© 2022 Josep Marc Laporta
2- Alma, cese tu dolor 3- Cantad alegres a Dios
1- ¿El primer himnario bautista en España?
Introducirnos en los himnarios del siglo XIX conlleva ciertas dificultades, básicamente por la escasa información que sus páginas aportan y, en muchas ocasiones, por los inciertos datos que se incluyen, como es el caso que nos ocupa. Aunque el epígrafe de Himnos para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid de 1870 anunciaba una utilidad presbiteriana, la realidad es que William Ireland Knapp publicó un primer intento de himnario bautista en España. Es evidente que por cómo se anunciaba no fue el primero, pero por la intención y la autoría sí lo fue, especialmente porque sus dos colegas presbiterianos mostraron poca participación en la selección de himnos y menos en las traducciones. Aparte de algunos indefinidos, la práctica totalidad de cantos provenían de colecciones de Estados Unidos y no de Irlanda, Escocia –tierras de procedencia de los consiervos presbiterianos, William Moore y John Jameson– o de Inglaterra, lo que invita a pensar que la mayoría de los himnos eran bien conocidos por el Dr. Knapp, de himnarios y colecciones norteamericanas.
Un
ejemplo son Oh Salvador, tierno Jesús, Voy al
cielo, soy peregrino y Yo voy viajando, sí, números seis, siete
y ocho del librito, cuyas versiones en castellano provenían de los opúsculos
neoyorquinos La Estrella de Belén, publicados en 1867 por Henry
C. Riley (1835-1904). La
confluencia neoyorkina de los opúsculos con la procedencia del Dr. Knapp de la
ciudad de los rascacielos, invita a presuponer su determinante participación en
la edición.
Otro aspecto interesante que aporta más luz sobre la autoría del himnario es que en ninguna publicación posterior consta una sola traducción o adaptación de los dos ministros presbiterianos, ni tampoco se observa en sus currículos alguna faceta musical o poética. Pero de William I. Knapp sí que hay, como mínimo, dos traducciones o adaptaciones en Himnos para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid. Una de ellas es la mencionada en el anterior capítulo: Alma, basta de gemir, originalmente Alma, cese tu dolor. Y aunque en el himnario de 1870 no aparece su nombre, posteriores colecciones de otras denominaciones evangélicas sí dan fe repetidamente de la autoría del Dr. Knapp. Es por estas razones que, de facto y paradójicamente, Himnos para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid podría ser considerado el primer himnario bautista de España:
Himnos para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid (1870) >>> PDF
Como se puede comprobar en la digitalización adjunta, la colección que publicó el Dr. Knapp adolece de suficiente información, hasta el punto de que no existe siquiera un índice alfabético. Tan sólo en la portada interior aparece el nombre de la imprenta de José Cruzado, en la calle Dos Amigos, 10 y el año de publicación: 1870. No hay más datos ni indicaciones. Así que los 21 himnos sin autoría que lo componen son la única fuente sobre la paternidad de William I. Knapp de la colección y sobre qué cantaron aquellos primeros bautistas en España.
1- Alma, cese tu dolor
Este es el título original del poema hímnico más conocido del
Dr. Knapp que él mismo incluyó en Himnos para uso de la
Iglesia Presbiteriana en Madrid de 1870. No obstante y como es habitual
en este himnario, ningún nombre aparece como crédito; el suyo tampoco. Pero distintas
colecciones himnológicas posteriores sí notifican su autoría. Con todo, Alma, cese
tu dolor
es la gran y más representativa poesía del misionero bautista William I. Knapp.
Su buen conocimiento del castellano le permitió escribir un texto con sentido y
adecuada rima, que en principio merecería la aprobación general. Pero no fue
así.
