© 2021 Josep Marc Laporta
1. Vitalidad y culminación himnológica
2. Himnarios bautistas en castellano de la CBP
3. Músicos y compositores destacados en EUA
1- VITALIDAD Y CULMINACIÓN HIMNOLÓGICA
Las últimas ediciones de himnarios en EUA motivaron aún más a los compiladores. Tras el New Baptist Hymnal hubo una gran efervescencia
en la publicación de himnarios de distintas medidas y número de cantos. Muchos
editores vieron cómo se abría ante ellos un gran campo de acción; por una
parte, por la gran ascendencia teológica que podían tener y, por otra, por la
posibilidad de negocio e influencia que supondría. En el mismo año en que vio
la luz el New
Baptist Hymnal (1926), Robert Henry Coleman (1869–1946) publicó The Modern Hymnal, con 484 himnos. También la Woman's American Baptist
Home Mission Society editó Songs of Joy. En 1929, la Sunday
School Board of the Southern Convention publicó Select
Sacred Songs, con setenta
cantos. En
1932, Coleman publicó The
American Hymnal,
con sesenta y seis composiciones, cincuenta y una de ellas ya protegidas por
derechos de autor. La Junta Bautista del Sur mediante John Leonard Hill (1878-1964) sacó al mercado The Chapel Book, con 101 títulos. Más
tarde apareció Hymns
for Creative Living,
con 187 himnos y ocho piezas de música. Seguidamente,
en 1930 Harry Emerson Fosdick (1878-1969) publicó God of Grace and God of Glory.
En 1933 vio la luz Great Hymns of Worship
and Missions, compilado por Charles Arthur Boyd (n.
1878). Y más tarde salió Songs of Faith, una colección de tapa
dura con 307 cantos y un breve prefacio que anunciaba:
«Songs of Faith se presenta a las iglesias con
plena confianza de que satisfará todas las necesidades como un libro compacto y
de precio moderado para la escuela dominical y otros servicios y, al mismo
tiempo, será útil para muchas iglesias para reuniones de oración y servicios
religiosos.
Es claramente un libro selecto. Hemos tenido a nuestra disposición la gama completa del carácter musical deseado. Como resultado, contiene canciones elegidas únicamente de acuerdo a su disponibilidad para los diversos servicios de la iglesia».
Tres años después, producto de la misma editorial que publicó Songs of Faith, apareció Abiding Songs, con 173 cantos y una introducción que decía:
«Abiding Songs se presenta a las iglesias
para satisfacer la demanda de un pequeño cancionero que tenga la belleza
exterior y la calidad interior de un gran himnario de iglesia. Este libro
cumplirá adecuadamente con todos los requisitos de muchas congregaciones,
incluida la Escuela Dominical y las reuniones de los jóvenes.
El propósito del editor es magnificar la importancia de los himnos dignos y promover el buen canto en las iglesias. El avivamiento, por el cual estamos orando, vendrá con el poder del Espíritu Santo y sin duda acompañado de una gran música del evangelio. ‘Servid al Señor con alegría; venid ante su presencia con cánticos’».
En 1928 se
publicó un libro sobre cómo mejorar la música de iglesia: How to Improve Church
Music. Un
año después, Isham Emmanuel Reynolds (1879-1949) siguió los mismos pasos con
Ministry
of Music in Religión,
que era una ampliación de un volumen anterior, A Manual of Practical
Church Music.
Tanto Reynolds como Ernest Orlando Sellers (1869-1952), ambos editores, abogaban por un enfoque más reflexivo del
canto, aludiendo que no era el caso de muchas congregaciones. Sellers declaró
que «un
buen canto sagrado será emocionalmente serio, educativo y eficaz». Y aconsejó que «los himnos
seleccionados deben tener valor literario. Deben decir la verdad y ser dignos
de la casa y el culto a Dios tanto en el tema como en el escenario musical».
Ambos sirvieron en
un comité designado en 1925, justo antes del New Baptist Hymnal, para examinar de qué
manera mejorar la música en las iglesias bautistas del Sur. Reynolds, que era el
presidente del comité, entregó un informe a la reunión de 1926 de la Convención
con estos inexorables puntos:
«Que insistamos en que los himnos deben, en
su idioma, llevar la verdad religiosa expresada en términos simples pero
adecuados;
Que exhortemos a que la música se ajuste al
himno, sea reflexiva y de carácter reverente, no meras melodías de plantilla o
lo que podría llamarse tonterías musicales;
Que instemos a nuestros pastores e iglesias a tener mayor cuidado en la selección de himnarios y otras músicas, desde el punto de vista literario, musical, doctrinal y práctico».
En A Manual of Practical
Church Music,
Reynolds examinó la situación en las iglesias con pesar:
«El canto congregacional se encuentra en la peor situación de todas. Ello priva a la música de iglesia de uno de sus factores más vitales. La música es, en gran parte, de un tipo más ligero, parte de la cual carece de carácter y no promueve un espíritu de reverencia y adoración. En muchas de nuestras iglesias se están descuidando los grandes y antiguos himnos estándar y, en consecuencia, están cayendo cada vez más en desuso».
Y en 1935,
aparentemente apoyando el conocido y popular New Baptist Hymnal, el mismo Reynolds criticó
la limitada capacidad de la Junta sureña ante la baja calidad de los himnos:
«La denominación no es responsable de la música barata que se usa en las iglesias, porque espléndidos himnarios y cancioneros respaldados por la Junta de la Escuela Dominical están disponibles. Aunque, negativamente, la denominación es responsable debido a su negligencia e indiferencia en inducir a las iglesias a comprarlos. La parte lamentable de todo el asunto es que maestros de escuelas de canto y editores de cancioneros sin escrúpulos se aprovechan de las iglesias desprevenidas para vender sus libros y obtener así ganancias personales y financieras».
Y en la
Convención de 1938 volvió a puntualizar, aunque con consideraciones
aparentemente más constructivas:
«Recomendamos que se solicite a la Sunday
School Board que incorpore, cuando sea posible, en sus diversos programas de
adoración himnos seleccionados del New Baptist Hymnal por número y título.
Apoyamos la edición revisada del New Baptist
Hymnal con todas sus mejoras y lo recomendamos a las iglesias de esta
Convención.
Aunque consideramos que valdría la pena, no
nos preocupa principalmente la mejora del texto del himno y la melodía
únicamente con fines culturales. Definitivamente estamos preocupados por lo
siguiente: ¿Los himnos que usamos y la materia en que los usamos contribuyen al
desarrollo espiritual de nuestro pueblo?
