© 2022 Josep Marc Laporta
1-
Primicias hímnicas en Catalunya
2-
La influencia musical de los Lawrence
3- Armonio,
linterna mágica e imprentas
4-
Alcem, cristians, la palma de victòria
1- Primicias híminicas en Catalunya
La marcha de William I. Knapp del país en 1877 supuso una reorganización de la obra bautista en el estado español. Algunas congregaciones fundadas en la etapa del misionero norteamericano no se mantuvieron mucho más allá en el tiempo, pese a que Alacant, Alcoi y Madrid pervivieron unos pocos años. No obstante, cuando uno de los discípulos del Dr. Knapp, Ricardo Pravia Cifré (1850-1894), volvió a España tras estudiar teología en Estados Unidos, la obra bautista poco a poco empezó a implantarse en Catalunya.
En 1877 el pastor y misionero funda una iglesia
en L’Hospitalet de Llobregat; posteriormente hace lo mismo en Cornellà de
Llobregat; y pocos años más tarde se
hace cargo de la congregación de Figueres (1881),
tras iniciarla
anteriormente Erik Anderson Lund (1853-1933). En una primera carta a
la American
Baptist Missionary Union fechada el 16 de enero de 1876, Cifré revela las
particularidades sociológicas de las gentes del Principado:
«Los catalanes son, generalmente, muy
republicanos y, en consecuencia, liberales, y están más dispuestos a ser
instruidos en lo que es correcto; pero, sin embargo, la mayoría de ellos no
tiene religión. Acostumbran a decir: ‘Nuestra religión no hace un país mejor,
así que no queremos ninguna religión’. Tales sentimientos son muy comunes entre
las clases bajas, de modo que realmente tendremos que trabajar tanto entre los
escépticos como entre los católicos».
El proyecto bautista de hacer misiones en tierras
catalanas tuvo mucho que ver con el talante más liberal y menos católico-romano
de una parte de su población, considerando que habría mucha más disposición en recibir el
Evangelio. Aunque también hay que considerar que en aquellos años había muchos partidarios carlistas del trono y el altar, por lo que la generalización no explica todas las variables sociales. No obstante, Cifré alude al republicanismo obrero. Seguidamente, y en la misma carta, Ricardo P. Cifré revela que estuvo buscando un
local en Barcelona, «pero
he encontrado alquileres demasiado altos para comenzar un trabajo con mis
limitados recursos», por
lo que después de visitar distintos pueblos alrededor de la capital llegó «a la conclusión de que
uno de ellos es un lugar muy favorable para comenzar mi trabajo. Está a unas
tres millas de Barcelona, y se dice que es una ciudad muy liberal, y es un
lugar ideal para un misionero».
El pueblo en cuestión es L’Hospitalet de
Llobregat, donde fundó una pequeña congregación con su escuela dominical y un
colegio, que por su bien hacer pedagógico fue alabado por el consistorio local.
El primer domingo de agosto de 1877 bajaron a las aguas doce personas, más
otras siete en el siguiente mes; una de ellas, Ana Giralt, esposa de un
colaborador suyo. Según palabras de Cifré, aquel domingo «fue un día de
regocijo, acción de gracias y alabanza a Dios, quien había realizado esta gran
obra».