Tan sólo un año más tarde de que apareciera Himnos
para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid, el exescolapio y poeta
Juan Bautista Cabrera Ibars (1837-1916) publicó su primera
colección de cantos: Himnario Evangélico para uso de las Iglesias
Evangélicas (1871), incluyendo el himno del Dr. Knapp con el texto
original. Sin
embargo, cuando unos años más tarde, en 1878, Cabrera publicó un segundo y
ampliado volumen con 300 cantos denominado Himnario Evangélico
para uso de la Iglesia Cristiana Española, volvió a incluir el
himno, aunque esta vez con algunas variaciones en el texto, al parecer a modo
de rectificación o mejora.
Ya en el prefacio de su himnario, el propio Juan Bautista
Cabrera defiende la alteración de textos ajenos. Tras aclarar la correspondencia
entre los nombres de los traductores más reconocidos con las iniciales identificativas
a pie de himno, el obispo escribe: «Y de los que no llevan
firma alguna, la mayor parte son de los usados en nuestras iglesias de España,
entre los cuales hay algunos (dicho sea sin ofensa) de escaso mérito, pero que
el uso ha hecho generales y no hemos creído prudente eliminarlos, si bien nos
hemos tomado la libertad de introducir en ellos algunas ligeras
modificaciones».
De esta aclaración preliminar se entiende que, a pesar de que bajo el texto de Alma, basta de gemir dejó constancia de la autoría del Dr. Knapp, para Cabrera el himno entraba en el grupo de los conocidos entre las iglesias, pero también de los calificados de escaso mérito, creyendo conveniente hacer algunas modificaciones, como así sucedió. Tras la intervención de Cabrera, a partir de 1878 Alma, cese tu dolor pasó a denominarse Alma, basta de gemir, versión que se difundió en otros himnarios españoles y del continente americano del siglo XIX y XX. Los cambios en el texto que hizo Juan Bautista Cabrera quedan reflejados en este cuadro:
Es entonces cuando a partir de las modificaciones del obispo
anglicano, el himno ya tiene dos versiones literarias, popularizándose por distintos
caminos e himnarios según la denominación y el país. Estas dos vías incentivaron
la aparición de nuevas y distintas tonadas para las dos versiones del texto de
Knapp. Es propio del siglo XVIII, XIX e incluso del XX interpretar un poema con
distintas melodías, hasta encontrar aquélla que el uso, la belleza o la
idoneidad la hiciera más popular. Esto es lo que sucedió, por ejemplo, con la
melodía que acompaña a Amazing Grace (Sublime Gracia). Durante años,
y gracias a su métrica regular, se cantó con unas veinte tonadas distintas
hasta consolidarse con la que hoy conocemos. En el caso de Alma, cese
tu dolor o Alma, basta de gemir se han
podido encontrar hasta siete melodías distintas en diversos himnarios, la
mayoría diferentes de la que se acostumbraba a entonar en las iniciáticas
congregaciones bautistas del siglo XIX.
La tonada que cantaron en Madrid probablemente podría ser una melodía de Henri Abraham Cesar Malan (1787-1864) de 1834, denominada Rosefield. William I. Knapp tuvo gran predilección por el proceso espiritual y renovador del predicador ginebrino. Por su francofonía intelectual —acabó sus años terrenales como profesor en París— y por conocer y disponer de dos de los himnarios que publicó Malan en 1837 y 1841 —Soixante chants et chansons pieuses y Musique des chants de Sion—, el Dr. Knapp probablemente adaptaría Rosefield para un texto propio.
Sin embargo, diez años después de la edición de Himnos para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid, en 1880 la revista cristiana e infantil El Amigo de la Infancia, editada en Madrid por Friederich (Federico) Fliedner Bertheau, publicó una partitura de Alma, cese tu dolor, aunque sin mencionar autoría, ni de música ni de letra. La tonada, que hasta hoy se desconoce el origen y la fuente, bien podría ser del mismo William I. Knapp o, incluso, de su esposa, Adeline Roberts. La probabilidad de que ésta fuera la tonada original es bastante factible. Dos importantes aspectos confluyen. Primeramente, que se editara en Madrid, pudiendo recoger la melodía más usada entre las iglesias de la capital. Y, segundo, que tanto Himnos para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid como El Amigo de la Infancia se imprimieran en la misma empresa de José Cruzado, en la calle Dos Amigos, 10. Este último dato invita a pensar que entre el Dr. Knapp y el misionero Fliedner existió una fluida relación, también himnológica.
