nueve años (familia formada por los esposos Daniel y Abigail, y los hijos Eliezer y Bernabé; Abigail junior nacería posteriormente en Houston). Daniel estudió teología en el Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans (Luisiana), gracias a una extensión en Houston (Texas) y en Tampa (Florida), ciudades de residencia de la familia. En el tiempo que estuvieron en el país (1981-1990), Daniel ejerció como pastor de música y jóvenes en dos iglesias; primero en Houston y después en Tampa, dirigiendo coros y ministrando en dos congregaciones hispanas con una membresía media de entre 250 y 300 personas, siendo, también y por un tiempo, pastor asociado en Tampa. Asimismo, en el último año en Estados Unidos, Daniel Grau emprendió acción misionera, abriendo iglesia en una población cercana a Tampa, en St. Petersburg (Florida). Además de otras facetas, su esposa, Abigail García Esteve, desarrolló diversos ministerios con niños, principalmente relacionados con la música, dirigiendo coros infantiles.

Si bien el tiempo de la familia Grau en Estados Unidos fue muy bendecido para las congregaciones en las que ministraron, suponiendo también un propio crecimiento teológico y espiritual, tras el retorno a València y a Carcaixent, Daniel aportó sus capacidades y bien hacer implicándose en diversos ministerios musicales. Por una parte, fue docente y director coral en varias Semanas de Música de los años noventa; y, por otra, fue parte importante en la organización y dirección del Cor Evangèlic Unit Valencià que actuó en un célebre concierto en el Palau de la Música de València en 1992, donde, asimismo, Abigail tuvo una de las participaciones solistas destacadas.


Como ya he anunciado anteriormente, en 1981 se celebró la VI Semana de Música en Dénia –del 17 al 23 de agosto– bajo la dirección de Errol Simmons, aunque sin la participación de Pere Puig, quién declinó por divergencias conceptuales. La obra escogida fue ‘Aleluya, Cristo vive’ del influyente compositor estadounidense John Willard Peterson (1921-2006), una cantata que, además de la línea argumental y compositiva de Peterson, reunía algunos de los himnos anglosajones más populares de la Pascua cristiana. Con similar estructura docente que las pasadas ediciones, ‘Aleluya, Cristo vive’ se interpretó el domingo 23 de agosto en la Iglesia Evangélica Bautista de Dénia. De aquella edición no disponemos de ninguna grabación con suficiente calidad para ser publicada, por lo que, en su defecto, opto por compartir una bellísima versión femenina del Coro Liceo de Santa Marta de Talca (Chile), que gentilmente nos cede.

1982 fue la última edición de la Semana de Música de la primera etapa (1976-1982), que tras cinco años de paréntesis se reemprendería en 1988. También fue dirigida por Errol Simmons, concluyendo su trabajo como Promotor de Música de la UEBE un año después, aunque permaneciendo en el país con diversos ministerios docentes y pastorales hasta 1987, fecha en que aceptó emprender una nueva labor misionera en Hungría, fundando en 1990 la International Baptist Lay Academy en Budapest. Tras años de experiencia y dedicación en España, el tiempo en Hungría fue muy bendecido y efectivo. El bagaje acumulado en nuestro país participó aún más en una mejor inmersión misionera.

Sus palabras, recogidas en el East-West Chruch Ministry Report en otoño del 2000, así lo reflejan: «A menudo, en vano, intenté animar a los misioneros recién llegados, no sólo de grupos paraeclesiales sino también de agencias denominacionales, a que dedicaran tiempo a conocer a los cristianos húngaros y sus iglesias antes de decidir qué necesitaban. Muchas de las estrategias y programas diseñados en Norteamérica y otros países occidentales simplemente no satisfacen las mayores necesidades espirituales de la gente de Europa Central y Oriental. El personal de la misión primero debe ser aceptado y tener la confianza de los nacionales con quienes sirve antes de ganarse el derecho a ayudarlos a desarrollar iglesias locales. No hay atajos. El personal misionero debe estar dispuesto a asumir el precio de la adaptación y la aceptación cultural antes de convertirse en agentes legítimos de cambio. La fundación y el desarrollo de iglesias pueden ser realizados por misioneros con la guía del Señor, pero lo hacen con mayor eficacia quienes están dispuestos a fundar sus vidas y aprender el idioma, la cultura y la forma en que se testifica, evangeliza y discipula en el contexto de la sociedad anfitriona. Demasiados quieren trabajar ‘en paralelo’ (otra forma de decir ‘nosotros haremos lo nuestro y ustedes lo suyo’), pero no en colaboración con las iglesias húngaras históricas. Y eso, en mi opinión, es un grave error misionero y una gran tragedia que estamos presenciando en muchos países hoy en día. […] Sólo espero que los líderes y el personal de las agencias misioneras tomen nota de sus preocupaciones y defiendan y pongan en práctica una estrategia misionera basada en un enfoque de auténtica encarnación».