Necesitamos darnos cuenta de que debe haber una nota más vertical en la música de la iglesia y menos una tendencia horizontal; que la música que ayuda a la adoración es la que encuentra el corazón y no los pies. Al poner nuestros mejores esfuerzos en la tarea de ganar almas será bueno recordar que John Wesley encontró su mayor aliado en la Biblia, en los himnos de su hermano Charles».
Otro de los
himnarios que apareció en 1935 fue Songs of Victory, una colección muy bien
encuadernada con 109 himnos. En el prefacio escrito por el secretario ejecutivo y tesorero
de la Sunday
School Board,
T. L. Holcomb, y por Baylus Benjamin McKinney (1886-1952), se explica la pretensión de la edición:
«Songs of Victory se ofrece a las iglesias
principalmente para ayudar a promover la evangelización. Es muy alentador notar
el creciente interés en ganar a los perdidos para Cristo en todo el territorio
de la Convención Bautista del Sur.
Este libro contiene himnos, canciones evangélicas y coros que creemos que nuestra gente disfrutará cantando. Es económico y cada iglesia que esté planeando un avivamiento debe comprar una cantidad suficiente para fomentar el canto congregacional. Si bien el costo será pequeño, los beneficios espirituales serán grandes cuando a cada organización de la iglesia se le proporcione una gran cantidad de Songs of Victory».
En 1949 nació el himnario más significativo por su calidad y unificación de las congregaciones de la Convención Bautista del Sur. Con 503 himnos y editado por
McKinney, The
Broadman Hymnal fue
un importante paso adelante al ser elaborado por músicos a tiempo completo
dentro de programas específicos para toda la Convención sureña. La realidad es
que tuvo un éxito desconocido hasta aquel momento. The Broadman Hymnal se convirtió en un
título popular, moderno y estadounidense. Con el tiempo, este famoso himnario
traspasó los círculos bautistas alcanzando su setenta y una edición en 1977 con
un renovado The
New Broadman Hymnal, en
el que se hizo una importante adición con una selección de coros en la parte
final, donde se recogen, entre otros, extractos del oratorio La crucifixión de Stainer o el Aleluya de El Mesías, de G. F.
Haendel. Indudablemente, esta adición iba dirigida a los coros de las iglesias
que, además de colaborar en la dirección congregacional, presentaban números
especiales.
En 1941, The Norhern Baptist Convention, en colaboración con Disciples of Christ editó Christian Worship: A Hymnal. En 1945 y 1946 aparecieron Look and Live Songs y Songs of Life. En 1954 salió Crusade Songs, con 150 cantos. Y en 1956 llegó el flamante Baptist Hymnal, tras el nombramiento de treinta y siete personas que trabajaron intensamente en un comité preparatorio. El trabajo de este equipo se aprecia en el equilibrio de escritores, con veintiún cantos de Crosby, diecinueve de Wesley, diecisiete de Watts, quince de Mckinney y diez de Bliss; así como melodistas, con veintidós de Mason, diecinueve de McKinney, catorce de Doane y doce de Bradbury. Y, más tarde, en 1964 Reynolds editó Christian Praise, que posteriormente se retitularía como Christian Praise Hymnal: un himnario que se abrió a un mercado más amplio, más allá de los Bautistas de Sur.
Hasta llegar al Baptist Hymnal de 1956 –el himnario de referencia por excelencia del que se harían subsiguientes reediciones y ampliaciones: 1975 y 1991– y al primer Himnario Bautista completo en castellano que publicara la Casa Bautista de Publicaciones de El Paso en 1978, los himnarios denominacionales pasaron por un largo camino de compilación, selección y sinopsis entre miles de cantos e himnos. Fue un largo y complejo proceso hasta alcanzar un corpus himnológico más o menos equilibrado y objetivo en que los gospel songs y los himnos convencionales y noveles compitieron para establecer un sumario útil en la alabanza congregacional. Y aunque posteriormente aparecerían nuevas y renovadas ediciones, la edición de Baptist Hymnal de 1956 supuso la primera armonización himnológica de un largo pasado en un mudable presente. No obstante, en 1977 llegó The New National Baptist Hymnal, del cual las repetidas versiones que se hicieron alcanzaron el siglo XXI, con la 21st Century Edition. Sin embargo, el cambio de ciclo adoracional que empezó a surgir en los años 60 y 70, con la llegada de la música pop a las iglesias, los nuevos cantos, las nuevas formas de adoración y también la retroproyección de los textos en las pantallas, hizo que la edición himnológica de la denominación se viera seriamente afectada. Aunque con otros parámetros y características diferentes, hubo un cierto retorno al aire musical y textual de los camps meeting. La teología pentecostal, la música pop juvenil y la industria asociada de edición y difusión transformaron la percepción musical y adoracional de muchas iglesias. Todos estos cambios fueron una frontera sociohimnológica entre pasado y futuro, un antes y un después histórico de gran calado que no sólo afectaría a Norteamérica sino a todo el planeta.
2- HIMNARIOS BAUTISTAS EN CASTELLANO DE LA CBP
Circunscritos
aún en los Estados Unidos de América, hay que remarcar que la Casa Bautista de
Publicaciones de El Paso, Texas, tuvo una importante contribución a la
himnología bautista en los países hispanos. Constituida en 1905, la CBP
–actualmente Editorial Mundo Hispano– es la publicadora evangélica de habla
castellana más antigua del mundo. Y aunque la revolución tecnológica y los
vertiginosos procesos informáticos y de comunicación recientes han afectado su
puntera posición en el mercado hispano, obligándola incluso a vender las espaciosas
instalaciones que durante 84 años disfrutaba para trasladarse a otras más
adecuadas a las obligaciones presentes, la CBP ha seguido manteniendo su valor
editorial.
Jones Edgar
Davis y Mary Gamble Davis, estadounidenses provenientes de Moberly, Missouri,
fueron nombrados como misioneros a México en julio de 1904. Con 455 dólares que
habían llevado para comprar una pequeña prensa, una guillotina y una pequeña
cantidad de tipos, instalaron un sencillo equipo en la cocina de casa. Poco
después comenzaron a imprimir tratados y otras publicaciones de medidas
medianas. Más tarde, al recibir encargos para imprimir material para las escuelas
dominicales –El Expositor Bíblico y Nuestros Niños–, fue cuando dieron nombre a
la nueva editorial: la Casa Bautista de Publicaciones, que posteriormente se
instalaría en El Paso, Texas.