Pero un detalle no menor nos sorprende: veintidós años después de la publicación de Alma, cese tu dolor en El Amigo de la Infancia, en 1902 la misma revista volvió a publicar el mismo himno, aunque esta vez con una melodía totalmente distinta. El cambio e intercambio de tonadas de manera aleatoria y según conveniencia era una práctica muy extendida en los siglos XIX y XX.
Con todo, la primera y más posible tonada original del Dr. Knapp aparecida en 1880 en El Amigo de la Infancia es la siguiente:
No obstante, cuando el popular Himnario Evangélico de los Hermanos de Plymouth (1873 y sucesivos) empezó a circular en España bajo el empeño editorial del misionero inglés Carlos E. Faithfull, en 1874 se incluyó el texto original del Dr. Knapp, Alma, cese tu dolor, Sin embargo, en otras ediciones de finales de siglo ya se introdujo definitivamente la modificación de Cabrera, Alma, basta de gemir, vinculándola a una melodía que apareció en el Himnario de la Iglesia Metodista Episcopal de México, editado en 1881. Así fue que la tonada Dix, de Conrad Kocher (1786-1872), fue la que predominó en España, muy lejos de la escogida originalmente por Knapp; aunque, en justicia, también es pertinente señalar que su himno nunca fue de los más entonados en el país.
Pero los vericuetos melódicos de Alma, cese tu dolor o Alma, basta de gemir llegaron hasta la recopilación bautista española en partitura de 1968 realizada por Joseph W. Mefford (1921-2005), Pere Puig Ballonga (1929-2016) y Samuel Rodrigo Mora (1918-1995): el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España. Paradójicamente, esta popular colección, heredera denominacional de las del Dr. Knapp, no recoge la letra de la versión original, sino la modificada por Juan Bautista Cabrera: Alma, basta de gemir. Pero la paradoja no solamente alcanza al texto escogido, sino que la melodía que se adjunta nada tiene que ver con alguna de las probables del siglo XIX ni con la que proponían las sucesivas ediciones del Himnario Evangélico de los Hermanos de Plymouth (Asambleas de Hermanos). La tonada Toplady, conocida en España por el himno Roca de la Eternidad, es la que escogieron los editores de la Junta Bautista de Publicaciones española, probablemente por una aleatoria adaptabilidad melódica e idoneidad músico-poética.
Sin embargo, el texto señera de William I. Knapp y, al mismo tiempo, el primer y original poema bautista en territorio español, también sufrió otra incongruencia histórica. Es muy probable que Alma, basta de gemir nunca se haya cantado en ninguna iglesia bautista española en todo el siglo XX. Entre los casi quinientos himnos que recoge el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España de 1968, parece factible que ninguna congregación haya prestado atención al texto del Dr. Knapp. Una rápida y sencilla investigación de campo entre creyentes bautistas de años, consultando si recordaban haberlo cantado, refuerza la sospecha. La totalidad ni siquiera sabía de su existencia.
3- Cantad alegres a Dios mortales todos por doquier
Sin entrar a desarrollar todos los minuciosos análisis que
conducen a la fijación académica del origen de la traducción del himno
denominado Salmo C, sí que es oportuno dejar constancia de lo
que sucedió con este popular canto. Al ojear las páginas de Himnos
para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid (1870) es relevante
preguntarse si el texto del himno número 18, Cantad alegres a Dios mortales
todos por doquier (Salmo
C),
pudo
ser obra del Dr. Knapp y si su poema fue, en realidad, la primera traducción
sobre la cual se generaron otras versiones.