Esta declaración no nos permite saber qué cantaban o si disponían de himnarios. Es presumible pensar que usarían alguno de los publicados por el Dr. Knapp en Madrid, más concretamente los dos últimos: Himnario Cristiano (1871) e Himnos para el uso de las iglesias cristianas primitivas establecidas en España (1875), pero en 1878 y por la misma pluma de Cifré sabemos que la realidad tenía otros entresijos:
«Cuando comparamos nuestro trabajo con el trabajo de otros misioneros en Barcelona, encontramos que el Señor nos ha bendecido grandemente. Es cierto que
algunos de ellos tienen dos o tres puntos de misión; pero es porque tienen
muchos medios con los que trabajar. Hay un joven que lleva ocho meses aquí,
cuya Junta, según me han dicho, le dio unos dos mil dólares para cuestiones
relacionadas con su trabajo y mil dólares para su salario; y es un hombre
soltero. El otro día vino a nuestra casa; y cuando se enteró de que iba a abrir
otra capilla me dijo: ‘supongo que tienes mucho dinero para poder trabajar’. Le
dije que teníamos tan poco que ni siquiera podíamos tener música en la capilla,
porque la Misión no lo preveía. Él me dijo que su Junta le había enviado un armonio
que costaba cien dólares. Me invitó a predicar a su capilla, lo cual hice. Y
debo confesar que llegué a casa un poco triste al pensar en lo pobres que
éramos. Ellos tenían muchos himnarios, una biblioteca para la escuela, un buen armonio
y todo lo que uno pudiera imaginar. Pero quedó en mí un consuelo: que aunque
nuestra pobreza es inmensa, tenemos congregaciones más grandes y estamos más
unidos».
Por sus palabras podemos asegurar que, además de
que no disponían de armonio, al indicar que «ni siquiera podíamos tener música en la
capilla» se
refería a no disponer de ningún otro instrumento que guiara o acompañara el
canto, aunque es indudable que cantarían a viva voz, a capela. Y por sus
reflexiones podemos interpretar que no tenían suficientes himnarios; sin
embargo, es difícil dar por supuesto que no tuvieran ninguno.
Tras abrir obra en Cornellà de Llobregat, en 1879
Cifré afirma que «las
congregaciones son buenas, con un promedio de setenta personas cada domingo». Y relata las dificultades
en la realización del funeral de un anciano creyente en L’Hospitalet, el Sr.
Vidal. Tras solicitar al alcalde un espacio para sepultarlo y ante los muchos
problemas que se presentaron, al final consigue de las autoridades «un lugar para nuestros
propios muertos, aunque no estuviera en ‘tierra santa’, y que pudiéramos
enterrar de una manera decente y reverencial». Y explica que «nos fue asignado una
tumba al lado del cementerio católico; y, como era imposible construir un muro
alrededor de él, ordenaron que se construyera uno muy alto alrededor de la
‘tierra santa’, quedando listo para momentos antes de la hora del entierro».
Seguidamente el pastor
Ricardo P. Cifré da más detalles: «No escatimamos esfuerzos para que el funeral
fuera lo más respetuoso posible, ya que muchos decían que enterramos a nuestros
muertos como si fueran perros. Todos los miembros de nuestra iglesia, con
muchos de la congregación y los chicos de nuestro colegio se reunieron en la
capilla para ir en procesión al lugar. Las mujeres, según la costumbre aquí,
iban vestidas de negro. Cuando llegamos delante del cementerio nos detuvimos,
junto a una multitud de curiosos. Allí tuvimos un servicio apropiado, con
lectura de las Escrituras, oración y cánticos, y don Felipe, el señor García de
Barcelona y yo aprovechamos la oportunidad para predicar el evangelio con seriedad
a la multitud congregada».
Y prosigue: «cuando llegamos al lugar de la inhumación
nos encontramos con una muchedumbre, con muchos de los que habían intentado
entrar a la capilla pero que no pudieron hacerlo por falta de espacio. Allí
leímos nuevamente las Escrituras, oramos y tuvimos unos breves comentarios
bíblicos. Cantamos ‘Meditad en que hay un hogar’ y ‘Salvo en los tiernos
brazos’ con tanta libertad que parecía que estábamos en otra tierra que no
fuera España».