Junto al
material pedagógico para las iglesias hispanas, también editaron libros
teológicos y de pensamiento cristiano. Sin embargo, desde 1947 empezaron a
imprimir los primeros pequeños himnarios, con Adelante Juventud, 1 y 2 (1947); Preludios celestiales (1951); Adelante juventud, 3 y 4 (1953); Cánticos de Gozo e Inspiración (1953); Voces de júbilo (1955); Ecos de victoria (1956); Dúos, Tríos y Cuartetos (1958) y Melodías de Bendición (1960), todos recopilados por Roberto Carlton
Savage (1914-1987), con un total de unos
50-60 cantos por edición. Muchos creyentes descubrieron en los cancioneros
nuevas composiciones como Al amparo de la roca, ¿Para qué pecar?, Soy la triste
oveja, ¡Cuán grande es Él!, La mañana gloriosa, Hay bálsamo en Cristo, Tierra
de Palestina
o ¡Qué
bella historia! Junto
a ellos es destacable El
Nuevo Himnario Popular (1955), que con casi
cuatrocientos himnos se convirtió en la primera apuesta por un himnario común
para las iglesias hispanas.
La figura de Roberto C. Savage (1914-1987) es trascendental por su gran contribución a la música bautista en castellano como compilador y arreglista, aportando nuevas composiciones e innovando la himnología hispana. Savage nació en Barron, Wisconsin, el 30 de abril de 1914 y fue hijo de un ministro bautista. Asistió al Wheaton College, donde se graduó en 1938 con especialización en Biblia. Mientras estudiaba en Wheaton conoció a su futura esposa, Wilda Johnson. Se casaron en septiembre de 1938. Después trabajó como pastor asistente en la Metropolitan Baptist Church de Washington, D.C., posteriormente se convirtió en pastor de la First Baptist Church en Romeo, Michigan, y luego fundó la First Baptist Church de Washington, también en Michigan.
Años más tarde, en 1942, partió como misionero con la Misión de la Alianza Evangélica (TEAM), primero a Pamplona de Colombia para un período de estudio del idioma y luego sirviendo como evangelista en Chinacota. En 1944, frustrado por la falta de progreso en Colombia, se mudó a Quito, Ecuador, para trabajar como director de programas en la estación de radio HCJB. Más tarde pasó a ser miembro de la junta directiva, director de sección y, finalmente, vicepresidente. Savage también fue nombrado director de Juventud para Cristo en Ecuador en 1945, y posteriormente se convirtió en vicepresidente de la misma entidad en América Latina. Ocupó estos cargos simultáneamente con su trabajo en HCJB. Entre 1954 y 1966 desempeñó un ministerio como vicepresidente de la World Radio Missionary Fellowship, escribiendo finalmente un libro sobre su tiempo de misionero en Ecuador: At your orders, Lord! Tras su retiro de HCJB en 1969, regresó a los Estados Unidos donde fue pastor de la Baptist Church Dalton en Muskegon, Michigan, permaneciendo en este ministerio durante ocho años, sirviendo también en otras congregaciones. Falleció en noviembre de 1987.
Aunque en algunos tramos de su vida el trabajo misionero y pastoral de Savage aparentemente poco tuvo
que ver con la música, su prolífico ministerio radial en Ecuador y la notable
capacidad musical que disponía, especialmente armonizando, traduciendo y arreglando melodías
y textos, fue un gran tesoro del cual gozaron las iglesias hispanas en el pasado
siglo. Una de las ediciones más importante de la Casa Bautista de Publicaciones
de El Paso –antes de aparecer el Himnario Bautista en 1978–, fue El Nuevo Himnario
Popular,
en 1955, cuya primera edición de letra llegaría más tarde, en 1967. En su elaboración
participó Roberto C. Savage, quien posteriormente también sería el compilador
de Himnos
de Fe y Alabanza,
editado por Singspiration, Inc. –división editorial de los bautistas del Norte– en 1966. Sin duda, la abundancia y diversidad ministerial
de Savage fue muy apreciada y servida.
En El Nuevo Himnario Popular –en realidad el primer himnario bautista de la CBP para el mundo hispano– apareció redactado el corpus medular del culto de adoración cristiano sustentado por la Convención Bautista del Sur. Una foto fija que descubre claramente la posición teológica y cúltica de la adoración bautista norteamericana de mediados del siglo XX y que, tanto teológica como cultural y sociológicamente, en buena parte transfirió a los países de habla hispana. Esta es la propuesta de culto de El Nuevo Himnario Popular:
I. LA ALABANZA EN LA ADORACIÓN
PRELUDIO
INSTRUMENTAL. Órgano, piano, etcétera. Ayuda a preparar a los concurrentes para
la iniciación del culto público a Dios. Sirve de ambiente musical de reverencia
para los que meditan, leen sus Biblias, oran, etcétera.
APERTURA
DEL CULTO. Esta puede ser una apertura coral, como el ‘Hosanna’, Nº 2; o una
estrofa de ‘Santo, Santo, Santo; etcétera. Algunos pastores saben leer un par
de versículos que glorifican el nombre de Dios, tal como en la Lectura
Antifonal Nº 13, versículos 1 y 2. Algunos grupos corales saben entrar como en
procesión, cantando una estrofa o coro apropiado como lo es el del himno Nº 4.
Es muy conveniente variar estas aperturas.
INVOCACIÓN.
Momentos breves de oración en que se pide al Señor su presencia y que acepte la
alabanza y la adoración que la iglesia se propone rendirle. El órgano puede
tocar muy suavemente alguna música, hasta que el pastor llegue al final de su
oración, omitiendo el ‘amén’ para que lo cante el grupo coral.
AMÉN
CORAL. Generalmente algún ‘amén’, como el ‘Dresden’ Nº 384, puede usarse.
HIMNO CONGREGACIONAL DE ADORACIÓN. Este debe ser un himno que desde el principio mismo de la reunión corrobore y acondicione los corazones para recibir el sermón.
II. ESCRITURAS Y ORACIÓN EN LA ADORACIÓN
UNA
LECTURA BÍBLICA. Esta puede ser en forma antifonal entre el pastor y la
congregación, o el coro y la congregación, o puede hacerla el pastor
únicamente, o variarla según se crea conveniente. Esta es la oportunidad en que
los creyentes oyen la Palabra de Dios, quien les habla directamente.