De aquella última edición de la Semana de Música de 1982, la VII, no disponemos de ningún registro sonoro ni tampoco ninguna grabación de la cantata. El evento se celebró del 16 al 23 de agosto y en la publicidad se notificaban las materias que se iban a impartir, manteniendo una estructura similar desde los inicios en 1976: «canto, dirección coral, solfeo, organización y dirección de coros de niños, himnología, coro de campanillas de mano, la música en la iglesia y más cosas». La obra ensayada e interpretada fue ‘Los seguidores de Cristo’, una cantata de diez números compuesta en inglés en 1979 por Mark Blankenship (1952-) y Ed Seabough (1932-) que no supuso gran dificultad musical para el alumnado.


Tras un paréntesis de cinco años, la Semana de Música se reanudó en 1988, cuando Elies Cortés Casanovas (1957-), que había asumido el cargo de Promotor de Música de la UEBE un año antes, la instauró de nuevo. La dirección de Elies Cortés fue participada con la subdirección de Núria Puig Mayor, reiniciándose así una nueva época de este bendecido ministerio.

Además de los numerosos profesores y docentes que a lo largo de los años dedicaron tiempo y conocimientos a la Semana de Música, el cuadro histórico de los directores de 1976 a 2025 es el siguiente:

1976-1978 - Othar Errol Simmons (1939–2014)
        1979 - Miguel (Mikey) Anthony Gonzales (1949-)
        1980-1982 - Othar Errol Simmons (1939–2014)
        1983-1987 – Paréntesis de cinco años.
        1988-1989 - Elies Cortés Casanovas (1954-)
        1990-1996 - Josep Marc Laporta (1959-)
        1996-2002 - Pau Grau Ballester (1967-)
        2003-2006 - Sergio Martín Zamora (1973-)
        2007-2011 - Pau Llorens Galiana (1972-)
        2012-2020 - Esteban Ramón Moreno (1978-)
        2021 - Andrés Monge de Silva (1986-) y Laura Monge de Silva (1979-)
        2023-2025 - Laura Monge de Silva (1979-)




· Los bautistas y su música (53)

 © 2025 Josep Marc Laporta

     1-     Coro de la 1ª IEB de Madrid
2-    Coro de la IEB de la Barceloneta
3-    Aparición del Himnario Bautista
4-    Reprobación española al Himnario Bautista

1- Coro de la 1ª IEB de Madrid 

El sábado 19 de mayo de 1979, la Primera Iglesia Evangélica Bautista de Madrid, sita en la calle General Lacy, inauguraba su nuevo templo. Después de 22 años, desde que la primera comisión pro-templo se reuniera por primera vez en 1957, el momento tan esperado había llegado. Entre diversas participaciones de pastores invitados y con la dirección del titular de la congregación, Juan Luis Rodrigo Marín (1923-2008), el culto inaugural contó con la intervención del coro de la iglesia, que por primera vez dispondría de un palco frontal para sus intervenciones de alabanza a Dios. Según narraba la revista denominacional, «Como parte importante del programa de la inauguración cantó el coro de 35 voces, bajo la dirección de Miguel Fernández Clemente (1931-), con Katy de McNair (1945-) al órgano. Los miembros del coro estrenaron sus nuevas túnicas de azul claro y pechera de azul marino. El coro cantó varios números y, como broche de oro a su actuación, terminaron con el himno ‘Hijos de los Españoles’. La congregación se conmovió y cayeron no pocas lágrimas al oír de nuevo las palabras ‘y dejando las tinieblas marcha España hacia la luz’».

Miguel Fernández fue el director del coro de la 1ª IEB de Madrid desde los 19 años, una etapa que empezó en 1951 y concluyó en 1995. Su ministerio al frente del coro fue de 44 años, siendo encaminado en sus inicios por el organista Francisco Dorado Hernández (1911-1983) y el anterior director, Adolfo Lahoz García (1927-2000). En sus primeros meses como director, Miguel Fernández prácticamente no tenía conocimientos de música, pero poco a poco fue aprendiendo con la ayuda de unas pegatinas de color que ponía en cada tecla del armonio con la nota correspondiente. Posterior y progresivamente, sus conocimientos musicales ya le permitieron desarrollarse eficazmente, cursando estudios de solfeo y piano en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.