Tradicionalmente, la autoría o traducción al castellano de Cantad
alegres a Dios mortales todos por doquier ha sido
adjudicada a Tomás José González de Carvajal (1753-1834), pero en
ningún himnario de la época en que vivió se encuentran vestigios del texto ni
de su autoría, aunque posteriormente se observan trazas sueltas en algunos
himnarios, también confundibles con otro himno suyo que tiene similar título. Ya
en su Historia
del Himno en Castellano, Cecilio McConnell se refiere a ello con una duda:
«El
muy conocido ‘Cantad alegres al Señor mortales todos por doquier’ se ha
atribuido a Carvajal, pero no es cosa segura el que él lo haya escrito, pues no
aparecen estos versos en el Salterio publicado en Nueva York», editado por
la Sociedad
Americana de Tratados de mediados del siglo XIX. Entonces, ¿quién
tradujo al castellano el canto identificado como Salmo C?
Volviendo al himnario de William I. Knapp, Himnos
para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid (1870), encontramos
en el número 18 una traducción del himno sin ningún dato del autor. No
obstante, veinte años más tarde, en el índice alfabético del Himnario
para uso de las Iglesias del Presbiterio de Andalucía (1890) aparece
adjudicado a ‘W. Knapp’. Este escueto dato ha inducido a pensar al doctorando
Josué Aguiar Rodríguez que el misionero y poeta norteamericano podría ser el
primer traductor del himno. Es decir, pese a que en el himnario que editó el
Dr. Knapp no desveló su autoría (ni la de otros cantos), por la relación y
comunión entre pastores de las primeras congregaciones de la época parece ser
que era sabido que William I. Knapp fue el escritor primario del texto. Por esta
razón quedó constancia su autoría en el Himnario para uso de
las Iglesias del Presbiterio de Andalucía de 1890.
Al parecer, el error de la adjudicación de la traducción del Salmo C a Tomás
José González de Carvajal provino del Himnario Evangélico de 1891 publicado
en Chile –el primero con partituras del país–, al anotar escuetamente a pie de
himno el nombre de Carvajal, tal vez confundiéndolo con otro de su pluma que
empieza de manera parecida: Cantad alegres al Señor, ahora. Por el
efecto copia, el error se difundió en otros himnarios hasta llegar a nuestros
días, con una falsa autoría que nada tiene que ver con la realidad.
Resiguiendo la pista inicial y dando por supuesto que la primera traducción del himno es del Dr. Knapp en su colección Himnos para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid de 1870, es interesante observar las distintas variaciones que otros autores han hecho sobre su texto, hasta dar con el que a día de hoy conocemos. Teniendo en cuenta que Juan Bautista Cabrera acostumbraba a cambiar o modificar los poemas de otros autores para, a su juicio, mejorarlos, sospechamos que su mano también intervino en el poema del Dr. Knapp. Y aunque en ningún momento deja su nombre bajo el himno, su poético y refinado dominio del castellano invita a pensar que fue él quien pudo intervenir en la mejora del texto. El siguiente cuadro permite tener una rápida perspectiva de la transformación que sufrieron los versos en castellano de Cantad alegres a Dios mortales todos por doquier (Salmo C). De William I. Knapp en 1870 a la modificación en el Himnario para uso de las Iglesias Evangélicas, coleccionado y en parte compuesto por Juan Bautista Cabrera, Pastor de la Iglesia de la Santísima Trinidad en Sevilla, en 1871.
La consolidación del texto en los distintos himnarios de la
época, tal y como lo conocemos hoy, se produjo en muy poco tiempo. Tras los
cambios aparentemente ejecutados por Juan Bautista Cabrera en 1871, en 1874 Himnos
para las Iglesias Evangélicas ya incluía el texto transformado y
consolidado, dándole aún más popularidad. Y tras ser incluido en muchas ediciones
hímnicas de los países hispanos, llegó hasta la colección bautista española denominada
Himnario
de las Iglesias Evangélicas de España, de 1968, con la
modificación atribuida a Cabrera. Y treinta y cinco años más tarde a Adoración
XXI.