Los dos himnos que entonaron bien podrían haber formado parte de alguno de los dos himnarios perdidos del Dr. Knapp, aunque lo constatable es que ambos aparecieron un año antes en el Himnario Evangélico para uso de la Iglesia Cristiana Española, coleccionado y en parte compuesto por Juan B. Cabrera (1878); dos años antes en Himnos Evangélicos (1877); y tres años antes en Himnario Evangélico (1876). Tanto Salvo en los tiernos brazos como Meditad en que hay un hogar fueron fieles traducciones de los originales en inglés. La primera de Juan Bautista Cabrera (1837-1916), mientras que la segunda fue obra de Pedro Castro Iriarte (1840-1887).
Salvo en los tiernos
brazos:
Meditad en que hay un
hogar:
Aparte de estos datos, hay que
constatar que Meditad en que hay un hogar ya se conocía con bastante anterioridad, puesto que en 1875 ya apareció
con la misma música y letra en La Estrella de Gràcia. Y, asimismo, Salvo en los tiernos brazos también se presentó en 1875 en la misma revista de la Vila de Gràcia, con la misma melodía,
pero con distinta letra y sin créditos de autor:
«Si aquí sufrimos tanto,
nos ofrece el Señor
reposo en su morada,
do todo es paz y amor.
Corramos del glorioso
descanso a disfrutar,
y pronto nos veremos
sin cuitas ni pesar.
Si aquí sufrimos tanto,
nos ofrece el Señor
reposo en su morada,
do todo es paz y amor».
Dejando de lado este breve y alternativo texto, sí
sabemos con certitud que Salvo en los tiernos brazos era muy conocido
en la época. Tanto, que en el mismo año que lo cantaron en L’Hospitalet de
Llobregat (1879), la iglesia en Alcoi
–congregación hija del ministerio de William I. Knapp–, también lo cantaba. Su
pastor, G. S. Benoliel, dio fe de ello en una carta a la Misión. Esta nueva
coincidencia invita a pensar que este himno era muy popular y querido entre las
primeras iglesias bautistas del estado.
En cuanto a los libros de canto usados en L’Hospitalet y Cornellà, se puede deducir que, por la fluida relación entre el Dr. Knapp y el pastor Cifré, alguno de los dos himnarios editados por el misionero norteamericano se usaron en aquella breve primera etapa de la obra bautista en Catalunya. Posteriormente, otras influencias y colecciones hímnicas ocuparían su lugar.
En el mismo año del fallecimiento del Sr. Vidal
hubo otro entierro en el pueblo contiguo de Cornellà de Llobregat del que Cifré
revela algunos detalles:
«En
Cornellà hay varias personas que espero bautizar pronto. El otro día algunos me
dijeron que ahora sentían que no había nada que les impidiera dar este paso.
Uno de nuestros conversos murió la semana pasada. Su enfermedad fue breve,
aunque estuvo algo enfermo durante mucho tiempo. Lo visité en su enfermedad y
lo encontré muy feliz, siempre cantando algunos de nuestros himnos. Cuando la
familia, no creyente, se dio cuenta de que el final de su vida se acercaba,
después de perder el conocimiento llamaron al sacerdote para que lo atendiera,
mientras ellos cantaban uno de nuestros himnos, con la melodía de ‘No te dé
temor hablar por Cristo’».
Es muy significativa esta última frase, que apunta a que cantaron un himno que tenía un texto distinto al que habitualmente acompañaba la melodía de No te dé temor hablar por Cristo, pautada por William Batchelder Bradbury (1816-1868). Como ya he advertido en otras ocasiones, en el siglo XIX e incluso en el XX era muy habitual cantar un texto con diferentes melodías según conveniencia. No obstante, el dato de Cifré nos deja en la incógnita de si existió algún texto libre asociado a esa tonada que tal vez el Dr. Knapp habría incluido en alguno de sus himnarios, que a día de hoy están en paradero desconocido. Sin embargo, la realidad más evidente es que a pesar de las pocas disponibilidades instrumentales y de himnarios que aquellos primeros bautistas podían disfrutar, no por ello dejaron de cantar y de aprender himnos. Y es que en otro apunte de Ricardo P. Cifré de 1880 encontramos la razón de dicha competencia musical: «Nuestros servicios semanales son los siguientes: en L’Hospitalet, martes por la noche clase de Biblia; jueves por la noche ensayo de himnos, sábado por la noche reunión de oración; en Cornellà viernes por la noche servicios de predicación de casa en casa; anoche hubo treinta y seis presentes y el interés fue muy bueno». Indudablemente, la dedicación de los jueves por la noche al ensayo de himnos, aún y a pesar de no disponer de armonio y suficientes himnarios, dio a la congregación una saludable vitalidad adoracional.