Durante los 44 años de dirección, el coro mantuvo una media de coristas de entre 30 y 35 personas, cantando en total 268 himnos, de los cuales han quedado grabados 168. El primero que interpretaron fue ‘En todo tiempo alabaré’, convirtiéndolo en el himno lema de la formación. Cada año lo cantaban. Y, como anécdota emotiva para Fernández y para todos los coristas, ‘En todo tiempo alabaré’ también fue el último himno que interpretaron al concluir su etapa de director.

También hubo otro himno que se convirtió en habitual: ‘Yo me consagro al Señor Jesús’. En cada culto de bautismos, y momentos antes de que el pastor bajase a las aguas, el coro lo cantaba muy suavemente, introduciendo el acto de manera muy solemne.

El coro de la 1ª Iglesia Bautista de Madrid también tuvo destacadas participaciones fuera del templo. Cantó tanto en iglesias de la capital como fuera de ella, y en puntos de misión en el norte del país. Junto a ello es de destacar el recital de Navidad que en tan señaladas fechas ofrecía cada año en la estación de Atocha, en un balcón superior que permitía una buena recepción musical por parte de los viajeros: un evento de testimonio muy bendecido a pocos metros del templo. Con todo, Miguel Fernández Clemente –hijo del anterior pastor de la congregación, Justo Francisco Fernández Moya (1896-1951)–, no solamente asumió la dirección coral con gran disposición, entusiasmo y bien hacer, sino que, además, tuvo una intensa labor diaconal en diversos ministerios eclesiales, como, por ejemplo, la presidencia de la comisión pro-templo.

En el siguiente vídeo, que se ha remasterizado para mejorar la calidad fonográfica, se puede escuchar una pequeña y representativa selección de los 168 cantos que quedaron registrados fonográficamente y que junto a algunas fotografías rememoran el ministerio del Coro de la 1ª Iglesia Evangélica Bautista de Madrid.


2- Coro de la IEB de la Barceloneta

El cambio de década que se avecinaba también trajo consigo cambios en el pensamiento eclesiológico y social. El 25 de febrero de 1979, la asamblea de la Iglesia de la Barceloneta aprobó que el Coro pudiera cantar en ‘latín y otros idiomas’, decisión que no fue efectiva hasta el siguiente año, cuando participaron en una reunión de oración conjunta con la Parroquia de Sant Miquel, sita en el mismo barrio. Asimismo, todos los miembros de la Coral empezaron a recibir clases de técnica vocal por un profesor externo, impartidas en pequeños grupos de cinco personas. Su director, Elies Cortés Casanovas (1954-), que pocos años antes había relevado en el puesto a su hermana y pianista Anna Cortés Casanovas (1949-), dio un significativo cambio al tradicional coro de iglesia para llevarlo a un nivel superior, abriendo nuevas puertas de testimonio.  

En 1978, el Coro de l’Església Evangèlica Baptista de la Barceloneta había empezado una nueva etapa de testimonio evangelístico a través de la música. Formado por unas cuarenta voces, desde aquel año se multiplicó con recitales y conciertos en iglesias, centros culturales y sociales de Catalunya y en el resto del estado. El repertorio que presentaban era muy variado, tratando de comunicar el Evangelio a la mayor cantidad de personas posible y a través de diferentes estilos musicales: barroco, renacimiento, espirituales negros, populares, composiciones y arreglos modernos, etc. De esta manera se les podía escuchar cantando en catalán, castellano, alemán o latín.

La siguiente grabación de 1985 recoge dieciséis piezas de su repertorio; una muestra de la calidad y del espíritu del Coro que queda sintetizado en sus propias palabras: «Unas composiciones se interpretan en el lenguaje en el que fueron escritas, queriendo subrayar con ello lo importante que es el conjunto de música-letra en una composición coral, no sólo la música o la letra. […] Los compositores cristianos de ayer y hoy sienten las mismas necesidades de alabar a Dios con todo su talento, y no hace falta quedar ligado a las manifestaciones de música sacra de otros siglos».  


3- Aparición del Himnario Bautista

Tras un buen número de libritos de cantos editados durante más de una década por la Casa Bautista de Publicaciones de El Paso (EUA), como Adelante juventud (1953); Cánticos de Gozo e Inspiración (1953); Voces de júbilo (1955); Ecos de victoria (1956); Dúos, Tríos y Cuartetos (1958), Melodías de Bendición (1960), Favoritos Juveniles (1973); o El Nuevo Himnario Popular (1955), en 1978 se presentó la compilación que pretendía ser definitiva: el Himnario Bautista. Como editor general de la edición, Eduardo Nelson G. escribió una introducción con el propósito que motivó la publicación: «Este himnario es la culminación de un sueño. Durante años, los líderes de diversas convenciones bautistas han expresado su deseo de contar con un himnario nuevo que supliera las necesidades actuales en lo que a adoración, evangelismo y extensión de la iglesia se refiere. La oración del editor es que éste sea tal himnario».

