El PIB, o Producto
Interior Bruto, es un baremo económico que se utiliza para conocer el nivel de
riqueza de un país y su nivel de bienestar. Este baremo se realiza considerando
la cantidad de bienes y servicios útiles disponibles para una persona dentro de
un país, contando tres factores:
1- la productividad, bajo la medida del valor
monetario de la cantidad de bienes y servicios que produce un trabajador/a en
una hora;
2- el ratio de
empleados por población o porcentaje de la población total que tiene un trabajo
remunerado; y
3- el número
de horas trabajadas por cada empleado/a al año.
No obstante, y como es
evidente, este índice económico (PIB per cápita), no guarda una estrecha
relación con el bienestar emocional y psicológico de un pueblo[1],
aunque sí se pueden determinar algunas consideraciones de carácter regional y
global.
Un grupo de economistas de
la McKinsey Global Institute ha tratado de calcular la evolución del centro de
gravedad económico de la tierra desde el año 1 hasta nuestros días, con una
probabilidad para el año 2025. Pese a que las predicciones de matemática
económica tienen que observarse con un lógico y cuidadoso margen de error, sí
que se pueden observar varios aspectos socioeconómicos y sociológicos que
resumiré brevemente.
En primer lugar, destacar
que en el siglo I, el centro de gravedad económica de la tierra no estaba en lo
que los occidentales consideramos la cuna de la civilización (Grecia, Egipto
Imperio Romano, etc.). Desplazado hacia el oriente, el centro de gravedad
económica se situaba en el Asia meridional, lo que hoy es Afganistán, Pakistán,
China e India. Este dato nos lleva a determinar que a pesar de los
acontecimientos históricos y religiosos, y de los avances políticos,
filosóficos e ilustrados que acontecían en el arco mediterráneo, Asia era el
motor económico y mercantil. No obstante, la demografía determina en el siglo I
una mayor población en Asia (India, 62 millones; China, 60 m .), mientras que en el
mediterráneo, sumando todos los territorios marítimos, no llegaba a los 35
millones de habitantes. Este dato explica, en parte, el por qué del centro de
gravedad económico en el Asia meridional. Otra parte de la explicación está en
la sociogeografía. El mar Mediterráneo, a diferencia de Asia, fue una autopista
de comunicaciones entre pueblos que, pese a parecer un activo económico,
significó una dispersión comercial y económica al conjugar imperios, conquistas
y mercaderías, facilitando la expansión y, en consecuencia, una menor concentración
demográfica.
Todo ello contrasta con
el siglo XX, donde el centro de gravedad económico se situó en los países
nórdicos, recogiendo la pujanza europea. Este dato, revisado desde una
perspectiva global, advierte del desajustado y vertiginoso desarrollo económico
occidental, con una población mucho menor que la asiática,[2]
pero con una concentración de riqueza mucho mayor, fruto de la ilustración y la
revolución industrial. Si comparamos los datos globales a veinte siglos vista,
observaremos cómo el crecimiento del siglo XX es una excepción histórica,[3]
que en la actualidad está en progresiva regulación y que se regulará aún más en
los próximos decenios por el efecto de la globalización, equiparando el PIB de
las distintas regiones del planeta.
Un segundo aspecto a considerar
es el parsimonioso movimiento del centro de gravedad económica durante más de
1500 años. Asia fue el centro neurálgico de la economía del planeta y transcurrieron
quince siglos hasta que empezó un lento desplazamiento hacia occidente. En el
siglo XIX (1820) se observa el primer movimiento significativo, que
posteriormente en tan sólo cien años (1913) se desplazará velozmente hacia
Europa, con centro de gravedad en los países nórdicos. El rápido movimiento geográfico
coincide con los grandes desarrollos y avances sociales, políticos y
tecnológicos acontecidos en el viejo continente.
Que Europa, con un peso
demográfico mucho menor que toda Asia, mantenga una primacía y concentración económica
durante el siglo XIX i XX, tiene varias explicaciones. Una de ellas ya ha sido
apuntada anteriormente: el gran desarrollo económico occidental en detrimento
de los países orientales. Otra consideración a tener en cuenta tiene que ver
con las libertades sociales. Mientras occidente emprendió un decisivo, aunque
inestable camino, hacia las libertades individuales y colectivas y en pro de
una democracia ciudadana y participativa, el continente asiático, dominado
demográficamente por el gran imperio chino y la India, quedó rezagado, con sus
políticas y gobiernos de reminiscencias feudales o coloniales.