2- La influencia musical de los Lawrence
Compatibilizando con la obra en L’Hospitalet y
Cornellà, hacia 1880 Ricardo P. Cifré pasó parte de su tiempo en Figueres,
en una obra bautista que iniciaría en 1877 Erik Anderson Lund (1853-1933) junto a Francisco Previ (1853-1881), quien le había animado a hacer misiones
en España durante la estancia de ambos en el Instituto Misionero de Londres. A
pesar de la dificultad de visión que sufría Previ, con una ceguera que iba en
aumento, Lund y Previ iniciaron su andadura misionera en Galicia. Sin embargo,
tanto la climatología de la zona –desfavorable para la salud de ambos–, como la
benéfica presencia de otros misioneros, fue acicate para abandonar la región,
establecerse en Catalunya, inicialmente en Barcelona, y evangelizar en la comarca
de l’Empordà.
El propio misionero sueco, Erik A. Lund, explica cómo fue la salida de Galicia y el recibimiento en Barcelona:
«El 1 de enero salimos de El Ferrol, con algunos de los conversos llevando nuestras maletas
al barco. En Barcelona fuimos recibidos amablemente por los hermanos que allí
trabajaban. En la calle San Juan nos sorprendió ver en el frontispicio de la
puerta de una casa una inscripción con grandes letras: ‘Escuela Evangélica’. Entrando,
encontramos la prensa de la Misión ocupada en imprimir. Días después el Sr.
Lawrence hizo pegar unos avisos publicitarios en las esquinas de las calles, anunciando
que el Sr. Previ y el Sr. Lund iban a predicar. Nos quedamos en Barcelona
veintidós días, tiempo durante el cual tuvimos el privilegio de hablar de
Cristo los domingos y otros días, repartiendo algunos cientos de folletos en
las plazas y en el puerto, que fueron recibidos de buena gana Nunca olvidaremos
las benditas reuniones de oración a las que tuvimos el gozo de asistir en la
casa del Sr. Lawrence».
Para comprender mejor qué cantaban los primeros bautistas catalanes en Barcelona y l’Empordà deberemos fijar nuestra atención en George Lawrence Davis (1830–1894), un misionero galés que se instaló en Barcelona con su carro bíblico tirado por caballos, que fundó iglesias, un asilo-hospital, escuelas en la ciudad, Caldes de Montbui, Vilassar e Igualada, y que desde su imprenta en la Vila de Gràcia editó revistas, periódicos, folletos, material escolar, Biblias y, también, dos himnarios que contribuyeron al canto y la alabanza en las iglesias catalanas.
Sin embargo, George Lawrence tuvo un pasado bautista. Nació el 16 de septiembre de 1830 en la ciudad galesa de Monmouth y
fue bautizado como neonato un mes más tarde en la iglesia anglicana de St.