Por lo tanto, se puede concretar que el texto primario de Cantad alegres a Dios mortales todos por doquier (Salmo C), es un poema de William I. Knapp, supuestamente transformado por Juan Bautista Cabrera, ya que en ningún himnario de la época llegó a constar como autor del mismo.
4- Más cerca, oh Dios, de Ti
Una de las traducciones más populares de este himno es la del pastor presbiteriano mexicano Vicente Mendoza (1875-1955). Así aparece en el Nuevo Himnario Evangélico publicado en Nueva York en 1915. No obstante, la adaptación del himno al castellano tuvo algunas vidas anteriores en la década de 1870, muy lejos en el tiempo de la traducción de 1915 de Mendoza. Y en ellas encontramos otra vez al primer misionero bautista en España, William I. Knapp, y su libro de cantos Himnos para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid de 1870. Allí es donde por primera vez y con el número 19 aparece una primera adaptación de Más cerca, oh Dios de Ti, aunque ni en el mismo himnario ni en posteriores colecciones nunca se indique su autoría. Pero como ya sucedió con otros himnos, la mano de Juan Bautista Cabrera se deja ver retocando o modificando el texto, o utilizándolo de base para una nueva adaptación. Y en este caso hay dos supuestos y una certeza: 1- que el primer intento de traducción o adaptación podría haber sido de William I. Knapp, supuestamente con la música que conocemos hoy; 2- que, aparentemente, Juan Bautista Cabrera podría haber tomado la primera línea de la traducción del Dr. Knapp y el argumento original en inglés desarrollando una nueva versión en 1878; y 3- que, tras la supuesta primera versión, Cabrera hizo una definitiva adaptación en 1887 con un texto que se incluirá en algunos himnarios españoles.
A ciencia cierta no sabemos si William I. Knapp tradujo al
castellano la primera versión del himno Más cerca, oh Dios, de
Ti. Pero
por su forma de proceder y escribir hay varios detalles que nos invitan a
suponer que él fue el autor primario. Comparándolo con el anterior himno del
anterior capítulo –Cantad alegres a Dios mortales
todos por doquier–, considerado de su autoría, hay algunos
paralelismos de cierta parvedad en el trato poético. Es evidente que el
castellano no era la lengua nativa del Dr. Knapp, por lo que es lógico pensar
que el texto descubra ciertas carencias léxicas, como sucede con el Salmo C. Al igual
que en el anterior himno, Knapp traza una línea argumental bien hilada, pero
sin la fluidez literaria y léxica de la lengua madre, lo que deja el texto bastante
ausente de altura poética.
Otro aspecto que invita a pensar que Más cerca,
oh Dios, de Ti es obra del Dr. Knapp tiene que ver con la
irrupción de su personalidad vivencial, teológica y contextual en el poema. En
el caso del Salmo C, en la última estrofa abandona el discurso
más o menos literal del mismo salmo para introducir su particular mirada: «Su santo
nombre bendecid, hoy en sus templos con loor, que Dios es bueno –repetid, e
inmutable su favor». Es evidente que este verso poco o muy poco tiene
que ver con la sucesión poética del Salmo 100; no obstante, el misionero
bautista se toma la libertad de aportar su grano de arena en bien, tal vez, de una
pedagogía de culto hacia su audiencia congregacional.
En el caso de Más cerca, oh Dios, de Ti no hace una
traducción literal del poema original en inglés, sino que toma el concepto de
cercanía con Dios para desarrollar una visión propia, donde la luz divina y la
aceptación de su voluntad en presente es su gran argumento. Por lo tanto,
abandona el texto original de Sarah Flower Adams (1805-1848) y su
alusión a Génesis 28:11-19, con el simbolismo del caminante que va al cielo, la
piedra de Betel, el sueño y el deseo de llegar a la patria celestial.