LA
DOXOLOGÍA MENOR. Podría ser el ‘Gloria Patri’, Nº 388 entonado por la
congregación o por el coro solamente. Es la expresión que glorifica a Dios por
su preciosa palabra.
ORACIÓN
PASTORAL O MATUTINA. En esta oración el pastor de la iglesia eleva la expresión
verbal de la alabanza, glorificación, súplica, intercesión, etcétera, del
pueblo de Dios que habla directamente con Él.
RESPUESTA
CORAL. Momento en que el coro expresa en nombre de todos el deseo de que Dios
considere la oración recién pronunciada para prosperarla según sea su santa
voluntad.
HIMNO CONGREGACIONAL ALUSIVO AL SERMÓN. Este, como todos los demás himnos, debiera contribuir al sentir y propósito del sermón.
III. NUESTRAS DÁDIVAS EN LA ADORACIÓN
DEDICACIÓN
DE LAS DÁDIVAS. El coro puede cantar alguna estrofa adecuada al momento de las
ofrendas, como por ejemplo la primera estrofa del himno Nº 84. O bien todos
pueden cantar la Doxología Mayor Nº 389.
ORACIÓN
DEDICANDO LOS DIEZMOS Y LAS OFRENDAS. Después de la oración se reciben las
dádivas de vida, y enseguida se procede a reunir las ofrendas dedicadas al
Señor como expresión de adoración.
OFERTORIO INSTRUMENTAL. Esta música instrumental debe ser reverente y conducir a la congregación al ambiente de adoración que se experimenta en la presentación de las dádivas al Señor.
IV. MANÁ DIVINO EN LA ADORACIÓN
MÚSICA
ESPECIALMENTE PREPARADA. Esta música también debe ser seleccionada de acuerdo
con el tema del sermón e interpretada por el coro, o por algún grupo musical
más pequeño, o por algún solista, etcétera.
SERMÓN.
A cargo del pastor o de otro predicador.
HIMNO
DE DECISIÓN. Invitación a los nuevos creyentes cantado por la congregación o
por el coro.
ORACIÓN
DE CLAUSURA.
BENDICIÓN
CORAL. Por ejemplo: la primera estrofa, sin el coro, del himno Nº 146, o de
otro himno.
POSTLUDIO INSTRUMENTAL. Música más movida, plena de gozo y satisfacción por haber tenido la experiencia de la adoración en el día del Señor.
Este denso
corpus cúltico –reproducción literal del modelo de adoración de la Convención
Bautista del Sur– pretendió ser trasplantado a las iglesias hispanas. Sin
embargo, en muchos casos no fue asumido íntegramente. Una cierta reducción o
adelgazamiento se dio en la mayoría de las congregaciones. Muchas, como fue el
caso de las iglesias bautistas españolas, optaron por un orden más conciso y
condensado:
1- Preludio
2- Himno
3-
Oración
4-
Himno
5- Canto
especial por el coro o por otra agrupación musical
6-
Lectura bíblica
7-
Sermón
8-
Interludio
8-
Himno y ofrendas
9-
Oración
10- Postludio
Retomando la
figura de Roberto C. Savage, es necesario destacar su importancia y trascendencia
ministerial en los años expansivos de la CBP y de la himnología hispana, así
como en otras editoriales. Como anteriormente apunté, en 1966 fue el compilador
de Himnos
de Fe y Alabanza,
editado por Singspiration, Inc., un himnario que dejaría una huella imborrable
en las congregaciones hispanoamericanas. En el prefacio, Savage afirmaba:
«Durante dos décadas hemos soñado con un
himnario de esta índole. Tenemos la firme convicción de que los 375 himnos y
coros que componen este libro son los mejores que se encuentran en la
himnología española. Más de cien de ellos nacieron en los corazones de hermanos
cristianos latinoamericanos y así hemos podido combinar los himnos predilectos
que han venido de Europa y Norteamérica con una selección preciosa y extensa de
las canciones espirituales que pertenecen al mundo hispanoamericano.
A través de los años hemos observado cuidadosamente cuáles son los himnos favoritos de los radioescuchas de La Voz de los Andes, en Quito, Ecuador. Miles de cartas llegan cada año solicitando los cantos que los oyentes de dicha emisora más aman. Así, hemos basado nuestra selección mayormente en reconocimiento de los himnos preferidos de la comunidad evangélica de la América Latina, pero desde luego, también hemos añadido otros que son nuevos para casi todos».
Además de Adelante Juventud, 1 y 2 (1947); Preludios celestiales (1951); Adelante juventud, 3 y
4 (1953); Cánticos de Gozo e Inspiración (1953); Voces de júbilo (1955); Ecos de victoria (1956); Dúos, Tríos y Cuartetos (1958) y Melodías de Bendición (1960), en 1973 Roberto C. Savage volvió a reunir toda
una serie de cantos –unos hímnicos y otros más breves– que había ido
recopilando en los últimos años de su ministerio radial en Ecuador. Según él
mismo declaró: [Favoritos Juveniles] reúne los himnos y coritos más populares entre
la juventud latinoamericana». Y con estas palabras introducía la nueva edición:
«No es fácil analizar las preferencias
juveniles en la esfera musical, siendo que algunos grupos se inclinan a cierto
estilo de música, mientras otros tienen parcialidades muy diversas.
Hemos procurado seleccionar las expresiones musicales que llenan los corazones de los jóvenes cristianos del más alto grado de gozo e inspiración al elevar sus voces a nuestro Rey Soberano en alabanza y adoración, y así tenemos la plena confianza de que esta colección verdaderamente representa los Favoritos Juveniles».
En Favoritos Juveniles se pueden encontrar algunos de los denominados ‘coritos’ que a mediados del siglo XX surgieron con fuerza entre la juventud de las iglesias, en cierta manera perpetuando la estela de las canciones de los Camp Meetings: estribillos sin estrofas muy popularizados en Norteamérica en el siglo XIX. Algunos de aquellos ‘coritos’ muy pronto se difundieron con éxito en España: Hay una senda que el mundo no conoce, Solamente en Cristo, Yo tengo gozo en mi alma, La Iglesia sigue caminando, Contento estoy en mi corazón, No hay Dios tan grande como Tú, Si no hubiera sido por el Señor, Yo sé que Cristo siempre me ayudará, ¡Marchad, oh juventud!, Cristo es la peña de Horeb, Yo vivo, Señor, porque Tú vives, Sólo el poder de Dios, He decidido seguir a Cristo o Alabaré, alabaré a mi Señor.