Mary’s de dicha localidad. Pero tras un duro proceso de lucha espiritual y
prácticamente de abandono de la fe hasta el punto de sucumbir en el ateísmo,
finalmente a los 17 años fue rescatado por la Gracia de Dios: «fui alcanzado de
repente por la espada del Espíritu… y la enemistad hacia mi Conquistador cambió
por un intenso amor hacia su destreza y compasión». Lawrence cambió
radicalmente de vida, se convirtió y fue bautizado y recibido como miembro de
la Monmouth
Baptist Church
en octubre de 1848. Muy pronto su carácter inquieto, decidido y emprendedor
salió a flote acompañado de valiosos dones y talentos. Su visión evangelística
y solidaria, junto a una gran pasión y compromiso por la obra, empezaron a
manifestarse en todos los ámbitos del ministerio cristiano. En 1851 se le
localiza como misionero de la Broadway Tabernacle de Nueva York, una iglesia
activa en la lucha contra las secuelas de la esclavitud, la defensa de abstinencia
alcohólica y el sufragio femenino. Dos años más tarde, el 29 de mayo de 1853,
presentó su carta de dimisión de la Monmouth Baptist Church, que fue leída en reunión
del consejo pastoral y de diáconos. Es a partir de ahí cuando en 1863, George
Lawrence, de principios bautistas y con fuertes convicciones misioneras,
empezará su andadura evangelística en España bajo el auspicio de la Sociedad
Bíblica Trinitaria.
La bienvenida y acogida de Lund a Lawrence en el recibimiento anteriormente narrado pone de manifiesto la gran empatía que hubo entre la Misión de Lawrence y los bautistas. Fue una relación consolidada en colaboración y apoyo mutuo hasta el punto de que la exitosa revista que editó y publicó Lund durante seis años –El Evangelista (1884-1890)– fue traspasada a Henry Payne de las Asambleas de Hermanos cuando el primero cayó enfermo, publicándola hasta 1935. Y aunque Lawrence no se definía a sí mismo como Plymouth Brethren, el compañerismo entre Hermanos y Bautistas fue muy provechoso para la obra en el Principado, a pesar de las particularidades organizativas que las diferenciaban. Tal fue la correlación de fuerzas, que incluso algunos de los primeros principales líderes bautistas en Catalunya y València fueron convertidos y bautizados en las iglesias de Lawrence, como Francesc Bardolet García (1862-¿?), Feliciana Armengol Simó (1868-1950) o Ambròs (Ambrosio) Celma (1882-1944).
Sin embargo, en el ámbito musical que nos atañe, la obra de una de las hijas de George Lawrence –Elizabeth (Isabel) Lawrence (1861-1922)– fue trascendente por su
pionera labor en traducir y componer cantos. Además de su encomiable faceta
educativa y directiva en las escuelas que fundó su padre, Isabel destacó por su
buena mano literaria con los textos hímnicos. Algunos de los más conocidos
entre los bautistas del siglo XIX llevan su firma, tanto en catalán como
en castellano. Es por ello y por otras razones que los Lawrence tienen una
significativa influencia en los inicios de la himnología bautista en Catalunya.
Si las primeras congregaciones en L’Hospitalet y Cornellà usaron alguno de los himnarios del Dr. Knapp como referencia musical en su adoración comunitaria, en Barcelona y l’Empordà desaparecieron por completo, al tiempo que tres nuevas ascendencias himnológicas empezaron a participar en la vida eclesial bautista. Una de ellas fueron dos pequeños himnarios que salieron de la imprenta de George Lawrence y, cómo no, los apreciados himnos escritos o traducidos por su hija, Isabel Lawrence.
3- Armonio, linterna mágica e imprentas
Que en 1877 llegara por primera vez el tren a
Figueres, fue un importante incentivo para emprender obra bautista en
l’Empordà. Junto a Barcelona, la comarca se presentaba muy proclive para
recibir las buenas noticias de salvación. Refiriéndose a Figueres, de ello dio
cuenta Ricard P. Cifré en una carta del 29 de abril de 1881 a la American Baptist
Missionary Union:
«En la
capilla que abrimos el primer domingo de febrero, hemos tenido y seguimos
teniendo la sala llena todos los domingos por la noche, por lo que estamos
obligados a procurar más asientos de inmediato. Los jueves por la noche también
tenemos grandes congregaciones». Y mencionando un artículo de un periódico
liberal de la ciudad, transcribe: «Pero no sólo los templos católicos se han
llenado de gente estos últimos días: el templo protestante también se ha
llenado hasta desbordar. Esto prueba que hay gente para todo».