Otra de las razones que permite suponer que el texto que se
incluye en Himnos para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid de 1870 es
del Dr. Knapp, tiene que ver con que es el primer intento de traducción o libre
adaptación del himno Nearer, my God, to Thee, nearer to Thee! de Sarah
Flower Adams. Con anterioridad a 1870 no aparece en ningún himnario, por lo que
es posible que, al igual que hizo con la adaptación del Salmo 100, hiciera lo
mismo intentando una adaptación de Más cerca, oh Dios, de
Ti. Como
esmerado poeta y amante del canto congregacional, parece ser que el Dr. Knapp
quiso dejar constancia de dos de los himnos más bellos de su época.
Aunque las investigaciones históricas, sociológicas y
musicológicas puedan conducirnos a una hipótesis que podría ser bastante
cercana a la realidad sobre quien fue el traductor de Nearer,
my God, to Thee, nearer to Thee!, también es admisible
pensar que ya que Himnos para uso de la Iglesia Presbiteriana en
Madrid
fue el primer himnario donde apareció la primera traducción, también habrá que
reconocer el acierto de esa primera línea. El texto del poema sufrió muchas y
sucesivas variaciones hasta las versiones más aceptadas hoy, pero la primera línea,
Más
cerca, oh Dios, de Ti, permaneció inalterable, obra del primer traductor
en Himnos
para uso de la Iglesia Presbiteriana en Madrid de 1870. Supuestamente
de William I. Knapp.
Todas estas consideraciones sobre los himnos que tradujo o
adaptó el Dr. Knapp nos lleva a pensar qué más novedades podríamos encontrar
en los otros dos himnarios bautistas de su autoría desaparecidos de finales del siglo
XIX. Seguro que entre sus páginas surgirían bastantes sorpresas y, tal vez,
algunos eslabones himnológicos y musicológicos perdidos.
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Bibliografía:
http://josepmarclaporta.com/Baptistes-musica-hispan.html
© 2022 Josep Marc Laporta
Hola Josep, hace tiempo que no había podido pasar por aquí a leer tus más que interesantes posteos acerca de la historia de la himnodia evangélica. Quisiera comentar algo muy puntual: Hay, efectivamente, muchos himnarios y fuentes que afirman que "Voy al cielo, soy peregrino" apareció en los folletos de La Estrella de Belén (1867). Pues bien, habiendo revisado (gracias a tu amable gestión) los 16 opúsculos correspondientes, me he percatado de que en ninguno de ellos se publicó "Voy al cielo, soy peregrino". Hasta donde sé, la primera vez que apareció fue, justamente, en el himnario de 1870 de Knapp. Sin embargo, en el himnario de J. B. Cabrera de 1871, aparece vinculado con La Estrella de Belén y, curiosamente, en el mismo himnario aparece otra versión en castellano, más libre, del mismo himno: "Soy un pobre peregrino" (seguramente del propio Cabrera). Mi "hipótesis" es que "Voy al cielo, soy peregrino" es, en realidad, autoría de Knapp, y en el himnario de Cabrera de 1871 por error (perpetuado a partir de aquí) se vinculó con LEB. O bien, como ocurrió con otros himnos, en algún momento se aprovechó alguna de las tonadas que se publicaron en LEB para cantar "Voy al cielo, soy peregrino", pero esta opción me parece menos factible debido a razones métricas. O quizás hubo al menos un "folleto N°17" de LEB que no se ha conservado y donde se publicó, pero también me parece poco probable pues todas las fuentes hablan de 16 folletos (y son 16 los que se conservan en la Hemeroteca Nacional de México). En fin, es una posibilidad. Un abrazo desde un helado Santiago de Chile. Atte.
ResponderEliminarMuy interesante y valiosa tu aportación y descubrimiento, Cristian. Por lo que apuntas, hay sólidos indicios para dar vía a esta posibilidad. Es muy posible que de la pluma de Knapp nacieran otras traducciones/adaptaciones que por la desaparición de dos de sus himnarios, hemos perdido la pista. Tu comentario me aviva aún más otras muchas probabilidades, y 'Soy un pobre peregrino' es prueba de ello. Seguiremos las pistas... Un fuerte abrazo!
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