© 2023 Josep Marc Laporta
1- Antonio Almudévar Urriens
2- Los himnos de Almudévar en el HIEE
3- Los himnos desclasificados de Almudévar
4- Los himnos en catalán de Almudévar
1- Antonio Almudévar Urriens
La lista de poetas bautistas que dejaron huella de su arte literario es extensa. Juan de Dios Sánchez, Rafael López Arias, Vicente Francés, Camilo Mitjavila, Elvira Vila, Ramiro Ronsano o Rafael Talens son nombres que aparecieron a lo largo de los años en las distintas ediciones de la revista denominacional bautista. Sin embargo, además del ya citado Manuel Pérez del Busto, dos poetas destacaron de manera especial por su dedicación y longevidad artística: Antonio Almudévar Urriens (1894-1976) y Engracia Ferrer Mascort (1902-2003).
El pastor Antonio
Almudévar Urriens fue el juglar por excelencia de los bautistas y, por ende, de
los evangélicos españoles de la primera mitad del siglo XX. Denominado
popularmente El Poeta Evangélico, su contribución fue muy significativa en dos ámbitos: en la
obra poética en general, y en las específicas para niños, con diálogos y
pequeñas obras teatrales para las fiestas infantiles.
Del primero quedaron suficientes evidencias en diversas revistas evangélicas de la época, como El Mensajero Bautista o España Evangélica, con repicados en otros rotativos españoles y de Sudamérica. Los cerca de ciento cincuenta poemas difundidos en publicaciones periódicas son testimonio de su prolífica creatividad y profunda fe cristiana. Del segundo ámbito destacan los dieciocho libros editados en los que se recogen la mayoría de sus obras escénicas y versos para niños, además de otros tratados de carácter devocional y apologético. Algunos de los títulos de los cuales ya no hay ejemplares son Diálogos, poesías e himnos para Navidad y otras fiestas, Más arriba, Oro, incienso y mirra, Margaritas y estrellas, El Cristo del camino estrecho. El vaso de alabastro o La cruz es nuestra espada.
Sería imposible escoger uno de entre los cientos de poemas que escribió Almudévar. Sus títulos son evocaciones espirituales nacidas en la intimidad de la fe, desgranadas paulatinamente en densos versos y composiciones a menudo extensas. Algunos relatan aspectos cotidianos de la fe cristiana, como la pentalogía denominada La Jornada Infantil con los poemas ¡Buen día!, Camino del deber, Mediodía, Jugando y Soñando, o Canto al amor fraternal. Otros aluden al calendario litúrgico, como Navidad, La vuelta del arbolito, El pesebre, A la cruz, Jesús crucificado o Resurrección. Unos apuntan a la experiencia cristiana, como La fe, ¿Sin Cristo?, El soplo del Espíritu o Estoy llamando. Otros describen relatos bíblicos, como Romanza de las dos madres y del Rey Salomón, He aquí el esposo viene, Y vi… una Tierra nueva o Los dos huertos. Hay algunos que llevan nombres propios: Fray Luis de León, David Livingstone, El colportor, Lutero o Los misioneros. Y otros tienen talante místico, como Las manos de Jesús o Dios. Y entre varias temáticas se observa uno con el título Convención, referente a la celebrada en 1951. O dedicados, como Victoria, Triunfal o Sigue a Jesús, este último en memoria del pastor Ambrosi Celma; y también explícitamente a La Biblia o La Santa Palabra de Dios.
La dificultad de
escoger un poema representativo radica en la gran variedad de temas usados y en
su multiplicidad de formas poéticas. Sin embargo, uno de los más breves, de cuarteto
bien estructurado, admirativo a Fray Luis de León y de sabor a crónica
histórica, podría ilustrar genéricamente su poso poético y espiritual, y su talla
artística:
Fue el padre
que engendró la poesía
noble y viril
del verbo castellano.
Fue un
sabio, y logró mirarse un día
por hereje
en la cárcel encerrado.
Escribió
tales libros que a su siglo
la Historia,
siglo de oro le ha llamado:
el más
bello, quizá, «Nombre de Cristo»,
«La Perfecta
Casada» el más humano.
Fue amigo de
la mística Teresa,
y como ella,
a Jesús sirviendo,
llegó a
poseer la alta nobleza
de vivir
píamente entre su pueblo,
el que,
esclavo de fábula y rutina
de un
sistema sin sombra de verdad,
la Iglesia
del Señor volvió en ruinas,
robándole su
fe y su libertad.
2- Los himnos de Almudévar en el HIEE
Si bien es cierto que Antonio Almudévar compuso mucha poesía para ser leída, también dejó evidencias de su capacidad de ensamblar texto y música, básicamente de melodías hímnicas provenientes del francés y del inglés. La primera edición del Himnario de las Iglesias Evangélicas de España de 1948 –del que no participó en el núcleo editor– recogió para sí nueve himnos cuya letra fue escrita por Almudévar, ya fuere traducida, adaptada u original. De los nueve hay varios que han sido muy queridos y entonados por las iglesias bautistas en el siglo XX Uno de ellos es Cuan dulce es el amor (HIEE-415), de tonada Dennis, escrito musicalmente por Johann Georg Nägeli (1773-1836) en 1810, con texto de John Fawcett (1740-1817) en 1813. Antonio Almudévar hizo la traducción.
