jml

· Los bautistas y su música (45)

 © 2025 Josep Marc Laporta

El Himnario de las Iglesias Evangélicas de España

     El Himnario de las Iglesias Evangélicas de España reunió 497 cantos, algunos de ellos con melodías clásicas de renombre. A modo de ejemplo, con una adaptación luterana, el número 1 –A Dios dad gracias, dad honor– recibió una tonada del ‘Gloria’ de Resurrección de Nikolas Decius (1485-1541). Otros, como el número 4 –A nuestro Padre Dios– recogió la melodía del himno nacional del Reino Unido, God save de King, un canto que a los cristianos británicos que residían en España producía un cierta extrañeza y reparo. Con un anónimo del siglo XVII publicado en 1745 en Thesaurus Musicus, la letra ‘A nuestro Padre Dios’ provino de la famosa edición de 1867, Estrella de Belén.

     De todas las melodías clásicas que recogió el himnario y entre otras variables de reiteración de una misma música con distintas letras, destaca una que se repitió hasta seis veces con diferentes textos. Bajo la tonada Consolation, la melodía de Felix Mendelssohn (1809-1847) en el Lieder ohne Worte, Op. 30, nº 3, se reproduce en los himnos 63, 235, 237, 294, 385 y 389. Sin lugar a duda la composición de Mendelssohn es sublime y su belleza musical es incuestionable, pero resulta paradójico que tal atractivo pasara inadvertido en los cultos bautistas.

     Como representación de la calidad clásica que el HIEE atesora, a modo de ejemplo algunas de las tonadas fueron el himno número 6 –Alma bendice al Señor– de 1665; el 7 –Al Señor nuevo salmo conviene– proveniente del siglo VII en Cantate Domino, Canticum novum; el 8 –Bendice, ¡oh, alma mía!–, con una melodía tradicional hebrea del siglo XV; el 9 –Cantad alegres al Señor–, del Saltario de Ginebra de 1551; el 13 –De boca y corazón–, obra de Johan Crüger (1598-1662) en Praxis Pietatis Melica; el 24 –En tu nombre reunidos–, melodía del siglo XVIII de la iglesia morava; el 29 –Cristo en nosotros queda–, de Mechior Vulpios (1570-1615) y armonizado por JS Bach (1685-1750); el 32 –¡Dichosa Tierra!, proclamad–, de Georg F. Händel (1685-1759); el 34 –Lindos ángeles cantores–, de Michael Praetorius (1571-1621); el 35 –¡Oh, santísimo, felicísimo!–, melodía siciliana del siglo XVIII; el 36 –Oíd un son en alta esfera–, de Felix Mendelsshon; el 186 –La causa es tuya– de Johann Michael Haydn (1737-1806); o el 233 –¡Id en paz vuestro camino!–, de Philipp Nicolai (1556-1608); además de varias armonizaciones de JS Bach (1685-1750).

      En las autorías de los himnos aparecen repetidamente ilustres nombres estadounidenses de la himnología protestante, como Sankey, Kirkpatrick, Bradbury, McGranahan, Stebbins, Hutchinson, Crosby, Doane, Lowry, Blis, Mason, Kingsburym o Root, junto a algunos europeos como Wesley, Watts o Lutero. Y por las traducciones, Almudévar, Turrall, Mendoza, Cabrera, Celma, Cosidó, Vila, Fliedner o Gutierrez-Marín son algunos de los destacados.

       La gran mayoría de los textos del Himnario contienen una sólida teología descriptiva, dispensando a los creyentes una formación complementaria a la predicación. Muchos de ellos son tratados teológicos, con una profundidad doctrinal auspiciada por una media de tres estrofas por himno, lo que, junto a la inclusión de un coro o estribillo, permitió desarrollar una temática con mejor exposición. Algunos, como el 19 –Te alabamos, ¡oh gran Dios!–, presenta mediante nueve estrofas una alabanza implicada con la divinidad y, también, explicada en la humanidad. Otros, como el 91 –La tierna voz del Salvador–, aúna las loas a Jesús en el estribillo con el relato expositivo de la salvación en sus cinco estrofas: una conjunción que explica y especifica la razón de la alabanza. También podemos encontrar un texto atribuido a Teresa de Jesús en el número 126 –Eleva el pensamiento, al cielo sube–, con una enunciación de las vanidades mundanas y la volatilidad de sus propuestas. Otros himnos apuntan al arrepentimiento, como el 85 –Yo escucho, buen Jesús–, un texto de J.B. Cabrera que desgrana la profunda transformación que se deriva del triunfo de la cruz y la asunción de culpabilidad y maldad por parte del hombre. Mediante un canto llano gregoriano del siglo XV, con traducción de José Joaquín de Palma y texto original de Isaac Watts, ‘La cruz sangrienta al contemplar’ (50) declara poéticamente el valor universal del sacrificio vicario, confrontándolo con la bajeza humana.

      El arduo trabajo que supuso terminar el Himnario de las Iglesias Evangélicas de España y las dificultosas condiciones de ejecución, imposibilitó a los editores la inclusión de los datos correspondientes a autores, traductores y datos de contexto. Seguidamente, en los archivos en pdf y jpg se puede encontrar una reproducción del himnario con los créditos de los himnos. También en una playlist de You Tube se pueden escuchar sendas interpretaciones por diversos intérpretes, especialmente con la colaboración de Anna Cortès y Andrew Remillard al piano, tocando un buen número de himnos.

Himnario de las Iglesias Evangélicas de España (1967), archivos en pdf

Himnario de las Iglesias Evangélicas de España (1967), archivos en jpg

Himnario de las Iglesias Evangélicas de España, vídeos-audio en playlist de You Tube


Bibliografía y documentación

No hay comentarios:

Publicar un comentario