Sin lugar a dudas, la obra de Roberto C. Savage es inmensa por su volumen, pero sobre todo
lo es por su trascendencia himnológica y sociológica en los países hispanos. Mas
la realidad es que todos los himnarios en los que Savage intervino fueron precursores
del Himnario
Bautista
que en 1978 la Casa Bautista de Publicaciones editaría y distribuiría. Eduardo
Nelson G., como editor general, dejó en la introducción las razones de la
edición:
«Este himnario es la culminación de un sueño. Durante años, los líderes de diversas convenciones bautistas han expresado su deseo de contar con un himnario nuevo que supliera las necesidades actuales en lo que a adoración, evangelismo y extensión de la iglesia se refiere. La oración del editor es que éste sea tal himnario».
El Himnario Bautista usó como fuente dos compilaciones.
Por una parte Himnos
Selectos Evangélicos,
muy difundido en Sudamérica, especialmente en el Cono Sur, y que a principios
de los años treinta Ambròs Celma, secretario de la obra bautista, adoptaría
como referencia himnológica en España. Y, por otra, el Nuevo Himnario Popular que la misma Casa
Bautista de Publicaciones había publicado en 1955 en un primer impulso himnológico
hacia el mundo hispano. En el prólogo del Himnario Bautista se observa la
importancia teológica e inspiracional del canto que sus editores sostenían: «Los himnos inculcan
tantas hermosas enseñanzas, que podemos valernos de ellas para fortalecer nuestra
fe, siempre que éstas vayan de acuerdo con las Sagradas Escrituras».
La edición de
este himnario de 1978 tuvo una gran repercusión entre las iglesias hispanas del
continente americano y, aunque en menor medida, también en España. En su
preparación contó con sondeos tipo encuesta en diferentes países latinoamericanos
para determinar los himnos que más se cantaban. Y asimismo se llevaron a cabo
diversas reuniones del Comité Consultivo dentro de los Estados Unidos,
patrocinado por la Junta de Misiones Domésticas de la Convención Bautista del
Sur y la Convención General Bautista de Texas. Después de las reuniones del
Comité y de estudiar las encuestas, Eduardo Nelson G., como editor general,
realizó una extensa gira por América Latina para validar los resultados,
entrevistando a pastores y otros líderes denominacionales. Asimismo, Nelson escribió un libro claramente instructivo:
El Himnario Bautista de 1978 fue la consumación de un proyecto recopilatorio que contó, entre otros, con la asistencia de Adolfo Robleto (1917-1994), William J. Reynolds (1920-2009), Arnoldo Canclini (1926-2014) y Cecilio McConnell (1913–2007). Precisamente Harry Cecil McConnell fue el autor de tres importantes libros de la musicología e himnología hispana: La historia del himno en castellano editado en 1963, con una posterior revisión y ampliación en 1987; Conozcamos nuestro himnario en 1983; y Comentario sobre los himnos que cantamos en 1987.
3- MÚSICOS Y COMPOSITORES DESTACADOS
Aunque constituida y asentada sobre las líneas maestras del protestantismo y evangelicalismo norteamericano, la música bautista estadounidense tuvo una cierta personalidad. La denominación gozó de compositores de himnos, instrumentistas, editores, compiladores y músicos en general que influyeron en el bien común de la fe. La lista sería demasiado larga como para describir todas sus composiciones y obras, pero nombres como McKinney, Lowry, Butler, Bradbury, Kaiser o Doane son algunas de las más notables referencias bautistas de quienes brevemente me referiré con una de sus composiciones que en castellano sea más conocida o representativa.
William B. Bradbury (1816-1868), director musical de las iglesias bautistas de Brooklyn y Nueva York, y compilador de varias colecciones
importantes de cantos congregacionales y para coros de adultos y jóvenes, como
The Young Choir, fue el autor de la música de una de las composiciones
bautistas más famosas y, al mismo tiempo, menos conocida fuera de los Estados
Unidos: He
Leadeth Me
(Me guía Él con tanto amor). Bajo texto de Joseph
Henry Gilmore (1834-1918), pastor bautista de la Second Baptist Church en
Rochester, New York, Bradbury dio forma musical a unas íntimas palabras de
confianza en el Eterno. Adaptada al castellano por Epigmenio Velasco (1880–1940), éste es el texto de la primera estrofa y
el coro:
Me
guía Él, con cuánto amor,
me
guía siempre mi Señor;
En
todo tiempo puedo ver,
con
cuánto amor me guía Él.
Me guía Él, me guía Él,
con cuánto amor me guía Él.
No abrigo dudas ni temor,
pues
me conduce el Buen Pastor.
https://www.youtube.com/watch?v=rpYM6Et_hVY
Robert Lowry (1826-1899) fue un músico bautista que muy pronto asumió responsabilidades eclesiales. A la edad de diecisiete
años se unió a la First Baptist Church de Filadelfia y rápidamente se mostró
muy activo como maestro de escuela dominical y corista. Con veintidós años se
entregó al ministerio cursando estudios en la Universidad de Lewisburg,
Pensilvania, y con veintiocho se graduó con los más altos honores. Fue pastor
en West Chester, Pensilvania, en la ciudad de Nueva York, en Brooklyn y en
Lewisburg, Pensilvania. Pero entre otras responsabilidades como ser sucesor de
Bradbury, a Lowry se le conoce por ser el compositor de algunos himnos de
estilo muy popular. Shall we gather at the river? (Nos veremos en el río) y Nothing but the blood
of Jesus (¿Qué me puede dar
perdón?) son
dos de los más destacados. Con traducción de H. W. Cragin (1885-1947), la primera estrofa de este último himno
dice así:
¿Qué
me puede dar perdón?,
sólo
de Jesús la sangre.
¿Y un
nuevo corazón?,
sólo
de Jesús la sangre.
Precioso es el raudal,
que limpia todo mal.
No hay otro manantial,
sólo de Jesús la sangre.
https://www.youtube.com/watch?v=BYjhGeAIG6k
William Howard Doane (1832-1915), también sucesor de Bradbury, fue fabricante, inventor, escritor de himnos, director coral, líder denominacional y filántropo. Y aunque se crió en un hogar presbiteriano, de estudiante en la Woodstock Academy empezó a congregarse en una iglesia bautista, comprometiéndose de por vida en varios de sus ministerios. En el ámbito musical, Doane compuso unos 2.300 himnos y editó cuarenta y tres colecciones de cantos; sin embargo es conocido como el más estable colaborador de Fanny Crosby, escribiendo la música de unos 1.500 poemas de Crosby.