La música tuvo un papel importante en los cultos bautistas de las dos últimas décadas del siglo XIX. Beneficiados de forma práctica por la misión norteamericana, un año más tarde Cifré revelará los detalles en otra misiva: «Hemos regresado a nuestro trabajo muy animados por los muchos y amables regalos de amigos en Estados Unidos para ayudarnos en nuestro trabajo. Nuestro armonio es una ayuda constante en todos los servicios. Nuestra pequeña imprenta cada semana nos sirve con cartulina impresa o con papeles de las lecciones para la escuela dominical, y hará otro pequeño trabajo que tal vez tengamos la oportunidad de hacer en el futuro. Luego, con la linterna mágica hemos tenido la oportunidad de dar varias exposiciones en nuestra capilla, a grandes audiencias, de las visiones de la 'Vida de Cristo'; y, ahora que vienen tardes más largas. Espero poder visitar algunos de los pueblos cercanos aquí y mostrar estas vistas a otras personas. Los muchos tratados y tarjetas han hecho, y siguen haciendo, su trabajo silencioso. ¡Que el Señor continúe bendiciendo el trabajo en este lugar!».
Es probable que el armonio referido fuera uno de fuelle manual, también denominado de maleta, transportable, con un pequeño teclado para tocar
con una sola mano, para con la otra mover el mecanismo de acordeón que lo hará
sonar. No obstante, el fuelle lo podía accionar tanto el instrumentista como
una segunda persona, en este último caso dejando libres las dos manos al músico
para una interpretación más completa. Por las necesidades itinerantes del
ministerio colportor en los pueblos de la zona, el armonio que disponían podría
ser del mismo modelo portátil que, según las crónicas de la época, años más
tarde usaría Karl (Carlos) August Haglund (1854-1895) en su ministerio en
València y Águilas. En 1886 Eric A. Lund informaba que «la obra ha continuado […]
bajo el cuidado de nuestro buen evangelista Anglada. Toca el armonio y predica
en catalán y castellano». De esta revelación, el detalle más desconocido es que el
colportor Gabriel Anglada Terrades (1855-1917) aprendió a tocar el
armonio expresamente para realizar mejor el ministerio evangelístico al que fue
llamado.
El relato también apunta a la linterna mágica, un artefacto de última
generación que, mediante la proyección de sucesivas placas de transparencias
con dibujos coloreados a la luz de una vela o alimentada por petróleo, ayudaría
a la predicación para la exposición visual de algunas historias bíblicas. Por
su versatilidad y visibilidad fue muy demandada, hasta el punto que desde el
l’Empordà habían reclamado la necesidad de tener alguna para su
ministerio. Pero como en otros lugares sucedió, la linterna mágica también se usaba para
proyectar en la pared el texto de los cantos, escritos a tinta en las
transparencias, de manera que los congregados que sabían leer podían seguirlos. No obstante, la memorización de los himnos fue la forma de
aprendizaje más utilizada en aquellos años.
Cuando Cifré menciona la imprenta indicando que «hará otro pequeño
trabajo que tal vez tengamos la oportunidad de hacer en el futuro», es posible que se refiera
a la edición de algún pequeño cancionero u hojas sueltas con la letra de los
cantos; aunque también se podría referir a la publicación de una revista periódica
como El
Evangelista
o El
Eco de la Verdad,
que ciertamente nunca se imprimió en Figueres. Por lo tanto, es posible que los
trabajos aludidos tengan que ver con la impresión de textos hímnicos. Algunas fuentes, como Josep-Lluís Carod-Rovira en su libro Història del
protestantisme als Països Catalans, apunta a que a finales del siglo XIX hubo un
himnario bautista en Catalunya: «apareció otro himnario de cánticos evangélicos
de autoría bautista, aparecido probablemente también a finales del siglo XIX». Sin embargo, de momento no
disponemos de ninguna confirmación de tal extremo.