        El Himnario Bautista usó como fuente dos compilaciones. Por una parte, Himnos Selectos Evangélicos, muy difundido en Sudamérica, especialmente en el Cono Sur, y que a principios de los años treinta Ambrosi Celma, responsable de la obra bautista en España, adoptaría como referencia himnológica para las iglesias. Y, por otra, El Nuevo Himnario Popular que la misma Casa Bautista de Publicaciones había editado en 1955 en un primer impulso himnológico hacia el mundo hispano. En el prólogo del Himnario Bautista se observa la importancia teológica e inspiracional del canto que sus editores sostenían: «Los himnos inculcan tantas hermosas enseñanzas, que podemos valernos de ellas para fortalecer nuestra fe, siempre que estas vayan de acuerdo con las Sagradas Escrituras».

La edición de este himnario de 1978 tuvo una gran repercusión entre las iglesias hispanas del continente americano y, en menor medida, en España. En su preparación contó con sondeos tipo encuesta en diferentes países latinoamericanos para determinar los himnos que más se cantaban. También se llevaron a cabo diversas reuniones del Comité Consultivo en los Estados Unidos, patrocinado por la Junta de Misiones Domésticas de la Convención Bautista del Sur y la Convención General Bautista de Texas. Después de las reuniones del Comité y de estudiar las encuestas, Eduardo Nelson G. realizó una extensa gira por América Latina como editor general para validar los resultados, entrevistando a pastores, músicos y otros líderes denominacionales. Asimismo, años más tarde Nelson escribió un libro claramente instructivo: Que mi pueblo adore – Bases para la adoración cristiana (1986).

El Himnario Bautista de 1978 fue la consumación de un proyecto recopilatorio que contó, entre otros, con la asistencia de Adolfo Robleto (1917-1994), William J. Reynolds (1920-2009), Arnoldo Canclini (1926-2014) y Harry Cecil McConnell (1913–2007). Precisamente Cecilio McConnell fue el autor de tres importantes libros sobre musicología e himnología hispana: La historia del himno en castellano editado en 1963, con una posterior revisión y ampliación en 1987; Conozcamos nuestro himnario en 1983; y Comentario sobre los himnos que cantamos en 1987.


4- Reprobación española al Himnario Bautista

Con la finalidad de promocionar el Himnario Bautista, en el mes de julio de 1979 visitó España el director del Departamento de Ministerio Musical de la Casa Bautista de Publicaciones, Eduardo Nelson G. Según informaba la revista denominacional El Eco, «durante las diversas visitas efectuadas a iglesias de Madrid, Levante y Catalunya, el Sr. Nelson, a quien acompañaba el promotor de música D. Errol Simmons, tuvo la oportunidad de entrevistarse con diferentes responsables de música de las iglesias, con los cuales mantuvo interesantes conversaciones. El Sr. Nelson informó sobre la favorable acogida que el nuevo ‘Himnario Bautista’ ha recibido en países de habla hispana, al propio tiempo que recogió las observaciones que, con respecto al himnario y otras ediciones musicales de la Casa Bautista, le fueron hechas. El Sr. Nelson manifestó su interés por conocer la problemática de nuestro país y su mejor voluntad de ofrecer la mejor música para nuestras iglesias, así como su deseo de recibir una mayor colaboración por parte de los músicos y poetas españoles».