Fanny
Crosby (1820-1915), que se quedó ciega a las
pocas semanas de nacer, es considerada la principal compositora de finales del
siglo XIX y una de las más prolíficas y apreciadas, con más de 9.000 himnos en
su haber. Durante su vida, Crosby asistió y fue miembro activo de diversas
iglesias: metodistas, episcopales, congregacionalistas, bautistas, y de otras
denominaciones cristianas. Entre otras muchas cooperaciones entre Crosby y Doane,
en 1875 este último musicó una de sus poesías más conocidas: To God be the glory,
great things he hath done (A
Dios demos gloria), que
años más tarde, en 1977, obtendría la traducción de Adolfo Robleto (1917-1994). La primera estrofa y el coro dice así:
A Dios
demos gloria, pues grande es Él;
su
amor es inmenso y a su Hijo nos dio:
quien
fue a la cruz do sufrió muerte cruel,
y así
de los cielos las puertas abrió.
Dad loor al Señor, oiga el mundo su voz;
dad loor al Señor, nos gozamos en Dios.
Vengamos al Padre y a su Hijo Jesús,
y démosle gloria por su gran poder. Amén.
https://www.youtube.com/watch?v=-15v9iworAU
Philip Bliss (1838-1876) fue un poeta y autor de himnos que en su infancia quedó impactado por la música. Muy pronto desarrolló un
irresistible deseo por este arte, escuchando con deleite a sus padres cuando
era niño, cantando con ellos. Vio el primer piano cuando tenía unos diez años. Un
día, en su pueblo natal, cuando pasaba por delante de una casa, escuchó la
música más dulce de su vida. La puerta estaba entreabierta, sintiéndose irresistiblemente
atraído por los dulces sonidos que salían de su interior. Iba descalzo, entró
sin ser visto y se quedó en la puerta de la habitación escuchando, extasiado,
mientras una joven tocaba el piano. Cuando ella dejó de tocar, él exclamó: «Oh, señora, toque un
poco más».
Ella, entre sorprendida y asustada, viéndole descalzo, no muy bien vestido y
sin apreciar que su tierno corazón había sido tan tocado por la música, lo echó
afuera de malas maneras. No obstante, los recuerdos de aquellas armonías pianísticas
que le parecieron tan celestiales, nunca se desvanecieron.
Con tan sólo doce años hizo profesión pública de fe, para posteriormente
ser miembro de una iglesia bautista cerca de donde vivía. En unos pocos años
sus capacidades musicales crecieron a la par de su gran sensibilidad, y también
de su compromiso de servir a Dios con la música y el canto. Hasta que un día,
en una convención de iglesias conoció a quien sería su gran referente, William
B. Bradbury, quien le animó a seguir con un ministerio musical, cantando y
componiendo. Cargado con un melodeón, fue profesor de música itinerante por
distintos pueblos, enseñando sus himnos. Más tarde entró en contacto con el
evangelista Dwight Lyman Moody (1837-1899), con quien tuvo
oportunidades de colaborar en sus cruzadas como cantante misionero. Bliss fue
muy admirado por sus contemporáneos, tanto por su agradable voz como por sus himnos.
A lo largo de los años, su gran sensibilidad poética y melódica tocó muchos
corazones. Uno de sus himnos más conocido es Sing them over again to me, Wonderful
words of life (Oh,
cantádmelas otra vez!, bellas palabras de vida), texto de encomio bíblico que Julia A.
Butler (1857-1940) versionaría en una muy
conocida traducción al castellano.
¡Oh, cantádmelas otra vez!
bellas palabras de vida.
Hallo en ellas consuelo y paz,
bellas palabras de vida.
Sí, de luz y vida,
son sostén y guía.
¡Qué bellas son, qué bellas son!,
bellas palabras de vida.
¡Qué bellas son, qué bellas son!,
bellas palabras de vida.
https://www.youtube.com/watch?v=l0PNiGP0lpk
Howard Benjamin Grose (1851-1939) fue uno de los editores de The Endeavor Hymnal (New York, 1902), precisamente el himnario
donde apareció por primera vez uno de sus himnos más conocidos y
representativos, también del tipo de composición de la época: Give of your best to
the Master
(Da lo mejor al Maestro). Pero, en realidad, Grose
fue ministro bautista, sirviendo en la First Baptist Church de Poughkeepsie,
Nueva York y en la First Baptist Church de Pittsburgh, Pensilvania. Sin embargo
también tuvo otras muchas dedicaciones, como presidente de la Universidad de
Dakota del Sur, enseñando historia en la Universidad de Chicago, editor
asistente de The Watchman en Boston, Massachusetts, y secretario editorial de
American Baptist Home Mission Society. Pero una de sus ocupaciones más
perdurables fue ser editor de la revista Missions durante 23 años. Mas, como ya
apunté, fue el letrista de Give of your best to the Master (Da lo mejor al Maestro), con la melodía de Charles
Francis Barnard (1808-1884). Su primera estrofa y
coro narra:
Da lo mejor al Maestro,
tu juventud, tu vigor;
dale el ardor de tu vida,
del bien luchando en favor.
Cristo nos dio el vivo ejemplo
de su pureza y valor.
Da tu lealtad al Maestro,
dale de ti lo mejor.
Da lo mejor al Maestro,
tu juventud, tu vigor.
Por la verdad lucha siempre,
que va contigo el Señor.
https://www.youtube.com/watch?v=v6qx1AwrtN8
George Coles Stebbins (1846–1945) fue un importante compositor que, como sucedió con otros compositores de góspel de finales del siglo XIX, la
popularidad de varias de sus melodías quedó perpetuada por quedar incluidas en
la serie Gospel
Hymns. La
larga vida de Stebbins le permitió desempeñar cargos como director musical en
iglesias bautistas de Chicago y Boston, también ayudando a Dwight L. Moody e
Ira D. Sankey en sus reuniones evangelísticas y sucediendo a Sankey como
director musical en la Conferencia Bíblica Northfíeld, Massachusetts. Y aunque Stebbins
comenzó a perder la audición muy pronto, retirándose del ministerio
evangelístico en 1908, continuó escribiendo himnos hasta prácticamente el final
de sus días. Una de las melodías que mejor le representan es Praise Him All the
Time! (Cristiano, alaba a tu Señor), con letra de Edward Payson
Hammond (1831-1910) y traducción al
castellano de Isabel Lawrence (1861–1922). La primera estrofa y
coro dice así:
Cristiano, alaba a tu Señor,
proclama sus bondades.