Pero, por un episodio del 10 de febrero de 1898 en que el evangelista Gabriel Anglada Terrades (1855-1917) fue detenido y encarcelado por vender o regalar unos libros y hojas sueltas, aflora un dato trascendente: entre el material retenido había «una Biblia de 3 pesetas, un Nuevo Testamento de 0,30 pesetas, un himnario catalán, un almanaque ‘Priscila’ y un tratado titulado ‘La virgen y los protestantes’». En la declaración ante el juez, el cabo de la policía inquirió sobre la ausencia de pie de imprenta en el denominado himnario catalán. Anglada contestó «que las poesías del himnario se habían publicado en el periódico ‘El Eco de la Verdad’ y en él se había anunciado el libro y su precio de 0,05 pesetas; que hacía tres o cuatro años se había impreso; que su venta había sido anunciada algunas veces…». Sin lugar a dudas, todos los datos apuntan a que el himnario referido era Càntichs, que nunca fue impreso en la pequeña imprenta de Figueres sino en la Misión de George Lawrence, en la Vila de Gràcia.
Pero hay un pequeño detalle que abre otro interrogante. El primer Cántichs del que tenemos noticias fue publicado por
primera vez en 1896 con un pie de portada que notificaba la tirada del mismo en
la imprenta Graciense de la calle Domingo 9, en Gràcia, Barcelona.
Aparentemente este dato es discordante con el relato de Anglada y el cabo de
la policía, porque, según se afirmó, el himnario no tenía pie de imprenta; sin
embargo aseguraba que los textos hímnicos se habían ido publicando en El Eco de la Verdad a 0,05 pesetas, precio
coincidente con los anuncios en la revista bautista. Así que tal vez podría
haber existido una edición de Càntichs que no llevara pie de
imprenta, anterior a 1896. Curiosamente Josep-Lluís Carod-Rovira apunta en su libro
a una probable edición de 1893, que, de momento, no ha sido encontrada.
Dejando a un lado este episodio y sus detalles de edición, podemos extraer una conclusión evidente: aparte de la función comunicativa, teológica y apologética, El Eco de la Verdad fue un himnario bautista coleccionable e itinerante, donde regularmente se iban publicando himnos en catalán y en castellano, y que en un momento dado fueron integrados en dos himnarios –Càntichs y Cantos populares de luz y amor–, que la imprenta de George Lawrence en la Vila de Gràcia editó y publicó, junto a otros himnos traducidos por Isabel Lawrence. Más allá de estas conclusiones, hay que señalar que las inserciones poético-hímnicas en El Eco de la Verdad de finales del siglo XIX son, a día de hoy, una importante y desconocida página himnológica en la que participaron destacados líderes de aquella pionera obra bautista. Pero de todo ello daré cuenta debidamente en posteriores capítulos.
4- Alcem, cristians, la palma de victòria
Todos estos detalles y descripciones nos ofrecen una visión general sobre cómo era la vida musical de los primeros bautistas catalanes. El armonio, la linterna mágica o la imprenta no son aspectos menores, sino las entrañas de la cotidianidad del ministerio en l’Empordà. Los primeros colportores se multiplicaron en sus visitas evangelísticas en los pueblos de la comarca (Palamós, l’Escala, Palafrugell, Pals, Llançà, Palau-Satort…), hasta el punto que eran coreados y muy celebrados en sus llegadas, incluso con cánticos. Uno de los más populares fue un himno compuesto por Isabel Lawerence: Alcem, cristians, la palma de victoria (Alcemos, cristianos, la palma de victoria), que se convirtió en aclamación de bienvenida cuando los predicadores entraban a las poblaciones o, también, en las despedidas. Las crónicas de El Eco de la Verdad revelan su popularidad: «y para finalizar, entonamos con alegría el himno catalán ‘Alcem, cristians, la palma de victoria’». También se interpretó en las diferentes Conferencias Anuales que asiduamente se celebraban en Figueres, como en la de 1895: «El presidente leyó la parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar; y una vez hubimos orado y cantado el himno ‘Alcem, cristians, la palma de victoria’, el hermano Ferrándiz, de Barcelona, hizo un discurso de edificación».