Otro de la misma temática es Cuan bueno y delicioso (HIEE-413), con música original de Ira David Sankey (1840-1908) y letra de Fanny J. Crosby (1820-1915), a la que Almudévar incorporó un texto libre.
No sé cuándo será que a mi Rey he de ver (HIEE-400) es otro de los himnos más conocidos y aceptados de Almudévar, del cual hizo una poética adaptación. Con la tonada That Will Be Heaven for Me, la música corresponde a James McGranahan (1840-1907) y a Philip Paul Bliss (1838-1876) el texto original.
Hasta la muerte nos dices ser fieles (HIEE-348) fue el histórico himno lema de los bautistas franceses, con
tonada original Jusqu’à
la mort. En castellano recibió de Almudévar una
fiel traducción, siendo algo popular entre las congregaciones evangélicas
españolas, aunque no tanto entre las bautistas. La letra y la música corresponden
a Ruben Saillens (1855-1942), evangelista galo denominado popularmente como el Spurgeon francés.
Salgamos hoy hacia la mies (HIEE-352), original de Charles Hutchinson Gabriel (1856-1932), fue traducido por Antonio Almudévar hacia 1924. En las iglesias bautistas fue bastante conocido y entonado como un canto misionero para ocasiones especiales.
Sal hacia el combate (HIEE-354) no tuvo mucha repercusión en las congregaciones en
general, ni tampoco en las bautistas. De origen incierto y publicado en 1930 en
Himnos Selectos
Evangélicos, recibió de
Almudévar un texto libre de carácter misionero.
Un himno
poco conocido es Por los que ya
reposan en tu paz (HIEE-403), con melodía escrita por Joseph Barnby (1838-1896) a la que Antonio Almudévar añadió un texto diferente al
original.
Entre los
numerosos poemas de Navidad de Almudévar, hay uno que destacada especialmente: Sobre los campos de Belén (HIEE-250). Este fue un canto muy interpretado por los coros de iglesia en la primera
mitad del siglo XX. Bajo una melodía de James McGranahan (1840-1907) denominada Pardon; peace and power, Antonio Almudévar construyó un texto alternativo respecto
al original, narrando la primera Navidad.
En el mismo
ambiente navideño que el himno anterior, Guiados por la estrella (HIEE-494) es otro de los textos más conocidos del poeta catalán, también muy
interpretado por los coros de iglesia. Bajo música de Geraldo Hilton, Almudévar
supo relatar con acierto la adoración de los magos de Oriente al niño Jesús.
Uno de los
cantos que no se incluyó en ninguna edición del Himnario de las Iglesias Evangélicas de
España, pero que cabe
destacar por su gran popularidad entre las iglesias, es El arbolito, también conocido como ‘Cuan bello es el arbolito’ o
‘Miradle bien, cuan bello es’. Apareció en el himnario Cánticos de Navidad en 1970 que editó la editorial Clie. La música proviene del siglo XVI, de un
villancico tradicional alemán muy conocido, O Tannenbaum, que significa ‘oh,
abeto’. Antonio Almudévar escribió una poesía alusiva al árbol de Navidad,
costumbre que empezaba a fraguar en los hogares evangélicos, adaptándolo a la
melodía tradicional alemana. Como muchos de sus poemas y obras escénicas, Almudévar
acostumbraba a escribir según las necesidades de las fiestas infantiles y
celebraciones especiales de su congregación, tanto en Sabadell como en
Barcelona. Por lo tanto, es muy probable que lo escribiera pensando en una
celebración navideña de su iglesia.
3- Los himnos desclasificados de Almudévar
Antonio
Almudévar escribió más himnos que no quedaron recogidos en ninguna edición del Himnario de las Iglesias Evangélicas de España. Dos de ellos aparecieron con partitura en dos números de
1924 de El Mensajero Bautista; aunque ninguno trascendió más allá de la revista
denominacional ni tuvo demasiada aceptación. Otros sin partitura también se
incluyeron en varios ejemplares de EMB, sólo como poemas y con sendas referencias
a melodías de algún himnario foráneo.
Aparte de dos navideños que aparecieron en Cánticos de Navidad de Clie en 1970, en total son ocho himnos de distintas temáticas, destacando Huésped Real, un canto dedicado a los cultos familiares, denominado también Himno del culto familiar. La música escogida por Almudévar es parte de una obra de Felix Mendelssohn-Bartholdy, de tonada Consolation, de la Lieder ohne Worte, Op. 30; No. 3; Andante sostenuto en Mi, MWV U 104. La gran belleza de la melodía de Mendelssohn congenia perfectamente con el sobrio cuarteto poético de Almudévar, reflejando un ambiente de agradable armonía familiar alrededor de la Palabra y la oración.