Anuncia a todos su favor,
su gracia y sus verdades.
Alaba siempre,
alaba al Salvador.
Canta, ¡oh! canta
la historia de su amor.
https://www.youtube.com/watch?v=KamutG8Htu0
Baylus Benjamin McKinney (1886-1952), que fue editor de himnarios y educando en la Southwestern Baptist Theological Seminary en Fort Worth, compuso la música Holy Spirit, breathe on me, bajo texto de Edwin Hatch (1835-1889), un presbítero y teólogo anglicano. La letra, con algunas variables a lo largo de los años, tuvo distintas melodías por su métrica regular simple, aunque la que al final quedó permanentemente fijada ha sido la tonada de McKinney (1937). Sin duda, la más bella de todas. En castellano, la primera estrofa y el coro dice así:
¡Oh,
Santo Espíritu de Dios
unge
mi corazón!
Tu luz
divina brille en mí
con
todo su esplendor.
¡Lléname! ¡Lléname!,
Santo Espíritu de Dios.
Mueve mi ser con tu poder,
¡oh, Santo Espíritu, lléname!
https://www.youtube.com/watch?v=eScVk6zRIAs
William Jensen Reynolds (1920-2009) fue un músico de iglesia: compositor, arreglista, editor, educador e himnólogo. Su compromiso
bautista le llevó a ser director de música y director congregacional para varias
reuniones de la Convención Bautista del Sur, la Alianza Bautista Mundial, la
Conferencia Mundial de la Juventud Bautista, Semanas de Música y otras
organizaciones e iglesias. Destacó como compositor de más de 700 unidades,
entre himnos corales, cantatas y canciones infantiles, y también escribió una
docena de libros sobre himnos y sus historias. Una de sus obras más conocidas
es la cantata ‘De unos a otros’, interpretada en varias iglesias de España en
los años 70 del pasado siglo. Y entre otras disposiciones académicas, su
vinculación y compromiso con la denominación le llevó a ser profesor emérito de
la Southwestern Baptist Theological Seminary, en Fort Worth.
Pero sobre
todo a Reynolds se le conoce por I Have Decided to Follow Jesus (He decidido seguir a Cristo), un canto originario de
la India, basado en unas últimas palabras pronunciadas en Garo, Assam, una
región india donde en el siglo XIX hubo una gran avivamiento por la predicación
del Evangelio. Assam estaba compuesta por cientos de tribus, con cazadores primitivos
muy agresivos. A estas comunidades hostiles y violentas llegó un grupo de
misioneros de la American Baptist Missions difundiendo el mensaje de amor, paz
y esperanza en Jesucristo. Como es lógico pensar, no fueron bienvenidos. Pero un
misionero habló de Jesús a un hombre, a su esposa y a sus dos hijos, quienes se
convirtieron. La fe de este hombre resultó tan decidida y contagiosa que muchos
del poblado comenzaron a aceptar el cristianismo. Enojado, el jefe de la comunidad
convocó a todos los aldeanos, llamando a la familia que se había convertido
primero para que renunciara a su fe en público o se enfrentara a una definitiva
ejecución. Convencido por el Espíritu Santo, el hombre contestó: «He decidido seguir a
Jesús». Enfurecido
por la negativa, el jefe ordenó a sus arqueros que dispararan a los dos niños.
Mientras ambos yacían inertes en el suelo, el jefe le preguntó: «¿Negarás tu fe? Has
perdido a tus dos hijos. También perderás a tu esposa». Pero el hombre
respondió: «Aunque
nadie me siga ni se una, todavía le seguiré». Fuera de sí, el jefe ordenó que
dispararan a su esposa. Y por última vez le inquirió: «Te daré una
oportunidad más para negar tu fe y vivir». Frente a la muerte, el hombre dijo unas
últimas palabras memorables: «La cruz delante y el mundo detrás. No hay
vuelta atrás».
Nokseng fue
asesinado a tiros como el resto de su familia. Pero con sus muertes ocurrió el
milagro. El jefe, que había ordenado los asesinatos, se sintió impactado por la
fe de Nokseng. Y se preguntó: «¿Por qué este hombre, su esposa y sus dos hijos
mueren por un hombre que vivió en una tierra lejana, en otro continente, hace
2.000 años? Debe haber algún gran poder detrás de la fe de la familia. Yo
también quiero conocerla». En una confesión de fe espontánea, declaró: «¡Yo también pertenezco
a Jesucristo!».
Cuando la multitud escuchó estas palabras de la boca de su jefe, toda la aldea dio
decididos pasos para aceptar a Cristo como Señor y Salvador.
I Have
Decided to Follow Jesus está basada en las últimas palabras de Nokseng, un hombre de
la tribu Garo de Assam (ahora
Meghalaya y algunos en Assam), India. Y hoy es la canción representativa del pueblo Garo. La
transformación de estas palabras en un himno se atribuye al misionero indio
Sadhu Sundar Singh. Ciertamente la melodía es india, pero William Jensen
Reynolds fue quien hizo el definitivo arreglo que se incluyó en el Assembly Songbook de 1959 y que
posteriormente popularizó Blly Graham en sus campañas evangelísticas:
He
decidido seguir a Cristo. (x3)
No
vuelvo atrás, no vuelvo atrás.
Atrás
el mundo, la cruz delante. (x3)
No
vuelvo atrás, no vuelvo atrás.
La
vida antigua ya he dejado. (x3)
No
vuelvo atrás, no vuelvo atrás.
El Rey
de gloria me ha transformado. (x3)
No
vuelvo atrás, no vuelvo atrás.
https://www.youtube.com/watch?v=aj4LaLh6BEg
Buryl Red (1936-2013) fue un director, productor y arreglista conocido mundialmente como el director musical de The Century Men, un coro masculino de músicos cristianos profesionales cuyo objetivo es ayudar a difundir el evangelio de Jesucristo en los Estados Unidos y en todo el mundo. El requisito para entrar a formar parte de The Century Men es ser miembro de una iglesia bautista y ministro de música. Buryl Red fue el gran impulsor del coro, pero más allá de su vinculación con este ministerio, Red es conocido por sus más de 1.600 composiciones publicadas, siendo considerado como un verdadero gigante de la música bautista. Una de sus melodías más conocidas es In Remembrance of Me (En memoria de mí), compuesta en 1972 junto a Ragan Courtney (1941-), un eminente músico, multifacético creador artístico y prolífico escritor en asociación con Buryl Red, escribiendo también para su esposa, la conocida cantante de góspel Cynthia Clawson (1948-). La versión castellana de Remembrance of Me es de Rafael Enrique Urdaneta:
En memoria de mí, pan comed.
