© 2016 Josep Marc Laporta
Recientemente,
con el título The Negative Association
between Religiousness and Children’s Altruism across the World, la revista científica Current Biology ha publicado el resultado de un estudio de ámbito
universal sobre el altruismo en la infancia. De la investigación se desprende
la tendencia de los niños de familias no religiosas de ser más altruistas que
los de familias donde sí se practica y vive la religión. Además, los niños que
viven en entornos religiosos mostraron una mayor tendencia a juzgar y castigar
más duramente las malas conductas de los demás.
El
campo de estudio fueron 1.170 niños de entre cinco y doce años procedentes de
Estados Unidos, Canadá, Jordania, Turquía, Sudáfrica y China. Procedían de
hogares que se identificaban como cristianos, musulmanes y no religiosos, y un muy
pequeño porcentaje de niños que se identificaban como budistas, judíos, hindúes
y agnósticos.
El
equipo de investigadores, liderado por Jean Decety, neurocientífico y profesor
de psicología y psiquiatría de la Universidad de Chicago, sometió a los niños
al juego del dictador, para investigar la influencia de la religión en
referencia al altruismo. A cada niño se le daban 30 pegatinas y debían escoger
sus 10 favoritas, que se las podían quedar. Seguidamente se les comunicaba que no
habían suficientes pegatinas para todos para hacer el juego. Entonces se le
daba a cada niño dos sobres para que en uno pusieran las pegatinas que querían
quedarse y en el otro las pegatinas que querían entregar a esos otros niños que,
en principio, no iban a poder jugar. Según el número de pegatinas de esas 10
que se compartían se calculó el nivel de altruismo de los niños. El resultado
del estudio determinó la fuerte tendencia de los niños de familias religiosas a
ser menos altruistas que sus homólogos de entornos nada devotos. Los niños más
grandes, que por lo general ya han tenido una mayor exposición a la religión, exhibieron
las mayores relaciones negativas.
Otro
aspecto destacable de la investigación fue observar que la religiosidad afecta en
la tendencia a castigar más duramente acciones como los empujones o los
puñetazos. Un visionado de imágenes de pequeños empujando y chocando entre sí
permitió medir las respuestas. Esta conclusión concordaría con un estudio
anterior que se hizo con adultos que indicaba que la religiosidad está
directamente relacionada con la intolerancia y actitudes de castigo hacia otros
por las ofensas personales. Curiosamente, los niños musulmanes pensaban que las
acciones dañinas eran peores y creían que merecían un castigo más severo en
comparación con los otros niños cristianos y seculares. Los cristianos juzgaron
el daño con más severidad que los niños seculares, aunque no hubo grandes diferencias
en sus calificaciones punitivas.
Desde
una mirada sociológica aplicativa y desde la antropología de la religión considero que, aunque el estudio no puede postularse como definitivo o concluyente, sí debe ser tenido muy en cuenta, analizando e incluyendo ciertas
tendencias que a lo largo de la historia se han producido en la religiosidad y
sociología de la cristiandad. Expongo algunos apuntes sobre la verosimilitud de
la intolerancia o falta de altruismo en niños de familias religiosas. Concretamente
me referiré a las cristianas.
En
primer lugar aludo a la universalidad del mensaje y misión cristiana como
aspecto diferenciador. La verdad bíblica de ámbito universal fácilmente puede
conferir a la religiosidad resultante una actitud más displicente y despectiva
respecto a otras confesiones o creencias, de carácter más regional o sin
mandato específico a hacer prosélitos. La universalidad del cristianismo, como ente
social que se anuncia y postula hasta los confines de la tierra, implícitamente
promocionaría una cierta tendencia psicosocial al absolutismo global que
permeabilizaría la infancia.
Un
segundo aspecto es que la verdad evangélica muchas veces es reivindicada,
implícitamente, como una superioridad moral frente a los que viven en la
mentira existencial. Saberse en la verdad, tanto desde una conciencia social
como desde la íntima convicción, puede desencadenar determinadas y
determinantes actitudes de prepotencia psicológica y moral. El encomio a un
amor condescendiente al que constantemente aluden los evangelios y las
epístolas, a
menudo ha sido interpretado por el cristianismo como un asunto más bien interno,
entre hermanos de fe. Este aspecto explicaría la histórica y resistente
hermandad entre cristianos y, también, una cierta desidia social en relación al
respeto y la dignidad de los semejantes, especialmente en aspectos más cotidianos y usuales.
Tercero.
La conocida, desde la sociología, como licencia moral que en esencia consiste en utilizar algo 'bueno' para
justificar algo 'malo', a menudo y sin darse cuenta de ello ayuda a fortalecer una
imagen positiva propia que invita a preocuparse menos por las consecuencias de
un comportamiento inmoral y, por lo tanto, hay mayor probabilidad de tomar
elecciones inmorales. Este error mental puede desinhibir un comportamiento
egoísta y reducir el comportamiento prosocial, y explicar cómo los niños
criados en hogares cristianos, que son percibidos como más empáticos y
sensibles a la justicia, de hecho son menos altruistas con sus propios
compañeros de clase.
Como
cuarto aspecto a considerar cabe reseñar la predilección cristiana en favor de
una cabal educación religiosa en la familia. Sin embargo, una fuerte
moralización educativa hacia el comportamiento de los niños, en cierta medida puede
facilitar una respuesta más refractaria e indiferente de éstos ante situaciones
o circunstancias de necesidad ajenas. La moralización educativa, por su propia
rigidez y persuasión ideológica y psicológica, tiende a crear muros de
contención profilácticos ante el disímil u opuesto.
En
quinto lugar, la militancia en un cristianismo más nominal que comprometido o
más estructural que vivencial fácilmente puede conducir a una disociación de
valores en el niño, provocando cierta insensibilidad ambiental en algunos
campos de la socialización. Verdades no vividas en el cristianismo son reproducidas
por los más pequeños de manera aleatoria al corpus teológico defendido. La
contradicción ética suele endurecer la sensibilidad humana y espiritual,
provocando comportamientos dispares y poco predecibles.
Un
último apunte. Una de las respuestas analizadas en el estudio determinaba que
los niños de familias religiosas a menudo parecían ser más críticos con las
acciones de los demás. Esta circunstancia concuerda con el anterior supuesto del
absolutismo moral y refuerza la idea de que la superioridad ética aprendida y,
especialmente, el ejercicio de su marco sociolegislativo religioso, parece
autorizar a los cristianos a una mayor disposición de examen, enjuiciamiento y
sentencia moral. Esta realidad fácilmente puede llegar al paroxismo social si
se suma la variante fundamentalista, presente en el cristianismo y en la
mayoría de las religiones del planeta.
© 2016 Josep Marc Laporta
Da que pensar.... La moral no es patrimonio de unos en detrimento de otros. Y menos en los religiosos.
ResponderEliminarLos hijos de padres ricos, en muchos de los casos, crecen con un complejo de "licencia por su estatus" ya que ellos, por la educación que han recibido, perciben la realidad en la cual ellos son merecedores de todo, dueños de su propia voluntad y despreocupados por las consecuencias de sus actos. En México un gran problema de clasismo emerge de las elites privilegiadas y de alto poder adquisitivo en cúpulas Judeomexicanas.
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