Este himno de alabanza y compromiso fue uno de los más conocidos y celebrados entre los primeros bautistas catalanes. Càntichs Evangèlichs,
–el himnario que editó la Misión de Lawrence y que recogía también algunos de
los himnos publicados en El Eco de la Verdad– lo incluyó como el primero, con el número uno.
La popularidad de Alcem,
cristians, la palma de victoria muy probablemente llegaría hasta València, ya que
en algunas de las Conferencias Anuales bautistas que se celebraron en Figueres
tenemos constancia de presencia valenciana, como el predicador Vicent Mateu, el
misionero sueco Carlos A. Haglund y un pequeño grupo, por lo que es factible
pensar que el himno también se aprendería y trasladaría. No obstante, la
trascendencia histórica de Alcem, cristians, la palma de victoria rápidamente se iría constriñendo,
hasta quedar reducido a un lejano recuerdo, sin que, por lo general, en el
siguiente siglo fuera interpretado en las congregaciones bautistas del
Principado. Solamente el himnario en catalán Cants de Glòria (1965-2005) –compilado básicamente por Benjamí
Planes (1926-2021) y Pere Puig Ballonga (1929-2016)–, lo rescató en sus sucesivas ediciones,
mientras que los dos himnarios bautistas oficiales de 1967 y 2006 no incorporaron ninguna traducción al castellano.
La siguiente interpretación es una grabación de 1970 de la Coral Jericó, bajo la dirección de Josep Pernas Galí (1931-1985). Aunque desde 1906 se denominó Coral Al·leluia, a partir de 1969 y para no coincidir en nombre con otra formación de Sabadell, pasó a denominarse Coral Jericó, el coro de l’Església Evangèlica de Gràcia, en la calle Terol 22. Debajo del vídeo incluyo una traducción literal al castellano.
Alcem, cristians, la
palma de victoria:
1. Alcemos, cristianos,
la palma de victoria
ganada allí, en la Cruz.
Por el mundo cantemos
de Dios la excelsa gloria;
resuene nuestra voz.
Coro
Valor y adelante,
vestidos de Dios hagamos guerra,
eterna guerra al mal.
¡Siempre adelante!
El Rey de Cielo y Tierra
es nuestro General.
2. Valor, cristianos,
ya los gritos de ‘vía y fuera’
se oyen por el espacio.
Si batallamos con Dios muy cerca,
nunca nos vencerán.
3. Más arriba del cielo
la gloria nos espera,
salvados somos del infierno.
Siempre adelante, que nos lleva la bandera
la mano del Dios eterno.
________________
Bibliografía:
http://josepmarclaporta.com/Baptistes-musica-hispan.html
© 2022 Josep Marc Laporta
Bon dia Josep, sóc en Carles Raurell, historiador de la Primera església baptista de Sabadell. Recentment he publicat a la revista "Presència evangèlica" un artícle dividit en dos números sobre la controvertida i desconeguda biografia de Ricardo P. Cifré, fent servir una correspondència no editada de la Missió americana (i que no es pot editar perquè té drets) i un treball de l'historiador de L'Hospitalet, Josep Mª Pujol. Al principi del teu artícle poses una foto sense peu i m'agradaria saber de qui es tracta. La segona és d'Erik Lund i la tercera d'Isabel Lawrence, però la primera no sé qui és. Molt bona feina Josep! Una abraçada i gràcies! Carles
ResponderEliminar