La problemática a la que se refería Eduardo Nelson era el descontento autóctono por la ausencia de consulta a los músicos españoles en la preparación y configuración del Himnario Bautista. Los recelos por la forma de tratar las peculiaridades de la música y la alabanza en las iglesias del país por parte de Errol Simmons y la Casa Bautista de Publicaciones era el fondo del asunto. Aquellos encuentros vinieron a cuento de que dos meses antes varios músicos catalanes redactaron una carta abierta a las iglesias de la UEBE a colación de la aparición del Himnario. Los firmantes fueron David Andreu Martínez (1953-) y Raquel Andreu Martínez (1960-) de Manresa; Elies Cortés Casanovas (1954-) de la Barceloneta; Miguel Anthony Gonzáles (1951-) de Manresa; Ambròs Monsó Celma (1952-) y Jordi Palacios Casanovas (1953-) de la Bona Nova; Pere Puig Ballonga (1929-2016) de la 1ª de Sabadell; y Daniel Simón Corbera (1945-) de Cerdanyola. Entre otros aspectos, en el escrito reprochaban: «Es de destacar también que, en el procedimiento de selección y revisión de himnos (melodías, traducciones, letras originales) se hayan tenido en cuenta, en principio, las opiniones de las diversas comunidades bautistas a las que el himnario iba dirigido. Sin embargo, al llegar a este punto no podemos por menos que expresar nuestra extrañeza por el hecho de que no se haya prácticamente recurrido a los bautistas españoles para dicho proceso. La única razón que se nos ocurre para ello es que la Casa Bautista de Publicaciones haya tomado primordialmente en consideración criterios de estricta rentabilidad económica de la edición, los cuales harían aconsejable enfocar una amplia aceptación del himnario en toda la América Latina. Nada tendríamos que objetar a ello ciertamente si la promoción del ‘Himnario Bautista’ se limitase fundamentalmente a esos países. Sin embargo, el mencionado himnario se está introduciendo actualmente en nuestro país (en especial en iglesias nuevas y en puntos de misión) con la ayuda de nuestros medios de difusión bautistas, hecho que viene sin duda propiciado por el momentáneo agotamiento de las ediciones de nuestro tradicional ‘Himnario de las Iglesias Evangélicas de España’».

 Seguidamente, los firmantes manifestaron su malestar en tres aspectos. En el primero apuntaban lo siguiente: «desde el punto de vista estrictamente literario sí queremos hacer notar que la calidad de bastantes de las letras de los himnos es, a nuestro parecer, dudosa. En ocasiones se han incorporado al himnario, con caracteres de novedad, traducciones de himnos para los que ya se disponía de versiones al castellano mucho más logradas. También se han mantenido en muchas de las letras, palabras y expresiones totalmente caídas en desuso en el castellano moderno, así como términos dialectales y barbarismos de origen inglés que dificultan sensiblemente la comunicabilidad de los textos. Opinamos que algunas de dichas deficiencias podrían haberse subsanado de haber existido una mayor intervención en el proceso de revisión y selección por parte de los bautistas españoles».

En un segundo punto destacaban que «el balance global del contenido musical del himnario evidencia una cierta decantación por parte de los editores hacia la elección de tonadas de procedencia americana, algunas de ellas muy hermosas; pero olvidando lamentablemente muchos himnos de la rica tradición reformada europea, incluidos algunos de los más destacables de nuestro himnario tradicional y cuya implantación en nuestras comunidades son indiscutibles. Por otra parte, se ha concedido en el ‘Himnario Bautista’ una importancia a nuestro juicio excesiva a lo que podríamos llamar ‘música evangélica de vigencia limitada’ (folklore evangélico, coritos, canciones góspel, etc.). Dicha música tiene sin duda un lugar importante en la adoración cristiana, pero se halla más sujeta a oscilaciones de popularidad y posee un contenido doctrinal más reducido que los himnos que podríamos denominar ‘intemporales’».

En el último punto, el grupo firmante se ponía a disposición de la Casa Bautista de Publicaciones para «iniciar esfuerzos encaminados a lograr la realización de una edición especial del ‘Himnario Bautista’ más adecuada a la realidad cultural y las necesidades de nuestras propias comunidades». Y añadía: «Somos conscientes de que esto entraña toda clase de problemas, pero estamos convencidos de que vale la pena intentarlo».

Tanto el documento de los músicos catalanes como la entrevista mantenida en Barcelona con Eduardo Nelson no tuvo una positiva continuidad ni solución. No hubo ninguna edición especial del Himnario Bautista adaptada a la idiosincrasia española ni tampoco un seguimiento de la peculiaridad autóctona. Y ante los nuevos tiempos de libertad política y social que el país había inaugurado, los músicos y representantes de las iglesias catalanas firmantes del documento optaron por avanzar paulatinamente hacia una himnología en lengua propia, el catalán, prescindiendo definitivamente de los dos himnarios que se postulaban como referencia: el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España y el Himnario Bautista.

Asimismo, tanto aquel desencuentro himnológico con la Casa Bautista de Publicaciones y Eduardo Nelson, como la poca sensibilidad y adaptabilidad de Errol Simmons a las necesidades reales de la música eclesial del país, derivó en un claro divorcio en cuanto a la visión y misión. La siguiente Semana de Música de 1980 fue la última en que Pere Puig Ballonga participaría, quedando las dos siguientes ediciones de 1981 y 1982 en una vertiginosa pendiente de desinterés y menguante asistencia, que conduciría a una temporal desaparición. Fueron cinco años de paréntesis hasta que en 1988 se reprendería con la dirección de Elies Cortés Casanovas.  


Bibliografía y documentación