1950 fue el año en que
aproximadamente el centro de gravedad económica mundial estuvo más próxima a
los Estados Unidos de América. La pujanza comercial y económica que desde
finales del siglo XIX imprimió este país, significó un desplazamiento
planetario de la concentración tensional económica. Precisamente, a partir de
1950 y debido a la gran recuperación y crecimiento social y económico tras la
segunda guerra mundial, el centro de gravedad se situó en Europa, aunque el
viaje de vuelta marcó un itinerario aún más al norte. Este movimiento
ejemplificó una superior supremacía del hemisferio norte respecto al sur y, en
el mismo hemisferio norte, también una hegemonía del norte de Europa respecto a
su propio sur. Para futuros análisis sociológicos es de destacar estas dos
superioridades: hemisferio norte>hemisferio sur; y en el mismo hemisferio
norte: la tensión norte>sur.
Desde principios del
siglo XXI, la tendencia ha virado aún más hacia el este. Los efectos económicos
de la globalidad tras la caída del muro de Berlín han hecho que, en tan sólo
quince años, el centro de gravedad económica se deslice resueltamente hacia
Asia. El despertar de las economías de China e India resulta imparable, tanto
por su demografía como por sus ansias de riqueza. El PIB está creciendo
considerablemente en las regiones asiáticas, gracias al impulso de los dos
gigantes. Junto a ellos, el papel de Japón, con una economía en franco
crecimiento tras un profundo descalabro de más de quince años, condicionará el
equilibrio económico planetario.
La previsión para el 2025
es una vuelta a los orígenes. Asia volverá a ser el centro neurálgico del PIB,
más de dos mil años después. Los cálculos muestran que el centro está cambiando
rápidamente hacia el este a una velocidad de 140 kilómetros por
año y, por lo tanto, más rápido que nunca antes en la historia humana. Una de
las razones principales de este movimiento es la rápida urbanización en los
países en desarrollo. Los habitantes del mundo rural asiático están entrando en
muchas ciudades, siendo cada vez más ricos e impulsando el crecimiento
económico. Nuevas megaciudades como Mumbai o Shangai se han convertido en urbes
de peso medio, al igual que Foshan o Surat, convirtiendo la demografía asiática
en mucho más densa.
China tiene 1.336
millones de habitantes con una densidad de 140 habitantes por km2; India, 1.186
millones y 370 habitantes/km2; y Japón, 127 millones y 376 de densidad.[4]
Estas cifras apuntan a un imparable crecimiento del PIB y a un nuevo desajuste
por proporcionalidad. Asia se equilibrará con Europa y Norteamérica, mientras
que el continente africano experimentará un lento crecimiento de su PIB y América del Sur irá a remolque de su norte y de Asia.
[1] Las Naciones Unidas, elaboran un índice, a través
del (PNUD) sobre el bienestar socio-económico: Índice de Desarrollo Humano
(IDH), índice que considera varios factores por país:
1- Vida larga y saludable, medida según la
esperanza de vida al nacer.
2- Educación (medida por la tasa de
alfabetización de adultos y la tasa bruta combinada de matriculación en educación primaria, secundaria
y superior).
3- Nivel de vida digno (medido por el PIB
per cápita PPA en dólares).
[2] China: 1.336.000.000 de habitantes;
India: 1.186.000.000 hab.; Japón: 127.000.000 hab.; y Estados Unidos de
América: 290.400.000 hab.
[3] Esta
excepción histórica impulsó un gran crecimiento económico y social que
desajustó ciertos equilibrios planetarios y acrecentó las desigualdades entre
lo que posteriormente se denominaría el primer y tercer mundo.
[4] Francia tiene 62 millones de habitantes y 112 de
densidad; y Alemania, 82 millones y 229 de densidad. Pese a la gran densidad de
Alemania, los datos globales europeos contrastan con el crecimiento de los dos
grandes países de Asia.
© 2013 Josep Marc Laporta
Documento en PDF: http://www.adsomaster.com/Hacia-una-sociología-del-PIB.pdf.
Documento en PDF: http://www.adsomaster.com/Hacia-una-sociología-del-PIB.pdf.
Me parece muy interesante el tema! y me interesa la transversalidad entre sociología y otras disciplinas. Es un campo de estudio a explorar. Gracias, profesor y amigo!
ResponderEliminarEl PIB..... es ese 'pronóstico' que no mide el bienestar real de una persona aunque mida el dinero que se acumula. El PNUD me parece más apropiado a la situación real del planeta. Muy acertado el trabajo del MGI y de Laporta, sobre todo para una conclusión interesante... el siglo XX fue una maldita excepción en el mundo, acaparando riquezas. Es posible q los historiadores, economistas y sociólogos futuros nos pongan en nuestro lugar. Echamos por la borda los bienes del planeta con el único fin de crecer y crecer para las barrigas occidentales. Hartos de vino y de incosciencia!
ResponderEliminarme ha gustado, muy grafico y claro. Gracias
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