A raíz de este himno hay dos detalles a
destacar. El primero referente a la música, pues hasta seis veces aparece la
misma melodía de Mendelssohn en el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España, aunque con distintas letras. Sin duda, la atractiva tonada
fue altamente considerada por Samuel Vila y los siguientes editores del
himnario de partituras para otorgarle tal dignidad. Y el segundo detalle tiene
como protagonista al poeta Manuel Pérez del Busto, que compuso una melodía
optativa muy diferente a la escogida por Almudévar, aparentemente más rítmica y
menos solemne.
En el siguiente vídeo se pueden escuchar las primeras estrofas de estos ocho himnos, con el fin de darlos a conocer y dejar constancia documental, excluyendo los dos que aparecieron en Cánticos de Navidad de Clie: Buscando el Niño nacido en Belén y Callad, ¿no oís?, suena un cantar.
4- Los himnos en catalán de Almudévar
La lengua vernácula de Antonio Almudévar era el catalán, un idioma milenario de Catalunya que de muy joven también usó poéticamente. Y aunque la idiosincrasia social y política de la época no permitía publicar en dicho idioma, ello no fue óbice para escribir poemas y diálogos para su congregación. Pero también tradujo himnos al catalán. Uno de los primeros o del que tenemos más constancia de la fecha de su traducción fue Siempre feliz (HIEE-328), canto que un año antes, en 1943, el pastor Ambrosi Celma había traducido del francés al castellano. La primera estrofa se expresa así:
Sempre feliç, perquè Jesús em guia.
Sempre feliç, seguiré el Senyor.
Jesús, qui és la llum d'eterna vida,
del qui no res podrà prendre'm l'amor.
No tindré por a l'enemic, no:
perquè Jesús és l'amic meu.
Sempre feliç, Jesús em guarda.
Sempre feliç, m'ha d'estimar.
Sempre feliç, Jesús em guarda.
Sempre feliç, m'ha d'estimar.
En total
fueron una veintena de himnos traducidos al catalán los que tradujo. La
siguiente lista, relacionada con el título en castellano y el número correspondiente
al Himnario de las
Iglesias Evangélicas de España, presenta una perspectiva general de su bien hacer en este idioma.
Ànima que plores / Ven alma que
lloras (HIEE-101)
Ben a prop vostre / Cerca, más
cerca (HIEE-125)
Com penó de lluita / Cual pendón
hermoso (HIEE-151)
Crist, el Senyor, en veure'm / El
buen Pastor al verme (HIEE-312)
Dalt, en la glòria / Allá en la
gloria (HIEE-74)
De la creu, Jesús, amor meu / Del
madero, Tú, amor mío (HIEE-45)
Del Crist, sí, l'Església /
Iglesia de Cristo (HIEE-64)
Déu que per sempre / Nunca, Dios mío, cesará
mi labio (HIEE-17)
El Crist, Senyor, el Rei de glòria /En mi
Señor Jesús confío (HIEE-337)
Jo espero l'alba clara / Yo
espero la mañana (HIEE-265)
La
porta oberta avui està / Mirad al Salvador Jesús (HIEE-475)
Ni l'or ni la plata / El oro y
la plata (HIEE-259)
No sé pas quan Jesús / No sé
cuando será (HIEE-400)
Oh!, canta ànima meva / Bendice,
¡ oh, alma mía! (HIEE-8)
Pecador a qui crida Jesús / Pecador, ven a
Cristo Jesús (HIEE-93)
Sembraré la llavor ben preuada /
Sembraré la simiente preciosa (HIEE-355)
Sempre feliç / Siempre feliz (HIEE-328)
Sóc un soldat del Rei Jesús? / ¿Soy
yo un soldado de Jesús? (HIEE-356)
Un amic com cap més d'altre / Un
Amigo hay más que hermano (HIEE-66)
La biografía
de Antonio Almudévar es tan vasta y amplia, que posiblemente en el poco espacio
de tres breves capítulos no se pueda abarcar toda su dimensión. Su contribución
a la obra de Dios es digna de resaltar, no sólo por su faceta artística sino
por su continuada entrega al pastorado y diaconado, a la enseñanza bíblica y teológica
en el Seminario Bautista Español y en el servicio a los demás. Formando un
equipo granítico y homogéneo, siempre tuvo en su esposa el apoyo y la coordinación
necesaria para cualquier menester cristiano. Josefina Montull Pueyo (1907-1990), conocida como Pepeta, fue tan querida por todos, que el hogar familiar fue
realmente un altar de testimonio cristiano que dio frutos de vida eterna.
La siguiente imagen recoge el prólogo de uno de los libros de Antonio Almudévar: Oro, incienso y mirra, editado en 1951. Las palabras del autor expresan gran parte de su vivencia cristiana y poética.
©
2023 Josep Marc Laporta
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