En
memoria de mí, bebed.
En
memoria de mí, a Dios pedid;
por su
voluntad rogad.
En
memoria de mí, predicad.
En
memoria de mí, bien haced.
En
memoria de mí, la puerta abrid,
dejad
al hermano entrar,
la
puerta abrid.
Pan comed, mi cuerpo es,
la copa el pacto es.
La sangre preciosa
y mi cuerpo recordareis,
recordad.
En
memoria de mí, siempre orad.
En
memoria de mí, siempre amad.
En
memoria de mí, a Dios buscad,
de
corazón recordad.
https://www.youtube.com/watch?v=sCUfTx8dzE4
Kurt Frederic Kaiser (1934-2018) fue uno de los músicos más destacados del siglo XX. Con más de 300 composiciones, Kaiser fue junto a
Ralph Carmichael pionero en musicales juveniles cristianos como Tell It Like It
Is o Natural Hijh en las décadas de 1960 y 1970. También fue fundamental en el
lanzamiento y crecimiento del sello discográfico Word Music, siendo vicepresidente
y director musical de la compañía. Él y su esposa Pat fueron fundadores de la Iglesia
Bautista Dayspring en Waco, ofreciendo una visión alternativa para las
comunidades bautistas, aunque fue más conocido por ser el acompañante
pianístico de George Beverly Shea en las cruzadas de la Asociación
Evangelística Billy Graham. Entre sus composiciones, Oh How He Loves You and Me
(Cuánto nos ama Jesús) y Pass It On (Una pequeña llama enciende un gran fuego) son de las más
apreciadas en Norteamérica y en los países de habla hispana. Según relataba el
mismo Kurt Kaiser, Pass It On surgió de la siguiente manera:
«Un domingo por la noche estaba sentado en el
estudio junto a la chimenea donde quedaban los restos del fuego, y se me
ocurrió que sólo se necesita una chispa para encender un fuego..., y el resto de
la canción vino rápidamente. Mi esposa me sugirió que dijera algo sobre
gritarlo desde las cimas de las montañas, y eso fue determinante para crear el
tercer verso. En 20 minutos ya había escrito la letra. Luego, mi esposa y yo
salimos a caminar, dejando que la canción madurara en nuestras mentes».
El texto de
Pass It On (1972) tuvo muchas traducciones
y adaptaciones por doquier. Aunque una de ellas, la de Marjorie Caudill, un
misionero bautista en Cuba por décadas, fue la más generalizada en
Hispanoamérica. En España se hizo popular la siguiente:
Una
pequeña llama enciende un gran fuego
y los
de alrededor empiezan a quemarse.
Así es
con el amor de Dios, si está en tu corazón:
puedes
hablar de ese amor y darlo a los demás.
https://www.youtube.com/watch?v=CeBnGIbHygk
Thomas Andrew Dorsey (1899-1993) fue un pianista estadounidense de raza negra, apodado ‘El padre de la música góspel’. Prácticamente
sin formación, en su juventud empezó tocando en salas de espectáculos y de
vodevil. Tras recibir clases regladas de música y estudiar en la universidad, Dorsey
frecuentó clubes de jazz como pianista, siendo conocido como ‘Tom Giorgia’. Al
mismo tiempo que tocaba el piano, comenzó a escribir y a grabar lo que él
denominaba ‘música góspel’, concepto que fue utilizado por primera vez por él.
Poco a poco su fama fue en aumento, conocido no sólo como compositor sino
también como músico de iglesia. Su composición más famosa, Take My Hand, Precious
Lord, fue interpretada por Mahalia Jackson, Elvis Presley y otros cantantes del
góspel americano, siendo, además, la favorita de Martin Luther King. Una
tragedia personal le llevó a abandonar la música secular y comprometerse
espiritualmente con la Pilgrim Baptist Church de Chicago, congregación de la
que fue su director musical desde 1932 hasta los últimos años de la década de
1970. Fue en esa época cuando empezó a escribir y grabar lo que él denominaba ‘música
góspel’, concepto que usó por primera vez. El trágico suceso que afectó su vida
fue que su primera mujer, Nettie, falleció en 1932 al dar a luz a su primer
hijo. En su recuerdo, Dorsey compondría una de las canciones más famosas del
góspel, usando una melodía antigua: Take My Hand, Precious Lord, de la que
transcribimos las dos primeras estrofas en su versión original:
Precious Lord, take my hand,
Lead me on,
Let me stand.
I'm tired, I am weak, I am worn.
Through the storm, through the night,
Lead me on to the light.
Take my hand precious Lord,
Lead me home.
When my way grows drear,
precious Lord linger near.
When my life is almost gone
Hear my cry,
Hear my call.
Hold my hand lest I fall.
Take my hand precious Lord,
Lead
me home.
https://www.youtube.com/watch?v=ci8ms4kgz8E
Otros
muchos músicos han sido de inspiración, siendo referencias incontestables de
la música litúrgica bautista, como los pianistas John Innes (1937-) y Rudy Atwood (1921-1992), o los organistas William Henry [Bill] Fasig (1929-2002) y Donald Paul Hustad (1918-2013). También otros escritores, himnólogos,
poetas o recopiladores como Anderson T. Dailey (1927-1992), Margaret Pleasant Douroux (1941-), Adoniram J. Gordon
(1836-1899), Oliver
Holden (1765-1844), Charles Carroll Luther (1847-1924), Samuel F. Smith (1808-1895) o W. Plunkett Martin (1893-1961).
Sin
embargo y como conclusión y colofón a estos capítulos en Norteamérica, hay
destacar a tres grandes voces femeninas que empezaron sus carreras musicales muy
vinculadas a iglesias bautistas: Mahalia Jackson (1911-1972),
primero en la Mt. Moriah Missionary Baptist Church, New Orleans, Indiana, y después
en la Plymouth Rock Baptist Church; Aretha Louise Franklin (1942- 2018) en la New
Bethel Baptist Church, Detroit, Michigan; y Whitney Houston
(1963-2012) en la
New Hope Baptist Church, Newark, Nueva Jersey.
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Bibliografía:
http://josepmarclaporta.com/Baptistes-musica-anglo.html
© 2022 Josep Marc Laporta
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